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Asignaci贸n de dorsales, XLI San Silvestre Salmantina
Estimados participantes os informamos que en nuestra web: www.sansilvestresalmantina.com, en la secci贸n Dorsales 2025, ya pod茅is consultar vuestro n煤mero de dorsal. https://sansilvestresal...
Microrrelatos presentados al XIII Concurso "San Silvestre Salmantina"
Las obras presentadas al XIII Concurso "San Silvestre Salmantina" no se publican autom谩ticamente, se mostrar谩n en la web tras una revisi贸n previa de contenido
# 611 Carlos Molinero
Ya soy de Salamanca
En la biblioteca de la Pontificia supe que Yumi corr铆a. Ven铆a de Kioto, hablaba bastante bien castellano y quer铆a saber qu茅 era eso de acabar el a帽o 鈥渟udando en piedra dorada鈥. La apunt茅 a la San Silvestre. Le expliqu茅 el puente, la Moneo, la Plaza Mayor que grita tu nombre sin saberlo. Tambi茅n le dije, como Ferm铆n Cacho, que primero manda la cabeza; y como Abel Ant贸n, que se gana llegando. Salimos juntos. Al pasar junto a la Catedral junt贸 las palmas en el aire, como pidiendo algo. En el Paseo de San Antonio me ofreci贸 la mano para entrar. Dej茅 de pensar en los tiempos, en las series, en la marca. La tom茅 y cruzamos. Luego ella dibuj贸 tres kanjis sobre mi dorsal, mientras yo le escrib铆: 鈥淵a soy de Salamanca鈥.
# 610 Antonia Arias Rodr铆guez
Dorsal #SAL: Microrrelatos a la carrera.
Cada espalda guarda una historia; cada dorsal encierra un microrrelato:
#157, por pap谩.
#305, por esa promesa que nunca caduc贸.
#514, por mi Dios, que corr铆a antes que yo.
#581, porque no tengo Dios, pero s铆 asfalto.
#220, por esa sensaci贸n de victoria que no se mide en segundos.
#845, por los d铆as en la cuarta planta.
#192, por los que no est谩n y empujan desde el aire.
#193, por los que vendr谩n y a煤n no saben correr.
#367, por ese reto que me susurra: "hazlo".
#838, por los triglic茅ridos domesticados.
#462, porque me da la gana y porque el a帽o se acaba.
#253, porque s铆, sin motivo y con todos.
Y entre todos ellos, uno sin n煤mero: #SAL, por SALir, por SALamanca, por los que corren y los que esperan, por contar corriendo los relatos de quienes viven corriendo, por ese instante compartido, por la meta que nos une.
# 609 Marcos Robledo
Meta
Cuando la liebre se dio cuenta de todo, le quedaba poco tiempo. La tortuga estaba alcanzando la meta. Entonces se teletransport贸 y pas贸 al frente. Nadie percibi贸 la trampa. Avanz贸 velozmente y ampli贸 su ventaja. Sac贸 seis. Cay贸 en la 83: retrocede a la 35. Con su ritmo cansino, la tortuga volv铆a a estar por delante. La liebre aceler贸 y la alcanz贸 A la 91 llegaron juntas. Era hasta la 98. En la 94 perdi贸 un turno. La tortuga estaba a la 96, pero sac贸 tres y rebot贸. Empatadas en la 97. Ambas rebotaron dos veces. En eso apareci贸 una muchacha, tan cansada como segura. En el instante de cruzar la l铆nea final, emocionada, le dio un beso a una pulsera que llevaba, donde dec铆a el nombre de un ser querido. Despu茅s fren贸, brazos en jarra y respir贸 como pudo.
# 608 Francisco Javier Aceituno Arias
Meta compartida
No se conoc铆an. 脡l corr铆a por prescripci贸n m茅dica, tratando de recuperar los pulmones que el miedo le hab铆a arrebatado. Ella, por promesa, en memoria de su hermano, que nunca logr贸 acabar aquella San Silvestre Salmantina. Se cruzaron en la cuesta que baja a la Plaza Mayor, cuando las fuerzas empezaban a rendirse. Sin palabras, sincronizaron el paso: respiraciones cortas, miradas breves, un entendimiento t谩cito. En cada zancada compart铆an algo invisible: el peso del pasado, la fe en llegar, la obstinaci贸n de continuar. Al cruzar la meta ella alz贸 el brazo y 茅l sonri贸, exhausto. Nadie los esperaba; sin embargo, ambos sintieron que alguien, en alg煤n lugar, les aplaud铆a. Se abrazaron sin decir palabra, con la certeza de haber corrido m谩s que una prueba: hab铆an vencido al tiempo, al dolor y a la soledad. Despu茅s se perdieron entre la multitud, sabiendo que algunas metas solo cobran sentido cuando se cruzan juntos.
# 607 Alberto G贸mez
Dorsal 777
No iba a correr. Iba a estar en la mesa de dorsales, como cada diciembre, viendo pasar el fr铆o y las sonrisas. Pero falt贸 una chica y el del club me puso el 777: 鈥渢煤 conoces el recorrido, an铆mate鈥. Me at茅 las zapatillas temblando m谩s por dentro que por fuera. Al dar la salida, la marea me trag贸. Pens茅 en mis pacientes mayores, los que repiten 鈥測o ya no estoy para eso鈥. Apret茅. 脷ltimos metros, campanas, gritos. Cruc茅 la meta con los brazos arriba. Una ni帽a me dijo: 鈥溌縯煤 tambi茅n ganaste?鈥. Le dije que s铆, gana quien llega. Y comprend铆 por qu茅 cada a帽o volvemos: no es la carrera, es despedirnos corriendo del a帽o que no volver谩. Juntas, la ciudad y yo, prometimos seguir llegando mientras quedara diciembre y alegr铆a.
# 606 Kaoutar Darkaoui
EN MEMORIA
La carrera acababa de comenzar y mis pensamientos con ella. Empec茅, como todos los a帽os, a despedir lo malo y a dar la bienvenida a lo bueno del a帽o. Estaba llorando en medio de la carrera porque me di cuenta que este a帽o lo hab铆a pasado muy mal, pero todo eso daba igual.
Comenzar铆a un nuevo a帽o cargado de enormes oportunidades. Estaba tan concentrada en la carrera, que no me percat茅 de mi posici贸n, ni del kil贸metro en el que estaba. Al darme cuenta, me vi en segunda posici贸n y a menos de 100 metros de la meta.
Record茅 unas palabras que siempre me dec铆a mi difunta abuela y as铆, en el 煤ltimo minuto, fui la primera en llegar a la meta y pude conseguir el primer premio en memoria de mi abuela.
# 605 Andr茅s Moreno Rodr铆guez
El final de la carrera
A帽o 2011, empieza la carrera鈥漇an silvestre Salmantina鈥. Este a帽o es uno de los mejores se prev茅 que el n煤mero de participantes supere al de otras ediciones. Se est谩n preparando los corredores,3, 2, 1, y empieza la carrera, han empezado con un ritmo suave en los primeros kil贸metros, no se esperan adelantamientos.
Mitad de la carrera 1/6 de los participantes abandonan por temas de cansancio. Sin adelantamientos
脷ltima fase de la carrera, va a cruzar la l铆nea de meta el corredor pero se tropieza con un bache provoc谩ndose un esguince, el corredor no tiene posibilidades de ganar. Espera, acaba de saltar alguien del p煤blico al recinto de la carrera, parece que le est谩 ayudando a cruzar, el corredor acaba de ganar la carrera.
Han pasado unos d铆as desde la carrera, el ayuntamiento le va entregar por su gran acto, la medalla a la solidaridad a la persona que ayud贸 al corredor.
# 604 ENCARNA RUIZ RODRIGUEZ
CORRIENDO PROP脫SITOS
Un t铆mido sol de diciembre acaricia el asfalto mojado del Paseo San Antonio. Las zapatillas se alinean ansiosas. No han sido convocados; se han inscrito voluntariamente, aunque la presi贸n de los diez kil贸metros hace dudar hasta a los m谩s valientes.
Detr谩s del 鈥渃aj贸n de 茅lite鈥, se colocan los aficionados. Un m茅dico de mediana edad, que ha logrado reponerse de un ictus, se ajusta el dorsal con manos temblorosas. A su lado, un joven aspirante a guardia civil, con equipaci贸n reci茅n estrenada, calienta motores. Detr谩s, unos j贸venes disfrazados de personajes de Disney r铆en frente a la pantalla del m贸vil, adoptando posturas artificiales. Una muchedumbre variopinta de corredores espera la se帽al.
Cuando suena el pistoletazo de salida, la marea humana se lanza a correr, mientras otros bailan, alguno tropieza, r铆en. Entre aplausos y gritos, cada paso es una peque帽a victoria. No todos buscan llegar primeros. Para muchos, llegar ya es ganar.
# 603 Pablo Redondo L贸pez
Cuenta Progresiva Final
Uno, dos, tres; empieza la carrera y me pill茅 a contrapi茅, con cuatro pensamientos cruzando m谩s r谩pido que mis piernas.
Choco los cinco a un ni帽o y la carrera se convierte en pacto.
Seis respiraciones profundas me devuelven al presente.
Siete veces me repito que no mire el reloj, que corra con el coraz贸n.
En el ocho ya no hay fr铆o, solo un pulso compartido, una corriente invisible que empuja a todos hacia adelante.
Nueve miradas se cruzan, c贸mplices, sabiendo que esto no va de ganar, sino de llegar.
Y as铆, sin darnos cuenta, hemos llegado al diez: la meta brilla entre las torres y las luces de Salamanca, como si la ciudad misma celebrara nuestros pasos.
Porque aqu铆, donde cada piedra respira historia, entendemos que correr no es escapar, sino volver: volver al origen, al latido, a la alegr铆a de empezar otra vez.
# 602 Andr茅s Moreno Rodr铆guez
El final de la carrera
A帽o 2011, empieza la carrera鈥漇an silvestre Salmantina鈥. Este a帽o es uno de los mejores se prev茅 que el n煤mero de participantes sea superior al de otras ediciones. Ya se est谩n preparando los corredores,3, 2, 1, y empieza la carrera han empezado con un ritmo suave en los primeros kil贸metros, no se esperan adelantamientos.
Mitad de la carrera 1/6 de los participantes han abandonado por temas de cansancio. No hay adelantamientos.
脷ltima fase de la carrera va a cruzar al l铆nea de meta el corredor y se tropieza con un bache haci茅ndose un esguince, no tiene posibilidades de ganar. Un segundo acaba de saltar una persona a ayudarle y otra y otra le est谩n ayudando a cruzar haciendo que gane la carrera.
D铆as despu茅s se les otorga la medalla a la solidaridad a los que ayudaron al corredor a finalizar la carrera.
# 601 Clara Herrero Garz贸n
PERSECUCI脫N ENTRE LA NIEBLA
Diviso al objetivo a la altura del Puente Romano. La niebla me impide verle con claridad; no hay espacio para acercarse entre tanto corredor. El fr铆o y el cansancio empiezan a hacer mella en mis piernas, pero el peso de la placa en mis pantalones me recuerda mi misi贸n.
Al fin consigo aproximarme, fingiendo cansancio compartido.
鈥斆乶imo, ya casi llegamos 鈥攄igo entre jadeos.
El hombre gira su rostro brevemente; sus ojos, negros, se clavan en los m铆os.
鈥擭o se esfuerce tanto, agente 鈥攕usurra sin aliento, esbozando una media sonrisa casi enigm谩tica.
En ese parpadeo aflojo el ritmo, y el objetivo se esfuma entre la niebla.
# 599 Lidia Fern谩ndez-Rebollos Carball茅s
Magia
Como llevo haciendo tantos a帽os, me ato las zapatillas antes de que den el pistoletazo de salida. Todos los corredores comienzan a danzar a mi alrededor; unos m谩s r谩pido y otros m谩s despacio, cada uno a su ritmo. Se palpa en el ambiente las ganas de divertirse, de entregarse, de batir el tiempo de a帽os anteriores. Miro a mi alrededor y veo madres, abuelos, amigos y compa帽eros. Veo competitividad, pero tambi茅n disciplina y pasi贸n. Junto a mi mujer, muevo mi cuerpo lentamente hasta la meta sorteando a los que caminan por la acera en direcci贸n contraria. Cuando llego, una sensaci贸n de satisfacci贸n recorre mi alma. Apoyada en mi bast贸n, espero a que mi hijo sobrepase corriendo, al igual que yo durante tantas sansilvestres, la l铆nea de meta. Aunque me haya hecho vieja y ya no pueda correr, hay tradiciones que se pasan de generaci贸n en generaci贸n. Esa es la magia.
# 598 SUSANA ROMAN CARPIO
DESTINO
Viaj茅 en silencio, envuelto en sombras, con incertidumbre, sin saber de mi vida ni de mi destino. El trayecto fue largo, mon贸tono, apenas interrumpido por el crujir de cajas y murmullos lejanos. Me sent铆a olvidado. Sin respuestas. Apenas intu铆a que mi existencia ten铆a un sentido. Solo un n煤mero dorm铆a en mi piel, aguardando un despertar que parec铆a no llegar.
Hasta que un golpe seco rasg贸 mi encierro. La luz irrumpi贸, c谩lida, cegadora. Voces. Risas. Aire. Pasos acelerados. Sent铆 que algo importante estaba por suceder.
鈥擲eiscientos setenta y siete鈥 seis 鈥 grita alguien. Me estremec铆. 驴Era yo? S铆. Me arrancan del mont贸n, me entregan.
Una mano me toma con cuidado. Me abraza, siento el latir de su pecho y su sentir se volvi贸 tambi茅n el m铆o.
Entonces lo comprend铆, correr铆a la Sansil. Era el 6776: dorsal y destino.
# 597 MAR脥A SOF脥A ABARCA
Fuera de 贸rbita
Siempre llegaban, por correo interplanetario, distintos cert谩menes y competencias del planeta Tierra que acept谩bamos gustosos como una cordial invitaci贸n. No sol铆amos viajar hasta que un evento nos convoc贸 masivamente y, con deportivo entusiasmo, nos presentamos.
Llegamos hasta Salamanca, donde se corr铆a la San Silvestre Salmantina. All铆 estaban los pleyadianos que buscaban d贸nde estacionar la nave espacial; los sirios con sus maletas y los insectoides zoomorfos que buscaban zapatillas nuevas.
Los anunnakis y draconianos se demoraron en inscribirse; al final, los dejaron usar sus alas, en la categor铆a X, por aire. Les pidieron que las dorsales estuvieran siempre visibles.
Tuvimos que anotarnos, para no causar tanto espanto, en la competencia de disfraces y, aun as铆, no ganamos. La decepci贸n fue c贸smica.
Despu茅s, nos enteramos de que los casiopeos se hab铆an teletransportado a la meta y nos descalificaron. 隆Siempre haci茅ndonos pasar verg眉enza!
Al menos los humanos parec铆an contentos de correr entre nosotros.
# 596 Ra煤l Clavero Bl谩zquez
Principio de incertidumbre
-驴Preparados? 鈥 grit贸 el juez de salida.
-Puede que s铆, puede que no 鈥 respondi贸 una voz aguda en medio de la muchedumbre - 驴C贸mo saber si estamos preparados cuando cada paso aumenta el n煤mero de futuros posibles, cuando cada zancada puede ser una zancada m谩s hacia el abismo? 驴Acaso hay alguien capaz de prepararse para el abismo? Admito que la ruta de la competici贸n est谩 clara, s铆, pero el destino, amigos m铆os, es siempre incierto.
Un murmullo sobrecogido se extendi贸 entre los corredores con la voracidad del fuego en la monta帽a.
-驴Listos? 鈥 farfull贸 el juez antes de apretar el gatillo.
El disparo que hab铆a de lanzarnos hacia la gloria son贸 d茅bil, lastimero, como el eco lejano de un animal que agoniza. La San Silvestre salmantina hab铆a comenzado y, sin embargo, todos cuantos particip谩bamos en la carrera permanecimos quietos, con la mirada fija un horizonte de pronto amenazante.
Y aqu铆 seguimos.
# 595 Jes煤s Navarro Lahera
Diabluras en la peque帽a escapada
Como cada diciembre, aprovecho que la atenci贸n de todos en la ciudad est谩 puesta en la San Silvestre y abandono el lugar donde paso el resto del a帽o. Lo hago solo, como siempre, y tras dejar a buen recaudo mi preciada posesi贸n echo a correr hacia el Paseo de San Antonio.
El que muchos vayan disfrazados hace que pase desapercibido. Y con una sonrisa a煤n mayor que la habitual llego pronto a la salida, donde comienzo a hacer de las m铆as. A unos les desato las trencillas, a otros, ya en carrera, les hago tropezar, e incluso asusto sacando la lengua a alg煤n ni帽o del p煤blico. Luego, cuando pasamos frente a la fachada de la Universidad, me escabullo entre las callejas y voy a la catedral. All铆 me acerco al tipo serio de la escafandra, que me devuelve mi helado, y as铆, de nuevo, me convierto en diablo de piedra.
# 594 M.Carme Mar铆 Vila
Prop贸sito de a帽o nuevo
En la oficina escuch茅 que sales a correr habitualmente y que participar铆as en la Sansil. Entonces se me ocurri贸 una idea. Yo tambi茅n me inscrib铆, y simular铆a un encontronazo.
En la salida te estuve buscando como un loco. 鈥淣o entiendo que tanta gente quiera agotarse trotando diez kil贸metros鈥, pens茅. Por fin te distingu铆 en el paseo de Canalejas, pero en la plaza de Espa帽a te perd铆 de vista. Resoplaba ya sin resuello, as铆 que me sent茅 en un banco en la Alamedilla. Decid铆 esperar a que la serpiente multicolor de corredores llegara a Comuneros, casi acabado el recorrido, para intentar localizarte de nuevo entre ellos. Ven铆an sudorosos y cansados, y con una sonrisa de oreja a oreja que no alcanzaba a comprender. O铆 algunas palabras muchas veces: compa帽eros, disciplina, satisfacci贸n, esfuerzo, superaci贸n...
Ayer me pic贸 el gusanillo. En enero empiezo a entrenar y, en cuanto pueda, conf铆o en correr contigo.
# 593 MAR脥A NIEVES SORIA SOMOLINOS
DISCREPANCIAS
DISCREPANCIAS
鈥擯ero vamos a ver 驴Por qu茅 ella s铆 puede participar en la carrera y yo no? Somos iguales.
鈥擭o est谩is en igualdad. Es verdad que ella es rauda y veloz, corre como el viento por prados y bosques, pero siempre lo hace descalza o con sandalias. Esta carrera es urbana y con zapatillas deportivas que la lastran y ralentizan. T煤, en cambio, te pongas lo que te pongas siempre tienes alas en los pies y corres con ventaja sobre los dem谩s participantes. 隆Te proh铆bo inscribirte!
鈥斅ues vaya!
Y Mercurio, el mensajero de los dioses, se marcha malhumorado, cabizbajo y envidioso de Diana, la diosa cazadora, a quien J煤piter s铆 permite participar en la San Silvestre Salmantina.
# 592 Gorka Puertas Mart铆n
Alguien no volver谩
Cada 31 de diciembre, miles de corredores nos disfrazamos y participamos en las San Silvestres, ignorando el peligro que nos acecha. En 2023 fue en la Vallecana, en 2024 en la de Oporto. y este a帽o podr铆a ser en la de S茫o Paulo, en la de Vitoria o en la Salmantina. En todas, un extra帽o corredor vestido de Papa cruza la meta y desaparece鈥 junto a otro participante.
Manuscritos del siglo IV narran c贸mo el Papa Silvestre se desvaneci贸 en Nochevieja junto con uno de sus fieles, en circunstancias no terrenales. En siglos posteriores, conseguimos ocultar las desapariciones bajo el nombre de milagros.
Cada a帽o, el pacto con los extraterrestres se renueva en tierras en las que anta帽o se obrara un suceso. El 煤ltimo firmado por estos lares fue en Encina de San Silvestre.
Yo correr茅 con sotana y mitra. 驴Y t煤鈥 c贸mo ir谩s?
# 591 Javi Bizarro Ben铆tez
La 茅pica empieza as铆
Me llamo Honorato, soy un foxterrier con vocaci贸n de atleta popular. De cachorro vi la San Silvestre en la tele y desde entonces me prepar茅 persiguiendo palomas y jubilados con churros.
Un d铆a por fin me col茅 en un tren a Salamanca, camuflado entre una pe帽a con bombos y embutidos de Guijuelo. Nadie me vio, pero desapareci贸 un chorizo. Casualidad.
En la salida un Pikachu gigante me pis贸 la cola, a veces la 茅pica empieza as铆. Sub铆 por Mirat con los darthvaders y a la altura de la Catedral, me qued茅 solo y triunfante.
Llegu茅 primero: victoria incontestable que acab贸 en tongo. Nadie me dio trofeo, as铆 que lo tom茅 a golpe de dentadura. Los jueces me persiguieron hasta que me perd铆 entre los turistas que zampaban tapas en Van Dick.
Balance: un chorizo 鈥搇o confieso, fui yo鈥, una copa ro铆da y un amplio reportaje en La 8 Salamanca.
# 588 Nerea D铆az Ad谩n
La carrera interminable
Hoy voy a la carrera interminable. Al llegar hab铆a mucha gente, me prepar茅 y me puse en la l铆nea de salida, junto a mi hermana Paula Sevillano. Exacto soy Fabiana Sevillano. Empezamos a correr y sin darme cuenta hab铆a pasado ya una hora, a lo lejos mi hermana y yo vimos humo gris, nos extra帽贸 mucho pero seguimos corriendo. Llev谩bamos ya una hora dentro del humo sin rumbo en l铆nea recta. Mi hermana vio un punto de luz a lo lejos. Al llegar vimos la l铆nea de meta, pero lo extra帽o era que no hab铆a nadie, solo una persona que dijo 鈥渓lev谩is dos meses desaparecidas鈥.
# 587 Jos茅 Manuel G贸mez Hern谩ndez
Respirar la llegada
Respirar la llegada
Siempre digo que no s茅 correr, que voy 鈥渁 mi ritmo鈥, como si eso fuera una excusa aceptable. Pero en cuanto suena la salida de la San Silvestre, algo en m铆 se enciende. No es 茅pico ni heroico. Es m谩s sencillo: una cuerda que tira desde dentro.
El fr铆o corta un poco la piel, y la verdad es que me gusta. Me recuerda a mi padre, cuando sal铆amos a trotar al barrio casi de noche, y 茅l me dec铆a, medio riendo, que el secreto era no pensar demasiado. 鈥淟os pies saben鈥, aseguraba.
Y es que corro por 茅l, aunque no lo diga. Por esos d铆as que ahora parece que duelen m谩s en los recuerdos que en las piernas.
A mi alrededor, desconocidos respiran como si fueran familia.
La meta aparece.
No levanto los brazos ni grito.
Solo llego.
Y ah铆, de alguna manera, vuelvo.
# 586 Juan Becerra G贸mez
Don Aurelio y la silla de ruedas
El gent铆o rug铆a en la Plaza Mayor. Yo ajust茅 mi gorra con el escudo del Real Madrid 鈥攎i casco de gladiador鈥 y mir茅 al frente: el enemigo era numeroso, pero ninguno llevaba ruedas. Don Aurelio, sudaba antes de empezar; no entend铆a su miedo, yo era el que compet铆a. Al sonar el disparo, las piernas de Aurelio giraban como h茅lices y yo sent铆a el viento cortarme la cara, los v铆tores empuj谩ndome m谩s r谩pido.
Algunos nos adelantaban y yo los bendec铆a desde mi trono con ruedas. A mitad del puente me dio por gritar: 鈥溌amos, que ganamos!鈥. Aurelio gru帽贸 algo, pero sigui贸.
Cuando cruzamos la meta, levant茅 los brazos. Me declar茅 vencedor universal. Aurelio lloraba. Entonces le di mi medalla imaginaria. La verdadera victoria era suya.
# 585 Jes煤s Domingo Escobar Cacallica
La final carrera de mi existencia
Siempre tuve el sue帽o de correr en Espa帽a, la madre patria, pues yo, el moqueguano Jes煤s, desciendo de espa帽oles, adem谩s de aymaras. Sin embargo, sufro de distrofia muscular, poseo un cuerpo adulto y la enfermedad avanza; entonces, antes que sea tarde, sub铆 v铆deos donde contaba mi historia por Odysee; acci贸n subsecuente, recib铆 donaciones de hispanos.
Viaj茅 con mi amigo Cristhian. Cuantiosos creyeron que no arribar铆a a la meta de la marat贸n San Silvestre Salmantina y trataron de desanimarme; finalmente, me dejaron competir pues me acompa帽ar铆a mi hermanito Cristhian.
Corr铆 en la marat贸n concluyente de mi vida acompa帽ado de 茅l. Al principio, casi todos me dejaron atr谩s; luego de un km. le dije a mi compa帽ero que avanzara para que llegue en mejor posici贸n. Desde el cuarto kil贸metro pas茅 a varios maratonistas. En el km. 7 descend铆 mi velocidad; por fin, tocaron mis pies la meta ante la sorpresa del p煤blico.
# 584 Alberto Mart铆nez Arribas
Inocente
Diciembre, veintiocho. Salamanca.
No encentraba nada en mi cada vez m谩s esquiva memoria para superar mi miedo.
Pero no tem铆a el fracaso de no terminar la San Silvestre.
Tem铆a la verg眉enza por correr con la compa帽era que las tres d茅cadas de intenso letargo, acomodando con dificultad y esfuerzo familia, hogar y trabajo, me hab铆an dejado: Soledad.
Un reloj son贸 鈥渕ediod铆a鈥. Suspir茅. 鈥溌delante!鈥, respond铆.
Me calc茅. 鈥淪algo鈥, dije. 鈥淰ale鈥 escuch茅 al cerrar.
Casi dos horas y diez mil metros despu茅s, me pareci贸 ver a lo lejos los ojos de los que hac铆a tanto me hab铆a enamorado. 鈥溌縃abr谩 venido a buscarme?
Un poco m谩s cerca vi que el Destino, o la miop铆a, hab铆a bromeado conmigo 鈥溌nocente!, ella est谩 con sus amigas, como siempre鈥, me pareci贸 o铆r.
Terminada una carrera resolv铆 comenzar otra. Me volv铆 para decir a Soledad que ya no quer铆a convivir con ella. No pude. Se hab铆a vestido de Esperanza.
# 583 Rosal铆a Guerrero Jord谩n
FELICIDAD COMPARTIDA
Malaika se coloca el dorsal que le han dado en el centro de menores donde vive desde que lleg贸 a bordo de una c谩scara de nuez. Todav铆a no sabe c贸mo se ha dejado convencer para participar en esa carrera.
芦Tu solo tienes que correr禄, le hab铆a dicho una monitora.
Cuando dan la salida las piernas de Malaika se ponen en movimiento, acompasadas con el resto de su cuerpo flexible de gacela.
Malaika ha corrido descalza muchas veces. Siempre para escapar. Del hambre, de los hombres, de la guerra.
Pero esta vez es distinto. Esta vez nadie la persigue. Esta vez parece volar.
Malaika siente el aire fr铆o en su rostro y la alegr铆a de la gente que la rodea. Gente feliz que nunca ha tenido que correr para sobrevivir. Entonces, Malaika respira hondo, aminora la marcha, y se deja mecer por la multitud.
# 582 Rosa Mateos Garc铆a
PREPOSICIONES A LA CARRERA
A veces hay que arriesgar.
ANTE el resto de corredores, si es necesario.
BAJO el cielo de Salamanca, hoy lo har茅.
CABE la posibilidad de fracasar.
CON suerte, no ser谩 as铆.
CONTRA los pensamientos negativos luchar茅.
DE ellos huir茅.
DESDE hace tiempo supe que lo har铆a aqu铆, en la SanSil.
EN este mismo lugar, el a帽o pasado te conoc铆.
ENTRE miles de atletas cruzamos nuestras miradas y todo empez贸.
HACIA el ma帽ana, contigo a mi lado, quiero avanzar.
HASTA el infinito y m谩s all谩.
PARA m铆 no hay futuro sin ti.
POR fin va a dar comienzo la carrera.
SEG脷N... seg煤n... 隆Segundos fuera!
SIN pausa, empiezo a correr.
SO pena de tropezar, extremo las precauciones.
SOBRE piedras y asfalto parezco levitar.
TRAS llegar el 煤ltimo a la meta, te doy un beso infinito y despu茅s...
Despu茅s me arrodillo y te hago una preposici贸n de matrimonio.
# 581 Jes煤s Escobar Cacallica
LA FINAL CARRERA DE MI EXISTENCIA
Siempre tuve el sue帽o de correr en Espa帽a, la madre patria, pues yo, el moqueguano Jes煤s, desciendo de espa帽oles, adem谩s de aymaras. Sin embargo, sufro de distrofia muscular, poseo un cuerpo adulto y la enfermedad avanza; entonces, antes que sea tarde, sub铆 v铆deos donde contaba mi historia por Odysee; acci贸n subsecuente, recib铆 donaciones de hispanos.
Viaj茅 con mi amigo Cristhian. Cuantiosos creyeron que no arribar铆a a la meta de la marat贸n San Silvestre Salmantina y trataron de desanimarme; finalmente, me dejaron competir pues me acompa帽ar铆a mi hermanito Cristhian.
Corr铆 en la marat贸n concluyente de mi vida acompa帽ado de 茅l. Al principio, casi todos me dejaron atr谩s; luego de un km. le dije a mi compa帽ero que avanzara para que llegue en mejor posici贸n. Desde el cuarto kil贸metro pas茅 a varios maratonistas. En el km. 7 descend铆 mi velocidad; por fin, tocaron mis pies la meta ante la sorpresa del p煤blico.
# 580 Gracia Aguilar Ba帽贸n
SIN MIRAR ATR脕S
Sudaba y resoplaba, pero la sensaci贸n de felicidad superaba la del cansancio.
Sab铆a que no faltaba mucho y que ten铆a que hacer un 煤ltimo esfuerzo.
鈥擵amos, sigue as铆鈥
Oy贸 que le gritaba alguien.
Pod铆a conseguirlo. Mantendr铆a el ritmo y no se dejar铆a llevar por el entumecimiento de sus manos, al igual que en los meses de atr谩s no se hab铆a dejado embaucar por el desaliento de los primeros entrenamientos. Por el contrario, se centr贸 en cada metro recorrido. Y en la mirada llena de emoci贸n de sus padres. En el empuje y la admiraci贸n de sus amigos. En los aplausos y las voces de 谩nimo de aquella gente que no conoc铆a. En sus ganas por seguir recorriendo el camino.
Cuando cruz贸 la l铆nea de meta de su primera San Silvestre, fren贸 la silla de ruedas, levant贸 los brazos y se ech贸 a re铆r.
# 579 Luis Candela Gil
Sentimientos de victoria
Entra al corral de salida. Una bruma de nervios, miradas c贸mplices y ese fuerte olor a menta sobre los m煤sculos sobrevuela el ambiente. Alinea el reloj con el sat茅lite como si se tratara de una gu铆a entre la mara帽a de piernas y emociones encontradas. All谩 donde mira, una foto de 煤ltima hora, un beso a trav茅s de la valla. Alguien pone en marcha la lista de reproducci贸n, preparada para levantar el 谩nimo en los 煤ltimos giros. Todo restalla. Acelera. Los m谩s j贸venes se lanzan con la excitaci贸n propia de la edad. Unos cuantos se ver谩n sobrepasados por ese veterano que miraba al suelo hasta segundos antes de arrancar en una Salamanca que arde en v铆speras de la 煤ltima noche del a帽o. Peque帽as victorias, una entre miles.
# 578 Juan Antonio Veiga Gont谩n
Masalanca 2025 -porque as铆 la bautiz贸 un ni帽o-.
Arquea las cejas y contin煤a con los 煤ltimos estiramientos, mirando sin ver las cruces del Milagro, al acatar sus 贸rdenes: Cruza la meta 3 segundos antes que la segunda corredora. Tambi茅n en el caj贸n de 茅lite, con mirada al cielo, otro atleta recibe una peculiar misi贸n: Ganar la prueba masculina por exactamente 12 segundos.
芦Comienza la carrera禄
Molinero amenaz贸 con polic铆a, tribunales, prensa鈥 tras semanas de aplastamiento sistem谩tico, 茅l y Carbayo claudicaron a finales de octubre, eso o la nada.
芦Est谩n cruzando la Palma禄
Meses de saber que esta infamia es tan solo probatura, engranaje de un dispositivo infinitamente mayor, es para ellos lo m谩s humillante.
芦Alcanzan ya el paseo del Rollo禄
Como margaritas entre la hierba coros de ni帽os vitorean al paso de los corredores, gritan ebrios del j煤bilo servido por sus padres: 隆Vamos charros!
# 577 Elsa Diego Bellido
C脫MO CONOC脥 A VUESTRA SANSIL
鈥淐omuneros est谩 cortada, por la Sansil, ya sabe鈥 Pues no, no s茅 ni qui茅n es 鈥淟a Sansil鈥, ni por qu茅 tiene a media Salamanca revolucionada. En serio, 驴Qui茅n es tan importante como para conseguir que la ciudad universitaria por excelencia madrugue?... Suelto una carcajada que recibe varias miradas acusatorias de los de mi alrededor. Los entiendo, yo tambi茅n me juzgar铆a si escuchara mis recuerdos, pero creo que su desaprobaci贸n no iba por ah铆, sino que iba m谩s bien dirigida al momento que he escogido para malgastar aliento, justo antes de llegar a la Avenida de Comuneros, algo que solo un inconsciente o un novato como yo har铆a. Pero lo que ellos no entienden es que la emoci贸n que siento ahora mismo es superior al cansancio. Estoy a punto de llegar al lugar donde escuch茅 hablar de Sansil por primera vez, y hoy, un a帽o despu茅s, estamos teniendo nuestra primera cita.
# 576 SARAI AYALA SORIANO
EL DORSAL N脷MERO 323
El aire de diciembre le quema la garganta. Cada paso es una lucha. Salamanca contiene la respiraci贸n, inm贸vil bajo el resplandor de las farolas.
No puede m谩s. Las piernas le pesan como si corriera dentro de un sue帽o. A lo lejos, el arco de llegada parpadea entre la niebla, como una promesa.
Durante a帽os planearon cruzar la meta juntos, pero siempre hab铆a trabajo y demasiadas responsabilidades. Cada a帽o aplazaban su sue帽o para el a帽o siguiente.
Aprieta el paso. Siente el latido en los o铆dos, el fr铆o en los labios y el temblor en el pecho. 脡l ya no est谩, se march贸 hace unos meses y ella lleva el dorsal con la fecha en que se despidieron. Por fin ha cumplido su promesa. Cierra los ojos y se imagina abraz谩ndolo, porque su vida sigue y 茅l siempre estar谩 esper谩ndola en la meta.
# 575 Abraham Tinoco Delgado
Volver a vivir
Jorge estaba muerto en vida. Pasaba sus d铆as sumergido en una rutina est茅ril y absorbente, repleta de reuniones absurdas.
Se inscribi贸 en la carrera por recomendaci贸n m茅dica. El doctor le dijo que su cuerpo estaba en perfectas condiciones, pero que su mente estaba a punto de colapsar. Necesitaba despejarse.
Apenas comenz贸 a correr cuando aspir贸 la primera bocanada de aire fresco. Cerr贸 los parpado y sinti贸 el viento acariciando su rostro. A cada paso se sent铆a m谩s r谩pido, m谩s fuerte. Cada musculo se tensaba y entraba en calor. En ese momento ya no le preocupaba el pasado, ni le angustiaba el futuro, s贸lo le importaba el presente.
Casi sin darse cuenta lleg贸 a la meta y sinti贸 una corriente el茅ctrica que recorr铆a todo su cuerpo. Nunca hab铆a estado tan contento. Hab铆a vencido a la muerte. Hab铆a vuelto a nacer.
# 574 Ana Mar铆a Abad Garc铆a
Con el viento
Era una tarde de viento. Un viento fr铆o y ululante que jugaba con las hojas de los 谩rboles, prendiendo en las ramas ecos de susurros olvidados. Un viento fr铆o y potente que alzaba el polvo de las calles, cegando al transe煤nte para que perdiera norte, raz贸n y sombrero. Un viento fr铆o y despiadado que bat铆a las contraventanas, encrespaba las fuentes, azotaba d铆a y noche las piedras de los campanarios de las iglesias.
Ese viento fr铆o y caprichoso decidi贸 un treinta y uno de diciembre desplegar su manto invisible y envolverme en 茅l, prestarme sus alas para volar a trav茅s de Salamanca, hacer suya mi mayor ambici贸n y conducirme el primero hasta la meta. Y, mientras alzaba el trofeo de la San Silvestre, escuch茅 claramente, en medio de los aplausos de la multitud, el ufano rumor de ese viento fr铆o que, una tarde de diciembre, corri贸 conmigo.
# 573 脕lvaro Goz谩lez Villoria
Correr para recordar
El 煤ltimo d铆a del a帽o amaneci贸 envuelto en un fr铆o de cristal. Como cada diciembre en Salamanca, el aire se volvi贸 filo y los primeros rayos del sol se reflejaban sobre la caracter铆stica piedra franca de nuestra ciudad, encendi茅ndola en un brillo te帽ido de oro y rosa. El aire helado parec铆a depurar su haz.
Clara ajust贸 su dorsal, como quien se ata un recuerdo, y cerr贸 los ojos; no correr铆a por llegar, sino por honrar lo vivido.
Un disparo quebr贸 el aire y los valientes que se atrev铆an a desafiar el invierno salmantino se pusieron en marcha.
Las dos catedrales, testigos inm贸viles, alentaban silenciosas a Clara, que ve铆a en ellas representada la esencia de lo que su ciudad un d铆a fue.
Cruzando el puente romano, el cansancio se convirti贸 en fe: correr era recordar que segu铆a viva.
Al vislumbrar la meta, Clara sonre铆a. Aquel a帽o terminaba, pero otro nac铆a.
# 572 Ernesto P茅rez Esteve
MALVADA TUNA
Siempre igual. Primeros pasos y voy tranquilo, a mi aire. Pero enseguida presiento que me siguen. No, no miro atr谩s鈥 pero lo s茅, ahora ya incluso creo escucharlos. 驴O soy yo, que voy tarareando tunas que van marcando mis pasos? Eso s铆, a un ritmo m谩s bien r谩pido, para que no me pillen.
驴Son ellos, los tunos, los que me persiguen, lanzando sus cintas y capas al viento? No lo s茅, porque no me atrevo a girarme, pero noto muchos ojos, panderetas, incluso guitarras, clavadas en mi espalda como pu帽ales.
Aprieto el paso, pero da igual, Ellos hacen lo mismo. No es man铆a persecutoria, lo juro. Ni creo que su intenci贸n sea deleitarme con una serenata. Pero me siguen.
Adrenalina al principio, miedo despu茅s. Al final, puro terror鈥 tengo que correr, correr, correr鈥 hasta que llego a la meta.
Cada uno se motiva como puede. Y casi siempre gano.
# 571 Jos茅 Alberto Ruiz Cembranos
El triunfo del 贸xido
La plaza Mayor ruge como un animal antiguo, hambriento de ruido y celebraci贸n. En medio del tumulto, Marta espera la salida en silencio, mientras la ciudad respira humo y p贸lvora. Cuando el disparo estalla, avanza: no con piernas, sino con voluntad. Las calles de Salamanca se curvan bajo la lluvia, y el p煤blico estira el cuello, mira, compara y olvida. Entre adoquines y linternas, el mundo parece inclinarse contra ella, pero sus brazos son molinos que giran contra el desamparo. La carrera es larga, y cada metro de la San Silvestre arranca astillas del pasado: el accidente, el hospital, el pensar que todo hab铆a acabado.
Pero aquello fue un nuevo comienzo. Cruza la meta con un temblor de hierro. Aplauden sin entender. Porque, al fin y al cabo, nadie mira a la mujer sobre la silla. Y nadie ve ahora que el suelo le devuelve su reflejo incompleto, pero exacto.
# 570 Jose ignacio Sanchez martin
La lucha constante
....y llego el d铆a....era la san silvestre charra....le dieron la peor noticia por la ma帽ana y no se encontraba con ganas de correrla, m谩s bien de pasar el fin del a帽o metida en la cama, pero no pod铆a decepcionar a su mujer , a su hijo, a sus hermanos, a sus amigos , a toda la sociedad que lucha contra esta enfermedad y decide no quedarse en casa ....por todo eso se cambi贸 la ropa , se puso el los pantalones t茅rmicos y decidi贸 correr la ultima carrera del a帽o en Salamanca , la que precedi贸 a su lucha y a la victoria contra su enfermedad...no gan贸 la san silvestre si la batalla contra el Cancer.
# 569 Luc铆a Ortigueira Pi帽eiro
De lo que callo cuando hablo de correr
Tus pensamientos fluyen como el caudal del Tormes en este fr铆gido invierno: descontrolados, desazonados y, a la vez, abrasadores. Se entrecruzan, sin puentes que los unan.
Mareas de individuos asisten a tu desesperaci贸n. Te observan bajo los fresnos del bulevar, emplazados junto al Rollo, los m谩s inquisitivos frente a la Catedral.
Quiz谩s puedas atrochar por alguna otra vereda.
Tu coraz贸n es piedra franca, a cada zancada m谩s 谩spero, m谩s r铆gido. El Verraco te juzga desde el Mayor; lo percibes: 驴qu茅 haces que no compartes la euforia de los dem谩s?
Engara帽ada apuras tus 煤ltimos pasos. Un coraz贸n que berrea, dispuesto a luchar para llegar a la meta una vez m谩s.
# 567 Luc铆a Calvo Flores
Los fantasmas de San Silvestre
脡rase una vez, un ni帽o y su padre, el ni帽o hac铆a atletismo y lo quer铆a dejar pero el padre de chico le encantaba el atletismo por ello apunt贸 a su hijo a que hiciera eso, el ni帽o era bueno haci茅ndolo, el padre le dijo que fuera a la carrera de San Silvestre, era el sue帽o del chico pero no ten铆a la suficiente edad, 茅l no quer铆a pero el padre lo llev贸 a rega帽adientes, todo all铆 era muy raro vio a gente que no era real como si fueran fantasmas, derrepente se cay贸, cuando mir贸 hacia arriba hab铆a ganado el padre 驴Y el hijo? El hijo era uno de esos fantasmas que se hab铆a encontrado.
# 566 SUSANA ROMAN CARPIO
DESTINO
Viaj茅 en silencio, envuelto en sombras, con incertidumbre, sin saber de mi vida ni de mi destino. El trayecto fue largo, mon贸tono, apenas interrumpido por el crujir de cajas y murmullos lejanos. Me sent铆a olvidado. Sin respuestas. Apenas intu铆a que mi existencia ten铆a un sentido. Solo un n煤mero dorm铆a en mi piel, aguardando un despertar que parec铆a no llegar.
Hasta que un golpe seco rasg贸 mi encierro. La luz irrumpi贸, c谩lida, cegadora. Voces. Risas. Aire. Pasos acelerados. Sent铆 que algo importante estaba por suceder.
鈥擲eiscientos setenta y siete鈥 seis 鈥 grita alguien. Me estremec铆. 驴Era yo? S铆. Me arrancan del mont贸n, me entregan.
Una mano me toma con cuidado. Me abraza, siento el latir de su pecho y su sentir se volvi贸 tambi茅n el m铆o.
Entonces lo comprend铆, correr铆a la Sansil. Era el 6776: dorsal y destino.
# 565 Gervasio Villaverde
El 煤ltimo kil贸metro
El fr铆o mord铆a la piel y las luces de Salamanca temblaban sobre el asfalto. Marta apenas sent铆a las piernas; cada paso era m谩s ligero gracias a la ilusi贸n. En la acera, su padre agitaba una bufanda roja, la misma con la que la alent贸 en su primera carrera, antes de enfermarse. Record贸 su voz: 芦No corras para ganar; corre para sentirte viva禄. Y eso hizo. En el 煤ltimo kil贸metro, entre el eco de las campanas y el murmullo del p煤blico, sinti贸 que 茅l corr铆a a su lado. Cruz贸 la meta con l谩grimas y una sonrisa nueva, sabiendo que cada zancada, por peque帽a que fuera, era una forma de seguir adelante.
"Sans贸n Carrasco", en el d铆a del Se帽or, 2 de noviembre de 2025.
# 564 RA脷L OSCAR IFR脕N
El chip de la memoria.
隆Vaya modernidad! Un chip en el dorsal para medir el cronometraje, activado al paso por las alfombras de control dispuestas en el circuito.
Sucedi贸 que, al arrancar la carrera, me vino muy n铆tido el recuerdo de Maruja, en un paseo de hace una vida. Estuvimos juntos cuarenta a帽os. Ella muri贸 durante la pandemia del 2020. Y la memoria se hizo m谩s fuerte por Canalejas y Plaza Espa帽a. Ni qu茅 decir en el Parque de la Alameda.
En la Puerta de Zamora se me escap贸 una l谩grima. Plaza Mayor, la Catedral Nueva de la Asunci贸n de la Virgen, el Puente Romano sobre el Tormes, siempre con Maruja a mi lado. 隆Es el chip! 隆Por error me han puesto el chip de la memoria!
Unos kil贸metros antes de la llegada me escabull铆 por un callej贸n. No pienso devolver este chip por nada del mundo.
La mejor San Silvestre de mi vida.
# 563 Michael Parra
Por una cabeza
Gan贸 por foto finish. A primera vista, los jueces determinaron que ambos rivales hab铆an cruzado la l铆nea de meta en completa sincron铆a anat贸mica. Sin embargo, un r铆gido ap茅ndice destac贸 al hacer zum en la foto de llegada. Solo entonces los miembros del jurado notaron la total desnudez de aquel participante que, al descubrir sobre su entrepierna las miradas de la muchedumbre, alcanz贸 a inclinarse y a cubrir con una mano la fungiforme extremidad que le dio la victoria. El petrificado ganador fue colocado en la crester铆a plateresca de la Universidad de Salamanca como fiel reemplazo de la escultura onanista que desapareci贸 poco antes del inicio de la San Silvestre Salmantina.
# 562 Cristina Delgado Fuentes
Una victoria diferente
Tres, dos... uno... 隆YA! Todos los corredores que participaron en la carera San Silvestre salmantina empezaran a moverse r谩pidamente. Yo estaba en las gradas con mi familia, apoyando a mi t铆o Juan. 脡l era el favorito de muchos, ya que sus habilidades lo hac铆an destacar. La carrera estaba muy igualada y se notaba la tensi贸n entre el p煤blico. Se acercaba la meta, mi t铆o parec铆a ganar, hasta que nos dimos cuenta de que el de atr谩s suyo se cay贸. Aunque Juan iba el pimero, decidi贸 ayudar a su compa帽ero. Los dem谩s corredores no hicieron lo mismo, lo adelantaron y llegaron antes a la meta. Juan no qued贸 en primer lugar, pero se gan贸 una ola de aplausos mayor a la del ganador, y el respeto de toda Salamanca, que vale m谩s que un simple trofeo.
# 561 Patricia Moro S谩nchez
驴Un d铆a cualquiera?
En muchas ocasiones es complicado seguir adelante sin un motivo en concreto por el que luchar cada ma帽ana al despertar.
Eso mismo pens贸 Leticia el 煤ltimo Domingo de diciembre cuando una taza de caf茅 del desayuno le imploraba a salir por la puerta y conseguir sus sue帽os y es por ello que (aun teniendo dolores musculares) quer铆a correr la prueba m谩s emblem谩tica de su ciudad.
Se coloc贸 la indumentaria de su equipo junto a un gorro y sus c谩lidos guantes porque aquella ma帽ana fue creada para los valientes.
La prueba comenz贸 y ella olvid贸 por un segundo sus problemas rutinarios, corporales e incluso del ritmo que marcaba el reloj y corri贸 diez kil贸metros.
Al llegar a la meta tom贸 conciencia de la dificultad de recuperar el aliento pero tambi茅n de la suerte de tener vigente un sue帽o comparti茅ndolo con miles de personas.
Y vivir es mucho m谩s que respirar.
# 560 Rafael Peralta Torrecilla
Rosal铆a
Tirado sobre el sof谩, con la bata puesta y perdida la cuenta de los botellines engullidos, ve铆a, otra vez, el 煤ltimo videoclip de Rosal铆a. Su amor por la artista era sobrenatural. Analizaba cada imagen, cada palabra, cuando un alboroto en crecimiento lo perturb贸, dificultando su escucha. Exasperado, decidi贸 salir a protestar pero, al abrir la puerta, un r铆o de gente lo arrastr贸 calle abajo. Al principio, intentaba resistirse, pero pronto se vio sometido a la fuerza de aquella marea. Se despoj贸 de la bata y, como Dios lo trajo al mundo, se dej贸 levitar sobre el asfalto. Rodeado de hombres y mujeres, de ni帽os y ancianos, la energ铆a colectiva era un b谩lsamo sanador. Nunca antes sinti贸 semejante libertad.
La carrera finaliz贸 en la plaza donde, 隆sorpresa!, Rosal铆a har铆a la entrega de premios. "Menos mal que no he ganado" -pens贸 ocultando sus verg眉enzas. "En persona parece poquita cosa."
# 559 Alexandrus Stelian Mustata
Meta personal
Con el dorsal en el torso y los nervios a flor de piel, dio comienzo la San Silvestre Salmantina.
Era mi primera vez en una carrera y tanta gente junta hac铆a mi coraz贸n intentar salir del pecho, aunque eso no me detendr铆a, completar la San Silvestre era mi meta personal y sab铆a que pod铆a con ello.
Hombres y mujeres, de tan diferentes edades, empezaron al un铆sono el trote. En San Antonio fue la salida; supere la calle de M茅jico con caminar estable y Cruz de Caravaca logre atravesar, mas algunos comenzaron a desistir. En el Paseo del Rollo sent铆a agitada la respiraci贸n, pero la multitud que nos observaba me dio inspiraci贸n y ganas de seguir.
Volv铆 a donde hab铆a comenzado, ah铆 se hallaba la meta, delante de mis ojos y, con un 煤ltimo impulso, esprinte, dejando por detr谩s corredores que ten铆an la delantera, logrando as铆 completar la San Silvestre Salmantina.
# 558 Patricia Collazo Gonz谩lez
Rewind
San Silvestre otra vez. Adriana espera en la meta a un Pablo que sabe, nunca llegar谩. Entre v铆tores para los que van arribando, descubre un c铆rculo blanco pintado en el asfalto delante de la meta. Sin importarle que la atropellen los corredores, se acuclilla sobre 茅l y con todas sus fuerzas aprieta el 铆ndice desplaz谩ndolo hacia la izquierda. Pasa r谩pidamente la visi贸n de Pablo desparramado junto a su moto. No para hasta el momento en que 茅l se acerca corriendo agotado pero sonriente, justo un a帽o atr谩s. La imagen tiembla cuando cruza la l铆nea y se arrodilla ante c谩mara. De alg煤n sitio saca la cajita azul y la abre ante los ojos sorprendidos de Adriana, que sostiene el m贸vil ya por inercia. 隆S铆, s铆!, tiembla la voz de ella tras la pantalla. El dorsal de Pablo en primer plano cuando se incorpora para besarla. All铆 la imagen funde a negro.
# 557 Leonardo Holgu铆n Rinc贸n
La otra victoria
Aunque me hab铆a obsesionado todo el a帽o anterior con ganar la 鈥楽ansil鈥 salmantina, a medida que doy zancadas m谩s anchas para acercarme a la meta, las venas de mi frente bombean m谩s sangre y mi respiraci贸n se hace m谩s pronunciada, noto que mi coraz贸n parece engranarse con la marea de aplausos y gritos de la gente y con los pasos de los otros corredores sobre las piedras 鈥撀stas piedras que han sentido el peso de tantos otros corredores antes!鈥, y entonces me parece tan claro que la carrera es algo m谩s grande, un canto, un coro, una muestra m谩s de la fuerza, esa palpitaci贸n que no es m铆a y que mueve mis pies. Sonr铆o, sonr铆o y apuro el paso, convencido de que, as铆 no quede en primer lugar, ya he ganado, ya he entendido de qu茅 va todo esto.
# 556 Guillermo Esteban Calvo
Como casi todos los a帽os
Este a帽o s铆. Este a帽o la tengo bien preparada. Tres d铆as por semana de entrenamiento, 1.000 pasos, Cross de Cabrerizos. Este a帽o s铆. La tengo bien preparada. Calentamiento y quedada con compa帽eros antes de la salida. Empieza la carrera. Serpiente de colores por Paseo Canalejas. Todo favorable hasta Puente Romano. Me dejo llevar por el grupo y como casi todos los a帽os, empiezan los problemas. Fiestas de Navidad, cenas de empresa y demasiado ritmo de carrera. Ya me sobra la braga, de las dos, una camiseta. Como casi todos los a帽os. Calle Ram贸n y Cajal, Avenida Villamayor, comienza a pasarme la gente. Comuneros, cabeza abajo y el p煤blico grita: 鈥溌a no queda nada!鈥. Paseo del Rollo, se siente la m煤sica de llegada y como casi todos los a帽os, este a帽o s铆, este a帽o pensaba que la ten铆a bien preparada.
# 555 ALBERTO ROMAN CARPIO
EL ABECEDARIO DE LA SAN SILVESTRE
Cuenta una vieja leyenda que las letras del diccionario discut铆an cu谩l deb铆a encabezar el nombre de una prueba deportiva.
La N dec铆a representar la Navidad, la V a los Voluntarios, la K al colegio anfitri贸n.
Las vocales ped铆an protagonismo conjunto: Ambiente, Esfuerzo, Inscripciones, Organizaci贸n, Ubicaci贸n. Somos las caracter铆sticas fundamentales, afirmaban
La P gritaba 鈥溌opular!鈥, y la C respond铆a 鈥溌arrera!鈥.
La D aseguraba que cada a帽o hab铆a m谩s Dorsales, mientras la F defend铆a que ella simbolizaba un d铆a de Fiesta ciudadana y deportiva.
Incluso la X, minoritaria, reclamaba su lugar en ediciones pasadas y futuras: XIV, XXII, XLI...
Entonces, la S pidi贸 silencio y alzando la voz se dirigi贸 al resto: 鈥淪SSSSShhhhhh...Yo soy la San Silvestre Salmantina, y creo que en mi nombre os acojo a todas, porque personifico la esencia y el esp铆ritu de esta carrera鈥.
Cuenta la leyenda que nunca hubo mayor consenso en una tomar una decisi贸n.
# 554 PILAR ALEJOS MARTINEZ
LUC脥A
Cuando dan la salida de la San Silvestre Salmantina, equipada con los colores del arco铆ris, Luc铆a inicia el recorrido con esfuerzo, pero ilusionada. Intenta sincronizar sus zancadas con sus pulsaciones. Cree que solo as铆 alcanzar谩 la luna.
A su paso, el p煤blico aplaude y la ovaciona enardecido. Gritan su nombre y ella se lo agradece con sonrisas sinceras, de esas que solo se irradian desde el coraz贸n.
Busca la mirada c贸mplice y orgullosa de sus padres. Siempre a su lado, inculc谩ndole disciplina, alabando su fortaleza, sujetando su mano cada vez que flaquea su confianza.
La vida nunca se lo ha puesto f谩cil, pero hoy es su gran d铆a. Es 煤nica, un ejemplo a seguir. Desea demostrar que no hay nada que no pueda conseguir si se lo propone.
Cuando cruza la meta, todos estallan de alegr铆a.
Desde lo m谩s alto del podio, llora emocionada mientras brillan sus maravillosos ojos Down.
# 553 JUAN JOSE LARA LOZANO
Rebeli贸n en Salamanca: 隆Los renos se escapan!
隆Luces! 隆M煤sica! 隆Aplausos! Salamanca brilla como un estallido de color, y 茅l jadea como locomotora averiada, su respiraci贸n 鈥渂ufa鈥. La barriga le baila y los gemelos gritan 鈥溌asta!鈥.
Su primera San Silvestre鈥 鈥溌enial!鈥, se dijo al empezar.
鈥斅縌ui茅n me mandar铆a鈥? 鈥攕usurra entre jadeos.
Los amigos le alientan: 鈥溌enga, arriba!鈥.
Se detuvo, manos en las rodillas. 鈥淣o puedo鈥︹, murmur贸 resoplando.
Entonces, girando el rostro, un escaparate navide帽o lo atrapa: gorro rojo torcido, casaca ajustada, pantal贸n estrecho, saco, luces brillando, una aut茅ntica estampa de Pap谩 Noel ...agotado.
Un ni帽o le se帽ala: 鈥溌煤 puedes, Pap谩 Noel, No te rindas!鈥
Levantando el rostro, se coloca la barriga, inhala como drag贸n y dice:
鈥淧ap谩 Noel jam谩s se rinde鈥 !ya ver谩s alcanzar茅 a mis renos!鈥
Con un gui帽o y una inmensa sonrisa, 隆arranca!. Sus zancadas retumban en el casco antiguo. Salamanca ruge en aplausos, y all铆 mismo, al calor del cross silvestrino, nace una leyenda.
# 552 J.L.Ba帽os
CORRE, CORRE, CORRE...
Soy uno m谩s de los 7007 corredores de la San Silvestre Salamantina. Solo pretendo acabar la carrera; algo que este a帽o veo dif铆cil porque la noche fue movidita y no he pegado ojo. He llevado un ritmo demasiado lento durante toda la carrera, escuchando m煤sica por los auriculares para animarme. Cuando por fin cruc茅 la l铆nea de meta en el Paseo de San Vicente, despu茅s de los 10 Km recorridos, he visto un amplio despliegue policial unos metros m谩s all谩. Alguien comenta que se trata de un control en busca de un tipo, captado por las c谩maras, que la noche pasada perpetr贸 un atraco en una conocida joyer铆a de la ciudad. Doy media vuelta y esquivo a los 煤ltimos corredores que est谩n llegando a la l铆nea de meta, mientras suena por los auriculares la particular voz de Rosendo: 芦Corre, corre, corre. Que te van a echar el guante鈥β
# 551 M陋 ESTHER RUIZ ZUMEL
"EL VALOR DE SALAMANCA"
Es la tradici贸n de la ciudad que encarna los valores se unen en un ambiente festivo y l煤dico para despedir el a帽o practicando deporte.
Esta carrera popular fomenta un esp铆ritu de comunidad inigualable. El "chip solidario" es un pilar fundamental, que permite a los participantes contribuir a causas ben茅ficas mientras disfrutan de la experiencia de correr por las calles de Salamanca. La implicaci贸n de voluntarios, patrocinadores y la colaboraci贸n ciudadana demuestran que, m谩s all谩 de la competici贸n, prevalece la solidaridad.
Las experiencias de los corredores son variadas, pero todas convergen en la magia de este evento: la emoci贸n en la salida, el apoyo del p煤blico y la satisfacci贸n de cruzar la meta, ya sea persiguiendo una marca personal o simplemente disfrutando del momento con amigos y familiares. Es una celebraci贸n del deporte para todos, un patrimonio de los salmantinos que potencia un estilo de vida saludable y valores humanos esenciales.
# 550 Carlos Utrilla Paniagua
CORREMOS POR OBLIGACI脫N
Si correr dicen que es de cobardes, nosotros lo somos y a mucha honra.
Corremos como quien huy贸 de Ucrania, como quien por fin pone tierra de por medio con su maltratador, como quien escapa de un ataque de Hamas o Boko Haram, como quien tiene a la muerte por hambre pis谩ndole los talones, como quien perdi贸 su casa y a varios seres queridos bajo bombardeo israel铆, como quien cree en un Dios distinto al de sus fan谩ticos vecinos, como quien sufre su calvario en silencio o un conflicto que el mundo ignora, como quien no entra al juego de las mafias, como quien vive una guerra civil en su pa铆s (o en su familia), como quien es perseguido por los fantasmas de su pasado o los monstruos de su presente.
Corremos como ellos y por ellos, porque creemos que los verdaderos cobardes son quienes les obligan a correr.
# 549 Natividad Villar Mart铆nez
SOBRE EL R脥O TORMES
Cientos de zapatillas rozan el asfalto, crean un sonido met谩lico, que junto con las acompasadas inspiraciones y expiraciones, conforman una melod铆a por las calles salmantinas, de la que es dif铆cil escapar. La velocidad de tantos cuerpos en movimiento, me envuelve y me empuja a forjar el recorrido, las piedras pulidas de su casco hist贸rico, hablan de generaciones de artistas e intelectuales. Percibo belleza y esfuerzo en cada kil贸metro, queda poco para la meta, deseo dilatar la llegada, su fin de nuevo me devolver谩 con mi ciego compa帽ero al puente romano, que fielmente aguarda a su lazarillo, l谩stima 茅l no pueda acompa帽arme; all铆 esperar茅 un a帽o m谩s la fuerza de otra carrera que me permita recrearme en nuevas aventuras por esta ciudad, cuyo r铆o me dio su nombre.
# 548 David Fern谩ndez Gonz谩lez
Carrera con memoria
Partieron del Paseo de San Antonio con la niebla como compa帽era y la esperanza por equipaje.
Cada zancada era una historia que el fr铆o grababa en los adoquines de Helm谩ntica.
En la Avenida de Mirat lat铆an los ecos de los a帽os primigenios; en la Puerta de Zamora, el peso amable de las promesas que a煤n quedaban por cumplir.
La Plaza Mayor abrazaba con un aplauso antiguo, la ciudad recordaba.
Las campanas de la Catedral marcaban el pulso de su esfuerzo; el Puente Romano los alz贸 sobre el Tormes, como anta帽o a An铆bal y sus elefantes.
Junto a la Casa de las Conchas, la piedra susurraba su fortuna 鈥渟eguid corriendo鈥.
Y al llegar a la Plaza del Alto Rollo, el sol sangraba el cielo.
Se detuvieron, cerraron los ojos y escucharon sus corazones.
Salamanca palpit贸 con ellos.
Porque hay carreras que no miden kil贸metros, sino vivencias e historia.
# 547 JOSELIN CASTA脩EDA TRIANA
LA META IMAGINARIA
Jes煤s amarra las zapatillas prestadas 鈥攄os tallas grandes鈥 y clava su dorsal 4.871 con los 煤ltimos alfileres del caj贸n de su madre. Cuarenta y cinco a帽os, curr铆culums sin respuesta, entrevistas donde detectan el olor a derrota.
El pistoletazo lo devuelve al mundo.
Corre entre miles que jadean igual, sangran igual. Aqu铆 nadie pregunta d贸nde trabajas, qui茅n eres. Solo importa el siguiente paso sobre las piedras salmantinas que no juzgan.
Kil贸metro siete: las rodillas ruegan clemencia. Resiste. Una anciana lo adelanta. Un ni帽o lo anima. Desconocidos que lo ven, que confirman su existencia.
Cruza la meta sin r茅cord, sin medalla, sin futuro claro.
Pero llora.
Llora porque durante cincuenta y tres minutos ocup贸 un lugar leg铆timo en el universo. Porque resistir tambi茅n es ganar. Porque en esta ciudad de piedra y sabidur铆a ancestral aprendi贸 que la dignidad no se pierde en la l铆nea del paro.
Se mide en kil贸metros de obstinaci贸n.
# 546 Margarita del Brezo
COMO DEC脥AMOS AYER
Este a帽o la estatua de Fray Luis participa en la San Silvestre. Se rumorea que, harto de fotos, palomas e ignorancia, baj贸 del pedestal anoche, aprovechando la despiadada niebla que se instal贸 en la ciudad. Corre despacio, con los brazos cruzados a la espalda y cara de estar meditando. A su paso, los corredores se santiguan y le piden que les bendiga las piernas y el 谩nimo. Yo intento seguirle, pero me adelanta en la cuesta del Rectorado, donde deja una estela de versos en el aire de lo m谩s inspiradores.
Al llegar a meta, el jurado lo descalifica por no llevar dorsal. Ante tama帽o desprop贸sito, el p煤blico silba y lanza abucheos y protestas de 芦fuera la Inquisici贸n禄. Para evitar males mayores, Fray Luis vuelve a su pedestal con la cabeza gacha. Pero en cuanto la gente se aleja, empieza a estirar para la carrera del a帽o que viene.
# 545 Francisco Sacrist谩n Romero
Moviendo emociones
Se present贸 una accidentada San Silvestre Salmantina con una r谩faga de viento que arranc贸 los dorsales a todos los atletas. Durante unos minutos los n煤meros quedaron flotando varios metros por encima de la tierra, como una bandada de aves que no se atreviera a emigrar, hasta que comenzaron a caer, poco a poco, sobre los espectadores, sobre el suelo, sobre m铆. Un tembloroso cuarenta con bandera brasile帽a me abraz贸 y me fue imposible arranc谩rmelo, de modo que no tuve m谩s remedio que terminar la carrera. Entr茅 en tercer lugar. Desde entonces vivo en Brasilia y entreno a diario. Ya me he acostumbrado a la caipiri帽a, pero sigo echando de menos Salamanca y pronto anunciar茅 mi retirada. Eso s铆, lo har茅 con orgullo, en este tiempo he competido por todo el mundo y he logrado varias medallas. No creo que le pueda pedir mucho m谩s a una humilde rana de piedra.
# 544 Jorge Luis Rodriguez
En la l铆nea de salida
El gel en el bolsillo trasero del pantal贸n, las zapatillas bien anudadas, el smartwatch con la bater铆a a tope, las gafas bien limpias, el dorsal de la San Silvestre Salmantina ajustado sobre el abdomen, ah铆 donde me resulta m谩s c贸modo llevarlo鈥 Todo est谩 en su sitio.
He cumplido con nota las series y las tiradas largas del programa de entrenamiento, he descansado la semana de la carrera鈥 Sin embargo, 驴por qu茅 me sube este gusanillo inquieto por el pecho? 驴por qu茅 se aceleran las pulsaciones antes de empezar la carrera?
Sin m谩s preguntas siento en mi interior una explosi贸n incontrolable de vida, motivaci贸n y energ铆a mientras, a mi alrededor, todos los runners completan sus protocolos y man铆as justo cuando empieza la cuenta atr谩s. Cron贸metro en marcha, 隆ahora a fuego porque los esp铆ritus de Bikila y Zatopek corren conmigo por las calles de Salamanca!
# 543 Sergio Capit谩n Herraiz
Dec谩logo de la San Silvestre Salmantina.
Km 1. Amar谩s la salida desde el Paseo de San Antonio sobre todas las dudas.
Km 2. No tomar谩s el nombre del cansancio en vano, aunque el fr铆o de diciembre muerda.
Km 3. Santificar谩s cada respiraci贸n que te acerque al Puente Romano.
Km 4. Honrar谩s a quienes te animan desde las aceras doradas.
Km 5. No matar谩s tu impulso en las pendientes que llevan cerca de la Catedral.
Km 6. No cometer谩s trampas: el Tormes siempre est谩 mirando.
Km 7. No robar谩s el paso ajeno ni el aliento del vecino.
Km 8. No mentir谩s al cron贸metro: el pulso no enga帽a.
Km 9. No consentir谩s que el miedo te detenga en la Plaza Mayor iluminada.
Km 10. No codiciar谩s el podio: todos podr谩n descargarse su diploma al acabar.
Diez kil贸metros, diez mandamientos. No escritos en piedra, sino en sudor. La fe la pones t煤, y la San Silvestre Salmantina es testigo.
# 542 Esther Miranda Garrido
Primer paso
Como cada uno de enero, ah铆 estaba, pegada sobre la puerta del frigor铆fico la lista de prop贸sitos para el a帽o nuevo. Sab铆a que para junio el papel empezar铆a a estar sucio y arrugado y como cada a帽o acabar铆a en la basura junto a todos sus prop贸sitos.
Siempre celebraban el inicio del a帽o en su casa y cuando todos se iban volv铆a a mirar la lista. Este a帽o alguien hab铆a a帽adido: 鈥淐orrer la San Silvestre Salmantina. Te recojo ma帽ana a las diez鈥.
Y as铆 con un proyecto ajeno, que parec铆a imposible de cumplir, comenz贸 el cambio. La meta, los 10 kil贸metros, ten铆an una fecha: 煤ltimo domingo del a帽o.
El principio fue dif铆cil, correr unos metros era un tormento, pero para diciembre correr era libertad. La lista que a煤n segu铆a en la puerta del frigor铆fico le recordaba cada d铆a que lo importante era dar el primer paso y continuar con el segundo.
# 541 Natanael Panzani
Los 煤ltimos metros
Sus m煤sculos le anunciaban que le quedaban doscientos metros. Pod铆a divisar incluso con que acciones los transitar铆a. Se vio doblando una curva, con sus brazos colgando, a punto de rendirse. Fue en ese momento, cuando reconoci贸, que a sus m煤sculos le quedaban doscientos metros, pero a la carrera doscientos diez. Como si tuviese una porci贸n de agua para lanzarse en la cara, sacudi贸 sus manos hacia sus ojos, realmente crey茅ndose que los estaba refrescando, tom贸 las 煤ltimas gotas y se prepar贸. No pod铆a ir para atr谩s el tiempo pero estaba decidido a llegar a ese punto so帽ado. Sus piernas pesaban y el sudor le molestaba. Como si todo se detuviera lentamente, logr贸 superar a dos o tres corredores. Salamanca estallaba en griter铆o, entre burbujas pas贸 茅l. Hab铆an llegado corredores antes pero celebr贸 igual, aunque no hab铆a ganado, sinti贸 que ese a帽o pudo alcanzar su objetivo con esfuerzo y amor propio.
# 540 Javier Prieto Mart铆nez
El Latido de la Ciudad
El fr铆o cortaba, pero la calle estaba viva. Un mar de camisetas inocentes llenas de esperanza, monigotes y dorsales lat铆a al un铆sono. Salamanca brillaba, m谩s dorada que nunca. Yo, entre la multitud, buscaba el recuerdo de mi abuelo. 脡l ya no estaba en la l铆nea de salida, con su viejo ch谩ndal y su sonrisa ancha, pero su esp铆ritu empujaba cada zancada.
El asfalto resonaba al ritmo de miles de pisadas. No era una competici贸n, sino un rito. Un pulso de humanidad en un mundo de pantallas. El sudor era el mismo, el esfuerzo id茅ntico, la camarader铆a que convierte a extra帽os en compa帽eros de viaje durante diez mil metros.
Al doblar la 煤ltima curva, jadeante, lo sent铆 correr a mi lado. No era un adi贸s, era una promesa. Mientras la San Silvestre siga latiendo, 茅l estar谩 aqu铆, en cada respiro, en cada paso que une a un pueblo. Siempre.
# 539 Ximena Rodr铆guez
En pa帽os menores
Corro hasta la multitud. Mi ropa interior pasa desapercibida entre tantos atletas. Suena un disparo. Horrorizado, miro hacia atr谩s. Veo de nuevo al hombre de corbata que me persigue. Los corredores comienzan a trotar. Acelero al m谩ximo la marcha. Me camuflo entre los deportistas que quedan rezagados a mi paso. Solo el regordete con zapatos de cuero me pisa los talones. Me siento al borde del desmayo. Planeo escabullirme entre los espectadores. Pero, metros m谩s adelante, noto que he perdido de vista hasta a mi perseguidor. La gente me anima euf贸rica desde la tribuna. Cuando finalmente rompo la cinta de meta de la San Silvestre Salmantina, soy recibido como un aut茅ntico ganador. Han de pensar que mi dorsal se extravi贸 durante el recorrido. La dicha dura solo un instante. Poco despu茅s de m铆, arriba el esposo de mi amante. Jadeando, denuncia ante c谩maras y micr贸fonos que nos ha encontrado infraganti.
# 538 Manuel Alfredo Puebla
Cuesta arriba
Prometi贸 no volver a correr despu茅s de perderla.
Durante a帽os crey贸 que el dolor pod铆a evitarse del mismo modo en que se evita un camino.
Pero hay sendas que nos buscan.
Esa mediod铆a de diciembre, la ciudad era un laberinto de pasos, y 茅l, una sombra m谩s entre las sombras.
Subi贸 la Cuesta de Comuneros sin mirar atr谩s, aunque atr谩s y adelante fueran ya lo mismo.
El aire helado tra铆a rumores antiguos; acaso la risa de su hija, o la suya en otro tiempo.
Pens贸 que correr no era avanzar, sino volver.
Al llegar a la cima comprendi贸 que todo regreso es imposible y, sin embargo, necesario.
Descendi贸 sin prisa, riendo y llorando, reconciliado con la memoria.
Cuando cruz贸 la meta levant贸 los brazos, no por victoria, sino por la humilde certeza que hay amores que siguen corriendo en nosotros, aun despu茅s de la meta.
# 537 Alfredo Mario Spaccesi Buchaillot
La especialidad del t铆o Carlos
Cuando ten铆a diez a帽os un cami贸n atropell贸 a mi perro. Escuch茅 c贸mo sus huesos se quebraban contra el asfalto, vi sus ojos hincharse por la presi贸n. Expir贸 mientras sujetaba su hocico entre mis manos.
El camionero no par贸.
Llev茅 mi tristeza con estoico silencio. Mi t铆o Carlos supo escucharlo. Lleg贸 un d铆a con su ropa de atletismo y me llev贸 a correr.
No corrimos mucho, pero fue un descubrimiento. Correr me libr贸 de los pensamientos oscuros.
A los veintid贸s a帽os, mi mejor amigo muri贸 en un accidente de moto. Sent铆 una rabia sorda que no sab铆a d贸nde dirigir.
Mi t铆o Carlos se apareci贸 con sus zapatillas y salimos a correr. Nuevamente escuch贸 mi silencio. Era su especialidad.
Ayer me llam贸 mi madre.
鈥擲e trata del t铆o Carlos.
Esta vez correr茅 por 茅l.
En silencio.
# 536 Luis Mar铆a Borrego Curto
Modo espectador
La San Silvestre Salmantina aquel a帽o iba a ser especial: la primera carrera totalmente narrada por inteligencia artificial.
Los corredores llevaban chips que registraban emociones, ritmo y pensamientos, mientras un sistema los retransmit铆a en directo.
Miguel corr铆a con entusiasmo. El p煤blico digital comentaba su esfuerzo, su zancada, e incluso su duda existencial cuando vio a un corredor disfrazado de jam贸n.
El algoritmo era brillante, po茅tico.
- Miguel acelera. Salamanca brilla. El humano vence al dato.
Cuando cruz贸 la meta, exhausto, levant贸 las manos y grit贸:
- 隆Lo logr茅!
Pero nadie lo aplaudi贸. Las c谩maras flotaban, y el silencio se repet铆a en bucle.
Entonces escuch贸 una voz met谩lica: 鈥渟imulaci贸n narrativa completada. Entrenamiento exitoso del modelo Miguel, versi贸n 12. Datos emocionales mejorados鈥.
Desde el otro lado de la pantalla, el verdadero Miguel puls贸 el bot贸n de 鈥済enerar otra historia鈥濃 y el mundo volvi贸 a empezar desde la l铆nea de salida.
# 535 ARANZAZU POLO
UNO SOLO
Notaban el silencio inc贸modo mientras esperaban en la l铆nea de salida para callar a los que murmuraban para no ser escuchados, bajando la mirada para no ver sus ojos y se apartaban, a su paso, compadeci茅ndose de ellos. Porque alguien dijo que no podr铆a encontrar la meta si no ve铆a, ni escuchar la se帽al si no o铆a, ni correr veloz si no mov铆a sus piernas. Son贸 un disparo y alguien sinti贸 vibrar el suelo, alarg贸 la mano para apretar el hombro del que se aferr贸 a la silla de ruedas. El tiempo pareci贸 detenerse cuando llegaron a la meta como uno solo.
# 534 Silvia Asensio Garc铆a
San Silvestre: la carrera de regreso al inicio
Cuando son贸 el disparo de salida en la Avenida Mirat, la gente empez贸 a moverse hacia atr谩s, bien raro, sin que nadie fuera hacia adelante. Subiendo la cuesta de San Vicente, mirando hacia atr谩s, cada paso que d谩bamos borraba un a帽o, una promesa, un recuerdo. Los n煤meros se ca铆an solos de las camisetas y flotaban como p谩jaros en la Plaza Mayor cuando el reloj estaba dando las doce.
鈥擡st谩is de vuelta al principio 鈥攇rit贸 alguien. Nosotros no quer铆amos creerlo por incre铆ble que pareciese. Pero de inicio nada; solo necesit谩bamos volver a coger aire por la boca, como salmones nadando contracorriente. Al cruzar la meta al rev茅s, vi de reojo mi sombra esper谩ndome: ten铆a mis dudas, mis tenis y una botella de champ谩n vac铆a.
# 533 Jessica Mu帽oz Paredes
Los magos del recorrido
No llevan capa ni varita, pero transforman calles en r铆os de entusiasmo. Antes de que nadie despierte, ya han dibujado flechas que parecen hechizos, han colocado cintas que ondean como conjuros y han escondido en cada esquina un secreto de aliento. Nadie los ve, nadie los nombra, pero cuando suena el pistoletazo, la ciudad entera se convierte en un escenario encantado. Y entonces corres, y sientes que alguien ya hab铆a encendido la ciudad para que t煤 brillases en ella.
# 532 Carina Sosa
Elegir
Corriendo a toda velocidad, Javier ve铆a la meta brillar a lo lejos. Iba primero, a segundos de coronar la victoria.
Pero entonces tropez贸 Guzm谩n, su amigo de toda la vida.
Sin dudarlo, Javier fren贸 en seco, se agach贸 y le tendi贸 la mano. Guzm谩n se levant贸 entre risas y jadeos.
Juntos siguieron, tomados de la mano, cada paso un eco de confianza y amistad.
La multitud los aplaud铆a. La l铆nea de meta se acercaba y, al cruzarla, el podio no fue para ellos.
Pero Javier no se lament贸; nunca se hab铆a sentido tan ligero.
Porque en aquel instante, m谩s que medallas, hab铆an ganado valent铆a, lealtad y la certeza de que algunas metas s贸lo tienen sentido si se cruzan juntos.
# 531 FRANCISCO JAVIER AGUIRRE GONZ脕LEZ
PALABRAS
Particip茅 hace tiempo y varias veces en la San Silvestre Salmantina tras una preparaci贸n minuciosa, prolongada y contundente. Entren茅 para ello cada una de mis piernas con todos sus m煤sculos; cada uno de mis brazos y antebrazos hasta llegar a las manos y as铆 poder agilizar los dedos, elementos fundamentales en el reto; cada uno de mis ojos para no desorientar a la retina con el esfuerzo y de ese modo disminuir el riesgo de perder las referencias; cada una de mis neuronas para mantener la atenci贸n continua y no salirme de la ruta. No fue posible. En ninguno de los intentos consegu铆 finalizar la carrera. No logr茅, por tanto, nada. Me desanim茅. Dej茅 de acudir a las siguientes convocatorias: se me hab铆an agotado las palabras.
# 530 Maria Jos茅 Huertas S谩nchez
SO脩AR EN DICIEMBRE
Ninguna sensaci贸n es comparable a la libertad que te da correr.隆Que m谩s quisi茅ramos los humanos que volar, pero por desgracia, nacimos desprovistos de alas!. Tras el pistoletazo de salida, empieza la carrera.
Mi mente comienza a evadirse como cuando corro por las calles de mi ciudad.
Me imagino dron el d铆a de la San Silvestre Salmantina . Desde las alturas, ver铆a miles de puntitos de infinidad de colores a velocidades diferentes.S贸lo un ganador. 隆Noooo! Ganadores son todos los que con su voluntad y entusiasmo hacen posible la carrera. Pero ese d铆a no quiero ser dron. Quiero cruzar la meta con mi menisco jorobado, re铆r al lado de los otros participantes y dejar de jadear. Pensar en el nuevo a帽o. Acordarme de los que est谩n y los que ya no...,de los sue帽os cumplidos(como 茅ste) y de los que vendr谩n. El m谩s inmediato, volver a Salamanca y disfrutarla m谩s sosegadamente.
# 529 Jos茅 Luis Cabezas Gonz谩lez
Ecos de piedra
Nadie parec铆a notar que algo extra帽o suced铆a. Los corredores avanzaban por los adoquines de Salamanca, pero los pasos de algunos desaparec铆an al tocar ciertas piedras. Otros sent铆an que el viento los empujaba suavemente, como gui谩ndolos. La se帽al de salida cambiaba de lugar cuando nadie miraba, y el confeti ca铆a en patrones imposibles, formando palabras que se deshac铆an al leerlas. Nadie dec铆a nada; la carrera era tan divertida como desconcertante.
Al cruzar la meta, un murmullo recorri贸 la torre de la Clerec铆a y encendi贸 las farolas de Canalejas. El confeti, a煤n suspendido en el aire, form贸 un 煤ltimo mensaje:
- Gracias por dejarme correr con vosotros.
Entonces lo comprendieron: Salamanca no son solo piedras, calles ni edificios. Vive en cada rinc贸n, en cada risa, en cada sombra. Y mientras la niebla ca铆a, la ciudad abraz贸 a los corredores con un latido silencioso, record谩ndoles que siempre estar铆a viva.
# 528 Celia Cabezas Puerto
El comp谩s infinito
La San Silvestre comenzaba entre flashes, relojes inteligentes y zapatillas reci茅n estrenadas. De fondo, un eco uniforme marcaba el comp谩s de una generaci贸n: 鈥渉ay que ser productivos鈥.
A mi alrededor, todos hablaban del nuevo algoritmo que volv铆a cada pisada m谩s eficiente.
Son贸 el pistoletazo y salieron disparados, sincronizados como m谩quinas. Yo, sin reloj ni auriculares, me qued茅 atr谩s. Escuchaba crujir cada piedra del puente romano bajo mis pasos, y mi respiraci贸n, libre de m茅tricas.
Cuando cruc茅 la l铆nea de meta, algo no encajaba: nadie m谩s aparec铆a. Me gir茅, y a lo lejos los vi鈥 todos segu铆an corriendo, atrapados dentro de una rueda gigante. Compet铆an por el ritmo perfecto, que jam谩s parec铆a detenerse.
El juez se acerc贸, desconcertado:
- Has ganado.
Yo solo sonre铆. No corr铆 m谩s r谩pido. Solo sal铆 de la rueda.
# 526 Emma Trigueros Agudo
San Silvestre sin ti.
En el dorsal: 1957. 1957-2025, dos a帽os que han marcado una etapa que no quiero aceptar que haya acabado.
Por primera vez me pondr茅 tus zapatillas, siguiendo tu tradici贸n de ponermelas justo antes de la carrera.
El pistoletazo de salida dispara los latidos de mi coraz贸n, y ah铆 comienzo a sentir mis mejillas h煤medas por las l谩grimas que mis ojos derraman por tu partida.
Llegar a la Plaza Mayor hoy duele m谩s porqu茅 no est谩s t煤 a mi lado para cruzarla.
A煤n no he llegado y ya puedo o铆r los v铆tores de la gente a otros corredores. Desean llegar, mientras que yo llevo temiendo este momento todo el d铆a. Creo que al cruzar la meta me desprender茅 de otro poco de ti.
Al caer al suelo he colapsado entre l谩grimas y sollozos entorpeciendo a otros corredores. Quiz谩 despu茅s me duelan las rodillas por la ca铆da, ahora solo duele mi alma.
# 522 Carla Fern谩ndez
La convicci贸n
La dulce aguerrida pasi贸n est谩. Se agitaban los convocados y el p煤blico presente en c谩nticos y menciones de atenci贸n. Di贸 comienzo a la festividad. As铆 comenz贸 la carrera. Con garra y destreza los envolv铆a una detonante mayor. Se sostendrian firmes a la convicci贸n de valoraci贸n por s铆 mismos para demostrarse que quien quiere puede llegando a la final o no. En algunos tramos transcurrido el paso del tiempo estar铆an sumergidos en la esperanza de ese estupor del sudor que inquieta dejando algunas dudas de continuar o no. All铆 verificar铆a sus expectativas cumplidas de cuan valioso se tendr铆an a s铆 mismos con la fe de la labor cumplida. M谩s all谩 la imploracion de los deseosos de perpetuar este legado en su fuero m谩s 铆ntimo sent铆an la convicci贸n de la conquista por el Primer Premio
# 520 MARIA DEL MAR LE脫N MIRALLES
EL PRIMER PASO
Todo comenz贸 como si del primer pasito de un ni帽o se tratase. Mar铆a volvi贸 a nacer.
En ese momento de su vida, se sent铆a insignificante. Tan s贸lo sus estremecedoras zancadas consegu铆an romper las peores cadenas, esas que no se ven pero duelen.
Cada ma帽ana, sus manos peque帽as y fr谩giles ataban sus cordones con ilusi贸n. Era una sombra persiguiendo la luz, era peque帽a pero correr la hac铆a sentir grande.
驴Qu茅 tendr谩 este deporte que tanto da y tan poco pide? Al igual que la Salmantina, lleg贸 donde est谩 ahora gracias a creer en ella, a dar peque帽os pasos en la direcci贸n correcta, a abrirse al mundo鈥
Hoy es 28 de diciembre y lo 煤nico importante es que est谩 ah铆, en la l铆nea de salida, con miles de kil贸metros en sus piernas y el t铆tulo de maratoniana, a punto de cumplir un sue帽o m谩s porque nada ni nadie fue capaz de detenerla鈥
# 519 Almudena Casado Garc铆a
Carrera existencial
Este a帽o, nuestra San Silvestre se celebra el 28 de diciembre, y, como no pod铆a ser de otra manera, el pistoletazo de salida corre a cargo de un catedr谩tico em茅rito de la Universidad disfrazado de Unamuno, con su barba postiza, sus gafillas redondas y un cron贸metro oxidado. Con voz aflautada grita: 鈥溌orred, en pos de la inmortalidad, pobres diablos! 隆Cuidado en El Rollo! 隆Vencer茅is, pero no convencer茅is a vuestras cansadas piernas de que el sufrimiento es una cuesti贸n de fe!鈥
En la Plaza de San Antonio siento la verdadera agon铆a, no la de la fe, sino la del cu谩driceps, y cada zancada es una batalla contra el abismo. El sentimiento tr谩gico de la vida me alcanza tras cruzar la meta y con lucidez decido dejar a un lado al hombre abstracto de la raz贸n y tomarme unos churros calentitos para quitarme de encima el fr铆o existencial de Salamanca en diciembre.
# 518 Antonio Ortu帽o Casas
PONERME LAS BOTAS
Cuento los d铆as para pon茅rmelas para correr la Salmantina. Mientras tanto, en mis entrenamientos, voy pensando en mis cosas, que no son pocas, y me sirve para ordenar mi vida. Tengo mucho por delante, camino por andar, y por supuesto que correr, porque es algo que nunca dejar茅 de hacer, no solo aqu铆 en mi tierra charra, all谩 donde me lleve el destino. Las zapatillas ya est谩n algo gastadas pero es como ponerse las botas: reboso de entusiasmo y ganas de vivir.
# 517 Dolores Asenjo Gil
Velocista por dictado del reloj biol贸gico
Cuando era m谩s joven cada atardecer corr铆a por los pase铆llos universitarios. La excusa era perder esas redondeces que me sobraban, aunque cuando desaparecieron segu铆 gastando suela porque me sent铆a bien.
Con el t铆tulo bajo el brazo corr铆a de una entrevista de trabajo a otra. Me especialic茅 en carrera de fondo y, tras a帽os de tenacidad, ascend铆 a un puesto bien remunerado.
Y justo entonces, como si el entorno se hubiese confabulado para amargarme la conquista, por doquier me llov铆a la misma pregunta seguida de la insolente frasecita.
鈥斅縏ienes hijos? Mira que se te va a pasar el arroz.
Volv铆 a la pista, pero a la de velocidad. An谩lisis, pruebas, recuento de fol铆culos antrales, calendario de ovulaci贸n鈥 隆Una y otra vez! Agotamiento y frustraci贸n.
Este a帽o correremos la San Silvestre. Ella en el carrito y yo detr谩s, empuj谩ndolo. Y aunque lleguemos las 煤ltimas sabemos que ya hemos ganado.
# 516 Francisco Bueno Jimena
Sin Pies.
Sin pies.
Sin pies, como el Cristo, recorr铆 las aguas del Torme.A煤n no exist铆a el toro bravo que blande las alturas de
tus cuestas empinadas, tampoco ten铆a pies para visitar la catedral vieja, porque no exist铆a el tiempo,ni las
piedras hab铆an parido todav铆a a la nueva.Pero desde el puente de Roma, mi coraz贸n corri贸 con el esp铆ritu
salmantino hacia tu cielo dorado,donde yace en los recios arcos de tu plaza.Ahora,correr por tus calles
empedradas es rememorar los triunfos de un pasado que late en cada piedra, en cada arco, en cada rinc贸n
de esta ciudad que respira con el pulso de su historia y aunque ya no tenga pies, seguir茅 corriendo por el
rio, subir茅 dichoso la cuesta de Tentenecio y contemplar茅 desde la terraza de Anaya el pulso encendido de
una multitud que corre en el ocaso del a帽o.
# 515 Andr茅s V谩zquez Marqu茅s
Otro a帽o m谩s
No corr铆a desde hace a帽os, desde que pas贸 aquello. No corr铆a ninguna carrera en general, y en particular, no corr铆a la San Silvestre. All铆 se vieron por primera vez, y se siguieron viendo cada a帽o durante algo menos de tres d茅cadas. Nunca se atrevieron a hablar, y cuando 茅l tuvo el accidente, fue como espectador a la carrera para poderla volver ver. Pero ella no pas贸. As铆 fue el a帽o siguiente. Y tambi茅n el otro, y los treinta y seis que fueron despu茅s. Y con una insensata perseverancia, ah铆 segu铆a este a帽o, mirando el reloj frente a la salida, esperando un a帽o m谩s. Se distrajo un momento paseando la vista por el p煤blico al otro lado. Ah铆 estaba ella, con la vista clavada en la muchedumbre que ansiaba el disparo.
Este a帽o tampoco se atrevi贸 a decir nada, pero murmur贸: quiz谩s el que viene.
# 514 Marta Gal谩n Mart铆n
隆Hoy s铆 salimos a correr!
Nos levantamos con la certeza de que aquel d铆a ser铆a especial: particip谩bamos en una de las carreras m谩s divertidas de la provincia charra. Elegimos la vestimenta m谩s apropiada para la ocasi贸n, c贸moda y abrigadita, y salimos calentando desde el portal, entre las calles a煤n dormidas.
Cuando dieron la salida, no d谩bamos cr茅dito a aquel bullicio. Corr铆amos entre tropezones y empujones, hasta tomar algo de distancia. En el camino busc谩bamos rostros del pasado: compa帽eros del instituto, los de toda la vida del barrio, miradas c贸mplices.
Al llegar a la Plaza Mayor, sus adoquines contaban historias antiguas bajo nuestras zapatillas. Cada zancada era m谩s ligera, el ritmo m谩s vivo, los kil贸metros se hac铆an m谩s largos.
Y cuando la meta estaba a nuestro alcance, el destino nos jug贸 una mala pasada: mi compa帽ero, el pie derecho, no vio el cord贸n que llevaba suelto鈥 y nos hizo tropezar a cuatro metros de llegar.
# 513 Mart铆n Rotondo
La carrera de la vida
Antes de que el sol asome, amarra sus zapatillas y emprende su carrera. Recordando el objetivo, para evitar pensar en los dolores y el fr铆o que hiela los huesos; sabiendo que el esfuerzo es lo que da sentido a cada paso. Cuando el cansancio quema y el coraz贸n simula un tambor, ebullen las derrotas, las dudas y las ganas a renunciar鈥 隆Basta! la meta no est谩 en la pista, la meta es la vida misma. Cada zancada es una promesa: la de no rendirse, la de avanzar incluso cuando nadie aplaude. A lo lejos visualiza la l铆nea de llegada, esa que forma car谩cter, que acrecienta la fe; mira al cielo, respira y se graba a fuego: 隆prohibido abandonar!
# 512 DANIEL BOSCH LINARES
Carrera contra el viento
Mi sue帽o siempre ha sido el mismo, correr.
Una vez al a帽o los veo pasar a trav茅s de la ventana de mi habitaci贸n, la m煤sica suena y ellos aparecen, algunos disfrazados de superh茅roes o de personajes de pel铆culas, los gritos de la gente anim谩ndolos y los corredores tan felices... mientras que yo tan solo puedo observar.
Me gustar铆a ser uno de ellos, correr con ellos, correr tan r谩pido que ni siquiera el viento me pudiese pillar, conseguir dejar todos los problemas atr谩s y nunca volver a mirar detr谩s m铆o, correr tanto que mis piernas tiemblen y mis pies me supliquen detenerme por el dolor, pero siendo realistas eso solo ser谩 un sue帽o.
Mientras viva atrapado en esta c谩rcel con respaldo y dos ruedas, mientras que por m谩s que les llame mis piernas nunca me contesten, tan solo ser谩 un sue帽o con el que puedo so帽ar.
# 511 Obdulia Serra Rosell贸
SER脕 EL SIGUIENTE
Este a帽o no correr茅 la San Silvestre. Lo s茅. Mi mujer dice que s铆, que si me esfuerzo lo lograr茅. Pero yo s茅 que no. Y no es s贸lo por el desgaste f铆sico que me supondr铆a en esta etapa de mi vida, sino porque no me apetece, porque no tengo 谩nimo. Porque la San Silvestre Salmantina no es una carrera ni una prueba de atletismo de bajo rendimiento. La San Silvestre Salmantina es un acto festivo, la celebraci贸n anticipada de fin de a帽o.
La corr铆 con mi padre, la he corrido solo, con amigos, con mi pareja y con mi hijo. Pero este a帽o, no. Las secuelas del ictus est谩n todav铆a demasiado presentes. Se lo digo a mi mujer y ella, con certeza, dice: "no te preocupes, cari帽o. Si no es este a帽o, ser谩 el siguiente".
# 510 Omaima Stitou
Coraz贸n de campe贸n
El esp铆ritu deportivo de la ciudad hab铆a levantado una avalancha humana sin precedentes, en una marcha incesante de sudor, sonrisas y fuerza de voluntad. Hasta un mero observador pod铆a poner la mano sobre el pecho y encontrarse con el pulso imitando el ritmo de los corredores, cuyo contagioso vigor llamaba a cada fibra del cuerpo a lanzarse, sin miedo, hacia la meta...
Ana, que hab铆a perdido de vista a su abuelo entre la multitud, finalmente pudo identificarlo: con su andador y paso firme, se abr铆a camino entre los competidores.
Su abuelo, ya senil y que apenas recordaba su pasado como atleta, portaba en su mirada 鈥攄onde habitualmente se entremezclaban dulzura y ausencia鈥 la determinaci贸n de un verdadero campe贸n.
# 509 EMEC脡 CONDADO SOBRADO
DIGNIDAD EN MALLAS
Hace m谩s de un mes me apunt茅 a la San Silvestre Salmantina. Fue un arreba-to, justo despu茅s de ver a mi vecina colgar en Instagram su dorsal y su sonrisa de 鈥測o s铆 cumplo prop贸sitos鈥. Desde 2022 no hab铆a vuelto a correr, pero no me apetec铆a dejarle a ella todo el protagonismo. Esta ma帽ana he sacado del caj贸n las mallas de aquel a帽o, las mismas que promet铆 tirar porque me apretaban el orgullo y la cintura. En la salida hab铆a m煤sica, fr铆o y olor a linimento. He inten-tado mantener un ritmo decente, no quer铆a desmayarme en p煤blico. Con la coleta torcida y el alma firme, he cruzado la meta medio viva, medio muerta. Al mirar el cron贸metro no sab铆a si re铆r o llorar, pero esta foto que acabo de hacerme en la Plaza Mayor, con los mofletes encendidos, es la prueba de que sigo m谩s viva que nunca.
# 508 Miguel 脕ngel L贸pez Mu帽oz
Recuerdos de una madre
Todos los a帽os, desde que es capaz de recordar, ha visto a su madre participar en la San Silvestre Salmantina. Doce a帽os, uno detr谩s de otro, en los que terminaba diciembre corriendo, luchando por sacar adelante a su hija, por superar los golpes de su marido, por vencer al tumor, a los bancos, a la tristeza, a la verg眉enza de tener que acudir a un comedor social. Corriendo cada a帽o, siempre hacia delante, nunca mirando atr谩s, nunca desfalleciendo.
Ahora, con s贸lo cincuenta y cinco a帽os, es su madre la que no es capaz de recordar. Es su madre quien no logra rememorar por qu茅 corr铆a una vez al a帽o. Pero no importa. Ya no. Porque como en las buenas carreras de relevos, ser谩 su hija quien tome su lugar.
Y su madre mirar谩 orgullosa, y tal vez hasta llorar谩. Aunque no consiga entender porqu茅 lo est谩 haciendo.
# 507 Mar铆a
Amorodio
He llegado. Mi aliento se condensa al encontrarse con el fr铆o aire de la ma帽ana, pero yo ardo. Mis m煤sculos queman, mi espalda est谩 empapada, algo invisible me perfora una y otra vez el costado derecho y ni todo el ox铆geno del mundo saciar铆a mis pulmones. Creo que voy a vomitar. Creo que voy a desmayarme.
Odio correr, mascullo apoy谩ndome en mi amiga para evitar desplomarme mientras me quito los rid铆culos cuernos de reno que me regal贸 mi ex y me borro con la manga los restos de la nariz roja que han sobrevivido al sudor. Por alguna extra帽a raz贸n, ya estoy pensando en el gorro de Pap谩 Noel que me voy a comprar para correr el a帽o que viene.
# 506 Nairobi Gallastegui Armada
PROP脫SITO
Las palmas que se agitan y los v铆tores presagian el inicio. Sus pasos acompasados sobre el asfalto lo impulsan. No est谩 solo comparte su 谩nimo, energ铆a y pasi贸n por la disciplina. No le sorprende ver a Pikachu a su diestra, voltea y Morticia Addams le sonr铆e. 隆Oh! Le adelanta un le贸n hispano, no es de extra帽ar, somos muchos, sin diferencias de sexo o edad, con el mismo esp铆ritu y un prop贸sito com煤n.
Vencidos varios kil贸metros, se enmascaran ya el sudor y el agua en el rostro. Las manecillas del reloj advierten que se acerca el premio al esfuerzo y la motivaci贸n. Como muchos antes, 隆脡l lo puede lograr!
Desde su espacio, entorna los ojos, se inclina, siente acelerarse su ritmo card铆aco y se sostiene con fuerza del reposabrazos de su silla. Levanta la mirada y, por fin, all铆 est谩 San Silvestre Salmantina. LA META.
# 505 Angeles Huerta Coto
Participar desde el balc贸n
Catorce a帽os llevo viendo pasar los corredores de la SanSil, cuento catorce porque empec茅 con siete y tengo veintiuno; hasta los siete mi madre me dec铆a que un d铆a yo tambi茅n podr铆a correr, como ellos, como si el cuerpo no pesara .驴Ser谩 verdad que puede el cuerpo no pesar? 驴Y que las piernas pueden ser como 谩giles ruedas?. Sera verdad, porque mi madre lo dijo, ella no miente. Aunque tampoco dice siempre la verdad. 脷ltimamente ya no me acompa帽a al balc贸n el d铆a de la SanSil, ya no le quedan excusas para tantos a帽os de retraso viendo la carrera pasar鈥
Prefiero verlo solo, sin testigos de lagrimas que escapan sin permiso. Miro la colorida marcha hasta que me mareo y entonces me parece una riada a punto de desbordarse; puedo imaginar el entusiasmo y la frustraci贸n contra el cron贸metro que niega los tiempos esperados.
Y....yYo con el sue帽o de poder ser el 煤ltimo.
# 504 SILVIA MORENO POZO
Tras la valla
A煤n me acuerdo el primer d铆a en el que Erick y Joyce comenzaron sus clases de atletismo. Los dos eran unos ni帽os. A veces, me encog铆a cuando ve铆a que les costaba tanto acabar las carreras, ese nudo en la garganta cuando alguno quedaba en 煤ltimo lugar y fing铆as que todo estaba fenomenal, pero tu coraz贸n lloraba por dentro. Nunca se me olvidar谩 c贸mo Joyce, con su cuerpecito 鈥渞edondito鈥 era aplaudida cuando entraba en la meta mucho despu茅s de la pen煤ltima clasificada. Pero ahora, Erick, ya federado, hace que me emocione y me llene de orgullo, no ya si gana o pierde. Veo su lucha, su tes贸n, su transformaci贸n de mente y cuerpo. Su valent铆a a la hora de aceptar nuevos retos. Eso es el atletismo. Hoy, tras la valla, a punto de comenzar la San Silvestre Salmantina, cuando escucho el pistoletazo de salida, respiro, sonr铆o y doy las gracias.
# 503 Felipe Urrutia Ponce
Ayudarnos
La lluvia se presentaba como un arma de doble filo, arrasaba con las telara帽as que hab铆a en los 谩rboles e hidrataba a los atletas con sue帽os grandes 驴C贸mo un enemigo? No, el verdadero era el, Jaime, quien me acosaba en el colegio y que justo hoy aparec铆a. Intent茅 no darle importancia, pero mi miedos pudieron m谩s. Trot茅 tras el por varios minutos evitando que me reconociera, como una presa al cazador, hasta que cay贸 sujet谩ndose el tobillo y gritando de dolor. Pocos corr铆an por ese kil贸metro y no se detuvieron, qu茅 deb铆a hacer yo. 鈥淣o tienes la obligaci贸n de actuar, nadie lo hizo por ti鈥, me dec铆a en los pensamientos鈥ero esos no son los valores que defiende la carrera San Silvestre Salmantina, el compa帽erismo, fraternidad y honor. Lo ayud茅 y a m铆 mismo.
# 502 Waldir Emerson Antunez Casimiro
Siempre yo
Se sent铆a Bolt y Kipchoge al momento de la partida. Son贸 el pistoletazo; sali贸 como un rayo suelto. 芦Solo 200 metros de m谩xima velocidad al inicio禄, pens贸. Era una pluma ligera, dej谩ndose llevar por el viento a su favor. 芦Primeros 20 segundos, debo disminuir, apenas empiezo禄. Iba liderando un grupo y quer铆a rebasar al siguiente. Cuando se fue acercando, distingui贸 a un atleta imponente, cuyas zancadas eran el doble de las suyas. 芦Es un muro impasable. Este a帽o est谩 dif铆cil禄. El rival, que hab铆a escuchado todo, volvi贸 el rostro hacia 茅l y lo ret贸: 芦Soy el que gana siempre, aunque sin v铆tores. Intenta siquiera alcanzarme禄. Bastaron esas palabras y se comprendieron. Aceleraron en el 煤ltimo tramo. 芦La competencia es consigo mismo: mira de soslayo禄, expres贸 el locutor. Atraves贸 la meta. Vio al rival esper谩ndolo, sonriente, entendi贸 al fin qui茅n era la verdadera meta, sonri贸 y cay贸 fulminado.
# 501 Ricardo Arcega Aperte
El ruido del silencio
Hay demasiada gente. Demasiado ruido. Demasiados cuerpos rozando el m铆o en la salida. No deber铆a estar aqu铆. Llevo meses sin entrenar bien. La rodilla no responde como antes. Tengo cuarenta y nueve a帽os y cada uno pesa.
Empiezo a correr y el miedo se instala en mi pecho, silencioso. No es dram谩tico. Es una certeza fr铆a: voy a fracasar.
Pero entonces algo cambia durante los primeros kil贸metros. La rodilla duele, s铆, pero aguanta; mi respiraci贸n encuentra su ritmo. Las piedras de Salamanca me acompa帽an, indiferentes, y esa indiferencia me libera.
Nadie est谩 juzg谩ndome excepto yo. El miedo sigue ah铆, corriendo a mi lado. Pero ya no me frena. Lo he aceptado como a un compa帽ero inc贸modo que tambi茅n merece llegar.
Cruzo la meta.
No he vencido el miedo. He aprendido a correr con 茅l.
# 500 Victoria S谩nchez Aranda
Contra todo pron贸stico
Aunque no tardar谩 mucho en darse cuenta, mam谩 no sabe que estoy aqu铆, con ella y en la San Silvestre. Nos ha faltado poco para perdernos el pistoletazo de salida, culpable el DIU, o eso cree, porque le ha dicho a pap谩 que se lo va a quitar, que el dichoso aparatito es el causante de sus v贸mitos y del dolor que anida en su vientre. Menos mal que al ver su dorsal esper谩ndola sobre la cama le han podido las ganas y hemos conseguido llegar a tiempo. Cuando corre todos sus problemas desaparecen, irradia tanta felicidad que me contagia, por eso no quiero que alcancemos todav铆a la meta. Pienso participar todos los a帽os con mam谩, y con mi propio n煤mero, pero antes debo salir de esta piscina en la que se ha convertido su barriga. Si patalear en este l铆quido es alucinante, sobre tierra firme tiene que ser espectacular.
# 499 Sergio Arce Sobrao
Victoria (pendiente de recurso)
El vencedor de la San Silvestre Salmantina no parec铆a feliz con su triunfo. Los gestos que se intu铆an en su rostro congestionado reflejaban otro tipo de sentimiento. Dif铆cil saber cu谩l.
Se decidi贸 otorgarle el triunfo a pesar de haber competido sin dorsal. Y es que no era para menos: parti贸 el 煤ltimo de la l铆nea de salida, con la carrera ya iniciada hac铆a minutos, y hab铆a sobrepasado a todos los rivales con facilidad pasmosa hasta cruzar primero la meta. Inaudito.
Mientras le agasajaban con obsequios y felicitaciones, oteaba entre la multitud, inquieto. 驴A qui茅n buscaba?, se preguntaban los asistentes. 驴A su pareja, a sus hijos tal vez? 驴Qu茅 le turbaba?
La respuesta result贸 evidente cuando sus ojos se abrieron de par en par y reemprendi贸 la carrera escurri茅ndose entre la muchedumbre. Solo hab铆a que seguir la direcci贸n de su mirada.
Dos polic铆as, sudorosos y extenuados, corr铆an tras 茅l.
# 498 Patricia Nieto-M谩rquez Agudo
Parpadeo
Estas calles se convierten en la pista donde corr铆 por primera vez. Hasta hoy, nunca lo volv铆 a hacer.
Parpadeo.
El aire quema mis pulmones, me siento desvanecer. S贸lo unos metros m谩s. Avanza. Cruza esa meta y deja que duela.
Parpadeo.
Nunca volv铆 a correr, pero 茅l s铆. Antes de acercarse a la salida, besaba mi frente y alborotaba mi pelo, como un ritual que entonces detestaba y ahora anhelo.
Parpadeo.
Una l谩grima brota. Despu茅s, otra. No puedo m谩s.
Parpadeo.
Tras su despedida, corr铆a hasta el Puente Romano para animarle, gritar su nombre, agitar mi bufanda, esperar su abrazo.
脡l era inmortal, pero ya no est谩.
Parpadeo.
El rugir de las voces, las zancadas, las respiraciones forzadas, me empujan y siento que vuelo.
Parpadeo.
Cruzo la meta y es mi hijo quien me abraza y me impone la misma bufanda que yo agitaba.
Es la mejor medalla.
# 497 Javier L贸pez Vaquero
Nonagenaria.
Apoyada sobre el andador do帽a Mar铆a, ilusionada y orgullosa, aguardaba junto a su nieto el pistoletazo de salida. "No insistas hijo, esp茅rame en la meta que yo soy como la tortuga" le espet贸 y se dej贸 arrastrar por la corriente humana. A paso lento la colorida primavera la pill贸 por rector Esperabe. Alguna procesi贸n se cruz贸 en su camino y como buena devota, pidi贸 salud para terminar. El lunes de aguas comparti贸 con la chavaler铆a un pedazo de hornazo. Despu茅s de los calores, animada por el ambiente festivo de primeros de septiembre, pateaba el Paseo de las Carmelitas, y la ciudad entera se hac铆a eco de su gesta.
As铆 a primeros de noviembre una multitud enfervorecida se agolpaba en una meta improvisada en el Paseo de San Antonio. Ahora tocaba descansar.le apetec铆a una sopa calentita y a帽oraba hacer calceta en la mesa camilla.
# 496 Edgardo Dionisio Ar茅valo
Zanahoria delante del burro.
Para Germ谩n, un 28 de diciembre radiante, es un adolescente con un don especial para el atletismo, cada vez que hab铆a una carrera, todos sab铆an que 茅l participar铆a con muchas ilusiones fuertes. Sin embargo, le urg铆a realizar un mantenimiento a su PC 2007, parec铆a tener ciertas incompatibilidades con los sistemas operativos que inclu铆an bajo rendimiento, lentitud y fallos en la memoria. Luego de ver al experto. Se entusiasma con la magia de la San Silvestre Salmantina.
Inicia caminando, con mucha tranquilidad, rescatando la importancia de llegar al final, decide trotar detr谩s de una sensual joven de cabello negro, como zanahoria delante del burro, esa joven estimulaba sus sentimientos.
Germ谩n, con 18 a帽os y par谩lisis cerebral at谩xica, sentado en su silla de rueda, deja a un lado su espejismo, para ver el final de la carrera, que no pudo correr, pero pudo imaginar con final feliz. La inocencia le valga.
# 495 MAR脥A DE LA CONSOLACI脫N AUS脥N RODR脥GUEZ
隆INOCENTES!
En mi casa somos unos guasones de campeonato.
Este a帽o la San Silvestre Salmantina se celebra precisamente el 28 de diciembre, y como es tradici贸n familiar participar, ser谩 el escenario perfecto.
Cualquier corredor que se precie sabe que en el fragor de la galopada, la respiraci贸n se convierte en incendio en la garganta, el aire quema los pulmones y las sienes palpitan desbocadas. Hay que concentrarse al m谩ximo para no ceder al cansancio, para que el fr铆o no gane terreno. De hecho, l贸gicamente, el reglamento explicita que al inscribirte reconoces encontrarte en perfectas condiciones f铆sicas.
Desde hace a帽os mi papel se limita a espolear a mi familia, pues siendo de la a帽ada del 40 no estoy para trotes, que cada vez que doy un paso oigo a mis huesos conversar entre s铆.
Este a帽o me voy a plantar en la salida y cuando me increpen por inconsciente, vociferar茅: 隆INOCENTES!
# 494 Angel Toribio Sevillano
Pruebas de esfuerzo
Se top贸 con la SanSil de regreso a casa, tras una jornada laboral maratoniana en el Cl铆nico, y la respiraci贸n entrecortada de alguno de los participantes puso en alerta todos sus sentidos. Instintivamente, y sobreponi茅ndose al cansancio, escudri帽贸 entre los corredores tratando de identificar al protagonista de las aspiraciones pausadas y de los suspiros frecuentes que hab铆a apreciado sutilmente; pero result贸 tan in煤til como buscar una aguja en un pajar鈥 y como el grupo segu铆a su marcha, para sorpresa del p煤blico presente, salt贸 la cinta y ech贸 a correr desesperado persiguiendo una corazonada. Y corri贸, y sus piernas y pulmones se quejaron, y el flato se hizo insoportable, y entonces lo encontr贸: descoordinado, la piel gris谩cea y la mirada vac铆a鈥 芦Tranquilo禄, le susurr贸 mientras llamaba al 112: 芦Hoy no vas a terminar la prueba pero te prometo que tendr谩s un bonito final que contar a tus nietos禄.
# 493 ALVARO BURGOS MORA
MI NUEVA V脥SCERA
El 28 de diciembre de 2025 mi nueva v铆scera y yo celebramos nuestro primer aniversario, coincidiendo con la San Silvestre Salmantina, a la que, como no pod铆a ser de otro modo, nos he inscrito.
Ver谩n, no estoy bromeando. Dentro de mi pecho resuena un nuevo tambor que percute de forma ajena a la habitual. Los m茅dicos hablaron de 茅xito, de compatibilidad, de pulsos y de estad铆sticas, pero no me explicaron c贸mo usar mi nuevo coraz贸n.
Tras una ardua negociaci贸n, mi reci茅n estrenado e impetuoso motor se alz贸 victorioso aplastando a mis remilgos sin piedad, 隆menudos arrestos!, y as铆, cautelosos paseos por la ribera del Tormes se transformaron en gratificantes trotes.
En la San Silvestre, cuando la respiraci贸n se convierta en incendio en mi garganta, el aire queme mis pulmones, y mis sienes palpiten desbocadas, no claudicar茅, porque no hay mejor manera de celebrar la vida que correr.
# 492 REGINA OLCESE AUS脥N
AUNQUE SOLO YO PUEDA O脥RTE
脕lvaro, he le铆do el reglamento de la San Silvestre Salmantina, y est谩 abierta a toda clase de participantes, sin distinci贸n de edad, categor铆a, sexo, lugar de origen o condici贸n social, si bien, al inscribirte reconoces encontrarte en perfectas condiciones f铆sicas.
隆Hombre, yo a mis 74 perfecta no estoy, pero casi!. Me preocupan algo mis pertrechas rodillas, mas, si he de ser sincera, y a eso no me gana nadie, bien lo sabes, me niego a validar esas voces afiladas, que, susurrantes unas, y estridentes otras, sentencian que el esfuerzo ser谩 en vano, que soy demasiado mayor, que total 驴para qu茅?
Ay煤dame. No pido milagros, aunque seguro que tienes 鈥渆nchufe鈥 con ese coraz贸n tuyo. Con un poco de tu fuerza me basta. Si me ves rezagada dame un empujoncito invisible, y si el aire quema mis pulmones vocifera desde all铆 arriba que soy la mejor, aunque solo yo pueda o铆rte.
# 491 Gino Albareti Tarantino
Repira la meta
El aire corta.
La ciudad late.
Corro.
No s茅 si avanzo o si el suelo me empuja.
A mi lado, un desconocido respira como yo:
con cansancio, con vida.
El asfalto arde bajo la lluvia fina.
Cada paso recuerda algo que fui.
Un ni帽o, una duda, una promesa que no cumpl铆.
Las piernas pesan, pero no quiero parar.
Ya no corro por llegar,
corro por no irme.
La meta se acerca.
No hay p煤blico, s贸lo viento.
Cruzo.
Y entonces todo se detiene.
No hay ruido, no hay gloria.
Solo el coraz贸n golpeando despacio,
como si dijera:
est谩s aqu铆, todav铆a.
# 490 ANTONIA S脕NCHEZ RIVAS
"Sombras" en la carrera
Una vez m谩s, antes del comienzo de la prueba, intento abstraerme y concentrarme.
La salida, como de costumbre, es muy r谩pida y ca贸tica.
A la altura de la iglesia del Carmen advierto la presencia de MECHAAL.
- 驴Pero c贸mo puede ser que est茅 aqu铆?
Junto a San Pablo surge la figura de MENACHO.
- 驴Seguro que estoy viendo bien?
Al rebasar la Vera Cruz se muestra ILIAS FIFA.
- Algo raro pasa.
Cuando cruzamos la Pur铆sima aparece NDIKUMENAYO.
- 驴Qu茅 me ocurre hoy?
En Mar铆a Auxiliadora veo a HASSAOUS.
- 驴Estoy delirando?
Cerca de las Esclavas vamos dos en cabeza y oigo a Jorge, mi principal rival y compa帽ero de ese a帽o:
- Diego, 驴qu茅 te pasa? Est谩s muy pensativo, no has dicho ni 鈥渕u鈥. 隆Espabila!, lleg贸 la hora de la verdad.
Aceleramos hasta la meta y consigo cruzar en el puesto que entra quien adelanta al segundo.
# 489 Roberto Crespo Ramos
T铆tulo: Prompt artificial鈥 隆San Silvestre, natural!
Necesito ejecutar una conducta humana, individual y grupal. Que tenga consecuencias positivas para el esp铆ritu, el cuerpo y el medio ambiente. Que, aunque g茅lida por fuera, derrita el coraz贸n. Que me haga tener ilusi贸n por Navidad y vivir mi ciudad. M谩s emocionante que el anuncio del turr贸n. Que amortig眉e las maratonianas ingestas (s铆, suegra, tambi茅n el tercer flan). Que haga superarnos a mi hijo y a m铆. Que los abuelos, desde la acera o el cielo, digan: 鈥溌se es mi nieto!鈥. Que permita disfrazarnos sin miedo al rid铆culo (隆S铆, soy el reno con tut煤!). Repetible durante d茅cadas. Que me recuerde, a cada zancada, 鈥渓adrillo a ladrillo鈥, que con esfuerzo solidario, como dec铆a Galeano, construiremos, avanzaremos juntos hacia una casa m谩s acogedora, llamada futuro. Imagino que ser谩 un reto imposible, incluso para tus sesudos petabytes鈥
Respuesta:隆Qu茅 va!, no necesito algoritmos鈥 隆Apaga el ordenador, ceporro! 隆Corre un a帽o m谩s la Sansil!
# 488 Mar铆a Pedrosa Garc铆a
Mi canci贸n
Se puso los casos para no escuchar su respiraci贸n entrecortada, agitada. Esos que acumulaban polvo desde ese uno de enero de vete a saber cu谩ndo. Primer prop贸sito acumulado en el tiempo. Los pensamientos se agolpaban en su cabeza. 鈥楴o puedes m谩s鈥. Era lo 煤nico que pod铆a escuchar. De fondo, muy fondo, Isabel Aai煤n cantaba. Sube el volumen.
Rutina. Pero no se quita los casos. Se sorprende. Sigue corriendo. Incluso en verano. Ahora escucha un podcast. Le impide contar el n煤mero de canciones que le faltan para cumplir un objetivo, como el prop贸sito, acumulado en el tiempo.
Todav铆a no se ha quitado los casos. 鈥楶uedes un poco m谩s鈥, resuena en su cabeza. Se vuelve a sorprender. Quiere m谩s, piensa.
Es el 煤ltimo domingo del a帽o. Se quita los casos. Primera vez en una l铆nea de meta. Siente, siento. Escucho, huelo e incluso saboreo la competici贸n. Lo consegu铆. Es mi canci贸n
# 487 Marta Bernad Ebri
Duelos y aspas
Cada diciembre, con solemnidad y agujetas, juraba no regresar a la San Silvestre. Pero el p铆caro destino quiso verle ese a帽o vestido de molino de viento, fruto de una apuesta insensata.
La carrera avanzaba festiva cuando una firme voz cort贸 el aire:
鈥斅etente, p茅rfido gigante! 隆Hoy pagar谩s por tus agravios!
Era 茅l: el caballero de la Mancha, quien, con lanza de escoba y dignidad de hojalata, emprend铆a su carga. Incr茅dulo, el molino reemprendi贸 la carrera con m谩s torpeza que viento.
El p煤blico re铆a y los ni帽os vitoreaban tan rocambolesca escena.
Al cruzar la meta, el hidalgo proclam贸:
鈥斅ictoria! 隆El monstruo ha sido derrotado!
El molino, exhausto y confundido, replic贸:
鈥斅緿errotado? 隆S铆 llegu茅 antes!
El hidalgo alarg贸 su mano y, con sonrisa triunfante, dijo:
鈥斅ierto! Pero con mi dorsal en una de tus astas.
Y as铆, una vez m谩s, el caballero de reluciente armadura venci贸 a su enemigo.
# 486 F谩tima Chamorro Merino
De carreras y correr铆as
F茅lix, llevado por un extra帽o impulso, se ha vestido de 茅poca. A pocos metros le sigue otro atleta, embozado igual que 茅l. Hace un viento fr铆o que barre el cielo luminoso de diciembre. Una de las rachas deja al descubierto el rostro de su perseguidor. Claro, es Diego, por eso le resultaba familiar... Aunque aprieta el paso, F茅lix mira inquieto hacia atr谩s, no quiere que le alcance. Luego hacia los lados: imposible sustraer sus ojos de la belleza femenina que descubre entre el p煤blico鈥
Llega a la meta de los primeros y le sorprende el abrazo de una de esas hermosas damas que le sale s煤bitamente al encuentro. Un aliento de muerte la rodea y sus brazos son de hielo. Entiende demasiado tarde que se trata de Elvira, la mujer a la que traicion贸. El Estudiante de Salamanca cae al suelo. Esta ha sido su 煤ltima carrera, su 煤ltima correr铆a.
# 485 Jos茅 Mar铆a Mayorga Garc铆a
La buena medicina
No entend铆a c贸mo se hab铆a dejado convencer. Nadie en su sano juicio acepta correr la San Silvestre despu茅s de tres ciclos de quimioterapia. Su marido le pidi贸 que no fuera. Sus padres tambi茅n. Y sus hijos, a煤n peque帽os, jugaban con la bandana que ocultar铆a la ausencia de cabello. Pero ella, animada por su mejor amiga, decidi贸 probar.
鈥擳煤, a tu ritmo 鈥攍e dijo mientras corr铆a a su lado.
鈥擳e estoy frenando 鈥攕e lament贸 ella.
鈥擭o se trata de llegar la primera 鈥攄ijo su amiga, ofreci茅ndole la mano.
Al cruzar la Plaza Mayor, los gritos de apoyo del p煤blico hac铆an m谩s peque帽os los monstruos de la enfermedad.
Le cost贸 llegar a la meta, pero una vez all铆, con las rodillas y los brazos temblando y algunas l谩grimas asomando por los ojos, contempl贸 el cielo.
鈥斅緾贸mo te sientes? 鈥攍e pregunt贸 su amiga.
鈥擵iva 鈥攄ijo ella antes de abrazarla鈥. Me siento viva.
# 484 M贸nica Amor贸s Hern谩ndez
Luces y sombras
Desmotivado por la ausencia de rivales de su nivel, el atleta repar贸 en ella por casualidad. Descubrir a alguien capaz de seguir la velocidad de sus zancadas le devolvi贸 la ilusi贸n.
Desde entonces se convirtieron en compa帽eros de entrenamiento inseparables. Ella era capaz de correr durante horas pegada a su espalda. 脡l corr铆a sin quitarle ojo para no dejarla atr谩s.
Todo cambi贸 en la San Silvestre salmantina. El d铆a amaneci贸 nublado y nuestro hombre se sinti贸 extra帽o desde el pistoletazo de salida. Sin embargo, a poca distancia del final, el cielo se abri贸 y el sol la trajo de vuelta. Ligera como el viento, cruz贸 la l铆nea de meta antes que 茅l. Jurar铆a que la vio re铆r.
Fue por eso que se enemistaron. Traicionado, dicen que no ha vuelto a correr los d铆as de sol.
# 483 Marcos Di茅guez M煤gica
Roto
A veces las ilusiones duelen. Una derrota en el trabajo mut贸 en b煤squeda de triunfo, de esos en los que tras correr algo m谩s de una cuarentena de kil贸metros te muestras orgulloso, recibes una medalla y sientes que el esfuerzo de un camino tortuoso vali贸 la pena. A gran ca铆da, gran victoria. Esta vez, sin embargo, el dolor fue f铆sico. Dar la vuelta al calcet铆n puede parecer una tonter铆a, pero los dedos comenzaron a enredarse y aquello se convirti贸 en un conjunto de pol铆meros de nylon deshilachados. Aquel aire fresco del oto帽o tan deseado para el trote ligero se clav贸 cual punz贸n en mi rodilla, "condromalante" pero amiga de Fil铆pides en cinco ocasiones, la 煤ltima en primavera. Aquella ilusi贸n por volver a Valencia se convirti贸 en rabia y tristeza cuando la doctora dijo artrosis y descanso, trabajo bien y correr mal. Vaya tartazo para cumplir cincuenta. Estoy roto.
# 482 Roberto Sanz Argudo
El dorsal 3127
Cada a帽o lo guardaba con mimo, arrugado por el sudor y el viento.
El dorsal 3127 hab铆a cruzado todas las metas de la San Silvestre desde hac铆a m谩s de una d茅cada.
Al principio corri贸 por orgullo, luego por amor, despu茅s por promesas que ya nadie recordaba.
Cuando la enfermedad le oblig贸 a dejar las zapatillas, sigui贸 participando a su manera: asomado al balc贸n, animando a los corredores, respirando al mismo ritmo que ellos.
Dec铆a que as铆 tambi茅n se corr铆a.
Este a帽o ser谩 su nieto quien baje a la calle con ese n煤mero en el pecho.
Y cuando cruce la meta, levantar谩 la vista hacia el balc贸n vac铆o, convencido de que el dorsal 3127 ha vuelto a llegar el primero.
# 481 FRANCISCO JAVIER S脕NCHEZ GONZ脕LEZ
Rosa
Rosa
Ambas se colocaron en la plaza de San Antonio con antelaci贸n suficiente para que fuesen bien vistas y a continuaci贸n, desplegaron una cartulina de color rosa en la que se le铆a: 鈥溌縑es como s铆 puedes?鈥
A pesar del fr铆o reinante, jalearon a todo corredor y a toda corredora que pasaban frente a ellas en el calentamiento y por supuesto, con m谩s energ铆a cuando ella pasaba a su lento ritmo, a quien se le ve铆a tan enormemente contenta. Estaban tan emocionadas que re铆an, saltaban, lloraban y se acabaron abrazando las tres antes del pistoletazo de salida.
La algarab铆a de la gente corriendo, los gritos de 谩nimo, la megafon铆a, toda una fiesta.
Pasaron veloc铆simos los primeros corredores, m谩s lentos los siguientes y cerrando la carrera llegaba ella, su madre.
Porque s铆 pod铆a volver a participar en su carrera, a pesar de faltarle su pecho izquierdo, donde su coraz贸n lat铆a con m谩s vida.
# 480 脫SCAR P脡REZ P脡REZ
El responso
Ten铆amos que correr y corrimos. Manuel apretaba desde el comienzo, yo iba a tirones y no dejaba de quejarme. Pero corr铆amos, y mucho.
Jam谩s hab铆amos hecho algo parecido. Nos ve铆amos rid铆culos con los dorsales y esas zapatillas de colores, t茅cnicas y horteras. Form谩bamos parte de una culebra sudorosa, de un ciempi茅s moderno y rid铆culo que avanzaba por el Paseo de San Antonio.
El p煤blico jaleaba y nos ofrec铆a bebidas de sabores indescifrables. Los aplausos, la m煤sica y los jadeos nos envolv铆an en una manta de irrealidad.
La satisfacci贸n del corredor era esa, me dec铆an los amigos que hab铆an pasado por esto. La adrenalina, el desaf铆o, el sufrimiento compartido.
Yo buscaba el placer en todo aquello, pero no lo ve铆a. Y no lo encontr茅 hasta llegar a la meta; all铆 abrac茅 a mi hermano y nos felicitamos por haber cumplido la promesa de un padre que muri贸 vi茅ndonos enfrentados.
# 479 Marco. A. Saur铆n S谩nchez
La Cuenta
Un hombre se aferra al pretil de un puente. Hay sangre bajo sus u帽as...
Diez...
La quimio le arranc贸 el pelo. A m铆 la fe. Ahora vendo seguros y miento sobre el futuro.
Nueve...
Mi ex mujer se volvi贸 a casar. Su hijo lleva mi nombre. Cuando lo supe, vomit茅.
Ocho...
Hoy me despidieron. "Recortes", dijeron. El de recursos nunca mir贸 mis ojos.
Siete...
Me liquidaron. El sobre tiene justo lo que debo de funeral.
Seis...
La gente r铆e. Alguien me empuja.
Cinco...
Un ni帽o llora. Su madre le dice: todo estar谩 bien. Miente.
Cuatro...
Huelo a tabaco y desesperaci贸n. Llevo 茅sta ropa desde el jueves.
Tres...
Mi tel茅fono vibra. Mam谩. No contesto. Imagino su voz temblorosa.
Dos...
Un polic铆a me mira. S茅 lo que piensa.
Uno.
La gente grita. Abrazos. Besos. Fuegos artificiales.
Yo solo respiro hondo.
Por primera vez en a帽os, sonr铆o.
El a帽o que viene ser谩 distinto.
# 478 Ismael F. Cabeza
Kil贸metro cinco
Cruza la meta cuando ya no queda nadie. Bares llenos y calles desiertas, solo el eco de su respiraci贸n contra el asfalto fr铆o del Paseo de San Antonio.
Ha corrido la San Silvestre salmantina durante veinte a帽os. Siempre el 煤ltimo. Siempre solo. Siempre hasta el final.
Los voluntarios recogen vallas. No hay medalla. Nadie aplaude.
Pero 茅l sigue viniendo.
Porque en el kil贸metro cinco, cuando el cuerpo pide parar, siente la mano de su hija empuj谩ndole la espalda, dici茅ndole, como siempre: "Te espero en la meta, pap谩". Muri贸 en febrero.
En el kil贸metro ocho, escucha su risa entre la multitud que ya no est谩.
Y al cruzar comprende que no corre para ganar.
Corre para que ella siga aqu铆.
Un operario enrolla la 煤ltima pancarta.
Las campanas marcan la hora.
脡l camina despacio hacia casa, con las piernas rotas y el alma viva.
Volver谩 el a帽o que viene.
Siempre vuelve.
# 477 Paula L贸pez-Berges N煤帽ez
Maneras de correr la San Silvestre de Salamanca
Hay muchas maneras de correr la San Silvestre, la he corrido tres a帽os, a veces sufriendo a veces un poco vini茅ndome arriba. Tambi茅n la corre mi chico desde que tiene 15 a帽os y la corre el que cree que iba a ganar, el que gana y los que vienen de fuera. Tambi茅n el que queda 煤ltimo rodeado de aplausos.
Pero tambi茅n la corre mi madre en zapatos, cuando se le escapa una l谩grima cada vez que paso por el kil贸metro 9 con la cara roja como un tomate, y mis hijas cuando solo hacen 10 metros al cruzar la meta, tambi茅n la corre la plaza mayor cuando ruge con su piedra dorada al paso de cualquier atleta, y el puente romano cuando por 茅l se forma una bonita serpiente de color.
La San Silvestre la corre mucha m谩s gente de la que lleva dorsal y por eso es tan especial.
# 476 Antonio 脕ngel L贸pez Hens
Corriendo como un cobarde
Corriendo como un cobarde
Postrado en la cama con la pierna escayolada, escucho a Martina al otro lado del tel茅fono. Participa en la carrera San Silvestre. Pobre. No sabe que anteayer me atropellaron intentando espiarla. La vi entrar en el coche de Rogelio, en el centro de Salamanca. Le mostraba las zapatillas que iban a regalarme para mi cumple. Desgraciado de m铆 que pensaba que estaba poni茅ndome los cuernos鈥
鈥擱a煤l鈥 me estoy quedando atr谩s鈥
Escucho su respiraci贸n y me atormento. Hace d铆as me reproch贸 que nunca le digo nada bonito. Me invade un sentimiento de culpa. Siempre he sido aprensivo y competitivo con ella. Por eso, corro todos los d铆as por la noche, para huir de mis complejos, de mis miedos. Ten铆amos un plan para esta competici贸n鈥 y para nuestra vida. Lloro. Esta vez, tengo que arrojarme鈥
鈥擜mor, te quiero鈥
Martina aceler贸 como un gamo. Gan贸.
# 475 Antonio 脕ngel L贸pez Hens
Corriendo como un cobarde
Corriendo como un cobarde
Postrado en la cama con la pierna escayolada, escucho a Martina al otro lado del tel茅fono. Participa en la carrera San Silvestre. Pobre. No sabe que anteayer me atropellaron intentando espiarla. La vi entrar en el coche de Rogelio, en el centro de Salamanca. Le mostraba las zapatillas que iban a regalarme para mi cumple. Desgraciado de m铆 que pensaba que estaba poni茅ndome los cuernos鈥
鈥擱a煤l鈥 me estoy quedando atr谩s鈥
Escucho su respiraci贸n y me atormento. Hace d铆as me reproch贸 que nunca le digo nada bonito. Me invade un sentimiento de culpa. Siempre he sido aprensivo y competitivo con ella. Por eso, corro todos los d铆as por la noche, para huir de mis complejos, de mis miedos. Ten铆amos un plan para esta competici贸n鈥 y para nuestra vida. Lloro. Esta vez, tengo que arrojarme鈥
鈥擜mor, te quiero鈥
Martina aceler贸 como un gamo. Gan贸.
# 474 Itsaso Tapia Alzuguren
La 煤ltima cuesta
El aire helado cortaba las mejillas, pero nadie pensaba en detenerse. Salamanca vibraba con cada zancada, con cada aliento compartido. Ana llevaba meses prepar谩ndose para su primera San Silvestre Salmantina. Dud贸 en la salida, pero la multitud la empuj贸 a creer.
Subiendo hacia la Plaza Mayor, las piernas le pesaban como plomo. Quiso parar. Entonces escuch贸 un grito entre la gente:
鈥斅amos, que ya est谩 hecho!
No reconoci贸 la voz, pero son贸 como si toda la ciudad la alentara.
Respir贸 hondo, levant贸 la vista y corri贸. El arco de meta apareci贸 entre luces doradas y aplausos.
Al cruzarlo, no gan贸 una medalla: gan贸 la certeza de que la fuerza no estaba en sus piernas, sino en no rendirse cuando m谩s dol铆a.
Y mientras el reloj marcaba el nuevo a帽o, Ana supo que tambi茅n pod铆a empezar de nuevo.
# 472 Rosario Lara Vega
Efecto dorsal
Correr, correr sin parar. Ese pensamiento impregna cada uno de mis m煤sculos, fluye a borbotones hasta zozobrar. Salamanca despierta fr铆a.
El empedrado del puente romano parece ceder bajo mis zancadas. Me aferro a 茅l, con fuerza, mientras me devuelve la inquietud de centenares de huellas selladas en su piel.
Avenida de Comuneros. Mi coraz贸n se desboca. A帽oro tus zapatillas, la lazada en tus cordones, la complicidad en tu mirada. He corrido muchas San Silvestres y no puedo desfallecer. Ahora no.
Ya queda menos. El cierzo deshilacha mis entra帽as mientras a煤pa el batir de palmas de los presentes.
Cientos de corredores me rodean. Escucho sus respiraciones, el eco de sus pisadas, el roce de los dorsales contra el pecho. Mi mente me devuelve una imagen acuarelada de tu rostro. La ausencia queda prendida a mi dorsal.
El c谩ncer nos arrebat贸 nuestro sprint final.
Y, sin embargo, sigo corriendo dentro de ti.
# 471 CARLOS ALBERTO DE LA CRUZ SU脕REZ
Inocente Salamantina
Veintiocho de diciembre, 煤ltimo domingo del a帽o.
No es ninguna broma: la San Silvestre Salamantina se ha cancelado.
鈥溌縎er谩 posible que lo crean?鈥, pienso.
Pero as铆 lo publicar茅. De los 7007 atletas inscritos, s贸lo uno correr谩.
Sonr铆o: ser谩 mi oportunidad de proclamarme campe贸n鈥espu茅s de mi broma inocente.
# 470 Rodrigo Torres Quezada
CARRERA POR LA VIDA
Afuera se escuchan los gritos de las personas, dando 谩nimos a los atletas. Ella, en la habitaci贸n, sobre la camilla y tapada por una s谩bana, pone total atenci贸n. Alarga la mano para encontrar la de la enfermera. Esta, no se ha despegado ni un segundo de su lado. Cuando las manos se encuentran, se convierten en un solo pu帽o. Observa sus piernas. Recuerda aquellos d铆as de anta帽o. Ella siente una l谩grima recorrer su mano.
-驴Est谩s llorando, hija?
La joven, entonces, la aferra con el abrazo m谩s fuerte que jam谩s le haya dado alguien en su vida.
# 469 Fuly Pe帽a Viloria
Zancadas que cierran ciclos
He boxeado, nadado, pateado el bal贸n y practicado uno que otro deporte que me elevan la adrenalina y las ganas de vivir. Pero nada como cerrar el a帽o con zancada tras zancada, dada con intensidad, buscando alcanzar al corredor que va delante de m铆 y despegarme de los que voy dejando atr谩s. El sudor refresca mi cuerpo, y cada fuerte latido me recuerda que estoy vivo. En esta carrera, San Silvestre Salmantina, siento que termino ciclos. No importa en qu茅 lugar quede: lo que importa es que corro. Corro para despedir lo vivido, para abrir espacio a lo que viene. Corro porque cada paso me prepara para nuevos retos. Esa sensaci贸n no se compara con ninguna otra. Es mi forma de decirle al a帽o: gracias, te corr铆 entero.
# 468 Mar铆a Jes煤s
El kilometro que no existe
Cuando el dolor me alcanza, me disuelvo en claustros donde el tiempo se arrodilla. Pero aquel diciembre decid铆 correr la San Silvestre. Circulaba el rumor de que Salamanca, ese d铆a, abr铆a sus venas bajo los pies, y quien la trotaba sangraba un poco, pero volv铆a distinto. En el kil贸metro 9, ca铆. El pavimento se cerr贸 en abrazo. Parec铆a que la ciudad me tragaba para devolverme distinta. Desde el suelo, ve铆a trotar espectros sudados que arrastraban el a帽o como un animal de luz desollado. Entonces la escuch茅. Mi madre, que habita el aire desde hace a帽os, brot贸 del temblor de la tierra como una ra铆z que canta. No dijo 鈥渓ev谩ntate鈥: me invoc贸, como si llamara a L谩zaro desde el polvo. Me incorpor茅. La ciudad respiraba por mis pasos, y cruc茅 la meta con su voz convertida en tatuaje. Desde entonces, corro para renacer. Y por el kil贸metro que no existe.
# 467 Teresa Yorgina Camacho Almeida
De nuevo al ruedo
De nuevo al ruedo
La carrera de San Silvestre est谩 a punto de empezar. Los competidores se aglomeran sobre la l铆nea de salida. Carlos, con mucho nerviosismo se reacomoda la gorra.
Es la primera vez que corre desde aquel accidente, hace ya varios a帽os. Pero ha entrenado duro para esta ocasi贸n y las infinitas sesiones de terapia le han dado seguridad para competir.
Se escucha a lo lejos la partida. Hombres y mujeres corren como si los persiguiera el mism铆simo demonio mientras que Carlos, por su condici贸n, va a un ritmo parsimonioso. Su familia, apostada a lo largo del camino, monitorea su tiempo a la vez que le muestran pancartas con frases alentadoras.
A medida que avanza la carrera, Carlos queda en la retaguardia con sus pasos lentos pero constantes.
Se acerca a la meta, solo se escucha el sonido de sus piernas de metal impactando el asfalto.
# 466 Carlos Esteban D'Onofrio
La Magia de la San Silvestre Salamantina
La Magia de la San Silvestre Salamantina
La vida esta llena de experiencias 煤nicas y extraordinarias. El coraz贸n comienza a palpitar, los primeros pasos por el casco antiguo de la incomparable Salamanca, auguran no solo un d铆a de fiesta y deporte, si no que tambi茅n, trae consigo la emoci贸n hist贸rica de las aventuras que all铆 dieron lugar.
Cuando el humano se une, logra hacer realidad los sue帽os. Mas el alma se regocija, al verse reflejada entre las personas, que con gratitud, se animan a sentir bajo sus pies, los or铆genes de este patrimonio de la humanidad.
Hasta llegar a la meta, cada individuo se recargara de una riqueza cultural invaluable, sus ojos ser谩n testigos de un pueblo que se asent贸, all谩 por el siglo VII a.C., y que en la actualidad, regala una incre铆ble postal al universo.
Solo queda por decir, 隆buen camino!.
# 465 Roberto Jos茅 S谩nchez S谩nchez
Manolo Ingebrigtsen
Si ustedes echan una ojeada a las fotos de la San Silvestre del a帽o pasado podr谩n distinguir a Manolo. Entre la marabunta de corredores destacaba por contraste 茅l. Un hombre de m谩s de 80 a帽os, vestido de calle, gafas de sol a pesar de la niebla, guantes negros, bufanda como corbata de invierno y abrigo tres cuartos de piel marr贸n. Se le pudo ver en San Antonio y por lo menos hasta Canalejas. Todo este a帽o he estado intentando averiguar el significado de su presencia y su carrera. Pudiera ser que saliera de la residencia de mayores cercana al Milagro y saltara al ruedo como un espont谩neo. O que su memoria a largo plazo tomara el control de su cuerpo para revivir tiempos pasados de atleta exitoso. Quiz谩 pudo ser una aparici贸n espiritual de San Silvestre, que protege de las lesiones a los corredores y asegura una vida deportiva larga.
# 464 Pablo Salom贸n
Definici贸n
Correr sin saber a d贸nde es lo m谩s parecido a la libertad pura. El aire golpea la cara de quien deja atr谩s un mundo m谩s injusto. A m铆 que me parece incre铆ble la plenitud que alcanzo al respirar al ritmo, solo me da rabia la gente que no conoce la suerte de tener entre las zapatillas una esfera que descubrir.
# 463 Carlos Tom谩s El铆as
La intenci贸n del deportista
Un paso sigui贸 a otro, se agit贸 la respiraci贸n. El cuerpo se refresc贸, poco a poco, con las gotas de sudor. Nunca se trat贸 de la fama, tampoco del reconocimiento ni del galard贸n. Se trat贸 de sentir el cuerpo, de abrazar la sensaci贸n de calor, de entregarse a la experiencia vital de un movimiento que por un momento pareci贸 incesante y que, incluso en el cansancio, otorg贸 satisfacci贸n. Fue el acto de ser parte de la continuidad de una tradici贸n que perpetu贸 recuerdos, convicciones y valores, as铆 como su posibilidad de transmisi贸n.
# 462 脕lvaro Garc铆a de la Rosa
Una carrera hacia el fin del a帽o
El aire fr铆o de la ma帽ana se mezclaba con el aroma de la tierra mojada y los murmullos emocionados de los corredores. En la plaza Mayor de Salamanca, Ana apretaba los cordones de sus zapatillas, sintiendo un nudo de emoci贸n. Hoy corr铆a la San Silvestre Salmantina, pero no por la marca ni por el tiempo: corr铆a por cada sonrisa que le hab铆a acompa帽ado durante el a帽o.
A su alrededor, las manos se entrelazaban en 谩nimos silenciosos, los pasos resonaban como un coraz贸n colectivo y los ni帽os agitaban banderines con ojos brillantes. Cada zancada era un recuerdo, un abrazo invisible a quienes ya no estaban, una promesa de fuerza al a帽o entrante y agradecimiento al que dejaba atr谩s.
Cuando cruz贸 la meta, no hab铆a victoria m谩s grande que la de sentirse parte de algo que un铆a generaciones, que celebraba la vida, la perseverancia y la emoci贸n de cada instante.
# 461 Roberto Mar铆n Luque
Dorsal 606
Llevaba el dorsal 606. No recuerdo bien en qu茅 a帽o corr铆 la San Silvestre Salmantina. No s茅 si fui verbo o adoqu铆n. S茅 que corr铆 como un reloj que marcaba la hora del rev茅s y con unas zapatillas hechas de uvas fermentadas. A mi lado, un joven levitaba con disfraz de campana recitando versos de Quevedo. El p煤blico, formado por estatuas de piedra que lloraban brandy, aplaud铆a sin manos.
Y al cruzar la meta, fui aire. Pude brindar con una copa de Arribes. El reloj marcaba las horas adoquinadas. Mis zapatillas se fundieron con el brandy vertido por aquellas estatuas, el joven perdi贸 su disfraz de campana y Quevedo me habl贸: 芦Corre m谩s all谩 del Tormes, porque el verbo eres t煤禄.
# 460 Marcelo Sicoff
En diciembre
Mis pasos devoran kil贸metros que no acaban. El circuito era un laberinto trazado con sabidur铆a, donde la ovaci贸n del p煤blico era el murmullo de una sola palabra: Salamantina.
Siento que cada zancada me acerca al puente sobre el Tormes.
Aparecen las dudas: dolor en las piernas, pecho que quema, cada respiraci贸n un recordatorio de los kil贸metros recorridos. 驴Vale la pena correr? 驴Y si lo 煤nico que cuenta es resistir, paso a paso, aunque me pese cada m煤sculo? La fatiga me susurra rendici贸n; la inercia me invita a quedarme, a detenerme, a abandonar. Ese era mi Muro.
La alarma de mi m贸vil son贸, armoniosa y cruel: en otro hemisferio, Salamanca estaba a m谩s de diez mil kil贸metros.
Me at茅 las zapatillas y sal铆 a entrenar, sabiendo que en alg煤n diciembre, despierto y corriendo, por un instante eterno ser茅 uno m谩s de los que cruzan la meta en la San Silvestre Salmantina.
# 459 Adri谩n Moro S谩nchez
El objetivo del a帽o
脡l era un chico normal, con sus man铆as y obsesiones, pero ten铆a el privilegio de correr durante mucho tiempo sin llegar a cansarse y estaba dispuesto a aprovecharlo.
Sus pasos le hab铆an llevado a bajar de los treinta minutos en diez kil贸metros pero no en su casa, Salamanca y la 鈥渋mponente鈥 San Silvestre Salmantina.
El 煤ltimo domingo del a帽o se propuso conquistar los adoquines, cuestas y desniveles de aquella universitaria urbe, y devolver a un atleta local a lo m谩s alto del podio.
Aquel d铆a amaneci贸 fr铆o y nublado pero鈥 驴Cu谩l es el precio de nuestros sue帽os?
Con el inicio, las piernas quer铆an m谩s, pero despu茅s de luchar contra su cabeza, los peores presagios se confirmaron y el Paseo de San Antonio dict贸 sentencia: Fue devorado por sus propios fantasmas.
El alma del joven y su objetivo se hundieron en la oscuridad.
驴Volver谩 la luz a encenderse el veintiocho?
# 458 Orlando Ernesto L贸pez Rodr铆guez
El despertar
Heysen hab铆a so帽ado toda su vida con la velocidad, el vuelo de las aves y el nadar de los peces le parec铆an fant谩sticos, para 茅l velocidad era libertad, as铆 so帽aba toda su vida, mientras en las ma帽anas, tomaba las muletas, para llegar a la silla de ruedas.
# 457 Yolanda Nava Migu茅lez
NUESTRA SANSIL
En casa somos una pi帽a. Lo compartimos todo. Tambi茅n en el ocio estamos unidos e intentamos apoyarnos, aunque nos cuesta seguir a mam谩 con los bolillos y su mar de enrevesados hilos. Alg煤n pedazo de cielo de cart贸n hemos quebrado intentando ayudar al t铆o con sus puzles y, el genio del abuelo ha mostrado todo su esplendor al desordenarle, intentando lo contrario, los sellos de su nutrida colecci贸n.
Pero hay un hobby al que todos nos entregamos con id茅ntico entusiasmo: la Sansil.
Este a帽o Guille estrena curiosidad y ensaya equilibrios con sus primeros pasos; Marina, reci茅n iniciada su adolescencia, avanza como por una pasarela, vestida de colores vivos y coqueter铆a, 谩vida de miradas que se posen en su cuerpo. Mis padres y mis t铆os est谩n pendientes de todos, marchan cargados de rutina y, a su lado, los abuelos, lo hacen con la calma de quien no persigue meta alguna.
# 456 LILIA GONZALEZ SANCHEZ
ULTIMA VUELTA
脷ltima vuelta
El cuerpo le pesa, pero el alma empuja.
鈥斅na vuelta m谩s!鈥攕e exige.
No corre por marca, sino por memoria. El aire helado de Salamanca corta y despierta. Las luces reflejan en los charcos, los ni帽os gritan su nombre, las campanas marcan el ritmo.
Le duele la rodilla, pero sigue. Corre por los que ya no est谩n, por los que a煤n sue帽an con llegar.
Recuerda su primera San Silvestre... Su risa joven, las piernas vivas, el mundo por delante.
Hoy, el pulso es sereno, la mirada firme.
鈥擭o corro para llegar 鈥攑iensa鈥, corro para seguir.
Cruza la meta entre aplausos. Cierra los ojos. Huele a invierno, a esfuerzo, a victoria. En cada respiraci贸n siente que ha vencido al a帽o, al cansancio, a la duda.
La vida tambi茅n es eso, correr cuando duele, sonre铆r cuando pesa, creer cuando nadie mira. Mientras haya meta, hay futuro.
# 455 Manuel Ulloa Cort茅s
San Silvestre y el abuelo de Salamanca
Sucedi贸 en Salamanca, el 煤ltimo d铆a de 2014. El aire ol铆a a fr铆o y mandarinas, las calles herv铆an de disfraces y sudor. En mitad de la carrera, un hombre de 76 a帽os, al que todos apodaban el abuelo del dorsal 243, se desplom贸 como una piedra, sin que nadie se percatara. Hasta que un corredor, delgado con mirada serena y manos de cardi贸logo se inclin贸 sobre 茅l.
Lo que pas贸 despu茅s s贸lo pudo ocurrir en la Salamantina. El m茅dico, mitad atleta, mitad papa Silvestre, le devolvi贸 el ritmo al coraz贸n, como la milagrosa cura de la lepra de Constantito. El viejo abri贸 los ojos, vio la luz de la Catedral, y dijo algo sobre sentirse como nuevo. Luego ambos terminaron la carrera, dentro de una ambulancia, riendo entre sirenas. Algunos juraron que, al pasar, se ve铆a una estela de corredores que los segu铆an.
# 454 EMMANUEL GUERRA MARTOS
脷LITMO KIL脫METRO
Aquel d铆a no corr铆 contra nadie.
Corr铆 contra m铆.
El asfalto ol铆a a lluvia y a miedo,
las piernas pesaban m谩s que los a帽os,
y el coraz贸n marcaba un ritmo
que ya no obedec铆a a la raz贸n.
En la acera, mi hijo me esperaba con un cartel torcido:
鈥淧ap谩, no pares鈥.
Lo vi y entend铆 que no se trataba de llegar el primero,
sino de no rendirse nunca.
Porque cada paso que damos,
aunque duela,
ense帽a a alguien m谩s a seguir.
Cruc茅 la meta con l谩grimas y fuego.
No gan茅 la carrera,
pero gan茅 mi promesa:
la de ser ejemplo, incluso cuando tiemblas.
# 453 Juan Francisco Fern谩ndez De Gea
Del gris a los colores
Hab铆a estado solo, sab铆a como es sentir el peso de un gris plomizo que te atora cada paso, conoc铆a perfectamente la sensaci贸n de no poder avanzar. A pesar de todo no me detuve y ahora una marea de colores me acompa帽a. Las respiraciones est谩n acompasadas, nuestro corazones laten al un铆sono, se escucha el pitido, comienza la carrera.
# 452 脕lvaro L贸pez Cabello
Perspectiva a medio palmo del suelo
Yo huyo de esa alima帽a insistente, pero 驴de qui茅n huyen todos estos? Tal gent铆o solo lo justificar铆a un peligro bien gordo. Cruzo la acera, me cuelo entre los pies de la gente y me uno a su carrera. Tampoco entiendo qu茅 hacen algunos animando desde los lados, como si con ellos no fuera la cosa. Ser谩 mejor que rece un padrenuestro rapidito por ellos. Sigo corriendo hasta llegar a una zona donde los mismos que hac铆an vibrar el pavimento se detienen entre v铆tores y m煤sica. 隆Estamos a salvo! Salto de alegr铆a... hasta que descubro al minino de antes, salivando, con sus ojos clavados en mi peque帽a y hermosa figura. Ha sido una huida triunfal y trepidante, pero la m铆a a煤n no ha terminado. Mis camaradas me abren paso. Qu茅 simp谩ticos. Ya pasar茅 luego por sus casas para agradec茅rselo. Y para que me aclaren, de paso, de qui茅n escap谩bamos.
# 451 Alejandro Mart铆nez Guzm谩n
PASO A PASO Y SIEMPRE AVANZANDO
鈥淧aso a paso y siempre avanzando鈥. Esas fueron las 煤ltimas palabras de mi abuelo antes de morir en 2013. Para ese entonces, me encontraba perdido en la vida; sin rumbo, sin prop贸sito. Creo que 茅l lo sab铆a y, en el fondo, yo tambi茅n.
Como si se tratara de una jugarreta del destino, unos meses despu茅s, me cruc茅 con el atletismo. Comenc茅 como cualquier novato: dolor, sudor y desaf铆o mental. Sin embargo, r谩pidamente comprend铆 que era lo m铆o. Fue as铆 como empec茅 a entrenar, a correr por mis sue帽os y cumplirme a m铆 mismo. Despu茅s de unos a帽os, lo convert铆 en una parte esencial de mi vida.
Hoy estoy en la l铆nea de partida. Salamanca nos recibe de brazos abiertos una vez m谩s. En mi cabeza me veo llegando a la meta; en mi coraz贸n retumba lo que me dijo mi abuelo aquella vez: 鈥淧aso a paso y siempre avanzando鈥.
# 450 Dami谩n Rotman Cleiman
Carrera para no perderse
Al principio pens茅 que los aplausos y los c谩nticos eran s贸lo eso, ruido alegre para espantar el fr铆o de diciembre. Pero pronto comprend铆 que hab铆a algo m谩s en esas voces. Corr铆amos y, por momentos, sent铆a que mi cuerpo quer铆a adelantarse, dejarme rezagada en ese hueco de la calle, marcharse solo hacia la meta. Entonces los gritos crec铆an, y yo volv铆a a m铆, ensamblada de nuevo, un golpe seco de vuelta a la forma. S茅 que nadie lo dir谩 en voz alta, pero en esta San Silvestre animan para que no nos perdamos, para sujetarnos, evitando que alguna alma distra铆da se despegue demasiado y se quede, sin mapa y sin carne, varada en una esquina cualquiera, esperando a alguien que ya no recuerda haber perdido.
# 449 Grisell Abreu Le贸n
"Castillo Fuerte"
CASTILLO FUERTE
Madu estaba resuelta a ganar la carrera de sansilvestre, La leyenda del papa Silvestre le hab铆a imbuido tal determinaci贸n y fuerza que, contra todo pron贸stico dado su extrema delgadez.
鈥擲an Silvestre, hermano, tu que en tu inquebrantable misericordia probablemente declaraste absuelto de sus pecados a ese gentil difunto d谩ndole la oportunidad incluso de alcanzar el cielo, te pido que hagas m铆o esos valores tuyos y pueda yo ser castillo fuerte de sost茅n a aquellos que han sido declarados incapacitados para alcanzar metas鈥.
De pronto vio a un joven de brazos y piernas torcidas y rostro afectado tambi茅n, formando tremendo alboroto alent谩ndole para que no desfalleciera; sin pensarlo dos veces se desvi贸, y asiendo la silla de ruedas con todas sus escasas fuerzas, llegaron juntos a la meta; ebrios de alegr铆a navide帽a y amor cristiano, lloraban de emoci贸n y gritaban:
鈥 隆Lo logramos! 隆Gracias San Silvestre! 隆Gracias oh Dios! 鈥
# 448 JOSE ANTONIO PABLOS LOPE
Luc铆a y Luis
No quiere ni puede acelerar el paso. Solo desea saborear cada zancada, cada latido. 脡l estar谩, quiz谩, doscientos metros por delante. O tal vez detr谩s. En alguna recta crey贸 distinguir su silueta. Al cruzar el arco de meta con los corredores en estampida, los recuerdos se agolpan. El a帽o anterior lo cruzaron juntos, de la mano, fundi茅ndose en un abrazo eterno.
Sabe que podr铆a ir m谩s r谩pido. Sabe que hoy no ser谩 su mejor marca. Sabe que ella estar谩 a doscientos metros, delante o detr谩s. En alguna recta crey贸 verla. No debe. La meta se aproxima, y con ella, el peso de lo vivido. El a帽o anterior la cruzaron juntos, fundidos en un abrazo eterno.
Hoy, tras diez kil贸metros, no le quedan fuerzas. Le pesan los recuerdos. Y esa orden judicial. Esa distancia que antes era s铆mbolo, ahora es ley. Corre, s铆. Pero arrastra la culpa.
# 447 Claudio Lier
Tan r谩pido como ayer
En 1602, Luis T茅llez gan贸 media docena de ducados por ceder temporalmente a uno de sus esclavos a una compa帽铆a teatral. El esclavo, tendr铆a doble cometido: 鈥減ondr谩 carteles de las comedias en postes desta ciudad cada d铆a a las oras ques vso y costumbre, m谩s ta帽er谩 el atambor para que benga la gente a ber las dichas comedias鈥. Su nombre es J枚ao y ve en el mandato la posibilidad para escapar. Pega un par de carteles, mira alrededor, y comienza a correr. Corre J枚ao, atraviesa el tiempo, que es la forma de ser libre. Corre. Sabe que al correr, el mensaje que deja en el aire es parecido al de los carteles: 鈥渜ue ubiese representaciones para que el pueblo se alegrase鈥. Corre J枚ao, tan r谩pido en ansias de libertad, que al abrir los ojos, se ve, corriendo, la San Silvestre Salmantina, tan libre como ayer.
# 446 MIGUEL ANGEL SANCHEZ CUELLO
Un amor de invierno
No puedo evitarlo, no puedo ni quiero contener la emoci贸n, no puedo dejarte y quiero jugar contigo a lo eterno, cuarenta y un a帽os no son nada. Una vez m谩s acudir茅 fiel a nuestra cita, otra ma帽ana en la que cada segundo viajar谩 por siempre en el tiempo, viviremos nuestro amor cada kil贸metro, en cada zancada, en cada choque con un ni帽o esperando que sea el relevo generacional necesario para continuar con la tradici贸n, y para que sigas viva. A la ma帽ana siguiente, cuando despierte, seguir茅 so帽ando contigo, sabiendo que ya queda un d铆a menos para volver a encontrarnos, siempre en esta ciudad, la tuya, la m铆a, la que tiene algo que te engancha, que te atrapa con su belleza ancestral, la misma que nos vio dar nuestros primeros pasos, y que sigue siendo testigo de este amor de un d铆a, ese que regresa el 煤ltimo domingo de cada a帽o.
# 444 Jes煤s Quintanilla Osorio
Pensamientos sobre la carrera.
Correr es m谩s que un arte. Sientes el fresco de la tarde te imaginas estar en un lugar en solitario sin nadie que te observe y te sientes envuelto en una paz interior. Quiz谩s los atletas del Olimpo lo sintieron. Debo entregarme con toda mi pasi贸n para lograr alcanzar la meta. Esta vez correr茅 con todas mis fuerzas.
# 443 Jose Lopez Perez
El 煤ltimo dorsal
El 煤ltimo dorsal
Cuando cruz贸 la meta, nadie aplaudi贸. Eran las nueve de la noche y la San Silvestre ya dorm铆a. Alfonso, setenta y ocho a帽os, avanz贸 solo bajo los faroles, con las rodillas pidiendo tregua. En el dorsal a煤n se le铆a el n煤mero 1024. Lo guardar铆a junto a las cartas de su esposa. Ella le hab铆a prometido esperarlo 鈥渁l final de la carrera鈥. Y 茅l cumpl铆a. Corri贸 por ella, por los a帽os de amor compartidos, por el silencio que queda cuando la respiraci贸n ajena desaparece.
Al llegar al arco levant贸 los brazos, torpes pero firmes. En su reloj, los segundos lat铆an con su coraz贸n. 鈥淟legu茅, amor鈥, murmur贸.
Entonces el viento movi贸 una cinta ca铆da del arco de meta. Son贸 como un aplauso leve, casi humano. Alfonso sonri贸. En su pecho, el coraz贸n segu铆a corriendo, sabiendo que algunas metas no se cruzan: se alcanzan con el alma y el coraz贸n.
# 442 Lierni Arrieta
La fuerza interior
La San Silvestre arranc贸 entre risas, gorros de Pap谩 Noel y el aire fr铆o que cortaba las mejillas. Entre miles de corredores iba Tom谩s, 72 a帽os, con el dorsal torcido y una sonrisa nerviosa. No destacaba, salvo para su nieta, que lo segu铆a desde la acera con un cartel hecho a mano: 鈥淧or mam谩鈥.
Al llegar a mitad de recorrido, Tom谩s se detuvo un instante, respir贸 profundo y mir贸 al cielo. Un joven le ofreci贸 agua; 茅l la rechaz贸 con un gesto amable. Sigui贸, paso a paso, hasta los 煤ltimos metros, cuando la voz del altavoz anunci贸:
鈥斅∶歭timo corredor en llegar a meta!
El p煤blico aplaudi贸 con fuerza. Tom谩s cruz贸 la l铆nea, levant贸 los brazos鈥 y se arrodill贸, exhausto. Silencio. En su mano, a煤n apretaba una foto de su hija. Su nieta, entre l谩grimas, susurr贸:
鈥擫o lograste, abuelo. Ganaste.
# 441 alberto bejarano
la meta
Tengo fr铆o en los pies, como cuando... Hoy no he comido bien. No sent铆a tanto fr铆o desde hace...me he inscrito por quinta vez en la marat贸n y no he podido llegar a la meta.
El a帽o pasado casi lo logro, pero cuando me despert茅, llevaba un buen rato inconsciente y cre铆 que estaba muerto. Pens茅 que no volver铆a a inscribirme, pero como pasa en los westerns, se aprende tarde a decir que no. El mar es como el western, uno siempre termina en la arena... 驴es que cada vez me es m谩s dif铆cil escucharme? 驴o es al contrario? cre铆a no tenerle miedo a la soledad y cre铆a huir m谩s bien del encierro en un solo Yo. Al correr y correr. Me rehusaba a ser (驴a hacer?) lo impensado, lo tantas veces aplazado: llegar a la meta
# 440 Mar铆a Alonso Dom铆nguez
A mi manera
No me lo puedo creer. Meses esperando, familia y amigos pendientes de este d铆a desde el a帽o pasado. Esto tiene que ser una pesadilla. No es que si me diera prisa llegar铆a, es que hace ya un rato que ha empezado.
Despu茅s de muchos minutos pensando se levant贸 de la cama y dej贸 el m贸vil, cuya alarma hab铆a apagado varias veces despu茅s de una noche en vela por los nervios. Se visti贸 y sali贸 de casa en direcci贸n a su camino salmantino favorito. El mismo de su entrenamiento de los 煤ltimos 364 d铆as. Comenz贸 a correr. A pesar de estar concentrado, enfadado, triste y frustrado, sigui贸 avanzando y pudo disfrutar de las flores de invierno, del aroma de fr铆o y campo, de los arbustos salvajes a su paso. Y pens贸 que a su manera鈥 esto tambi茅n era Silvestre.
# 439 Alberto Benito Fern谩ndez
Un recurso infalible
Soy natural de Ciudad Rodrigo, y es la cuarta vez que me inscribo en la San Silvestre salmantina, aunque en ninguna de las anteriores ocasiones logr茅 terminarla.
Pero este a帽o ser谩 diferente: estoy plenamente convencido de hacer una buena marca, gracias al arma secreta que llevo cosida al dorsal.
Los primeros kil贸metros los he iniciado a buen ritmo, aunque empiezo a acusar los primeros s铆ntomas de fatiga al cruzar el Puente Romano. S茅 que nos espera un 煤ltimo tramo rompepiernas, as铆 que ha llegado el momento de utilizar mi arma. Echo mano al dorsal, desenvolviendo con cuidado el paquetito que la contiene. Al ingerirla, mis piernas cobran una energ铆a inusitada, y comienzo a adelantar corredores por San Pablo, Plaza Mayor, Zamora, Mirat y Canalejas.
Para mi sorpresa, y la de todos, cruzo primero la meta. Mis paisanos mirobrigenses, emocionados, aplauden exultantes tras presenciar un nuevo milagro de nuestro incomparable farinato.
# 438 Elena Bethencourt Rodr铆guez
Fuga blanca
El incienso flota en la iglesia, pesado como la duda que lleva en el pecho. El novio la mira embelesado desde el altar. El sacerdote abre el libro. Ella oye sus palabras: promesas, deberes, eternidades鈥 Sus padres est谩n felices, la ni帽a va a sentar la cabeza, por fin, con el mejor partido que le han podido encontrar.
Cuando tiene que dar el 鈥渟铆 quiero鈥, se recoge el vestido y corre por el pasillo hacia la puerta. De repente, se encuentra corriendo en la San Silvestre Salmantina que avanza como un r铆o de colores.
El tul del velo se le enreda en las piernas. Adelanta a decenas de corredores. Alguien le grita: 鈥溌amos, novia!鈥. Ella r铆e, casi sin aliento. En cada zancada deja caer un pedazo de miedo, de obediencia, el ramo, los tacones鈥 Y ligera se deja llevar.
Cuando cruza la meta, grita: S铆, quiero鈥
Y luego a帽ade: mi libertad.
# 437 Miguel 脕ngel Cejudo L贸pez
LA MEDIA MARATON DE SALAMANCA
Seg煤n el indicador, quedaban solo 11 kil贸metros para llegar al Paseo de San Antonio cuando el coche sufri贸 un pinchazo. Pap谩 lanz贸 un exabrupto y aparc贸 en la cuneta. 隆No llegar铆amos a tiempo a la San Silvestre!
Dejamos a pap谩 esperando a la gr煤a. Mi hermano y yo, con nuestra equipaci贸n y dorsales, salimos corriendo hacia la l铆nea de salida. Quedamos en vernos en la meta, si es que lleg谩bamos鈥
Alcanzamos Salamanca, pero a煤n deb铆amos acudir al punto de partida y completar la carrera. Al llegar al Paseo de San Antonio, lleno de p煤blico, escuchamos la se帽al de salida. 隆Ya est谩bamos muy cansados!
Al final, exhaustos y orgullosos, conseguimos terminar la San Silvestre Salmantina. All铆 vimos a nuestro padre, contento, pues hab铆a conseguido que arreglaran el pinchazo.
De vuelta a casa, entre risas y dolores, mi hermano y yo decidimos proponer a la organizaci贸n una media marat贸n salmantina.
# 436 MAR脥A DE LA O MARTINEZ MORALES
CONCENTRACI脫N PREVIA
Balanceo de brazos, tres saltitos y un sprint sobre el sitio. Flexi贸n de cuello a derecha e izquierda, tres saltos m谩s y me detengo. De nuevo sacudo los brazos, una inhalaci贸n profunda y exhalo lento, calmando la mente. A mi alrededor, cientos de corredores realizan su propio ritual.
鈥擡ste a帽o superamos el r茅cord de afluencia 鈥攐igo decir tras la cinta.
Los nervios a flor de piel. Diez, nueve, ocho鈥, pistoletazo de salida y una marea humana inunda el recorrido. Comienzo despacio, ahorrando fuerzas para los 煤ltimos metros.Torso erguido, aumento de la frecuencia de zancada y respiraci贸n diafragm谩tica.
鈥擡sta vez me alzar茅 con la victoria 鈥攑ienso, confiado, al tiempo que giro y en un 煤ltimo esfuerzo, forcejeo con dos contrincantes, me abro paso, acelero y alcanzo mi objetivo. Elevo entusiasmado mi trofeo: el 煤ltimo modelo de zapatillas deportivas, que, a precio de ganga, estrenar茅 en la pr贸xima San Silvestre Salmantina.
# 435 Pedro Francisco Mu帽oz
Obsesi贸n.
Su respiraci贸n se aceleraba a cada paso. Mir贸 compulsivamente su puls贸metro de mu帽eca observando que marcaba m谩s de ciento cincuenta pulsaciones. Su coraz贸n pod铆a reventar a ese ritmo en un rato. Pero no pod铆a parar, ahora no. Solo estaba a tres calles del final de su recorrido. Ni tan siquiera los sem谩foros cerrados pod铆an obligarle a parar. Se adentraba entre los coches atascados cambiando los peatones lentos y torpes por veh铆culos cuyos conductores se observaban estupefactos como si un loco hubiera cruzado ante ellos.
Dos calles m谩s, tan solo dos. Subi贸 el volumen de la m煤sica y apret贸 los dientes. Volvi贸 a mirar sus pulsaciones. Casi ciento sesenta. Sent铆a el coraz贸n latiendo casi en la campanilla, ahogando su respiraci贸n.
El 煤ltimo tramo iba a ser el peor. El sem谩foro de esa plaza era un nudo en la garganta de Salamanca siempre.
Solo ten铆a que dar un 煤ltimo aceler贸n y llegar铆a.
# 434 Alice Rachel Manjarrez Rosado
LA ESTELA DE DANIEL
Sus fuertes piernas perfila a ganar la carrera de los dioses, haciendo un gran 煤ltimo esfuerzo con la persona m谩s veloz de la tierra, Daniel con el coraz贸n en la garganta, llenando sus pulmones de esperanza, en un suspiro agrup贸 toda su experiencia en cada ajustes del campo de la carrera, su mente llena de valent铆a y por honor a su madre dej贸 una estela brillante llegando a la gloria eterna de San silvestre.
Viendo sus compa帽eros exhaustos, en ese momento abraz贸 a todos de felicidad, viendo a su madre en la meta grit贸: 隆 Esto es por t铆 y para t铆 madre!
# 433 Irene L贸pez Cortijo
隆Mira, el verraco!
芦隆Vamos, aguanta! Ya se atisba el verraco, mira c贸mo el sol le acaricia el lomo鈥 Enseguida estaremos cruzando el puente romano禄, jadeaba Alfonso. Era la primera vez que corr铆a junto a su hija Julia, que este a帽o participaba en la categor铆a sub-18 y por fin se enfrentaba al recorrido completo. Su padre, para animarla, hab铆a aminorado el ritmo. 芦隆Venga, pap谩, que te estoy alcanzando!禄, le grita Julia, emocionada. Este a帽o el cielo est谩 despejado y la luz se recuesta sobre los edificios hist贸ricos de la ciudad dorada, que insiste en hacer justicia a su sobrenombre. Todav铆a quedan muchos metros para llegar a la meta, pero padre e hija ya se miran c贸mplices, pues saben que no ser谩 su marca de tiempo la que certifique que han ganado.
# 432 Patricia Garc铆a Guerrero
Ya van cuatro
El sudor cae por mi frente, provocando un escalofr铆o que recorre todo mi cuerpo. Unas mallas cortas, camiseta transpirable, sujetador deportivo y mis viejas zapatillas como humilde atuendo. Las piernas comienzan a temblar, no s茅 si por fr铆o o cansancio, pero los 鈥溌amos!鈥, 鈥溌煤 puedes!鈥, 鈥溌a est谩 aqu铆 la meta!鈥 tienen su efecto. Llego al Paseo de San Antonio y consigo terminar la San Silvestre Salmantina. No es mi mejor tiempo, pero acabo, y sonr铆o. Ya van cuatro. Mis piernas han dejado de temblar; de hecho, han dejado de moverse; sin embargo, mi mente contin煤a recorriendo la Plaza de Espa帽a, la hipn贸tica Plaza Mayor, el majestuoso Puente Romano. Me quedo quieta, muy quieta. El sudor permanece y el escalofr铆o no se va. Una alarma suena de fondo. Pi, pi, pi. Abro los ojos. Otra vez el mismo sue帽o. Mis piernas siguen sin poder moverse. Nunca habr谩 una cuarta.
# 431 Javier Rodr铆guez Rodr铆guez
LOGOTIPO
Ni en medio del mayor esfuerzo puedo dejar de pensar en lo que m谩s me gusta del mundo: el marketing y la publicidad. La segunda cosa que m谩s me gusta es precisamente lo que estoy haciendo ahora, correr, pero, por lo visto, 鈥攑orque no es, ni mucho menos, la primera vez que me pasa鈥, una cosa no quita la otra.
Cuando encaro la avenida de Mirat, me viene a la mente, como un flechazo, la idea: Ya est谩, una triple ese: San Silvestre Salmantina SSS. Y el logotipo, esas tres eses haciendo una especie de cadeneta鈥
S铆, una cadeneta simulando la hilaz贸n que nos une a todos los que, a帽o tras a帽o, nos reunimos aqu铆鈥
# 430 SALVADOR VAQUERO MONTESINO
SUBASTA ENVENENADA
Desde el momento en que me at茅 los cordones supe que aquellas zapatillas ten铆an vida propia. Al colocarme en la salida ya buscaban posicionarse entre los primeros y luego, cuando indicaron el inicio de la San Silvestre Salmantina, marcaron un ritmo que estaba fuera de mis posibilidades. Cuando me puse en cabeza pens茅, como la mayor铆a de los corredores que me acompa帽aban, que me desinflar铆a en poco tiempo, pero aquel calzado estaba hambriento de 茅pica y gloria y, lejos de aflojar, mantuvo aquel ritmo como si mi coraz贸n fuera capaz de soportarlo. Al ver la l铆nea de meta intu铆 lo que ocurrir铆a. Luego, nada m谩s atravesarla, me sobrevino el inevitable ataque card铆aco.
Mientras viajaba en la ambulancia maldije el d铆a que puj茅 por las zapatillas de aquel legendario maratoniano y me jur茅 que la pr贸xima vez lo har铆a por un cuadro, como todo el mundo.
# 429 脕ngeles Pola M茅ndez
TRIUNFO COMPARTIDO
Siento, aunque solo sobre mi cara, el calor lento del sol de invierno; miro mis coloridas deportivas nuevas rematando, como un pomp贸n al final de un delgado cord贸n, mis piernas enfundadas en unos leggings t茅rmicos.鈥淗agamos de esto algo especial鈥 fue su frase la ma帽ana de navidad cuando abri贸 su regalo para mi. Estoy nervioso y s茅 que ella lo est谩 aun m谩s. Sus manos empujando mi silla se convierten una vez m谩s en el cord贸n umbilical con el que ya me dio vida una vez. Cierro los ojos, sonr铆o, respiro鈥, poco m谩s puedo hacer; nos movemos, pronto nos quedamos rezagados en esta marea de colores, pero mucha gente a lo largo del recorrido nos anima, nos empuja con su energ铆a compartida. Yo no necesito llegar a la meta, me vale con estar aqu铆, con ella; pero llegaremos, lo haremos juntos. Ser谩 su merecidisimo triunfo.
# 428 Luis Fabregat Alda
All铆 hace fr铆o
All铆 hace fr铆o. Me han preparado durante meses, desde que anunci茅 el viaje. 鈥擜 ver si encuentras la rana y te sacas la carrera de una vez鈥 me han dicho. No entiendo qu茅 quieren decir. Soy de muy lejos y he preparado el viaje a ciegas, como suelo hacer.
Aqu铆 estoy, iluminado por un majestuoso dorado que va despuntando a medida que pasan las horas. Paseando por un puente que me separa 鈥攐 me conecta鈥 con mi casa, muy lejos de aqu铆.
Aunque, lo m谩s impresionante fue el traqueteo de la piedra, el vaho azulado y energ茅tico y miles de corazones agitados. Me sorprendi贸 una carrera que parec铆a milenaria; que disfrut茅, que correr茅 y que, estoy seguro, abrir谩 paso a un gran a帽o. Encontr茅 la rana.
# 427 Margarita Barbado Fern谩ndez
Ella
La conoc铆 en La San Silvestre, yo corr铆a y ella volaba, dos minutos despu茅s hab铆a desaparecido. Desde entonces he participado en todas las ediciones, pero nunca he conseguido alcanzarla. Hasta esta, que la tengo a cincuenta metros. Mis piernas no son las que fueron pero he aprendido a dosificar la fuerza y aplicarla en el momento adecuado. Tiro de brazos. Subo la zancada. Ella apenas ha cambiado, contin煤a flotando, como si a sus pies les fastidiara tocar el suelo. No lleva dorsal, tampoco zapatillas, pero eso, qu茅 importa, dentro de poco estaremos a la distancia de un beso. Fuerzo la maquina. Un rel谩mpago atraviesa mi pierna, acabo de desgarrarme los isquiotibiales a veinte metros del final, corriendo en solitario. Mientras renqueo hacia la meta entre aplausos, por primera vez en cuarenta a帽os, soy consciente de que ella solo ha existido para que yo ganase alg煤n d铆a esta carrera.
# 426 Maria Isabel Rojas Llanque
El vuelo de Amaia
No ten铆a ganas de salir a ning煤n lado. La p茅rdida reciente la hab铆a subido en una profunda depresi贸n.
-Hola, Amaia-Dijo su mejor amiga al llamarla una tarde-Quiero que salgamos a comer el s谩bado.
-No tengo ganas.
-Tu madre quisiera verte m谩s animada.
-Me lo voy a pensar-Respondi贸 con voz apagada.
El s谩bado, Finalmente, fueron a cenar a un restaurante cercano a su piso. Ana,siempre sonriente y decidida, le tendi贸 un anuncio que Amaia mir贸 con curiosidad.
-驴Qu茅 es esto?-Pregunt贸.
-El San Silvestre Salmantina Respondi贸 su amiga con entusiasmo.
Amaia se qued贸 inm贸vil unos segundos.
-No he corrido en mucho tiempo,despu茅s del accidente,ya sabes.
-Precisamente por eso-Dijo Ana,tom谩ndola de la mano-Es tu oportunidad de volver al ruedo.El atletismo siempre fue tu pasi贸n.
Amaia en mucho tiempo, sinti贸 una peque帽a chispa de esperanza.
Tuvo una participaci贸n espl茅ndida pese a no haber alcanzado los primeros lugares.
# 425 Jennifer Garc铆a Do Nascimiento
La cuesta del puente
La cuesta del puente
Cada veintiocho nos reunimos y convertimos las calles en un recorrido que convierte el fr铆o en compa帽铆a. Lo llamamos carrera, pero ninguno de nosotros est谩 compitiendo. Algunos corremos por costumbre y para otros es la primera vez. Sin embargo, el pistoletazo no marca la salida, sino el instante en el que corremos detr谩s de todo lo que dejamos pendiente.
Corremos para arrancar sonrisas, para que sean ellas las que marquen el paso. Corremos para encontrar compa帽铆a. Corremos por alguien que ya no est谩, cumpliendo la promesa que dejaron a medias, mientras su ausencia tambi茅n corre con nosotros. Corremos para ver amabilidad al otro lado del espejo. Incluso corremos para llenar la cartera. Y, entre tanto movimiento, a veces nos desviamos, tomamos el camino equivocado, corriendo tambi茅n para encontrarnos.
A帽o tras a帽o, diciembre nos deja volver al punto de partida e intentarlo una vez m谩s.
# 424 Maite Berrueta Santos
Sin v茅rtigo
Cost贸 convencerlos. Una tradici贸n no pod铆a cambiarse as铆 como as铆. 脡l insisti贸. La previsi贸n meteorol贸gica para el treinta y uno de octubre no era buena y las agendas de las autoridades estaban saturadas. Al final accedieron: la ascensi贸n a la Catedral Nueva ser铆a el 煤ltimo domingo de diciembre.
Lleg贸 el d铆a. Alcanz贸 la campana Mar铆a de la O tan emocionado como anta帽o cuando sub铆a hasta la bola de la veleta. Desde las alturas esperaba contemplar una marea multicolor. Escuchaba el rumor de los gritos de 谩nimo, pero los tejados y la piedra de Villamayor ocultaban a los corredores. 芦Si la R煤a Mayor fuera parte del recorrido de la San Silvestre...禄, pens贸, y sigui贸 oteando en direcci贸n al diminuto Puente Romano. All铆 estaban, como un ej茅rcito de coloridas hormigas. Ahora s铆. El Mariquelo toc贸 la gaita y el tamboril y cant贸 la charrada. Acci贸n de gracias por la vida.
# 422 Magda Lillal铆 Rend贸n Garc铆a
No importa y si
Percibo el aire en mi rostro, siento la tensi贸n en las extremidades que por momentos me gritan 隆vamos! y a ratos dicen 隆ya basta!, pero en cuanto bajo la velocidad retorna la emoci贸n y el impulso 隆si se puede!
Por ti, por m铆, por todos, por nadie. Volar segundos. Aterrizar en minutos. Vivencia al tiempo fugaz y eterno.
Soy una pieza m谩s, una parte clave. Una parte de todo y en conjunto me construyo con ustedes.
La emoci贸n me invade, me eleva, me tira y me levanta.
Esto es vida, la vida, la esperanza de llegar, la ilusi贸n de correr. La soledad del ser y la multitud por llegar.
No importa si voy solo o con un bast贸n, en silla de ruedas o con mi padre de motor para cumplir mi sue帽o de participar. Puedo ser peque帽o o de la tercera edad mi presencia en la San Silvestre Salmantina esta.
# 421 Manuel Pe帽alver Granadillo
El Estandarte de la Zancada
El est谩ndarte de la zancada.
Yo estuve all铆, hace unos a帽os visitando vuestra tierra. Y vi la verdad: la San Silvestre no es solo una carrera, es la c谩tedra de dignidad y honor que una naci贸n ofrece al mundo. Es la bendita manifestaci贸n de un pueblo que se sabe libre.
Hoy, el suelo de mi carrera es mi Venezuela. Mi carrera es urgente, se corre por la soberan铆a y por el derecho a decidir. En mi pecho llevo dos n煤meros: el 28 de los a帽os que he vivido, y el 8 millones de mis hermanos obligados a correr lejos de casa.
A miles de kil贸metros, cada aplauso vuestro es un motor. Me inspiro en vuestra fiesta para conquistar la luz. Mi 煤nica meta es que mi esfuerzo sea tan limpio y firme como la piedra de vuestros arcos. Escribo para que sepan que el coraz贸n que anhela la libertad corre al ritmo de vuestro orgullo.
# 420 Eider Badiola Gomez
Yo no corro
Nunca he corrido. O s铆, pero siempre con la verg眉enza pis谩ndome los talones. Me incomoda c贸mo se mueve mi cuerpo, c贸mo el aire me abandona a mitad del intento. Sin embargo, cada diciembre me acerco a verles: los que corren sin miedo, con el coraz贸n en llamas y las mejillas encendidas por el fr铆o. Desde la acera los miro pasar y siento que algo en m铆 tambi茅n se pone en marcha. Hay belleza en quien corre sin esconderse, en quien no teme al temblor ni al juicio. Quiz谩 correr sea eso: reclamar tu lugar en el aire, desafiar el pudor del cuerpo y dejar que la vida te mire. Yo no corro, pero cada San Silvestre, cuando ellos cruzan la meta, siento que una parte de m铆 tambi茅n ha llegado.
# 419 Jorge Yasky del Canto
Regreso
Miraba correr el r铆o y, en rigor, no es que corra; las aguas que vienen detr谩s empujan a las de adelante en tumultuoso apuro por llegar, sin considerar poder regresar. Me produjo cierta analog铆a con aquella Marat贸n que corr铆 para probarme a m铆 mismo si era capaz de lanzarme a una distancia como esa. Entrenando duro por un sendero agreste, conoc铆 a otro corredor de tez oscura, evidentemente de origen afro. Cost贸 mucho entendernos; m谩s por se帽as y gestos que por magisterio, logramos alg煤n di谩logo. Su objetivo era completar la carrera, para volver a su pueblo con el orgullo de ostentar ante su gente haber participado. S贸lo eso representaba alcanzar el 茅xito. Y ten铆a raz贸n. No se trata s贸lo de vencer. Durante la competici贸n, lo perd铆 entre la multitud que como las aguas del r铆o buscaba la meta en tumultuoso apuro. Pero aquel joven s铆 so帽aba regresar...
# 417 CONCEPCI脫N PE脩A C脕RDENAS
BONDAD
Desde peque帽o recuerdo ver correr por las calles de Salamanca, en la San
Silvestre Salmantina a cientos de personas, alegres, con un prop贸sito en su interior que les impulsa a ese beneficio enorme que es el deporte.
Acercarse a multitud de personas, todas, respirando al un铆sono; parecen tener un solo coraz贸n; la persona que va a tu lado, tal vez, no te conozca
Pero, en ese momento sonr铆e al verte a su lado, a algunos sus fuerzas les abandonan y otros les ayudan a llegar a meta, sin importarles el lugar que ocupen en ella, se les olvida su egolatr铆a. S贸lo desean auxiliar al compa帽ero que los necesita, descubro la nobleza en su m谩s amplia palabra.
El ser humano a pesar de todo, no ha perdido su BONDAD.
# 416 Luis Mar铆a Planas Cebri谩n
鈥淭rotar, correr, progresar鈥
Don Sabino, profesor, poeta, so帽ador, decidi贸 inscribirse aquel a帽o en la San Silvestre. No por deporte, ni por salud, ni siquiera por moda. Por met谩fora.
鈥淐orrer es huir y buscar, queridos alumnos. Es vivir, es avanzar, en definitiva, progresar鈥.
El 28 de diciembre, se calz贸 sus zapatillas, se mezcl贸 entre runners y aficionados, entre noveles y veteranos, entre principiantes y veteranos.
Son贸 un disparo.
Don Sabino resopl贸, arranc贸, trot贸 y sobre todo jade贸.
Sujeto, verbo, predicado.
Cada zancada, una s铆laba, cada curva, una coma, cada recta, un punto y seguido.
Por San Antonio recit贸 a Machado; por G贸mez Ulla rim贸 con Quevedo; por el Paseo del Rollo jug贸 con las palabras como Cort谩zar.
Cruz贸 la meta, derrengado, exhausto, l谩nguido, pero tambi茅n emocionado, euf贸rico, encantado.
隆Hab铆a conjugado el verbo correr en todos sus tiempos!
# 415 JOS脡 DAVID SOL脥S NOGUERA
Mis piernas lo saben
El fr铆o me acaricia la cara y el cuerpo empieza a encenderse. Los primeros metros los corro con cautela, midiendo la respiraci贸n y buscando el ritmo. Mis piernas mandan. Parecen tener memoria: recuerdan cada madrugada de entrenamiento, cada d铆a en que me costaba salir, cada zancada bajo la lluvia o el sol. El asfalto pasa bajo mis pies y mi mente se vac铆a. Solo quedan ellas, fuertes, tercas, empujando incluso cuando el coraz贸n late con furia y el aire se vuelve escaso. En la cuesta siento que pesan una tonelada, pero no aflojo. S茅 que ah铆 est谩 la diferencia: en no detenerme. La gente anima, y ese aliento se mezcla con mi esfuerzo. La meta se acerca. No busco una marca, busco esa sensaci贸n que solo aparece al final: el cuerpo agotado, el alma encendida. Mis piernas lo saben. Son ellas las que siempre me llevan un paso m谩s all谩.
# 414 Rosny Omar Alberto Escobar Mart铆nez
El Eco del Desv铆o
El fr铆o de Salamanca muerde, pero mi bufanda roja es un amuleto contra el miedo. No corro por metal, sino para adelantar la fecha. Cada zancada en el empedrado es un a帽o que le gano a la ausencia, a la deuda que la vida cobr贸. En el kil贸metro final, el cron贸metro ya no marca segundos; marca recuerdos. Escucho la risa de mi hija sobre el aliento ronco de la multitud. La San Silvestre no es una carrera de diez mil metros, es una m谩quina del tiempo que me permite, por un instante, volver a coincidir con quien ya no est谩. Cruzo la meta. No gan茅 el premio, pero he renovado mi ritual. He ganado un a帽o m谩s de su eco en mi alma.
# 413 Jorge Plaza P茅rez
Volver a nacer
隆Bang! Los ojos se dilatan. La pulsaci贸n crece. Empezamos a correr. 隆Ahora! Mostrar茅 el monstruo naciendo en m铆. Miro a mi rival. Su rostro enfocado y serio. 驴Pero c贸mo podr茅 ganar? Mis pies chocan entre ellos. Caigo al suelo. 隆Joder! Me levanto. 隆Tengo que seguir el ritmo!
Todos est谩n delante. El calor devora mis m煤sculos. No quiero perder. Me niego a parar.
Alcanzo la cola de la carrera. Paso a uno, dos y tres. Mi oponente me sonr铆e. Corremos paralelos. Nuestras espaldas chocan. A metros la meta. 隆Casi puedo tomar mi victoria!
Sin embargo, la gloria est谩 lejana. Mis ojos se llenan de persistencia. Cada uno de sus movimientos crea un abismo de diferencia.
驴隆Todo lo entrenado se desperdiciar谩 ahora!? Doy zancadas. Cada c茅lula grita sofocada.
Alzo los brazos. Las pupilas de todos vibran. Atravieso primero la cinta. Locura y j煤bilo en el p煤blico.
鈥斅ste es mi renacimiento!
# 412 Gabriel Garcia Losada
Rara Sensaci贸n.
Una rara sensaci贸n en la punta del pie, me dice que algo no va bien. Surge el dilema, parar e indagar en el fondo de la zapatilla, o seguir adelante. El tiempo apremia, y no encuentro el modo de vuelta atr谩s, y arrastrado por una marea humana, avanzo entre edificios renacentistas y comienzo a sentir que un objeto ajeno, navega de poliz贸n entre alg煤n pliegue del calcet铆n.
Diez mil metros m谩s adelante, con la l铆nea de meta a mis espaldas, me encuentro tumbado y con un deseo curioso de descubrir al poliz贸n. Me desprendo de la zapatilla y agito sin demora el calcet铆n, liberando una pajarita arrugada de papel que se desliza al pavimento. Inscrito en lat铆n, con unamuniana caligraf铆a, puedo leer: 鈥淧er ardua ad Astra鈥.
# 411 Sandra D铆az Cuesta
Correr para olvidar
Andrew lleva toda la vida corriendo para olvidar el da帽o que le hizo su padre, pero este a帽o se va a dar cuenta de que no puede vivir con ese pensamiento
# 410 Cristian Peralta Ulloa
El carnaval de las 谩nimas
Es sumamente interesante saber cu谩les son las principales fuentes de motivaci贸n para los atletas, sobre todo aquellos que han aprendido a cultivar la resiliencia tras experimentar la derrota, o un sinf铆n de obst谩culos. Muchas historias emotivas pueden cruzar la mente de algunos al leer esto. Las l谩grimas de j煤bilo y el sudor del esfuerzo van de la mano. Sin embargo, si se me permite, hablar茅 de un tipo de motivaci贸n m谩s 鈥渆pic煤rea鈥: la alegr铆a ext谩tica. Para algunos es fruto de la locura, pero un amigo atleta me dijo que, al correr, divis贸 entre el p煤blico una mir铆ada de 谩nimas 鈥 algunos de ellos eran seres queridos que partieron al otro mundo 鈥 danzando al son jovial de la m煤sica calipso y otros al son de un elegante vals. Mi amigo, en plena comuni贸n con los muertos, gan贸 la carrera, ya que para 茅l esta era igual que la vida: un carnaval.
# 406 Fernando Ramos Ruiz
San Silvestre Salmantina
Una vez hab铆a un hombre con barba negra y alegre, hasta que un d铆a le lleg贸 una carta a su puerta. De repente se le cambi贸 la cara al ver que pon铆a,"si ves esto no preguntes y ve al hospital, t煤 madre se ha ca铆do por las escaleras" ella necesitaba mucho dinero. 脡l estaba tan desesperado que empez贸 a buscar por internet cosas con recompensas hasta que encontr贸 la carrera "San Silvestre Salmantina" y se inscribi贸. Lleg贸 el d铆a de la carrera, 茅l no sab铆a que iban a ir atletas profesionales e iban a correr en serio. 脡l empez贸 la carrera 茅l 煤ltimo y duraba 4 horas en total, pero llevaba una hora y ya no aguantaba m谩s pero de repente los atletas profesionales se fueron quedando atr谩s pero 茅l le pregunt贸 que porqu茅 estaban haciendo, no le dijeron nada, lo empujaron y gan贸.
# 405 Rodrigo Varas Gonz谩lez
Luces propias
Los flashes, las c谩maras, micr贸fonos y periodistas, le cortaron el paso apenas cruz贸 la meta. No pod铆a respirar. Sus pulmones se comprim铆an con dolor, y sus manos aguantaban el peso de toda su humanidad, clavadas en las rodillas. La vista se le torn贸 nublada, y cerr贸 los ojos. Record贸. Los esfuerzos, las carreras fracasadas y las caminatas de piernas temblorosas, record贸. Y las palabras alrededor se le hicieron claras. Con la palma sobre el pecho, se irgui贸 en una respiraci贸n profunda. Abri贸 los ojos, s贸lo como confirmaci贸n.
Levant贸 los brazos y sonri贸.
Los flashes, las c谩maras, micr贸fonos y periodistas, se giraron un solo momento a verle, agradecidos. Y regresaron su atenci贸n al oro. Pero agradecidos, porque su llegada era el fin de la espera y de la carrera. Nadie llega jam谩s despu茅s del 煤ltimo.
# 404 脕NGEL RUBIO MERINO
Recuerdos de mi ciudad.
No hay nada como esa mezcla de sudor, festividad y spray antidolores. Los nervios se convierten en ilusi贸n en la salida de una nueva edici贸n de la San Silvestre Salmantina.
Pero, como ten铆a previsto, mi compa帽ero aparece antes del primer kil贸metro. El perverso dolor de rodilla me saluda como en los 煤ltimos entrenamientos. 驴Abandonar? Nunca. Aunque s茅 que no conseguir茅 mi marca habitual, disfrutar茅 de la carrera y llegar茅 a la meta. Me deleito con el Paseo Canalejas, la Puerta de Zamora o el Puente Romano. Saborear茅 mi preciosa ciudad y, en cada zancada, recordar茅 eventos vividos en ella: los paseos de ni帽o junto a mi abuelo, mis primeros besos furtivos o las travesuras junto a mis amigos.
Cuando regreso de mis pensamientos, estoy cerca de la Plaza de Cuatro Caminos. Se huele el final y me emociono por toda esta mezcla de sensaciones que he vuelto a revivir.
# 403 Alvaro Sola Perez
T铆tulo: La 煤ltima curva
Cada 31 de diciembre, Javier se calzaba las zapatillas con el mismo ritual: silencio, respiraci贸n profunda y una mirada al cielo. No corr铆a por marcas, ni por medallas. Corr铆a por memoria.
La San Silvestre Salmantina era m谩s que una carrera. Era el cierre de un ciclo, el homenaje a su padre, que le ense帽贸 que correr no era escapar, sino avanzar.
Las calles de Salamanca se llenaban de risas, disfraces y esfuerzo compartido. En cada curva, Javier sent铆a el aliento de cientos de historias. Personas que corr铆an por salud, por amistad, por superaci贸n.
Al llegar a la 煤ltima recta, el fr铆o desaparec铆a. Solo quedaba el calor de la meta, el abrazo de los que esperan, el orgullo de haberlo hecho un a帽o m谩s.
Porque en esta carrera, no gana quien llega primero, sino quien corre con el coraz贸n.
# 401 Jos茅 Agust铆n Blanco Redondo
Ma帽ana
Llevas entrenando unos cuatro meses. Y aunque es tu primera incursi贸n en este mundo de esfuerzo, resistencia y solidaridad, ya no podr铆as dejarlo. En el colegio nunca destacaste en Educaci贸n F铆sica, solo te interesaba la literatura, s铆, eres un lector compulsivo de poemas de Lorca, Cernuda y Aleixandre.
Esta tarde volver谩s a entrenar. Mallas negras, una camiseta, un chubasquero y unas zapatillas con gel insertado en las suelas. Sales al jard铆n con una sonrisa in茅dita en el rostro. Tus compa帽eros te miran con envidia, algunos querr铆an tambi茅n participar, pero no se han preparado como t煤. Ser谩n solo espectadores que te felicitar谩n cuando llegues a la meta.
Tu novia Marta te besa en la mejilla mientras la abrazas. Esta noche cenar茅is juntos en esta residencia de ancianos donde habitas. Debes acostarte temprano y dormir al menos ocho horas. La carrera es ma帽ana, s茅 que no lo olvidar谩s.
# 400 Antonia Rando Palomino
Eco, eco, eco...
Apago la alarma y ese eco ya retumba en mi cabeza. Desayuno fuerte y me pongo las zapatillas. Salgo a la calle y ah铆 sigue el eco. Empiezo a caminar, le hablo a mi mente, le digo que conf铆e. Doblo la esquina y el eco me sigue acompa帽ando como si de mi propia sombra se tratase. Me cruzo con los primeros corredores y compartimos algo en com煤n: cara de ilusi贸n mezclada con concentraci贸n. Llego a la l铆nea de salida鈥 3,2,1 acci贸n.
# 396 Jos茅 Agust铆n Blanco Redondo
Ma帽ana
Llevas entrenando unos cuatro meses. Y aunque es tu primera incursi贸n en este mundo de esfuerzo, resistencia y solidaridad, ya no podr铆as dejarlo. En el colegio nunca destacaste en Educaci贸n F铆sica, solo te interesaba la literatura, s铆, eres un lector compulsivo de poemas de Lorca, Cernuda y Aleixandre.
Esta tarde volver谩s a entrenar. Mallas negras, una camiseta, un chubasquero y unas zapatillas con gel insertado en las suelas. Sales al jard铆n con una sonrisa in茅dita en el rostro. Tus compa帽eros te miran con envidia, algunos querr铆an tambi茅n participar, pero no se han preparado como t煤. Ser谩n solo espectadores que te felicitar谩n cuando llegues a la meta.
Tu novia Marta te besa en la mejilla mientras la abrazas. Esta noche cenar茅is juntos en esta residencia de ancianos donde habitas. Debes acostarte temprano y dormir al menos ocho horas. La carrera es ma帽ana, s茅 que no lo olvidar谩s.
# 395 Pablo Daniel Rodriguez Sarraill茅
L铆nea de Salida
La barra es mi l铆nea de salida. Lleva si茅ndolo veinticuatro a帽os.
Empiezo con los caf茅s, mi Plaza Mayor. Los corredores desayunan, se mezclan con mis habituales. El fr铆o empa帽a los cristales.
鈥擜 ver cu谩ndo te animas t煤 鈥攎e dice Carlos, con la camiseta de la San Silvestre.
Yo sigo secando vasos, mi Catedral. Pongo la tele y Carlos calla.
Alguien tuesta casta帽as en la calle. Su olor se mezcla con el de los torreznos de la cocina.
Sirvo el verm煤: mi Puente Romano.
Hora del almuerzo. El bar lleno es mi Plaza de las Angustias, comanda tras comanda.
A las cinco voy por el Paseo del Rollo, cerrando caja.
Por fin cruzo la meta con un caf茅. Me pongo mis zapatillas viejas y los shorts del Unionistas.
Estoy en la l铆nea de salida con el dorsal puesto, en el Paseo de San Antonio.
Vamos.
# 394 Ada Sol脿 Conesa
La 煤ltima zancada
Tropez贸 a cien metros de la meta. El dolor lo hizo dudar; la frustraci贸n casi lo detuvo. Entre las luces de la Plaza Mayor y el murmullo del Puente Romano, sinti贸 que todo su esfuerzo se desvanec铆a.
Entonces alguien tom贸 su brazo: primero un desconocido, luego otro, y otro m谩s. Se levant贸 tambaleante, y juntos siguieron. Cada zancada era un empuj贸n de fuerza compartida, de esperanza, de recuerdos de quienes ya no corr铆an con ellos.
Al cruzar la meta, exhaustos, rieron y lloraron al mismo tiempo. Comprendi贸 que ganar no era llegar primero: era no dejar que nadie quedara atr谩s, que cada paso contara para todos. Esa tarde, la San Silvestre Salmantina no solo premi贸 velocidad, sino coraz贸n.
# 393 Jos茅 Carlos Mart铆nez Gal谩n
Disfraz de emergencia
鈥擬am谩, 驴d贸nde est谩 mi disfraz de Pap谩 Noel?
鈥擫o tiene tu hermana. T煤 ponte el de reno.
鈥擬uy apropiado a mis 47 a帽os...
As铆 acab茅 corriendo la San Silvestre Salmantina con una cornamenta de pl谩stico que rebotaba cada vez que pisaba los adoquines de la Plaza Mayor.
Kil贸metro cinco: la cornamenta se tuerce. Parezco un reno borracho.
Kil贸metro siete, Puente Romano: un ni帽o grita: "隆Mira, Rudolph!". Intento sonre铆r dignamente mientras me adelanta una se帽ora de setenta a帽os disfrazada de uva.
Kil贸metro nueve: la cornamenta se cae. Un corredor me la devuelve: "隆脕nimo, campe贸n!".
Cruzo la meta con las astas en la mano, jadeando. Mi mujer me fotograf铆a muerta de risa.
Al final no va de ganar. Va de llegar, de re铆rte de ti mismo y sentirte vivo en la 煤ltima carrera del a帽o.
Aunque el a帽o que viene traigo mi propio disfraz.
# 392 ANA JIMENEZ MARTIN
DESDE MI VENTANA
Aquella noche , fr铆a y helada de invierno, ve铆a pasar la San Silvestre Salmantina desde mi ventana, y record茅 por qu茅 estaba all铆. Un a帽o antes, mi ilusi贸n animada con mi nombre en tu aliento madre, estaba cerca de llegar a la meta cuando repentinamente un hombre irrumpi贸 entre la niebla; era extra帽o, iba disfrazado, no llevaba dorsal, miraba continuamente hacia atr谩s y con sus manos tapaba sus bolsillos. Escuch茅 a mis espaldas: "Al ladr贸n, al ladr贸n", as铆 que me arme de valor, me coloqu茅 a su altura, mir茅 con tristeza la meta y le hice tropezar. Ambos ca铆mos. El asfalto se ti帽o de brillo turquesa, reflejos dorados y plateados. Las cadenas, sortijas y relojes enmudecieron. Mi madre murmur贸: "Has hecho lo correcto".
Finalmente, los v铆tores y aplausos no fueron para el ganador. Recog铆 el premio y mir茅 tu estrella, madre.
# 391 ESPERANZA BECERRA G脫MEZ
MEDALLA FINISHER
Marta corr铆a porque el a帽o anterior la medalla que entregaban al finalizar era de chocolate belga. Una pieza excelente, seg煤n los entendidos, cuyo sabor a cacao puro justificaba los meses de entrenamiento. Una medalla comestible es la 煤nica medalla honesta, pensaba. Las de metal son mera chatarra para el ego.
Este a帽o, sin embargo, el rumor se hab铆a extendido por los vestuarios, la medalla de la XLI edici贸n ser铆a una aleaci贸n anodina con un grabado gen茅rico.
El atletismo se hab铆a convertido en un vulgar timo. Su motivaci贸n se hab铆a esfumado.
La carrera empez贸. Marta corri贸 los primeros cinco kil贸metros.
En el kil贸metro ocho desvi贸 su ruta. Corri贸 hasta una chocolater铆a artesanal de la R煤a.
Entr贸 sudando, compr贸 una caja de bombones surtidos y se comi贸 un bomb贸n de naranja.
En la meta, Marta lleg贸 limpi谩ndose el chocolate de la comisura. Ella hab铆a ganado su San Silvestre Salmantina.
# 390 Nora Fathi Tejero
La luz del Paseo de San Antonio
El fr铆o de diciembre me recordaba que ya quedaba menos para acabar la carrera y el a帽o. Estaba dispuesto a ganar por mi abuelo, el que siempre me animaba en todos los aspectos de mi vida.
A mitad del recorrido, me cruc茅 con una amiga a quien no ve铆a desde hac铆a a帽os. Fuimos charlando y me iba fijando en el ambiente; las luces, las sonrisas, las familias... Cuando quisimos darnos cuenta, 茅ramos de los 煤ltimos de la carrera.
En otro momento de mi vida quiz谩s me hubiese sentido decepcionado, pero hoy aprend铆 que no hace falta ganar siempre o tener trofeos. Para ser feliz, basta con una simple sonrisa o una luz navide帽a en el Paseo de San Antonio.
# 389 Juan Becerra Torvisco
EL GPS
Rodolfo corr铆a para que el min煤sculo sat茅lite a miles de kil贸metros certificara, con decimales irrefutables, que era un 0.03% mejor que el a帽o anterior. La vida era eso: una constante, pat茅tica mejora marginal.
El Garming parpadeaba, su verdadera n茅mesis no era la cuesta de la Gran V铆a, sino el tiempo por kil贸metro.
En el kil贸metro siete, el reloj se qued贸 en blanco. Muerte tecnol贸gica. Sin bater铆a.
Rodolfo se detuvo. Los corredores lo esquivaron. El pulso, el tiempo transcurrido, la distancia recorrida, todo se hab铆a evaporado. Su carrera no hab铆a existido. El esfuerzo, la agon铆a, las once semanas de sacrificio, eran ahora una mera sensaci贸n subjetiva, una an茅cdota sin verificaci贸n.
Se le acerc贸 un voluntario con un vaso de agua.
鈥擵enga, que ya no queda nada.
Rodolfo, sudoroso, mir贸 a la multitud que segu铆a corriendo, indiferente a su naufragio digital. Supo entonces la verdad: quod natura non dat salmantica non pr忙stat.
# 388 Tom谩s Garc铆a Merino
San Silvestre literaria
Corre, disfruta y abre bien los ojos. No dejes que nada de lo que sucede a tu alrededor se te escape.
Cuando tus pasos te lleven por la calle Zamora, descubrir谩s a Carmen Mart铆n Gaite entre visillos, observando, discreta y curiosa, el ir y venir de la gente.
Al llegar a la Plaza Mayor, reconocer谩s la figura de don Gonzalo Torrente Ballester, sentado en el Caf茅 Novelty. Con su mirada profunda tras las gafas, contemplar谩, entre asombro e iron铆a, a la caterva en pantal贸n corto que cruza el 谩gora.
Cerca del puente romano, distinguir谩s a un abuelo envuelto en su capa, sosteniendo el bast贸n con una mano y apoyando la otra en el hombro de su lazarillo.
Y cuando alcances la universidad, reduce el paso y alza la vista: una lluvia de pajaritas de papel cae desde el balc贸n donde don Miguel de Unamuno lanza, a煤n, sus pensamientos al viento.
# 387 MANUELA G脫MEZ GARC脥A
EL FORRO POLAR
La ma帽ana de la San Silvestre, don Eustasio se enfrentaba a una crisis de proporciones c贸smicas: hab铆a extraviado su forro polar t茅cnico. Sin 茅l, la empresa atl茅tica carec铆a de legitimidad termodin谩mica. Correr con algod贸n era, sencillamente, un acto de barbarie.
La multitud arranc贸 entre v铆tores y pulseras luminosas. Don Eustasio avanzaba con dignidad menguante, hasta que, al pasar por la fachada plateresca de la Universidad, vio un punto naranja bajo la estatua de Fray Luis de Le贸n. Su forro.
Al recogerlo, vio en el bolsillo una nota: 鈥淪i lo encuentra, por favor llame al 649 223 118, su n煤mero de tel茅fono鈥
Sonri贸. Se lo puso, sintiendo la fibra sint茅tica abrazar su pecho.y sigui贸 trotando mucho m谩s et茅reo. M谩s tarde el speaker anunci贸 su llegada, el puesto 125 de su categor铆a y esa posici贸n le supo a victoria. Hab铆a sido un buen d铆a para despedir el a帽o.
# 386 Rodrigo Jos茅 Heras Nu帽o
El Dorsal de Papel
Con cuatro imperdibles, fijo su memoria a mi pecho. El papel amarillea y el n煤mero, casi borrado, no es el m铆o. 芦La cabeza manda, las piernas obedecen禄, resuena su voz en la g茅lida salida de la Plaza Mayor.
Cada zancada sobre el Puente Romano es un eco de las suyas. Me cont贸 mil veces c贸mo el 谩cido l谩ctico quema en la subida final, pero nunca mencion贸 este otro fuego, el que arde en la garganta al correr por alguien que ya no puede. No lucho contra el cron贸metro ni contra otros corredores; peleo contra su ausencia, que se pega a mi espalda como un rival invisible.
Al cruzar la meta no levanto los brazos. Solo toco el dorsal con la yema de los dedos, asegur谩ndome de que el chip registre su tiempo, no el m铆o.
Este a帽o, la San Silvestre la corre 茅l.
# 385 Madison Fuente Guillou
El c谩lido aire
El reloj marcaba el deje de a帽o y el comienzo de cosas nuevas. David corr铆a por las fr铆as calles de Salamanca. El viento le ara帽aba, pero 茅l segu铆a con fuerza. Las luces de navidad eran notorias y adornaban las calles.
Su hermana gritaba su nombre anim谩ndolo con emoci贸n. 脡l, con la respiraci贸n entrecortada segu铆a, no lo hac铆a por ganar sino para demostrarse a s铆 mismo que pod铆a.
Al cruzar el Puente Romano sinti贸 como el aire lo empujaba como si lo ayudara a seguir. Cuando vio la meta, a lo lejos en la Plaza Mayor, ya no intent贸 correr contra el tiempo, sino que corr铆a contra su cansancio. Al terminar, levant贸 los brazos, estaba orgulloso de s铆 mismo. Divis贸 a la gente, cansada, abrazando a sus familias y amigos. Ahora estaba claro, no corr铆an para ganar sino para confiar en s铆 mismos. David y sus hermana sonre铆an ampliamente.
# 384 Rebeca Jim茅nez Jim茅nez
Latidos en el Puente Romano
Mario se ata las zapatillas con la misma mano. Un a帽o atr谩s apenas pod铆an sostenerse en pie. Para 茅l no es solo una carrera m谩s; es su revancha contra el tiempo, su victoria sobre el miedo. Entre el frio y los aplausos, siente que corre sobre los siglos del Puente Romano, sobre las huellas de quienes tambi茅n creyeron en empezar de nuevo.
A su lado, Martina. Es su primera vez, no compite contra nadie, solo con sus dudas. Las luces de la Plaza Mayor la empujan a seguir cuando el cansancio amenaza. Al cruzar la meta, comprende que el verdadero premio no se mide en segundos, sino en latidos.
De entre todas las personas, aparece de la nada la abuela Puri. Prometi贸 solo animar, pero este a帽o tambi茅n se inscribi贸, sali贸 disparada, sin frenos, adelantando a todo el que ten铆a por delante hasta alcanzar la meta con su propio nieto.
# 383 VICTOR VALDESUEIRO BERNABE
UN RIVAL PEGADO A LOS PIES
A pesar de haber cumplido los sesenta, segu铆a siendo tan competitivo que, por recomendaci贸n m茅dica e imposici贸n familiar, decidi贸 relajar el nivel de exigencia y competir 煤nicamente contra s铆 mismo en esta carrera.
Recorri贸 los primeros kil贸metros seg煤n los tiempos pactados. Si alguien le adelantaba respiraba profundamente y contaba hasta diez.
En la 煤ltima recta, el sol que empezaba a ponerse se coloc贸 a su espalda proyectando una alargada sombra que le adelant贸 burlonamente.
鈥淭煤 s铆 que no鈥. Pens贸, mientras esprintaba con el coraz贸n latiendo como un tambor.
Las alarmas del puls贸metro pitaban y su mujer desde la meta se desga帽itaba, pero 茅l ya no escuchaba a nadie.
鈥淓stoy compitiendo contra m铆 mismo鈥. Se justific贸.
No logr贸 alcanzarla y entr贸 pis谩ndole los talones.
Entre jadeos, le jur贸 venganza en la San Silvestre Salmantina, a sabiendas de que se corr铆a en horario matutino y la meta ten铆a orientaci贸n este.
# 382 SALVADOR VAQUERO MONTESINO
SUBASTA ENVENENADA
Desde el momento en que me at茅 los cordones supe que aquellas zapatillas ten铆an vida propia. Al colocarme en la salida ya buscaban posicionarse entre los primeros y luego, cuando indicaron el inicio de la San Silvestre Salmantina, marcaron un ritmo que estaba fuera de mis posibilidades. Cuando me puse en cabeza pens茅, como la mayor铆a de los corredores que me acompa帽aban, que me desinflar铆a en poco tiempo, pero aquel calzado estaba hambriento de 茅pica y gloria y, lejos de aflojar, mantuvo aquel ritmo como si mi coraz贸n fuera capaz de soportarlo. Al ver la l铆nea de meta intu铆 lo que ocurrir铆a. Luego, nada m谩s atravesarla, me sobrevino el inevitable ataque card铆aco.
Mientras viajaba en la ambulancia maldije el d铆a que puj茅 por las zapatillas de aquel legendario maratoniano y me jur茅 que la pr贸xima vez lo har铆a por un cuadro, como todo el mundo.
# 381 Manuel Alejandro Pe帽alver Granadillo
El Estandarte de la Zancada
Yo estuve all铆, hace unos a帽os visitando vuestra tierra. Y vi la verdad: la San Silvestre no es solo una carrera, es la c谩tedra de dignidad y honor que una naci贸n ofrece al mundo. Es la bendita manifestaci贸n de un pueblo que se sabe libre.
Hoy, el suelo de mi carrera es mi Venezuela. Mi carrera es urgente, se corre por la soberan铆a y por el derecho a decidir. En mi pecho llevo dos n煤meros: el 28 de los a帽os que he vivido, y el 8 millones de mis hermanos obligados a correr lejos de casa.
A miles de kil贸metros, cada aplauso vuestro es un motor. Me inspiro en vuestra fiesta para conquistar la luz. Mi 煤nica meta es que mi esfuerzo sea tan limpio y firme como la piedra de vuestros arcos. Escribo para que sepan que el coraz贸n que anhela la libertad corre al ritmo de vuestro orgullo.
# 380 Edgar Javier Mondaca Galindo
Misi贸n de alto riesgo
Me prepar茅 mentalmente: visualic茅 el momento crucial, practiqu茅 el gesto para el arranque, incluso anot茅 el ritmo ideal. La manada estaba reunida, una masa compacta, pero el l铆der se ocupaba de tareas relevantes, solo, en el centro de la calle. El asfalto luc铆a despejado, esperando el impacto. Los animales m谩s 谩giles, esos guepardos de rodillas finas, se estiraban a mi lado, sin molestar con sus trotes nerviosos.
Respir茅 hondo, contuve el aliento y tragu茅 saliva. Mi coraz贸n lat铆a como un tambor contra mi pecho, casi reventando el dorsal. Levantar la mirada se sinti贸 como un acto de hero铆smo, una exposici贸n innecesaria ante todos esos miles de ojos que esperaban la se帽al.
La voz, entrenada para sonar firme y segura, apenas se articul贸 por el nudo en la garganta:
鈥 Y as铆, le gan茅 a los mejores de mi barrio.
# 379 Raquel
Fue casualidad, ahora es costumbre
Los pasos perdidos en la madrugada por las empedradas calles de esa m谩gica ciudad que eventualmente me acog铆a, llevaban conmigo a casa recuerdos que se desvanecer铆an, sue帽os que no se cumplieron, promesas que al rato se olvidaron, esperanzas para el siguiente fin de semana y planes en la cafeter铆a de la universidad el martes, el lunes era d铆a de pellas, me lo dec铆a mi reloj, que marcaba Las 05:00h.
Como 茅l participaba en la carrera de San Silvestre, nuestro nombre, ese a帽o, incluimos en la lista.
Con intenci贸n de que nos viera all铆, aparecimos, ese, y a pesar de la distancia, los siguientes a帽os.
Fue diferente correr por esas calles, escuchando los latidos del coraz贸n, concentr谩ndote en ellos, las piernas continuando por inercia.
Aprend铆 que ganar no es llegar el primero, el ruido esta en tu interior y que la amistad verdadera, es un regalo que te da la vida.
# 378 Jes煤s Carrera 脕lvarez
10000 metros de felicidad
Cada 31 de diciembre, Salamanca se transforma con la San Silvestre Salmantina, una fiesta deportiva de atletismo que re煤ne a corredores de todas las edades. Esta cita, muy esperada en el calendario local, recorre diez mil metros de historia, emoci贸n y esfuerzo. Las calles se llenan de ciudadanos entusiasmados, animando con pancartas, aplausos y m煤sica. La expectaci贸n crece, y el ambiente se vuelve el茅ctrico. Familias, amigos y vecinos se congregan para ver pasar a los atletas, algunos disfrazados, otros compitiendo con seriedad. Es m谩s que una carrera, es un ritual que despide el a帽o con energ铆a, comunidad y alegr铆a. Al cruzar la meta, cada participante celebra no solo el logro deportivo, sino el esp铆ritu compartido de una ciudad que corre unida. En cada zancada late el coraz贸n de Salamanca, y en cada sonrisa se refleja la esperanza de un nuevo comienzo.
# 377 Jos茅 Manuel
La rana lo sabe
La 煤ltima semana del a帽o es un tanto especial para ella. Saca lustre a sus zapatillas y comienza a preparar una cita ineludible como la San Silvestre de Salamanca. En el calendario de atletismo popular cohabitan muchas pruebas con el mismo nombre, pero la charra es 煤nica. Tanto como su gastronom铆a. La chanfaina, el farinato o el jam贸n de Guijuelo maridan a la perfecci贸n con dulces como las rosquillas de Ledesma o el boll贸 Maim贸n. El d铆a de la carrera pasa totalmente desapercibido. Aguijonea a sus rivales y traspasa la l铆nea de meta en primera posici贸n. Pero nunca se le entrega el trofeo ni recibe la codiciada pata de cerdo. Sin embargo, sigue siendo la m谩s buscada el resto de los 364 d铆as. Y est谩 orgullosa. La rana lo sabe.
# 376 Yeisson Vargas Rend贸n
Diez diciembres
Diez diciembres contempl贸 Salamanca este pacto entre un hombre y su sombra. Hoy, sus piernas 鈥攁ntiguos traidores convertidos en c贸mplices鈥 escriben sobre el adoqu铆n una caligraf铆a sin fin.
A lo lejos, su nombre se evapora en el aire fr铆o. Lleva el cincuenta a la espalda: n煤mero que ma帽ana dejar谩 de ser vac铆o. Diez inviernos le ense帽aron que el fracaso es solo un desv铆o.
Esta vez no hay San Silvestre que lo conmine a rendirse, ni catedral que recoja su llanto, ni multitud que lo encuentre entre el sollozo y quebranto. El cuerpo aprendi贸 que lo que llam贸 cobard铆a era rebeld铆a, y solo ahora comprende esa sinfon铆a. Llega primero, aunque la victoria es apenas un breve latido. Corrieron con 茅l los diciembres perdidos, como tantos nombres en el aire repetidos.
Llega primero, m谩s jam谩s corri贸 solo. Con 茅l corrieron sus fantasmas del calvario, sus diciembres derrotados por el tiempo contrario.
# 375 Mar铆a del Carmen Pombo Molina
Corazones heridos
Ya lleg贸 aquel d铆a. No pude evitar mirar a mi hermana, miles de personas la iban a ver correr en San Silvestre Salmantina. Pero me preocupaba el rostro de mi padre hacia ella. La hab铆a entrenado muy duro, solo para no defraudar a su padre. Comenz贸 la carrera, y a mi padre se le ilumin贸 la cara al ver la posici贸n de su hija, nada la iba a parar. Hasta que le vino su problema del coraz贸n. Mi padre solt贸 gritos de furia. Ella cay贸 al suelo y llor贸. Jam谩s hab铆a visto a mi padre tan enfadado, fue corriendo hasta ella. Vio que estaba destrozada por su enfermedad, la mir贸 a la cara, y la abraz贸 justo antes de llamar a la ambulancia.
# 374 ELENA OLIVELLA
ERROR DE IDENTIDAD
Corr铆a como la que m谩s. Estaba decidida a no parar hasta que se le agotaran las fuerzas. Traspas贸 la meta en tercer lugar y se par贸 como hac铆an todos los dem谩s. Pero pronto advirti贸 que nadie se acercaba para felicitarla, nadie le daba una botella de agua para calmar la sed y nadie le hac铆a fotos. Ni, tampoco, le colgaron una medalla. No entend铆a el por qu茅 hasta que una voz comenz贸 a chillar mientras la se帽alaba con el dedo, 隆Una rata!, 隆Una rata! Fue cuando nuestra protagonista comprendi贸 que, por en茅sima vez, se ha hab铆a olvidado de que no pertenec铆a a la raza humana. Dio media vuelta y sali贸 de all铆 pitando para reunirse con sus cong茅neres. Para consolarse se dijo a s铆 misma que, quiz谩, no ten铆a m茅rito el haber quedado en tercer puesto ya que ella contaba con dos patas m谩s que el resto de participantes.
# 371 Paula Gonz谩lez Cant贸n
De todo a nada
Su gran sue帽o era participar en aquella carrera , el trabajo duro cada d铆a. Hasta que lo consigui贸 , pero cuando lleg贸 el gran d铆a estaba tan emocionado que ni calent贸 antes y por ello en medio de la carrera , se lesion贸 , ahora su gran sue帽o hab铆a desaparecido, muy triste se sali贸 de aquella carrera pero eso no le hizo detenerse , todo lo contrario decidi贸 recuperarse y entrenar el doble. Y al siguiente a帽o 隆 Gan贸 la carrera!
# 370 Javier Gonz谩lez Delgado
Lo importante es la preparaci贸n
Me despierto antes de que suene la alarma y ya voy tarde. Salto de la cama sin calentar, caf茅 a medias, ducha r谩pida y doy un beso fugaz. Dando zancadas llego a la parada, desayuno de pie, revisando mensajes mientras esquivo a otros cuerpos al sprint. El trabajo es una pista de obst谩culos: llamadas urgentes, mensajes a contrarreloj y series de reuniones cronometradas. Al salir, paso por el supermercado, el carrito convertido en velocista buscando avituallamiento. Subo las escaleras de casa en tiempo r茅cord, sin recuperar preparo la cena y estiro lo que puedo delante de la tele. En la cama, recibo un beso fugaz y me quedo dormida en la meta.
Hoy vi un anuncio de la San Silvestre de Salamanca y he pensado en apuntarme. Nunca hab铆a estado m谩s preparada.
# 369 AGATA MARCOS GROS
LA PIEL DE PIEDREA
Durante trescientos sesenta y cuatro d铆as, las piedras de Salamanca escuchan el eco del paseo, la prisa universitaria, el tac贸n de la noche. Son piedras pacientes, acostumbradas al tiempo lento.
Pero el 煤ltimo d铆a, las piedras despiertan.
Llega la marea. Miles de pisadas cortas, urgentes. Goma contra granito. Es un sonido vibrante, un masaje r铆tmico que sacude la historia dormida bajo el asfalto.
No es una carrera. Es la ciudad comprobando que, bajo la piel de piedra dorada, su viejo coraz贸n a煤n sabe latir deprisa.
# 368 JORGE ALONSO LUNA
VAHO
El fr铆o de Salamanca no avisa; muerde la piel y se instala en los huesos. Pero en la salida, lo 煤nico que importa es el vaho.
No es sudor, es aliento.
Veo mi nube de vapor y, por un instante, es la misma nube que exhal茅 el a帽o pasado, y hace diez. Es el aliento de mi padre en esta misma cuesta, hace treinta. Miles de corredores respirando al un铆sono, creando un fantasma blanco que avanza sobre el asfalto mojado.
En la San Silvestre, nadie corre solo. Corremos empujados por el eco de todos los que alguna vez condensaron su esfuerzo contra el aire de diciembre.
Llegamos a la Plaza. El vaho se disipa. La memoria queda.
# 367 Marina Briz Miguel
Recuerdos Silvestres
El viento de diciembre intentaba, sin 茅xito, apagar la llama de la San Silvestre Salmantina. Trinidad, abuela de manos arrugadas y esp铆ritu joven, sosten铆a con entusiasmo el disfraz de reno que hab铆a cosido para su nieto, Sergio. Era su primera carrera juntos.
La multitud, un r铆o multicolor de risas y disfraces, los arrastr贸 animadamente hacia la l铆nea de salida.Sergio, con sus ojos brillantes de ilusi贸n y nerviosismo, agarr贸 fuerte la mano de su abuela. No importaba el fr铆o, ni el cansancio que pudiera sentir. Solo importaba ese momento m谩gico, esa tradici贸n compartida, que despu茅s se convertir铆a en un recuerdo.
Cuando cruzaron la meta, sin aliento, pero felices, Trini supo que hab铆a creado un recuerdo imborrable para Sergio. La San Silvestre, m谩s que una carrera, era una oportunidad, una promesa de esperanza para el a帽o que comenzaba. Que va dejando un legado de amor y alegr铆a transmitido de generaci贸n en generaci贸n.
# 366 脕ngel DAUD脡N PARACUELLOS
EL DEPORTISTA AN脫NIMO
En Teruel es muy conocido el caso de Alberto, un chico al que le estall贸 una granada cuando limpiaba un trastero. Sufri贸 amputaciones en brazos y manos, adem谩s de una ceguera casi completa.
Para su recuperaci贸n comenz贸 a practicar atletismo, corriendo junto a un amigo, al que iba unido mediante un cordel de un metro de longitud.
Gracias a su esfuerzo y superaci贸n comenz贸 a ganar premios y su nombre ha llegado a ser una referencia en estas modalidades deportivas.
El m茅rito de Alberto es incuestionable, pero nadie comenta el de su acompa帽ante. El sacrificio de un deportista por ayudar a su amigo, dedic谩ndole muchas horas de su tiempo libre y sin ambiciones personales por conseguir un premio para 茅l, resulta un ejemplo de altruismo y dedicaci贸n a los dem谩s.
# 365 Jimena Pulido Garc铆a
Qui茅n me manda鈥
Me apunt茅 a la San Silvestre por impulso. 鈥淪olo son unos kil贸metros鈥, dijo mi prima, experta en minimizar desastres. Sonaba f谩cil: correr un rato, disfrutar del ambiente navide帽o, y, quiz谩, salir bien en alguna foto. Error.
A los dos minutos de empezar ya me dol铆an m煤sculos que no sab铆a que exist铆an. Una se帽ora vestida de 谩rbol de Navidad me adelant贸 con un sprint humillante. M谩s tarde, un grupo de nietos y abuelos disfrazados de renos me ofreci贸 谩nimo... y luego me pas贸 corriendo mientras cantaban villancicos.
La gente me animaba, sin saber que mi 煤nico objetivo era llegar viva al kil贸metro cinco.
Cuando por fin vi el arco inflable, levant茅 los brazos en se帽al de victoria. Me sent铆a 茅pica, invencible, gloriosa.
Hasta que un voluntario me mir贸 raro y dijo:
鈥擡sa es la l铆nea de salida鈥
Con esa humillaci贸n me promet铆 que el pr贸ximo a帽o entrenar铆a鈥 O no me apuntar铆a.
# 363 Eli Murgiondo
Dicen que la Sansil marca
A sus 72, afrontaba ilusionado una nueva San Silvestre salmantina, esta vez junto a su nieto, no tan entusiasmado.
Comenz贸 tranquilo, pero pronto empez贸 a sentirse m谩s fuerte y decidi贸 apretar un poco. Se encontraba extra帽amente plet贸rico. Mir贸 el reloj y le sorprendi贸 observar unos brazos que parec铆an m谩s fuertes y unas manos libres de venas hinchadas. Se sent铆a rejuvenecer. Notaba holgada la camiseta y tuvo que apretarse el cord贸n del pantaloncillo para no perderlo. Su nueva agilidad lo libr贸 de ir al suelo tras tropezar con sus propias zapatillas, de repente enormes. Se las quit贸 y sigui贸 avanzando con pasos cada vez m谩s cortos, como sus piernas. Reconoci贸 entonces, jubiloso, la camiseta de su nieto, pero al alcanzarlo encontr贸 sus ojos en un cansado anciano que le dijo: abuelo, dame la manita para llegar a meta, anda. Y tanto que la Sansil te cambia la perspectiva, ten铆as raz贸n.
# 361 Alba Lara Ortega
Si eres feliz, haces feliz
Hoy era el d铆a, parec铆a una navidad cualquiera, pero no era as铆. Era 31 de diciembre por la ma帽ana, estaba muy nervioso, llegamos al lugar, all铆 estaba la l铆nea de meta con todos los participantes y 隆Piiiiin! son贸 la sirena, corr铆a y corr铆a y antes de darme cuenta...
All铆 estaba mi hijo 隆Hab铆a ganado! Hab铆a cumplido su sue帽o, era feliz, y por lo tanto yo tambi茅n -Apoyarse en todo es la clave del 茅xito- le dije.
# 360 Aida Cervera Caro
Mi meta personal
9:30 h. Dejo la pr贸tesis de carbono sobre la cama. Me pongo mis calcetines rosas de la suerte y el dorsal. Barrita energ茅tica, lista. Hoy no corro por el tiempo, sino por m铆 y por mi querida Salamanca.
11:00 h. Las calles son una fiesta de disfraces y nervios. Siento la mirada ajena; la curiosidad por la corredora con una sola pierna. No hay burla, solo el respeto de quien comparte asfalto.
12:30 h. Pistoletazo. El rugido del gent铆o me empuja.
13:08 h. Estoy volando sobre el adoquinado. Cada zancada es un "s铆 puedo".
13:41 h. El m煤sculo derecho arde, la pr贸tesis roza, pero respiro por fin.
14:02 h. Cruzo la meta. Me cambio la pierna de titanio por la que me permite abrazar. No gan茅 el metal, pero gan茅 la vida. El aplauso es mi verdadero trofeo. Ya he ganado.
# 358 JULIA RUBIO FERRER
La voz del cartel
隆Madre m铆a! Ahora s铆 que estoy fitness. Fijaros en mi perfil. C贸mo el pelo se me alisa con el viento incapaz de crear un tirabuz贸n, adem谩s de la alineaci贸n de los hombros y codos que, sincronizados con las piernas, me dan fuerzas para avanzar.
隆Este a帽o se han superado! Es cierto que siempre me renuevan para esta ocasi贸n, pero, sin 谩nimo de ofender a los anteriores protagonistas, esta vez soy el m谩s llamativo. Gracias a estos colorines en mi vestuario, acompa帽ado de las zapatillas que vuelan sobre el asfalto, es imposible que pase desapercibido ni a la salida de la carrera, ni durante el recorrido y, menos a煤n, cuando os reciba a la llegada. Saldr茅 en todos los selfis. En la entrega de premios. 隆Hasta en las noticias!
Espero ilusionado el gran d铆a y mostraros orgulloso el sano coraz贸n que me late debajo del brazo.
# 357 Adriana I. Mesiano
Sintiendo los pasos
La Salmantina vuelve siempre, como la primavera y las vacaciones. Esta vez me prepar茅 durante todo el a帽o, porque no quiero limitarme m谩s a percibir los pasos de los participantes, la respiraci贸n profunda de los atletas que pasan, 隆no! Deseo que el roce del viento en mi piel me diga que estoy corriendo por la plaza, escuchar que me gritan que falta poco y re铆r pensando que no quiero llegar a la meta; porque significa que ya se termin贸. El d铆a de San Silvestre dejar茅 gotas de sudor esparcidas por el recorrido, mientras mi marido me indicar谩 que corrija hacia la derecha o gire a la izquierda, o me cuente que acabo de superar a mi vecino que va con su hijo en los brazos. Quiero correrla con todo mi cuerpo, mientras mis ojos ciegos la imaginan y mi coraz贸n la abraza.
# 356 Patricia Mesiano
Con la Salmantina no
Me atrajeron los carteles y aterric茅. Simul茅 estar disfrazado para recorrer las calles observando lo que ocurr铆a.
El p煤blico aplaud铆a y alentaba, no solo a los conocidos, a todos los participantes; los mayores intentaban inculcar tanto el amor al deporte como el valor de ese encuentro solidario; vi corredores ayudando a sus rivales, y a un joven que deten铆a su marcha porque sent铆a que correr junto a su padre era mejor que obtener una medalla.
Me detectaron cuando alguien me fotografi贸, not贸 que mi imagen sal铆a borrosa y se asust贸; entonces una se帽ora pregunt贸 qu茅 suced铆a, interesada en la situaci贸n para incluirla en un relato, e intent贸 entrevistarme. Deb铆 teletransportarme a la nave.
芦Quienes acuden a La Salmantina no son personas 煤tiles para nuestra investigaci贸n sobre la maldad humana禄, deduje. 芦En ese sitio se aglutina todo lo que est谩 bien, ir茅 a abducir humanos en otro lugar禄.
# 355 Giselle Ruiz-Canela Luis
No es no poder, es querer
Pens贸 en su discapacidad y crey贸 que no pod铆a. Confi贸 en su capacidad y lleg贸 a la meta
# 354 MARIA DEL CAMINO GUARDIA ALVAREZ
Correr no adelgaza
A las tres semanas de entrenamiento, solo hab铆a perdido el entusiasmo.
Pero no pod铆a faltar: todo Salamanca lo corr铆a.
En la salida, se at贸 los cordones, se desat贸 el alma y sali贸 disparado.
A los cinco minutos, ya estaba negociando su epitafio: 鈥淢uri贸 haciendo deporte鈥 por primera vez鈥.
Cruz贸 la meta diez segundos antes del coche escoba.
La b谩scula no baj贸, pero la autoestima subi贸 dos tallas.
# 353 Laura Reyes Carvajal
El susurro de las zapatillas
En la v铆spera de San Silvestre, el aire estaba cargado de emoci贸n. David, con su camiseta iluminada por el brillo de las luces navide帽as, se uni贸 a la multitud en la plaza. La carrera no solo era un desaf铆o f铆sico, sino una ilusi贸n que un铆a a la comunidad. Las campanas sonaban, marcando el inicio. Cada paso era un latido compartido, una combinaci贸n de risas y gritos de aliento. Recordaba las largas noches de entrenamiento, el sacrificio y la pasi贸n que le hab铆an llevado hasta all铆. Mientras corr铆a, se encontr贸 con rostros familiares: amigos, vecinos, desconocidos que, como 茅l, buscaban dejar atr谩s un a帽o de retos. En la 煤ltima recta, el aliento se volv铆a pesado, pero el esp铆ritu se elevaba. Al cruzar la meta, una gran satisfacci贸n lo envolvi贸. La San Silvestre no era solo una carrera, era un abrazo colectivo que promet铆a nuevos comienzos y la fuerza de seguir adelante.
# 352 M贸nica Reyes Carvajal
Ritmos de superaci贸n
En la fr铆a noche de San Silvestre, Salamanca se iluminaba con las luces de miles de corredores. Entre risas y gritos de 谩nimo, Clara at贸 sus cordones con determinaci贸n. Cada zancada resonaba como un eco de superaci贸n. Recordaba los entrenamientos bajo la lluvia, las ca铆das y las risas compartidas con amigos. La meta no era solo llegar, sino vivir el momento, sentir la energ铆a del p煤blico y la vitalidad con los dem谩s participantes. A medida que avanzaba, el aliento se convert铆a en vapor, pero el esp铆ritu segu铆a fuerte. Al cruzar la l铆nea, una ola de emoci贸n la envolvi贸. No importaba el tiempo, solo el viaje. En ese instante, ella entendi贸 que el atletismo no era solo deporte; era un estilo de vida, un v铆nculo com煤n que un铆a a la ciudad en una celebraci贸n de esfuerzo, amistad, retos y nuevos comienzos. As铆, Clara sonri贸, lista y decidida para el siguiente a帽o.
# 351 Susana Hern谩ndez Montes
365 d铆as
Yo no corro.
Y un d铆a al a帽o, me bebo todo ese valor deportivo de un trago y corro. Me invade el esp铆ritu 煤nico de esta fecha a la que yo coso las bases de mi participaci贸n. Me calzo las zapas, me uno a la fiesta. Salgo desde el centro y sonri贸 cuando suena la se帽al. En realidad ando m谩s que corro. Somos muchos. Nos miramos, sonre铆mos. En solo dos minutos soy cola de carrera. No estoy en el pelot贸n. Acompa帽o a la moto que anuncia el final. Me da igual. Corro. Y con cada zancada abandono un d铆a malo de este a帽o pasado, un enfado, mil l谩grimas, cientos de miedos. Con cada aliento, algo superado, una risa, una caricia regalada. Al llegar no he perdido solo el aliento. He perdido esa mochila llena que arrastraba. Voy ligera. Parto de cero con la llave de nuevos 365 d铆as regalados.
# 350 Carlos Moro Alonso
Una Sansilvestre como la vida
Preparado para el pistoletazo de salida. Tras de m铆, un a帽o duro鈥 muy duro. Suena el disparo y comienzo a correr como si huyera de un pasado que me persigue, quiz谩 sea eso lo que impulsa a mis pies a lanzarse hacia adelante, hacia el futuro, hacia lo desconocido鈥
Sigo corriendo y corriendo hasta que me doy cuenta de que no s茅 a d贸nde voy, mientras miro a mi alrededor y veo a miles de personas que muy probablemente tampoco lo saben. A medida que recorremos Salamanca una avalancha de recuerdos me abruma, pero con la bajada de la Avenida de Portugal parece que todo cuesta menos, que las dificultades son m谩s livianas.
Recorro Comuneros y el Paseo del Rollo en paz conmigo mismo y, por fin, delante de m铆, la esperada meta. Tras ella, un 2026 lleno de esperanza que comienzo agotado, sudado y con una sonrisa.
# 349 Celia Casero Redondo
LO QUE AMAS
Recuerdo exhalar el g茅lido aire de aquella ma帽ana de diciembre y soltar una gran carcajada tras una mirada c贸mplice a mi compa帽ero, despu茅s de girar la 煤ltima curva a toda velocidad.
Entonces ca铆 en la cuenta de que ese sentimiento es exactamente como el de todas las carreras de fondo que haces en tu vida por aquello que te apasiona. Que la primera vez ser谩 igual de emocionante que todas las que vendr谩n, y que te va a triplicar los latidos del coraz贸n sin querer frenar.
# 348 Jos茅 Carlos JIM脡NEZ P脡REZ
Like the fish?
Recordaba que dej贸 la Biblioteca porque cerraban. Fue al Irish Theater por nostalgia. Quiz谩s bebi贸 alguna pinta de m谩s. Al salir a San Isidro, una melod铆a lo atrajo hasta un grupo alegre vestidos con ropas negras y cintas de color, que seg煤n entendi贸 eran la 鈥渢una鈥
鈥 Tuna? like the fish? 鈥. y sin responder lo arrastran en su torrente de m煤sica, fiesta y vinos hasta que el alba despunta.
Aturdido, una multitud de corredores lo rodea. A su lado, un Grinch lo mira curioso, delante r铆en unas chicas disfrazadas de tartas. Le adelanta un grupo vestidos de ovejas, incluso una oveja negra, que le bala bromeando. Y cuando de repente aparecen unos corredores disfrazados como en San Ferm铆n seguidos de la correspondiente carretilla con su toro, rememora a Hemingway, y como alma que lleva el diablo pasa por la meta.
No gan贸, pero dej贸 alto el pabell贸n patrio.
# 347 M脪NICA VIDAL MISLATA
El 煤ltimo kil贸metro
La multitud rug铆a, pero su cuerpo solo sent铆a el latir acelerado del coraz贸n. Aquella noche fr铆a de diciembre, el asfalto quemaba bajo sus pies. Sab铆a que la San Silvestre Salmantina no solo era una carrera, sino un rito: un encuentro con uno mismo, una lucha contra los l铆mites invisibles. Cada zancada era un recuerdo de los entrenamientos bajo el sol y la lluvia, de los d铆as en que pens贸 rendirse. Sin embargo, hoy no lo har铆a. Lleg贸 la curva final. La meta estaba cerca, el tiempo se esfumaba, pero la sensaci贸n de superar un a帽o entero, con todo lo que conlleva, era su verdadero premio. Al cruzar la l铆nea, no hab铆a medalla que comparara con la paz de saber que hab铆a corrido por algo m谩s que por s铆 mismo.
# 346 Alicia Arce Algaba
CARRERA HACIA EL ABISMO
Esa ma帽ana, Andr茅s, viajaba con la seguridad de los que se saben vencedores antes de participar.
Despert贸 mucho antes de que sonara su viejo reloj a pilas, regalo de su difunto abuelo, el cual conservaba con fervor.
Se incorpor贸 de un salto,apresurado y se embarc贸 en un viaje sin retorno.
Deb铆a verla en aquella carrera, con sus esbeltas piernas golpeando delicadamente el pavimento.
Hab铆a reproducido la escena minuciosamente en su mente una y mil veces, imaginando que la alcanzaba a mitad del recorrido, en La Calle M茅rida. Entonces, 茅l fing铆a una sonrisa un tanto desmesurada y ella, al verlo, lo miraba con aquellos ojos casta帽os, que un d铆a hab铆an brillado intensamente por 茅l.
Sin embargo, Andr茅s hab铆a ganado. Al cruzar la meta, se lanz贸 al abismo que tanto lo hab铆a atormentado, para observarla una vez m谩s, muy de cerca y cerrar el ciclo inconcluso de su existencia.
# 345 Javier Carro D铆az
El ganador de la carrera
Corre, corre y corre.
El hombre corre campo a trav茅s junto al r铆o Tormes, no hay nadie por delante de 茅l.
Tiene ya cercana la meta, el objetivo final de esta carrera que hace unos minutos inici贸.
Corre, corre y corre.
Levanta polvo, tierra y barro mientras corre todo lo r谩pido que puede.
El cansancio insin煤a sus garras pero no puede ceder, no puede dejar que quien va detr谩s lo alcance, tiene que llegar antes que 茅l a la meta.
Corre, corre y corre.
Llega por fin a la cueva y entra, su mujer y sus hijos lo abrazan.
El tigre de dientes de sable que lo persegu铆a siente el fuego dentro de la cueva y se detiene, da media vuelta y se va.
# 344 Pablo Millares Martin
AGUA
Hay muchas de ejercitarse, de mantenerse en forma, y para Juli谩n, lo era el nadar, no el correr. Sin embargo, no pod铆a hacerlo aqu铆, sin una piscina, y menos al aire libre. Se sent铆a atado al suelo, y no solo de forma literal, sino en su mente. Ten铆a que correr, no le quedaba m谩s remedio, ten铆a que cumplir su tiempo, lo que le parec铆a una tortura, sabiendo que el sudor le cubrir铆a el cuerpo, le caer铆a en los ojos. Un compa帽ero le puso un video para animarle, para que se relajara. Un documento hist贸rico, le dijo. No s茅 qued贸 sorprendido viendo lo que al parecer era una carrera de f铆n de a帽o. Pero se distrajo, consigui贸 hacerlo. Cuando termin贸 y se ase贸, se pregunt贸 por qu茅 se hizo voluntario a esta misi贸n a Marte, a este encierro en esta nave. Tendr铆a que cogerle el gusto al correr, agua no ver铆a.
# 343 Nacho Gil de G贸mez
La meta no es el final.
Todo se reduce a aguantar unos metros m谩s; bajar un segundo tu marca; controlar tus zancadas y no perder el ritmo de tu respiraci贸n. Pero llega un momento en que tu cuerpo dice basta porque tus pulmones estallan y las piernas se agarrotan. Miras a tu alrededor: todos son m谩s j贸venes y est谩n mejor preparados; sus pies apenas parecen tocar el suelo. Te preguntas entonces por qu茅 no abandonar ya si sabes que no vas a ganar. Qu茅 m谩s da el n煤mero que te den cuando cruces la meta: no habr谩 premio para ti. Pero ah铆 sigues, hasta el final, aunque tu coraz贸n parezca colapsar. Aunque las pulsaciones se disparen y te falte el aliento. Ves llegar al primero, al segundo鈥 al d茅cimo; y no est谩s t煤. Apagas la televisi贸n agotado, es hora de estirar las piernas.
# 342 Carlos Roberto Diaz
Primer objetivo de un jubilado
Despu茅s de jubilarme busqu茅 objectivism que fueran retos para un jubilado y esta es el objetivo que me marco. Tambi茅n para disfrutar del ambiente con amigos en la carrera.
# 341 ESTEBAN TORRES SAGRA
CORRER POR ALGO
Soy polic铆a en Valladolid. Como entrenamiento, a veces corro, sin acabar de encontrarle el punto a esto del atletismo. Eleg铆 Salamanca porque dec铆a un compa帽ero que la San Silvestre se adaptar铆a perfectamente a mis fortalezas -mejor debilidades- a ver si me aficionaba de una pu帽etera vez.
As铆 que me inscrib铆; pero, como odio correr sin motivo, me imagin茅 una situaci贸n especial: prefer铆 salir de los 煤ltimos, como estrategia, y fantasear con que el primero hab铆a cometido un asesinato y hu铆a por el recorrido.
Mis piernas respondieron -por la adrenalina- y pronto acab茅 por alcanzarlo; pero claro, en cuanto lo tuve cerca -el cansancio nublaba mis neuronas- olvid茅 concluir mi fabulaci贸n y le lanc茅 una certera zancadilla. Se comi贸 el suelo aparatosamente y proced铆 a inmovilizarlo.
Y aqu铆 estoy, en comisar铆a, por tercer a帽o consecutivo, con el agravante de la reincidencia, escribiendo mi versi贸n de los hechos a modo de microrrelato.
# 340 Juan Cruz Gigliani
Sansilvestre
Como lluvia encarnada, a cuentagotas primero, luego en marejada intensa; en tropel desbordante de color y risa; en disfraz jocoso, tradici贸n a帽eja, aplausos, repiques de palmas abiertas; movimiento compacto, musculatura tensa, sudor fluyente, alegr铆a copiosa, feroz griter铆a de bocas sonrientes; en torno bordeada por muros de piedra, monumentos vivos, tradici贸n eterna; calles, carteles, miradas con brillo 鈥攎iradas de ni帽o, a pesar del tiempo鈥, cultura hispana, velocidad plena bajo cielo inmenso, series de pies en cuerpos ligeros, traspasando edades y generaciones, en acci贸n de gracias y con esperanzas; ya viene en carrera, vestida de magia, en alma la Sansilvestre por Salamanca Dorada.
# 339 Rafael Vel谩zquez Rey
Con calma
Nunca he sido un gran atleta, pero cada 31 de diciembre me calzo las zapatillas como quien se aferra a una costumbre que da sentido. La San Silvestre de Salamanca huele a fr铆o, a vino caliente y a promesas que uno ya no se atreve a hacer.
Suelo correr despacio escuchando el ruido de los pies sobre el empedrado. Veo familias animando, ni帽os riendo, veteranos que podr铆an ser yo dentro de unos a帽os. En el puente miro el r铆o oscuro y sereno. Igual que siempre.
No voy por marcas ni por fotos para Instagram. Corro para despedir el a帽o, para reconciliarme con todo lo que no sali贸 como yo quer铆a.
Al cruzar la meta, no siento euforia pero s铆 una calma rara y limpia. Pienso que quiz谩 de eso va todo esto: de seguir corriendo, aunque cada vez cueste m谩s, aunque duela. Sonr铆o.
# 338 Rebeca Due帽as Gonz谩lez
S贸lidas huellas
Mar铆a despierta despu茅s de trece d铆as en coma. Junto a ella, su padre, que no se ha separado de su lado en ning煤n momento, sonr铆e, y con los ojos h煤medos susurra: 鈥済racias鈥. Sin embargo, su rostro se ensombrece de nuevo al o铆rla preguntar: 驴Qui茅n es usted?
Pasan los d铆as y Mar铆a sigue llam谩ndole Mariano. No recuerda nada; ni su nombre, ni el de su padre, ni el accidente, ni su afici贸n por el atletismo. Nada.
Mariano decide llev谩rsela a Salamanca, su ciudad natal, donde conserva la peque帽a casita de sus padres. En una de sus salidas, yendo caminado juntos por el paseo de San Antonio, Mar铆a se detiene y le pregunta: Pap谩, 驴qu茅 d铆a es hoy? 驴Ya nos hemos apuntado a la San Silvestre Salmantina? Y totalmente emocionados, corren a reservar un dorsal.
# 337 Natalia Osuna Aguilar
El otro lado de la 鈥渞ealeza鈥
Como todos sabemos Cenicienta no es muy atl茅tico,ya que es una princesa.Pero hubo un d铆a en el que si lo fue, era un 31 de diciembre en el que se celebraba la carrera de atletismo,San Silvestre Salmantina,ah铆 estaba cenicienta,lista para correr.Son贸 el aviso y empez贸 a correr como una persona cualquiera,cuando iba por la mitad se fue dando cuenta de como era la vida real,de que no es todo fantas铆a. Ve铆a all铆 a las personas sudando,jadeando,una sensaci贸n que nunca hab铆a sentido y que estaba empezando a entender. Ella no paraba de ver a las personas ayud谩ndose mutuamente sin pedir nada a cambio. En los 煤ltimos minutos empez贸 a correr a m谩s no poder para llegar la primera,pero no lo consigui贸 . Se despert贸 y se dio cuenta de que ese sue帽o le iba a ayudar a ser mejor persona.
# 333 Jes煤s Garc铆a Terrazas
El triunfo de Julia
Era un treinta de diciembre, una noche oscura, todo el mundo descansaba para la carrera del d铆a siguiente. En Salamanca solo se hablaba de ello.
Lleg贸 el d铆a con ganas y nervios, empez贸 la carrera con doscientos corredores. Con el paso del tiempo empezaron a escucharse risas entre los participantes, excepto Julia. Corr铆a a m谩s no poder, ya que esto era muy importante para ella, porque d铆as anteriores, su padre hab铆a fallecido. Se puso segunda pero no lograba adelantar, los cansancios le llegaban.
De vez en cuando, se o铆an los 谩nimos de las familias. Eran los 煤ltimos metros, muchos nervios, tanto que el chico que iba primero, se dobl贸 el tobillo. Julia, en vez de adelantarle, decidi贸 ayudarle para terminar la carrera. Qued贸 segunda pero hizo lo correcto.
# 327 Gonzalo Hidalgo Moreno
El corredor iluminado
Un corredor que siempre quedaba 煤ltimo en la carrera de San Silvestre, pero gracias a 茅l y al esp铆ritu de su madre lograron ganar la carrera.
# 326 Pedro Maya 脕lvarez
SILENCIO EN LA META
Entre el bullicio y los disfraces, 茅l corre solo. Las luces de Salamanca tiemblan en el fr铆o de diciembre, y cada zancada suena como un di谩logo entre su cuerpo y el empedrado antiguo. Detr谩s, el eco de los aplausos; delante, la cuesta que muerde las piernas y la noche que parece escucharlo. No compite contra nadie, solo mide la distancia entre lo que fue y lo que a煤n puede ser. En cada esquina, un rostro que anima, una voz que lo nombra, pero adentro hay silencio. Al cruzar la meta, no levanta los brazos: sonr铆e apenas. Ha llegado. Y en esa llegada entiende que la soledad del corredor no es ausencia, sino compa帽铆a: la de uno mismo, reconciliado con su paso.
# 323 Maria Cuadrado 脕lvarez
El sue帽o de Enrique
Enrique una joven promesa del atletismo a su temprana edad de 12 a帽os .Lleva 6 a帽os en el de su colegio , es el mejor en su deporte,su gran sue帽o es ganar la carrera de San Silvestre Salmantina todav铆a le faltaban 4 a帽os para cumplirlo ,como hac铆an les faltaba mucho tiempo para el su sue帽o;abondonar , el resist铆a y se esforzaba,era sin duda un ni帽o del cual te sent铆as bien al estar a su lado ,pudo sacar para adelante su estudios y seguir siendo el mejor en su atletismo ,pero sin embargo no era suficiente para su madre . Pasaron los a帽os,ya solo faltaban minutos,pudo con los 6 primeros km yendo tercero pero se cay贸 y de repente su madre apareci贸 terminando la carrera,acabo s茅ptimo pero para es la mejor victoria q pudo haber cumplido.
# 322 Alejandro de la Fe Canales
Todos vitoriosos
Ribera del Tormes, un maridaje, farinato y licor de guindas, dos celebridades, San Silvestre y Constantino disfrutan, dichosos y risue帽os, su fiesta.
Contemplan el milagro. Unos mortales convertidos en titanes, quebrando el asfalto helm谩ntico a golpe de zancadas y sudor.
Miradas respetuosas, dorsales de plomo, paja y nubes, cordones y nervios reatados, entre promesas y retos, latidos y aliento. Inminente salida; un sinf铆n de almas hundidas en un mar de emociones en un ambiente鈥 al dente. Festivo, entre humano y divino.
Un inicio, un final, mil caminos de llegar, y todos, vitoreados.
La rana fortuna, misteriosa y burlona, de una esquina a otra va, mientras susurros, los de Unamuno, cual bocanada de aire fresco, invitan a vencerse y convencerse cual centellas fugaces a los contendientes.
Del ayer de San Vicente a la Ciudad Dorada, hoy, su resplandor, nos alumbra sin reserva y con alevos铆a, fin del d铆a, comienzo del a帽o.
# 321 Rodr铆guez Del Olmo,Alejandro
La San Silvestre Salmantina
Cada 31 de diciembre, Salamanca se llena de un nerviosismo alegre. Desde temprano, las calles se llenan de disfraces, gorros rojos y risas que intentan calentar el aire helado. En la plaza Mayor, alguien toca una bocina y todos empiezan a aplaudir. Falta poco para la San Silvestre.
Luc铆a se coloca los auriculares, aunque sabe que apenas oir谩 la m煤sica entre los 谩nimos del p煤blico. A su lado, un hombre con una capa de Superman estira los brazos. 鈥淗oy no vale rendirse鈥, le dice sonriendo.
Cuando suena el disparo, el coraz贸n de la ciudad late al mismo ritmo que los pasos. Las cuestas duelen, pero los gritos empujan. Al llegar a la meta, Luc铆a levanta los brazos, jadeando. No ha ganado, pero no importa. Por un rato, corri贸 entre la historia, la gente y el brillo c谩lido de Salamanca.
# 320 Emily Saray Barrag谩n Baena
Uno de 39.00
Desde peque帽o siempre me ha gustado correr. Mam谩 me dec铆a que era muy r谩pido y eso me hac铆a sentir feliz. Hace poco cumpl铆 diecisiete. Al d铆a siguiente, mi madre interrumpi贸 mi sue帽o y me grit贸 emocionada.
鈥斅anu, han anunciado una carrera! Puedes participar, tienes m谩s de diecis茅is.
Me emocion茅 tanto鈥or fin puedo participar en algo. D铆as antes empec茅 a ejercitar m谩s mis m煤sculos, para as铆 tener m谩s resistencia.
El d铆a de la carrera estaba muy nervioso, hab铆a mucha gente. Desde adultos hasta j贸venes. Cuando dio inicio, todos empezamos a correr鈥ronto ya iba llegando a la meta, me estaba cansando pero a煤n as铆 segu铆 porque mi madre me estaba. Obviamente no fui el primero. Solo era uno m谩s de los 39.000 corredores, pero mam谩 me gritaba como si hubiera llegado primero. Y por un momento, sent铆 que era as铆.
# 319 VIRGINIA S脕ENZ DE MIERA JA脡N
VERSOS EN LA META DORADA
La ma帽ana titubea bajo la caricia helada del Tormes. Salamanca, susurro de piedra y luz, se despereza mientras las zancadas dibujan versos sobre el asfalto naciente. El aliento de los corredores es niebla de esperanza, hilos de vida cruzando la memoria de los puentes antiguos.
Carmen siente en los latidos la herencia de su abuelo, rumor f贸sil en el adoqu铆n, promesa de no ceder al invierno. Corre para fundirse con la ciudad, con los gritos plateados que germinan en la Plaza, con el temblor de una meta convertida en horizonte.
En el instante 煤ltimo, cuando el coraz贸n es campana y la piel es viento, comprende: correr es abrazar el tiempo, hacerse eterna entre los sue帽os de Salamanca.
# 318 Jos茅 David Calero Del Rey
San Silvestre Salamantina
Un d铆a un atleta llamado Silvestre, que era de Salamanca, se encontraba en una carrera muy importante.
Cuando la carrera empez贸, 茅l era el primero, pero se sent铆a de cada vez m谩s d茅bil, por eso termin贸 perdiendo la carrera. En un mes ten铆a una carrera m谩s importante que esta.
El mismo d铆a de la carrera, el 31 de diciembre, en 鈥淟a Carrera Final鈥, descubrieron que lo hab铆an envenenado, y no hab铆a sustituto, pero apareci贸 un hombre misterioso, que era el que lo envenen贸 para que entrase el para llevarse todo el m茅rito.
Cuando empez贸 la carrera se par贸 de repent, y el hombre misterioso desapareci贸, porque Silvestre iba a correr la carrera, que estaba d茅bil pero gan贸 la carrera. Al d铆a siguiente muri贸.
El hombre misterioso era su hermano, que siempre la hab铆a guardado rencor.
Desde entonces esta carrera se llam贸 San Silvestre Salamantina.
# 317 Isabel Garc铆a Vi帽ao
ZANCADAS VARIOPINTAS
Me ocurre que cuando corro en la San Silvestre Salmantina duermo nervioso. Tengo que bajar de 35 minutos.
En la salida, estiro poniendo los talones encima de una valla. Es cuando me doy cuenta que llevo una zapatilla de cada color, pero鈥 隆horror!, tambi茅n un calcet铆n de cada color.
Como no tengo tiempo de volver a casa, tomo as铆 la salida.
Lleg贸 por fin a la Plaza del Alto Rollo. Hab铆a rebajado mi marca y me dijeron que ten铆a que subir al podio. Pens茅 que hab铆a quedado el tercero, pero no. El tercero se puso enfermo, el cuarto se hab铆a ido con su novia a celebrarlo鈥, as铆 que me dijeron: Sube t煤. Me aplaudi贸 todo el mundo a rabiar. 驴Por mi carrera? Me cost贸 darme cuenta que me vitoreaban porque llevaba una zapatilla de cada color y un calcet铆n de cada color, que no casaba con ninguna de las zapatillas.
# 315 Paula Murina Soldado
Pensamientos de ganadora
Respira. Eso es lo 煤nico que pasaba por mi cabeza. Esa voz cada vez sonaba m谩s fuerte. Abr铆 los ojos y ah铆 estaba, a punto de enfrentarme a esos 10.000 metros. Lo cierto es que el resto de competidores parec铆an m谩s calmados. Tal vez era porque era mi primera vez.
Entonces son贸.
Estaba tan ensimismada en mis pensamientos que sal铆 tarde.
De repente record茅 algo.
Gema, Mousaab. Ellos, antes de ganar la carrera San Silvestre Salmantina, eran como simples granos de arena en este mundo. Como yo.
Pero eso iba a cambiar.
Sin darme cuenta, iba la primera, ya se ve铆a el bulevar, pero鈥
Ca铆 de cabeza contra el suelo. Ya no s茅 si estoy muerta o viva, pero lo que s铆 s茅, es que la calma recorre mi cuerpo. Algo que me alivia, despu茅s de todo.
# 314 Gema Resa Lesaca
siempre en la carrera
Particip茅 en la San Silvestre Salmantina durante a帽os. Nunca gan茅, pero siempre cruc茅 la meta con una sonrisa. Luego lleg贸 la oscuridad: una depresi贸n que me dej贸 sin fuerzas, sin pasos鈥 y al final, sin piernas que me llevaran m谩s all谩 de esta silla.
Hoy no corro, pero sigo participando. Cada diciembre, cierro los ojos y oigo el murmullo de las zapatillas rozando el asfalto, los 谩nimos del p煤blico, la respiraci贸n compartida de miles de corazones.
Yo tambi茅n estoy all铆, recorriendo cada calle con ellos.
Los siento a trav茅s de mi sudor imaginado, los acompa帽o en cada emoci贸n.
Para m铆, la San Silvestre est谩 ganada desde hace tiempo.
Porque no hay victoria mayor que seguir estando en la carrera.
# 313 Miguel 脕ngel Carrasco Gonz谩lez
Un pie en el otro
Faltaban minutos para la carrera San Silvestre Salmantina, cuando not茅 una molestia en los pies y decid铆 descalzarme. Dej茅 las zapatillas en un banco y me sent茅 en el suelo para hacer unos estiramientos. Cuando quise volver a calzarme, las zapatillas ya no estaban.
鈥撀u茅 horror! 鈥揺xclam茅.
鈥撀縌u茅 sucede? 鈥搑espondi贸 otro corredor.
Le expliqu茅 lo sucedido e insisti贸 en dejarme una de sus zapatillas.
鈥揂s铆 podr谩s correr a medias y compartiremos la experiencia 鈥揹ijo.
Un grupo que ten铆amos al lado, por solidaridad, decidi贸 correr tambi茅n con una sola zapatilla, y la idea se contagi贸 hasta llegar a todos los corredores.
Cuando el juez de salidas lleg贸, se qued贸 at贸nito.
鈥撀縋or qu茅 vais todos semidescalzos?
Al explic谩rselo, empez贸 a re铆rse.
鈥撀縋or qu茅 se r铆e? 鈥損reguntamos.
鈥揕as zapatillas las he cogido yo y las he llevado a objetos perdidos, 隆No quer铆a que nadie se quedara sin zapatillas justo antes de la carrera!
# 310 PEDRO LUIS IZAGUIRRE RODR脥GUEZ
XLI COMPROMISOS: COSME SIGUE TROTANDO
La historia de la charra 鈥淪ansi鈥, es tambi茅n la del compromiso de Cosme con la carrera. En el a帽o 1984 a sus 21 a帽os m谩s que correr, hu铆a de un pasado de drogas que se llev贸 por delante a su mejor amigo. Corri贸 sin dorsal y casi ech贸 el bofe pero al terminar supo ufano y exhausto que dejaba un mundo atr谩s.
En su quinta carrera, las bodas de madera, en meta conoci贸 a su mujer. En las de aluminio, ya iban diez, al terminar ella le dijo 鈥渂ien, papa!鈥. Para las de porcelana iba detr谩s de su hijo de 9 a帽os. Por las de perla, no corri贸, flot贸 sabi茅ndose como futuro abuelo con treinta 鈥淪ansis鈥 detr谩s. En el 2020, bodas de piedra, la mascarilla no le priv贸 de correr en solitario por su paisaje de cada d铆a.
28 diciembre: por las de topacio celebrar谩 su fiel y longevo trote.
# 309 Manuel Vega P茅rez
隆Crunch!
Cuando aquel corredor estaba a punto de ganar la San Silvestre Salmantina, su inmediato perseguidor le grit贸: "隆No cruces la meta, si lo haces te convertir谩s en un caracol!". No le hizo caso; le ignor贸. Y cuando el segundo corredor cruz贸 la meta, uno de sus pies pis贸 algo y se oy贸: 隆Crunch!
# 308 Mar铆a Ester Navarro Calero
Mensaje maratoniano
Dif铆cil contactar conmigo en este d铆a de cumplea帽os. Os dejo un marat贸n po茅tico en el contestador:
Miles de corredores inquietantes por ser llamados.
Pies de algod贸n,
volando tan alto
como cada imaginaci贸n pueda alcanzar.
Es la ocasi贸n perfecta para demostrar nuestra val铆a.
La preparaci贸n y el entrenamiento nos han llevado a este lugar.
El sacrificio es enorme, tan solo comparado con la satisfacci贸n que se siente al llegar a la meta.
La uni贸n y la comuni贸n nos llenan de fuerza.
De la San Silvestre Salmantina a Nueva York; cualquier marat贸n al alcance de aquellos que conf铆an en sus posibilidades.
Aqu铆 mis impresiones para todos aquellos que est茅is interesados en saber c贸mo un abuelete como yo sigue dando guerra. Marcho a mi trig茅simo marat贸n, un tercio de los a帽os que cumplo. 脡ste es mi mayor regalo; seguir corriendo con la misma ilusi贸n del primer d铆a.
# 306 Diego Polo Rom谩n
Tratado del dorsal
En la San Silvestre Salmantina el dorsal es un documento republicano: anula t铆tulos, n贸minas y apellidos compuestos. El 402 es catedr谩tico; el 403, repartidor; la del 1275 tiene setenta y dos, y un gorro con pomp贸n; el 56 descubre que llegar ya es un verbo completo. Nadie pregunta marcas en el Puente Romano: basta con no frenar el r铆o. La Casa de las Conchas vigila desde su fachada y da cr茅dito a quien resopla. Los voluntarios de chaleco fosforito son m谩s guardianes que jueces: a los rezagados les sellan una promesa de regreso. Cuando pasa el farolillo rojo 鈥 esa 煤ltima pareja con capucha y sonrisa 鈥, la ciudad entiende: llegar hoy es preparar la salida de ma帽ana. En la Plaza Mayor se firma la meta verdadera: se aplaude al 煤ltimo hasta que se r铆e. Por eso el dorsal se guarda como receta: 鈥渦na dosis de nosotros cada 31 de diciembre鈥.
# 305 Richard Eduardo Hayek Pedraza
Esp铆ritu deportivo
脡l no entiende lo que sucede: quiz谩 sea la primera vez que el ganador de la San Silvestre Salmantina es ignorado por los organizadores, los asistentes y la prensa. Ni agua le han brindado. Nadie, amateur o profesional, ha venido a cerciorarse de que su pulso ande bien. Un se帽or le sonr铆e, y s铆, es obvio, ha de causar mucha gracia esforzarse y no recibir el consabido premio. Una ni帽a se acerca y le acaricia la cara鈥 bueno, por lo menos un gesto de reconocimiento ante semejante despliegue f铆sico. Una pareja le comparte un snack que le da, al menos, un poco de energ铆a.
鈥斅arl, Carl Le-wis, brib贸n, ven ac谩! 鈥攅scucha tras de s铆.
Carl voltea: sus ojos se abren como nunca, su lengua cae hasta el suelo y su cola revive como por arte de magia. Ya en brazos de su amiga humana, Carl descubre lo que verdaderamente importa.
# 298 ENRIQUE REYNALDO SORIANO VALENCIA
Motivaci贸n
La motivaci贸n lo es todo. Soy Jos茅 Meza, adulto en plenitud, con 15 a帽os de conducir el noticiero de radio As铆 sucede. Es un trabajo sedentario, por lo que hace cinco a帽os practico carrera pedestre.
El lugar 25 en la Ciudad de M茅xico, mi 煤ltima competici贸n, me confirm贸 capacidades. Por ello, decid铆 participar en la San Silvestre Salmantina. As铆 lo hice saber a mi familia y amigos. Alguno prometi贸 ir a apoyarme.
脡ramos cientos: no me amedrent茅, deb铆a aplicarme a fondo.
El estadio Vallehermoso grit贸 euf贸rico cuando entramos los primeros. Entre ellos, distingu铆 un magnavoz: 芦隆Pepe!, 隆vamos, Pepe, est谩s ya a un paso!禄. 鈥溌h铆 est谩!鈥, pens茅. Me esforc茅 como nunca. Rebas茅 a varios y鈥 a mi pesar, finalic茅 en quinto.
Al reencontrarme con mi familia, me inform贸 que el corredor detr谩s de m铆 estuvo a punto de alcanzarme: se llamaba Jos茅 Astudillo y su familia us贸 meg谩fono para motivarlo.
# 296 Estibaliz Fuentes Garzon
Quien
Historia de amor y muerte
# 295 RAMIRO MORENO CALVETE
MARATONISTA DE POST脥N
MARATONISTA DE POST脥N
Este ser铆a el 煤ltimo esfuerzo, ver铆a mi nombre en letras rojas en p谩ginas deportivas a nivel mundial, las c谩maras enfocar铆an mi rostro sudoroso despu茅s del triunfo. Los tenis adaptados al pie volar铆an en el piso obviando los espolones que aquejan hace a帽os. El m茅dico dijo que no lo intentara por ning煤n motivo. No hice caso y me inscrib铆 en la carrera. Anhelo m谩s fama que premio. Deseo dar lecci贸n de coraje y pundonor. Sobre la tierra no existe voluntad capaz de robarme este sue帽o; un esp铆ritu tenaz se apoder贸 de m铆, se trata de posar apenas los pies sobre el pavimento, siento que vuelo y dej茅 de sudar. Otra v铆ctima del accidente automovil铆stico de ayer se aproxima. eTe andan buscando, es hora de irnos.
RAMIRO MORENO CALVETE
CI, 3322549
# 294 Helena Cueto Novella
El joven saltador
Su mirada azul se qued贸 atrapada en la prueba de altura. Era su primera vez en la pista y estaba fascinado. Observaba a los lanzadores girar sus martillos y a los fondistas dar vueltas infinitas, pero sus ojos siempre volv铆an a la colchoneta azul. 脡l no era un ni帽o que destacara en los deportes, sin embargo, ese d铆a se transform贸, asom贸 su magia y quiso ser el mejor saltador. Tras a帽os de juegos infantiles, fines de semana agotadores de competiciones y entrenamientos duros, su momento lleg贸. Bajo la luz de los focos lo consigui贸. Se elev贸 como un halc贸n, pas贸 por encima del list贸n y cay贸 en la misma colchoneta donde se enamor贸. Mir贸 hacia la grada y all铆 vio al ni帽o fascinado de ojos azules d谩ndole las gracias. Su carrera hab铆a comenzado, saltando, jugando con la gravedad y ganando metales.
# 293 Ismael Gudi帽o
La recta continua
Corr铆 mi primera San Silvestre cuando a煤n cre铆a que el tiempo era una l铆nea recta.
El coraz贸n golpeaba como un tambor, y el fr铆o de diciembre no alcanzaba a detener la fiebre de llegar.
Hoy, con casi 50 a帽os, corro de otro modo. No persigo medallas ni marcas; persigo recuerdos.
Veo ni帽os que descubren su primer aliento, veteranos que saludan al pasado con una sonrisa y cada paso que doy es un eco de aquel ni帽o que fui, el que so帽aba con romper cintas.
Ahora entiendo: la carrera nunca termina. Empieza cada vez que alguien cruza la meta con esperanza, cada vez que el alma, aunque cansada, vuelve a decir 鈥渟铆 puedo鈥.
Y cuando llego, no levanto los brazos: levanto la mirada.
Porque correr 鈥攍o s茅 ahora鈥 es aprender a seguir, incluso cuando el cuerpo se detiene.
# 292 Carlos Roberto Diaz
Primer objetivo de un jubilado
Despu茅s de jubilarme busqu茅 objectivism que fueran retos para un jubilado y esta es el objetivo que me marco. Tambi茅n para disfrutar del ambiente con amigos en la carrera.
# 291 Iosu G贸mez Valdecantos
HIJO DEL VIENTO
HIJO DEL VIENTO
Resoplo, torpe y desgarbado, alcanzando por poco el autob煤s. Imagino a Unamuno observ谩ndome desde alg煤n balc贸n,
preparando su pluma para escribir una s谩tira sobre mi penoso y poco vigoroso esfuerzo.
Es enero, y llevado por la resoluci贸n del a帽o nuevo, decido cambiar de vida. El Tormes ser谩 testigo de mi prop贸sito.
Pasan los meses y con ellos, los kil贸metros. El cansancio se vuelve constancia y los kilos, recuerdo. Cada amanecer es un horizonte limpio que depara un nuevo comienzo.
Diciembre llega y con 茅l mi estreno como corredor: es el d铆a de la San Silvestre Salmantina.
Corro, r铆o y respiro con fuerza. No compito contra nadie, s贸lo disfruto de mi propio esfuerzo. Siento c贸mo el aire me llena de vigor y energ铆a pura.
No gano la carrera, pero he nacido de nuevo. Ahora soy hijo del viento.
# 290 Alejandra Rom谩n
La capa roja
驴Sab铆as? La velocidad puede difuminar los colores鈥 Es el caso de Antonia, quien cada vez que compite en la carrera de San Silvestre Salmantina, da la impresi贸n que con su velocidad deja una estela roja en el camino. Cada ma帽ana, salgo a entrenar, el fr铆o del alba me despierta cuando golpea mi cara, la tierra de la pista cruje mientras mis gastados zapatos dan un paso tras otro, todo para este momento. Escucho a mi madre grita a lo lejos: 鈥溌amos Martina!鈥 y s茅 que ahora es cuando, siento el fuego en mis m煤sculos estallando, d谩ndome la energ铆a para rebasar a mi rival, veo a Antonia a mi alcance, la rebaso hasta llegar a la meta. Exhaustas, nos damos palmadas en la espalda, tomamos aire, nos recargamos la una en la otra, caminamos juntas al podio y entre miles de aplausos, y vemos a nuestra madre sonre铆r orgullosa.
# 289 Manuel Bermejo Atienza
La medalla
Un portazo la despert贸. Se levant贸 de la cama y fue a su habitaci贸n. Estaba vac铆a. 驴D贸nde se habr铆a ido un domingo en plenas vacaciones de Navidad? Otro d铆a m谩s con las s谩banas por el suelo y sin ventilar su cuarto. 隆Esta muchacha鈥! 隆Con el fr铆o que hac铆a!
Se tropez贸 con un objeto que sobresal铆a debajo de la mesilla: la caja de cart贸n de una marca deportiva. La abri贸 y dentro encontr贸 un tique de compra y el folleto de la San Silvestre. El instinto de una madre la llev贸 a mirar la hucha de su hija. Estaba vac铆a. Hoy era la carrera. Sinti贸 que algo hab铆a hecho mal. No pod铆a ocultarle una cosa as铆. Se abrig贸 y se fue al paseo de San Antonio.
Al cruzar la meta, vio a su madre. Ella le sonri贸 y la abraz贸. Aquellos brazos fueron la medalla m谩s bonita que jam谩s tendr铆a.
# 288 ALBERTO MART脥N GONZ脕LEZ
Bluetooth
Nuestra primera Sansil. Los auriculares puestos, suenan las playlists: a 茅l, bajo su low fade, a m铆, entre mis canas.
隆Vamos all谩!
Con las primeras zancadas, los primeros recuerdos: 鈥淏ien abrigado, llegaba al colegio鈥︹, 鈥淰amos muy bien鈥︹.
En plaza de la Merced recuerdo a Schr枚dinger y suena: 鈥淓s el juego, del gato y el rat贸n, tus mejores a帽os鈥︹.
Por la Estaci贸n, Sabina me susurra: 鈥淵o me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid鈥. Ya en el Rollo, exhausto, veo que me espera hablando con sus abuelos, como si hubiese sido un paseo. Le alcanzo, se cruzan los bluetooths y escucho: 鈥淨u茅茅茅dateeeee...鈥.
隆Mierda! As铆 no puedo, pero tira de m铆 y arrastro mi dignidad hasta la meta. Los auriculares se reconectan y me regalan la estrofa: 鈥淣o s茅 si estoy en lo cierto, lo cierto es que estoy aqu铆, otros por menos han muerto, maneras de vivir鈥.
# 287 MAR脥A SOLEDAD GARC脥A GARRIDO
LA NECESIDAD
Nadie se hace a la idea de la fuerza que confiere a las piernas la necesidad. Ese d铆a, madrugu茅 para llegar la primera. Dej茅 en la mesa los tres tazones de colacao y el paquete de galletas para cuando se despertaran los cr铆os.
Me calc茅 las deportivas, unas que hab铆a conseguido hac铆a cuatro a帽os por seis euros. Una ganga irresistible. Pl谩stico puro, pero cuando la necesidad aprieta no hay materiales que se resistan.
Ya en el bulevar San Francisco Javier, me tropec茅 con la multitud. Si no me apresuraba, esa gente me arrebatar铆a el bot铆n con que so帽aba. Ech茅 a correr como una posesa. Ten铆a que adelantarlos como fuera.
A煤n me pregunto por qu茅 me aclamaban tanto y me reten铆an. La crisis nos hab铆a vuelto locos. Con tanto aplauso no atend铆an a mis explicaciones: necesitaba los abriguitos de aquel escaparate para mis ni帽os y llegar la primera a las rebajas.
# 286 Gonzalo Trasobares
Cinco meses
Le dieron cinco meses. Ella decidi贸 que ser铆an de entrenamiento.
Empez贸 corriendo tres minutos y llorando dos. El onc贸logo dec铆a que el cuerpo no aguantar铆a, pero ella lo hac铆a correr tambi茅n, con sus miedos detr谩s.
Cuando lleg贸 diciembre, ya pod铆a con los diez kil贸metros de la San Silvestre. Cruz贸 la meta exhausta y m谩s viva que nunca. Despu茅s vino la quimio, el pelo y todo lo dem谩s. Y sus cinco meses se acabaron.
Hoy corre su cuarta San Silvestre Salmantina. Lleva el dorsal doblado, como si guardara dentro los nombres de quienes no llegaron.
No corre para ganar. Corre para recordar que sigue aqu铆, que cada zancada
fue una peque帽a insurrecci贸n contra lo inevitable.
Cuando entra en la Plaza del Alto del Rollo y escucha los aplausos, entiende que los cinco meses se convirtieron en cinco a帽os. Y con el 谩nimo renovado, sigue corriendo.
# 285 KARMELE CORREYERO SOSA
CORRE, LAIDA, CORRE
CORRE, LAIDA, CORRE
Laida respir贸 hondo bajo la torre de la catedral. Ven铆a de Deba, pero en aquel instante Salamanca era su casa. La San Silvestre rug铆a como un r铆o de luces, risas y pasos. El fr铆o mord铆a su cara, pero el coraz贸n le quemaba con cada latido intenso.
El primer paso fue un desaf铆o; el segundo, una liberaci贸n. A su lado, un anciano con bast贸n y un ni帽o con orejas de reno compart铆an la misma cadencia. Cada respiraci贸n, un triunfo; cada zancada, un grito de vida. Laida sent铆a la fuerza invisible de la multitud, la alegr铆a que corr铆a por las calles empedradas como electricidad pura.
La meta se acercaba, pero ya no importaba cruzarla. Corr铆a por el instante perfecto: por la ciudad que la acog铆a, por la energ铆a compartida, por la certeza de que, aunque solos, juntos pod铆an desafiar cualquier l铆mite y miedo.
Cuando cruz贸 la meta, supo que volver铆a cada a帽o.
# 284 脕lvaro Mahou Miguel
Planes, sorpresas y concursos
Un mes para el gran evento. Mi padre esta con sus entrenamientos y ayudando a mi hermano mayor a mejorar su resistencia. Y mientras este piensa en mejorar su marca personal, mi hermano tiene m谩s en su cabeza los materiales que va a utilizar para su disfraz. Una apuesta perdida con sus amigos, por lo que me ha contado, y nuestro padre no lo sabe. Yo salgo con ellos con los avituallamientos y la ropa de recambio por si la inspiraci贸n aparece. No s贸lo para ayudar a mis primos con el p贸ster promocional, sino para ver que puedo usar para escribir el relato. Por ahora s贸lo tengo claro el detalle del fr铆o que hace. No debo olvidar que tengo que revisar la c谩mara con mi madre para el gran d铆a. Ella compite por la mejor foto y ya tiene un sitio del casco antiguo para pillar a mi hermano disfrazado.
# 283 Mar铆a Jos茅 Gorostidi Dorda
Treinta a帽os despu茅s
Acababa de cumplir los quince cuando particip茅 por primera vez. Mis padres, cerca de la salida, vitoreaban mi nombre entusiasmados. No recuerdo en qu茅 puesto llegu茅, pero s铆 recuerdo la sonrisa de mi madre y las palabras nada originales de mi padre: 芦Lo importante es participar禄.
Aquella fue mi primera vez y hoy, treinta a帽os despu茅s, las calles de Salamanca vuelven a llenarse de gente que vitorea otros nombres que no son el m铆o. Ellos ya no est谩n, pero sus palabras resuenan en mi cabeza con la misma fuerza de aquel diciembre tan lejano.
Jam谩s gan茅 la carrera鈥 hasta hoy. A pesar del miedo y de que todos me miren extra帽ados. A pesar de haber llegado de los 煤ltimos y del molesto chirrido que me ha acompa帽ado en cada metro.
Qu茅 orgulloso estar铆as de m铆, padre, por haber participado.
Para la pr贸xima, engrasar茅 mejor las ruedas de mi silla.
# 282 Sabina Cristobo Perol
EL PREMIO M脕S GRANDE DE MI VIDA
Por fin estoy nuevamente aqu铆, en la carrera de San Silvestre Salmantina. Estoy a punto de salir y los nervios me empiezan a jugar una mala pasada haciendo que tiemblen las piernas. Dan paso para avanzar en el recorrido, todo el mundo quema adrenalina con todo su cuerpo. Sigo a paso r谩pido, soy feliz, me siento vivo, pienso que puedo llegar de los primeros a la meta, pero cuando estoy a punto de besar el cielo, tropiezo y caigo como un saco de patatas. La carrera sigue sin m铆 y mi sue帽o se cae con mi ca铆da. De pronto, una mano suave me ayuda a incorporarme y llegar a la meta.
Por desgracia no quede de los primeros, pero sin duda ese d铆a gan茅 el premio m谩s grande de mi vida. Ahora todos los a帽os no faltamos a la carrera de San Silvestre Salmantina y d谩ndole gracias por habernos conocido.
# 281 Jes煤s Jim茅nez Reinaldo
A mi paso por la ciudad dorada
Sab铆a que este dorsal me traer铆a suerte. Desde que lo recib铆, lo interpret茅 como un gui帽o del destino, una se帽al para alentar la resiliencia, al menos una San Silvestre m谩s. Ahora voy corriendo como si llevara el traje de un superh茅roe y estuviera en mis pies salvar el mundo de la amenaza de los villanos. As铆 me siento: fuerte y seguro. Lejos se va quedando este a帽o de mala racha, obvia hasta para mis allegados, en la que he sufrido el terror铆fico accidente, varios meses de hospitalizaci贸n y una recuperaci贸n casi imposible. Casi siempre lo m谩s importante es la actitud del paciente, me dijo mi traumat贸logo no sin reservas. Y por mi esfuerzo no iba a quedar. Ahora voy corriendo como si tuviera piernas y no pr贸tesis. Despacio, como no puede ser de otro modo. Con mi dorsal de la suerte, celebrando la vida a mi paso.
# 280 Cesar Romeral Lopez
SUE脩OS ROTOS
SUE脩OS ROTOS
Hab铆a so帽ado durante a帽os con correr la San Silvestre Salmantina. Lleg贸 al hotel con los nervios del que est谩 a punto de cumplir un deseo. Pero la noche anterior, un mal paso en las escaleras lo derrib贸. El tobillo se hinch贸 de inmediato, como una burla del destino. Al amanecer, mientras los corredores calentaban bajo el aire g茅lido, 茅l encendi贸 la televisi贸n desde la cama, con el pie vendado y el coraz贸n roto.
Las c谩maras mostraban las calles que hab铆a imaginado recorrer: el Puente Romano, la Plaza Mayor, las cuestas que tantas veces so帽贸 conquistar. Una mezcla de rabia y ternura lo invadi贸. Llor贸, s铆, pero tambi茅n sonri贸. Porque, aunque su cuerpo no cruz贸 la meta, sus ojos s铆 lo hicieron. Desde la distancia, sinti贸 que corr铆a con todos ellos, y en el silencio de su habitaci贸n, tambi茅n gan贸 su propia carrera.
Seud贸nimo: C谩ndido Canalejas
# 279 Tom谩s Piedra P茅rez
Corredor enamorado
Desde que la mujer de mis sue帽os apareci贸 por primera vez entre el p煤blico de la San Silvestre Salmantina, mi cita anual con el esfuerzo ya no est谩 re帽ida con la compostura. Por supuesto que mantengo la tensi贸n de las grandes competiciones antes de comenzar la carrera, el respeto ante la concentraci贸n de mis compa帽eros鈥, la tentaci贸n de imaginarlos tras mi dorsal diez kil贸metros despu茅s. Pero, incluso desde el pleno esfuerzo, evitar茅 que mi fina estampa de corredor elegante sea malograda por polvo traidor o viento traicionero y, aun cuando, pasado el Puente Romano, el aliento comience a flaquear, conservar茅 la fuerza necesaria para erguirme enhiesto cerca de la meta y guardar茅 un par de suspiros por si ella me vuelve a aplaudir.
# 277 Jose Luis Basulto Ortega
隆Cu谩nta raz贸n ten铆a Manolo!
Lleg贸 el 28 de diciembre tan esperado. Manolo, el entrenador, nos hab铆a preparado los 煤ltimos 3 meses para los 10 kil贸metros de la San Silvestre Salmantina. Jos茅 Ram贸n, Mar铆a del pilar, X贸chitl y yo est谩bamos euf贸ricos.
鈥撯揇ame tu collar y tus pulseras 鈥撯搈e orden贸 Manolo.
鈥撯揘o 鈥撯搇e repliqu茅 鈥撯搒on los amuletos de la buena suerte, me los regal贸 mi padre ayer por ser mi cumplea帽os.
鈥撯撀ira que te van a pesar en la carrera, sobre todo en la subida larga de la avenida de Villamayor.
鈥撯撀o!, Aunque est茅n gruesas, yo puedo correr con ellas, 隆son de oro de 24 kilates!
鈥撯撀omo quieras!
A 100 metros de la recta final, en el Paseo de San Antonio, todos comenzaron a rebasarme sin consideraci贸n. Apret茅 el paso y entonces sent铆 el peso del oro que iba socavando mis piernas hasta que llegu茅 en pen煤ltimo lugar. 隆Cu谩nta raz贸n ten铆a Manolo!
# 276 Julia Arroyo Sanchez
Recuerdos de Ni帽ez
De peque帽a, mejor dicho enana, con mi club de atletismo, fue cuando corr铆 por primera vez est谩 carrera convirti茅ndose es una de mis favoritas. Muchos a帽os despu茅s quiero volver a repetir aquellas sensaciones.
# 275 Patricio Amar Zamorano
La Meta
Yo me estaba yendo, como muchos otros, cuando lo vi aparecer desde una de las coloridas calles. Apenas caminaba, cojeando de su pierna derecha, notoriamente vendada. Era el 煤ltimo competidor de la extensa carrera, que hab铆a premiado a su ganador, una hora atr谩s.
Yo me estaba yendo, y no s茅 por qu茅 me qued茅. Pero lo comenc茅 a alentar. Otros se unieron a m铆, los pocos que quedaban en las veredas, mientras 茅l intentaba dar todo de s铆, bajo el apabullante fr铆o que parec铆a congelar mis sienes.
Yo me estaba yendo, y no s茅 por qu茅 me qued茅, pero me qued茅. Lo hice para verlo cruzar la meta, casi desfalleciente, m谩s all谩 del l铆mite de sus fuerzas.
Y comprend铆 por qu茅 me qued茅.
Lo supe por la adicci贸n que me ten铆a al borde de renunciar a la vida.
Al borde de no cruzar mi propia meta, de sanar鈥
# 274 David Rabanillo Prado
Corredores, esos seres especiales
Est谩n entre nosotros como simples mortales, pero est谩n forjados de un material inquebrantable, su fuerza de voluntad.
Estudian o trabajan, pero cuando acaban sus obligaciones, se calzan las zapatillas y salen a la calle para poder dedicarse a ellos.
Los entrenamientos son su terapia y s贸lo regresan a casa cuando el sudor les ha limpiado por dentro.
Su h谩bitat natural son los parques para hacer lo que llaman 鈥渞odajes鈥.
Los reconocer谩s por su camiseta fosforita, mallas ajustadas, zapatillas que han corrido muchas batallas, y su reloj como fiel compa帽ero de fatigas.
Cada lesi贸n, es una herida de guerra que cuenta una historia.
Son ultra fuertes, pueden llevar con un dolor de rodilla meses, pero siempre dicen que ya se le quitar谩 m谩s adelante.
Suben y bajan monta帽as por diversi贸n y si no cruzan un r铆o, la carrera no ha sido 茅pica.
Ahora los veo desde el otro lado y pienso, que me gustar铆a volver a ser como ellos.
# 271 Lorenzo Almagro D铆az
La anciana de San Silvestre
La anciana camina lentamente hacia la meta en la carrera de San Silvestre Salmantina. Bien abrigada todo de negro. Atraviesa el Puente Romano, luego varias calles y para en el sem谩foro. Espera que aquellas diab贸licas m谩quinas paren una vez se encienda el peat贸n en verde. Una de ellas le arrebat贸 la vida a su nieto un a帽o atr谩s en un paso cebra. Su nieto, tan solidario, tan deportista鈥 que hab铆a corrido desde ni帽o en San Silvestre todos los a帽os lleno de ilusi贸n.
Se hace un sitio cerca de la meta, llena de espectadores, tambi茅n se encuentra los jueces y personal m茅dico. Ya se acercan los corredores, algunos exhaustos. Un joven vestido de azul con el dorsal n煤mero 2 se acerca a la meta l铆der en el pelot贸n. La anciana, a su paso, enarbola un pa帽uelo al viento. 隆Vamos Adri谩n hijo, otra vez m谩s te espera la victoria!
# 269 Ra煤l Alonso Fern谩ndez
CURRICULUM SENTIMENTAL
- Pap谩, te he apuntado a la San Silvestre conmigo.
El reto era considerable. Sab铆a que ser铆a ag贸nico. Pero no pod铆a fallar a mi hija.
Empezamos juntos a correr, el ambiente era fant谩stico. Luego, como la vida misma, tom贸 su ritmo.
Mis zancadas empezaron a recortarse, mi respiraci贸n se aceleraba. No hab铆a m煤sculo que no me doliese y el aire se me quedaba muy corto.
Ya no me importaba llegar el 煤ltimo, pero ten铆a que llegar. Validar mi curr铆culum sentimental paterno.
- No puedo, no puedo...Ya corr铆a, bueno..me arrastraba; s贸lo.
Pero, de repente, tras alzar la mirada y descubrir la torre de la Fortis Salmantina, una fuerza inusitada me mantuvo en pie.
Es como si me empujaran con su aliento Unamuno, Santa Teresa, Francisco de Vitoria, Gil de Honta帽on..
Cien metros antes de la meta se sumo Leire. Llegamos juntos, nos abrazamos. Dej茅 de fumar.
# 268 Lietty Aylet Navarro Oliveros
El Vapor Compartido
Mi aliento no es m铆o.
Es un vapor compartido que se mezcla con el espectro del de mi padre, que corri贸 en el ochenta y cuatro, y con el de su padre, que aplaud铆a desde la R煤a. En Salamanca, el treinta y uno de diciembre, nadie corre solo. Somos un 煤nico r铆o de pisadas golpeando la piedra dorada, un cuerpo colectivo que exhala el a帽o que muere.
El fr铆o que sube del Tormes es un cuchillo, pero el coraz贸n es una fragua. Cada zancada no borra el tiempo; lo cincela. Grabamos un 煤ltimo esfuerzo en la piel de la ciudad. Por eso el arco de la Plaza Mayor no es una meta. Es un 煤tero.
Cruzo el umbral, y el aire que jadeo ya no es m铆o. Es el de todos los que fuimos, y tambi茅n de los que vendr谩n.
Renacemos, juntos, y cada exhalaci贸n nos hace uno con Salamanca.
# 267 Zayra Abascal M煤gica
脕nforas de Luz
El dolor era tanto que no sabr铆a cu谩ntas 谩nforas bastar铆an para contenerlo. Llevaba a帽os inventari谩ndolo, buscando el porqu茅 de esa afecci贸n que me iba vaciando el cuerpo 鈥攎i templo鈥. Pero aquel d铆a, en la San Silvestre Salmantina, rodeada de los m铆os, mientras unos me alentaban y otros lloraban junto al puente romano, entend铆 que a煤n pod铆a; no sola, sino sostenida por las manos que me quieren.
La piedra dorada de la Plaza Mayor parec铆a latir al ritmo de nuestros pasos. El aire cortaba, s铆, pero tambi茅n curaba. Cruzar la meta fue volver a nacer, sentir que la ciudad y el r铆o Tormes respiraban conmigo, que en cada zancada dejaba atr谩s un fragmento del dolor.
Entonces supe que correr no era escapar, sino regresar: a m铆, a la vida, a todo lo que a煤n late.
# 266 Susana Andrea Bracamonte
So帽ando con Sanmaltina
A la espera del pistoletazo me encuentro sumida en un hurac谩n de emociones, la ansiedad me estorba en todo el cuerpo. Miro nuevamente el reloj aun faltan cinco minutos y sobran quinientos intentos. Al fin se escucha el clamor de un trueno dando permiso a la fila de jaguares para salir y brotamos en carrera como quien persigue a una presa; las subidas y bajadas de Salamanca asemejan paisajes en lienzos de acuarelas.
Por el rabillo del ojo observo a un compa帽ero que me alcanza llegando a la meta, la respiraci贸n se agita y se vuelve m谩s ruidosa mientras un calambre amenaza mi triunfo. Escucho los v铆tores y elevo los brazos al cielo y agradezco al p煤blico, la adrenalina motiva mis piernas acortando la distancia hacia la cinta de meta, puedo sentirla abrazando mi cintura y en ese momento, el grito del chofer me despierta. Hemos llegado a destino.
# 265 H茅ctor Felipe Guevara Arias
Honor
Su pierna se quebr贸 justo antes de la meta. Todos pararon de correr, sin llegar ya era ganador.
# 264 Lucas Posada Gonz谩lez
Guerrera
Amalia, naci贸 en circunstancias muy dif铆ciles, su madre la abandon贸 cuando era una peque帽a y su padre era un pintor que se rebuscaba para poder alimentarla. Toda su vida fue una constante lucha contra la crudeza de la vida. Desde muy peque帽a se hab铆a aferrado al deseo de convertirse en atleta. Cumplidos los doce a帽os, era la m谩s r谩pida de todo su colegio. Su profesora de educaci贸n f铆sica, hizo que Amalia, pudiera ser becada por el Ministerio de Recreaci贸n y Deporte. Para convertirse en profesional y competir en las nacionales. En plena etapa de su juventud, adquiri贸 poliomielitis, enfermedad que le caus贸 una gangrena en su pierna izquierda y tuvo que ser amputada. Todas las personas que conoc铆a, le dijeron que jam谩s volver铆a a correr. Hoy en d铆a, con su pr贸tesis, es la campeona de la emblem谩tica carrera, 鈥淪an Silvestre Salmantina鈥.
# 263 GUILLERMO ONDARTS
SORNA CON GUSTO NO PICA
A los 75 a帽os, llevaba corridas una decena de salmantinas seniors y no pensaba en abandonar la costumbre. Inclusive, hab铆a logrado un octavo puesto. De adolescente, la San Silvestre Vallecana le hab铆a despertado la curiosidad. A pesar de una amenazante artrosis, ya veterano, satisfac铆a su postergado anhelo con entusiasmo y ejemplar preparaci贸n. La clave era lograr un ritmo constante. De f铆sico magro y fibroso, manten铆a la velocidad, impert茅rrito ante las imprecaciones de los acelerados. Como braceaba asim茅tricamente para compensar la rodilla defectuosa, recib铆a maldiciones (鈥溌engo, c贸rrete!鈥). En el kil贸metro seis, lo esperaban con agua. Despu茅s, no levantaba la vista del piso hasta atravesar la cinta, donde lo aguardaban y aplaud铆an a rabiar su mujer, el nieto y un cofrade maldito, que, ante los amigos, imitaba, burl贸n, su tranco an贸malo.
# 262 Joan Hidalgo Vives
Felices laureles.
隆Preparados, listos, ya! La carrera empieza mientras oigo repicar las campanas salmantinas se帽alando el mediod铆a. Solo me separan diez mil metros de la gloria, en un a帽o en que he preparado la San Silvestre como nunca con la esperanza de siempre de ganar. Concentrado en mi ritmo, paso tras paso, disfruto del bonito recorrido por la ciudad. Despu茅s de la larga espera desde la ultima edici贸n se me hace corto, pero ya puedo vislumbrar a lo lejos la meta en el Paseo de San Antonio. Levanto la mirada y 隆solo tengo un corredor delante! Presiento que la victoria no ser谩 hoy mi destino, pero me equivoco. A diez metros de coronarse el compa帽ero tropieza y cae. 隆Es mi oportunidad! Pero paro y le ayudo a levantarse. Por suerte est谩 bien, pero otro competidor nos rebasa y cruza primero la linea. No importa, soy feliz. Mi mejor premio.
# 261 Juan Jos茅 P茅rez Cembell铆n
Mi motivaci贸n personal
Su estilo estirado y altivo lo hace inconfundible entre el resto de corredores: mi jefe.
Aumento el ritmo, fijo en mi presa. Me siento ligero y fuerte, confiado en la preparaci贸n de los 煤ltimos meses. Acorto distancia. Distingo perfectamente su ropa de marca y sus zapatillas de gama alta, muy por encima de sus necesidades. La imagen perfecta de su soberbia cotidiana.
Me cuesta alcanzarle m谩s de lo previsto; como si adivinara mi presencia, tambi茅n acelera. No importa: a煤n queda distancia suficiente para dejarlo atr谩s.
Nos emparejamos, nos miramos de reojo y seguimos acelerando. La meta se acerca. Esprintamos. Cruzamos a la vez.
Mientras recuperamos el aliento, nos miramos en silencio. 脡l sonr铆e y me ofrece su mano en alto. La choco.
鈥斅nhorabuena, P茅rez! Hoy s铆 que lo has dado todo 鈥攄ice, socarr贸n.
Yo asiento fingiendo una sonrisa, mientras pienso que el a帽o que viene no se me escapa.
# 260 Antonio Ruano G贸mez
La 煤ltima zancada
El reloj marcaba las doce menos diez cuando cruz贸 el Puente Romano. Salamanca brillaba bajo el aliento helado de diciembre y las campanas parec铆an acompa帽ar cada uno de sus pasos. Corr铆a como si el tiempo lo persiguiera, aunque en realidad corr铆a para alcanzarlo.
Su nieta lo esperaba en la meta, con un dorsal dibujado a rotulador y una sonrisa de domingo. 鈥淎buelo, 驴a que esta vez ganas t煤?鈥. 脡l asinti贸, sin aire, con los ojos h煤medos.
Cuando dobl贸 la 煤ltima esquina, escuch贸 el rugido de la gente. Entonces record贸 a su hermano, aquel con quien corri贸 la primera San Silvestre cuarenta a帽os atr谩s, y sinti贸 que volv铆a a tener veinte.
Cruz贸 la meta, exhausto y feliz. No gan贸 la carrera, pero lleg贸 el primero al abrazo que m谩s importaba.
# 259 Marta Delgado Plaza
ESE D脥A.
脷ltimo Domingo del a帽o. Ese d铆a me levanto lleno de nervios. Miro mi atuendo deportivo y el dorsal colocado en la camiseta. Me pongo mis zapatillas. Me situo entre los corredores. Oigo el disparo que indica la salida y corro. Corro lleno de emoci贸n. Encaro la primera curva. El fr铆o est谩 presente, pero es m谩s fuerte el calor del publico que te anima con cada aplauso. Mis o铆dos se llenan con el bullicio de la gente que anima por las calles doradas de mi Salamanca. Corro con un sentimiento que me impulsa en cada zancada.Diez kil贸metros que te llenan el alma. Por fin cruzo la meta. Lo consegu铆! Levanto mis brazos y mi cabeza se llena de recuerdos otro a帽o m谩s. L谩grimas de alegr铆a, abrazos. Soy un c煤mulo de sentimientos que no s茅 como explicar. Ese d铆a hay que vivirlo. Ese d铆a es LA SAN SILVESTRE SALMANTINA.
# 258 Jos茅 Manuel Moreira
La San Silvestre Salmantina
El 31 de diciembre, Salamanca se llena de energ铆a y entusiasmo con la San Silvestre. Corredores de todas las edades se re煤nen en la l铆nea de salida, con disfraces coloridos, sonrisas y la ilusi贸n de cerrar el a帽o de manera activa. La carrera no es solo competencia, sino tambi茅n un encuentro de solidaridad, esfuerzo y alegr铆a compartida. Cada zancada recuerda la importancia de la constancia, el respeto por los dem谩s y la superaci贸n personal. Los aplausos del p煤blico motivan a los atletas a seguir adelante, mientras el fr铆o de diciembre se convierte en calor humano. Al cruzar la meta, todos sienten una mezcla de satisfacci贸n, amistad y orgullo. La San Silvestre Salmantina ense帽a que el atletismo es mucho m谩s que correr: es celebrar la vida, el esfuerzo y la comunidad.
# 257 M陋 Esther Z谩rate Moya
ULTIMOS METROS
ULTIMOS METROS
La meta era el barrio Garrido y el recorrido hasta donde nos llevara la curiosidad. Algunas tardes lleg谩bamos a la Plaza Mayor. Recorrido C, sub 16. Una vez all铆, sum谩bamos metros en el tont贸dromo, sonri茅ndonos cada media vuelta con otros corredores.
Otras veces, la carrera nos llevaba al Puente Romano, pendientes del reloj para llegar a las diez a casa. Esas tardes bat铆a mi marca personal: menos un minuto y sprint hasta el cuarto piso.
El hallazgo fue el parque de los Jesuitas. Menuda aventura coger peras de unos 谩rboles que seguro hoy no existen. Avituallamiento para bajar por el Paseo Canalejas a toda velocidad. Plaza Espa帽a, Mar铆a Auxiliadora. Atravesar la Avenida Portugal. Federico Anaya y 煤ltimos metros hacia el cartel impreso en nuestro cerebro.
Hoy me acerco al Paseo San Antonio. Recorrido D, senior. Ya no tengo hora de llegada. Hoy, lo 煤nico que quiero es llegar.
# 256 Nicol谩s Alonso Fern谩ndez
COMO NO
Mi vista se nubla, mis piernas fallan; recorrer estos doscientos metros se han vuelto una tarea m谩s ardua que los nueve kil贸metros que ya tengo en la espalda. Sin duda, cuando pasamos por el Helm谩ntico, no deb铆 acelerar, movido por los v铆tores de la gente, pero 驴c贸mo no hacerlo?, 驴c贸mo no regalarles esa energ铆a extra?, 驴c贸mo no recompensar su entusiasmo con esfuerzo?
Puede que ahora me est茅 arrepintiendo, pero la sonrisa de aquella ni帽a peque帽a merec铆a lo mejor de m铆. Estoy exhausto. No creo que llegue.
De pronto, un brazo se cuela bajo mi axila. Mi vista perdida busca el rostro unido a ese brazo: un hombre mayor, que bien podr铆a tener sesenta, me devuelve la mirada.
鈥擧ay que acabar. Ya estamos ah铆. Lo haremos juntos.
驴C贸mo no hacerlo?, 驴c贸mo no regalarle mis 煤ltimas fuerzas?, 驴c贸mo no recompensar su apoyo, su compa帽erismo, su empat铆a con el 煤ltimo esfuerzo?
# 255 Virginia Fuentes Barbado
Atributos
Cuando coincidimos en la salida le dije que alguien como 茅l no deber铆a participar en La San Silvestre, ni como senior ni como veterano ni como nada. Contest贸 que hab铆a acordado con la organizaci贸n que doblar铆a el circuito. Insist铆 en que estaban malinterpretando las pol铆ticas de integraci贸n. Me mir贸 por encima del hombro y pregunt贸 si ten铆a miedo a hacer el rid铆culo o solo era envidia de sus atributos. Contest茅 que aquella edici贸n pasar铆a a la historia por ganarla un centauro, pero el caballo y sus atributos morir铆an cincuenta a帽os antes que el hombre que tan orgulloso estaba de ellos.
# 253 Juan Emmanuel Baltazar Santiago
David Akinyi.
David Akinyi
Sabe que ganar谩 o al menos quedar谩 en el podio. La calceta izquierda le pica un poco; siente verg眉enza de sacarse las zapatillas frente a todos, pero lo har谩 a escondidas: un calcet铆n mal colocado puede ser la diferencia entre ganar o perder, entre seguir o detenerse por ampollas. Sabe que el 谩cido l谩ctico se acumular谩 m谩s tarde, que no tendr谩 opci贸n sino callar a la mente que lo hostiga cuando el cansancio extremo llega.
Ha corrido cientos de veces; esto es pan comido, aunque las c谩balas no desaparecen: enjuagarse la boca con suero antes de empezar, saltarse el kiamsha kinywa para mantener el est贸mago vac铆o, santiguarse con la cruz de madera heredada de su abuela. No es la primera vez que pisa territorio espa帽ol 鈥攂onito pa铆s鈥, pero s铆 su primera vez en Salamanca.
# 252 Joan manuel Valbuena correa
LA SOPA
LA SOPA
Estaba echando humo en formas onduladas saliendo desde el plato hasta el techo, recibiendo la humedad y desprendiendo astillas viejas que se soltaban con la calidez del calor, cayendo justo encima de la sopa d谩ndole otro sabor. Su espesor sosten铆a la cuchara parada en la mitad del plato, la mano temblorosa tomaba la cuchara y levantaba lentamente ese sorbo acerc谩ndolo a su boca, el aroma de especias hac铆a que la salivaci贸n aumentara en su boca, mientras se acercaba aquel bocado a帽orado. Al tocar sus labios, fue inevitable sentir como el hambre desaparec铆a de su mente, y degustaba la sopa.
# 251 Loreto Novoa Ramos
Carrera contra el miedo
La lluvia de aquel d铆a le molestaba, pero el verdadero tormento para Almudena era la multitud. Miles de corredores atestaban la ciudad. Desde aquel ataque en la estaci贸n, el gent铆o la ahogaba. 芦Respira, solo es una carrera禄, se repet铆a, mientras el sudor le ca铆a por la frente. Llevaba m谩s de un a帽o prepar谩ndose. No para ganar, sino para demostrarse a s铆 misma de lo que era capaz.
El disparo de salida retumb贸 y el miedo la paraliz贸. Se vio arrastrada por un r铆o humano que le imped铆a quedarse inm贸vil. Cerr贸 los ojos, presa del p谩nico por el contacto con tantas personas.
"Salamanca es mi hogar; eso no me lo van a arrebatar tambi茅n". Abri贸 los ojos y solo ve铆a a personas disfrutando; no representaban ninguna amenaza. Respir贸 hondo y comprendi贸 que no era la multitud lo que la hac铆a avanzar, sino su deseo de seguir adelante.
# 250 Heli Garc铆a Mallebrera
UN MUNDO ENCERRADO ENTRE ZANCADAS
Tu coraz贸n golpea su jaula al sentir el reclamo de la libertad m谩s elemental. Las rodillas se resienten, los tobillos cloquean, los m煤sculos se contraen entre anhelos n贸madas que destilan un universo encerrado en cada gota de sudor. La pereza se agazapa a traici贸n entre nuestras intenciones pero no hay obst谩culo que supere la envergadura de tu reto, de tu meta.
La soledad ante la inmensidad de las distancias, tu particular lucha contra el crono, esa perseverancia que no atiende a molestias ni dolores. Aunque sientes que ya no puedes dar una zancada m谩s, que no merece la pena el esfuerzo, solo existe continuar, respirar, no detenerte hasta conseguirlo.
Correr cuando la ciudad duerme, correr cuando el mundo no se ha puesto en marcha.
Dir谩n, 驴para qu茅 sirve tanto esfuerzo para tan poca recompensa?
Entonces no es que no te hayan entendido a ti, es que no han entendido nada.
# 248 Juana Mar铆a Fern谩ndez Llobera
Ganador
Un a帽o m谩s se iba a presentar. Hab铆a entrenado todo el a帽o para conseguirlo. Se dej贸 la piel en ello d铆a tras d铆a. Lleg贸 el momento. Bes贸 a su novia antes del evento. Estaba en la l铆nea de salida. Estaba preparado para ser el primero. Quer铆a ser el mejor. Ti-Ti, ti-ti, ti-t, son贸 el despertador. A clase de nuevo. El entreno a las seis. A煤n quedaba un mes para el desaf铆o.
# 247 Pablo Cabeza Alb谩s
Todo
Con toda la capacidad de esforzarme que me he dado.
Con todo el af谩n de superaci贸n que me ha inculcado.
Con todos los amigos que me dado.
Con todos esos todos, como no iba a ser mi pasi贸n el atletismo.
# 246 Miguel 脕ngel Moreno Ca帽izares
Ganar no lo es todo
Ayer disput茅 por cuarta vez la San Silvestre Salmantina. Y una vez m谩s, me qued茅 a las puertas de ganar. Soy un buen corredor 鈥攈e llegado a tardar menos de 36 minutos en completar el recorrido鈥 y dicen que mi estilo es casi africano. Comenc茅 a correr, lo confieso, por las circunstancias, o sea, por ese conductor que me destroz贸 la bicicleta. Cambi茅 las dos ruedas por las dos piernas. Le cog铆 el gusto, me motivaba, y un amigo me anim贸 a inscribirme en la San Silvestre. 鈥淭ienes posibilidades de ganar鈥, me convenci贸. Desde entonces, las desgracias lo han impedido. Una torcedura de tobillo a mitad de prueba, un desfallecimiento y una ca铆da por una c谩scara de pl谩tano, en serio. Ayer, sin embargo, volaba hacia la victoria hasta que vi a ese hombre arrojarse desde el Puente de S谩nchez Fabr茅s. Lo salv茅 de ahogarse y esa fue mi mejor victoria.
# 245 Martina Bastard
Carrera a casa
Daba largas zancadas que la hac铆an avanzar entre la multitud. Con cada tir贸n de sus gemelos le recorr铆a una sensaci贸n ba帽ada de recuerdos. Con cada contacto de sus viejas zapatillas con el suelo viajaba. La llevaban a cuando corri贸 con su familia la San Silvestre Salmantina. Su t铆o la hab铆a incitado a hacerlo durante su visita a Espa帽a. Lleg贸 junto a los 煤ltimos pero contenta. La verdadera felicidad hab铆a sido compartir junto a su familia una tradicional carrera que para ella, argentina, le era ajena pero le parec铆a hermosa.
Ahora recordaba esa sensaci贸n refrescante de correr a toda velocidad y sentir que te salen chispas de las piernas. Ve铆a a su alrededor gente alegre que la animaba, a煤n sin conocerla. Ve铆a a su familia. Su coraz贸n se le sal铆a del pecho. Ya casi tocaba la meta. 鈥溍歭timo llamado a los pasajeros a embarcar el vuelo鈥︹. Ya llegaba a casa.
# 244 Jacobo Vieites S谩nchez
Avanzar
Corro, con el pecho ardiendo y las piernas pesadas. La San Silvestre se me est谩 haciendo tan larga como este a帽o que agoniza. Las calles de Salamanca resuenan bajo mis zapatillas, y en cada piedra me parece ver un recuerdo tuyo. Me inscrib铆 pensando en no hacerlo, creyendo que sin ti no tendr铆a sentido. Pero aunque ya no est茅s a mi lado, te sent铆 detr谩s, empuj谩ndome, como ahora.
El fr铆o corta, la gente anima, y entre el ruido creo escuchar tu risa. Aprieto los dientes, acelero, ya falta menos. La meta se acerca, brillante como las estrellas en un cielo de medianoche. Al fin la cruzo, solo... aunque no del todo.
Te siento conmigo, en el aire, en mi aliento. El a帽o termina, y otro comienza. Respiro hondo. Como t煤 habr铆as querido, sigo corriendo, sin rendirme, sobre las mismas calles de piedra donde, hace tiempo, nos encontramos por primera vez.
# 243 Juan Antonio Garc铆a-Rico Esp铆ldora
El superpoder
Hay pocas cosas m谩s rid铆culas que ver a una persona caerse. Y seguro que no hay nada m谩s rid铆culo, pens茅, que ver a un chaval regordete caerse mientras corre en 煤ltimo lugar; as铆 que, por favor, no te caigas ahora.
Pero no pod铆a dejar de proyectar el chasquido de mi cuerpo contra el pavimento y mi esfuerzo por levantarme y mantenerme en la carrera, aunque fuese en la posici贸n donde ya no tienes nada que perder.
Ten铆a ganas de llorar. Por fin me hab铆a decidido a correr una carrera, pero aqu铆 estaba, apoyando mis palmas contra el fr铆o suelo de diciembre para levantar mis rodillas magulladas. Y quer铆a llorar. Vaya ideas que tienes, pens茅.
鈥斅ampe贸n!
Mir茅 al p煤blico. Una sonrisa.
Mam谩鈥
Sudando, despeinada y con el uniforme gris del supermercado todav铆a puesto. Hab铆a venido.
鈥斅煤 puedes, campe贸n!
Llorando, me levant茅. Abrac茅 a mi madre. Me bes贸.
Y ech茅 a correr.
# 242 Alberto Bravo S谩nchez
El gui帽o de la rana
Desayuno leyendo inocentadas en redes, recordando la famosa y medi谩tica edici贸n de 2014. Nado en la reestrenada piscina de La Alamedilla a despertar el cuerpo. De camino a la salida, me detengo en las pruebas de menores; como entrenador y deportista, para activar tambi茅n la mente.
Los momentos previos destilan tensi贸n. Suena el disparo de una concejala que dar谩 ejemplo calz谩ndose tambi茅n las zapatillas. La marabunta arrasa Canalejas, calle Zamora y una abarrotada Plaza Mayor.
Al girar una esquina, la Universidad me saluda dorada. La rana me gui帽a un ojo desde su calavera. Aprieto el paso: empieza la parte m谩s dura. La fatiga pesa, pero cada mitocondria trabaja sin descanso.
Cruzo la meta exhausto. Desciendo al patio del Colegio San Estanislao de Kostka, mientras comento esos 33 minutos tan especiales 鈥攓uiz谩 una de las mejores medias horas de 2025鈥. Quedan tres d铆as de calendario, pero el a帽o deportivo ya termin贸.
# 241 Antonio Olmos Belmonte
Sensaciones
Me quedo mirando la pared en la esquina del sal贸n, y entonces, me vuelven sensaciones: el aire helado del Paseo de San Antonio, el bullicio de los que ajustan el dorsal con los dedos entumecidos y ese olor a mezcla de linimento, nervios y churros. Escucho, como siempre, a alguien que dice que hoy s铆, que este a帽o va a batir su marca, y otro le responde que lo importante es llegar鈥 y encontrar sitio en el bar despu茅s.
Subo la Avenida de Mirat entre bufandas que aplauden, atravieso la Plaza Mayor como quien cruza un sue帽o en navidad, y al llegar al Puente Romano el viento del Tormes parece empujarme la espalda. La ciudad entera corre, r铆e, se calienta el alma.
En un marco cuelga mi dorsal de 1984, papel blanco, n煤mero negro, el sello del colegio San Estanislao. Me sonr铆e. Ya no corro鈥 pero sigo llegando.
# 240 Luis Angel Alburquerque Sanchez
De nuevo volver a volar
De repente estaban todos por debajo de mis pies, un puente romano lleno de luchas, en forma de cabezas, unos junto a los otros. La clave est谩 en la energia y velocidad, m谩s el impulso inicial. El dise帽o de mi galopada minmizaba la resistencia, y maximizaba la distancia de vuelo. Y a la vez lo hac铆a estable. Nunca cre铆 del todo que lo lograr铆a, pero tampoco nunca ceje del todo. La brisa era suave, y hasta ah铆 arriba te llegan los sue帽os de los demas. Suelen subir en linea recta, no siempre, pero si muchos, son as铆 de obtusos. As铆 que ten cuidado cuando vayas corriendo, el de al lado, esta preparando su lanzamiento.
De nuevo podr茅 volar, pero de momento, ah铆 estoy ! At谩ndome los cordones. Aunque confieso que me gusta bajar al llegar a la plaza, esos aplausos, son un impulso extra.
# 239 Josefa Fern谩ndez Fern谩ndez
Amor de KM0
La Plaza Mayor era un volc谩n de ne贸n y sudor helado. Diciembre. O铆 el disparo y, sin buscarte, te encontr茅. Un roce el茅ctrico en la mu帽eca, sin mediar palabra en el Arco del Toro. Nuestra carrera se volvi贸 una coreograf铆a id茅ntica: dos almas sincronizadas por la cadencia del asfalto. No era la marca, sino tu aliento a mi espalda el que marcaba mi ritmo en la cuesta del Parador. Vi un futuro entero en el brillo fugaz de tus ojos bajo la visera; mi coraz贸n lat铆a m谩s fuerte por ti que por la meta. En Gran V铆a, la fatalidad del gent铆o nos envolvi贸. Tu mano se esfum贸 de la m铆a, sin ser un adi贸s. Cruzaste la alfombra de llegada un segundo antes. Busqu茅 tu dorsal en el caos final. Nada. Solo qued贸 el eco potente de un amor nacido y muerto entre el kil贸metro tres y la l铆nea de meta.
# 238 Carlos P茅rez de Arce Bolados
Partida
Todos en sus marcas. Silencio. Adrenalina. Expectaci贸n. Son贸 el disparo. Los atletas partieron. Son贸 el segundo. Los expectadores tambi茅n.
# 237 Idalith Rocio P茅rez S谩nchez
La sombra que respira
Solo el eco de mis pasos quebraba el silencio de la noche salmantina. No corr铆a entre la multitud, sino de la cosa que jadeaba a mis talones. La sent铆a: un fr铆o voraz que absorb铆a el calor de mi espalda, un hedor a tierra de cripta y naranja que se adher铆a a mi nuca. Las farolas se extingu铆an a mi paso, sumi茅ndome en una oscuridad perpetua.
Mis pulmones ard铆an. Ella se acercaba, y su jadeo se fund铆a con el m铆o.
Alcanzamos la Plaza Mayor. Me volv铆, sin aliento. Bajo la luz l煤gubre, la vi: una calavera con una sonrisa eterna. O quiz谩s solo era mi propio rostro, demacrado y cadav茅rico, reflejado en un cristal.
Su mano huesuda no se pos贸 sobre mi hombro, sino dentro de 茅l, y arranc贸 de cuajo lo que una vez fue mi alma.
# 236 RA脷L GARC脡S REDONDO
DE ANAGRAMAS Y CARRERAS
Deciden los nueve amigos participar disfrazados cada uno de una letra formando la palabra SALAMANCA. Pero en cuanto dan la salida, varios de ellos, se lanzan a correr como si llevaran ALAS en los pies o peor, como ALMA que lleva el diablo. No tardan en aparecer los primeros calambres y es entonces cuando se preguntan por qu茅 no se habr谩n quedado en CASA, durmiendo en la CAMA. Pero la idea de alcanzar la meta mientras el p煤blico les ACLAMA les empuja a seguir. Eso s铆, ahora con m谩s CALMA que 茅sto no deja de ser una fiesta.
# 235 Monica Gonzalez Dominguez
Carlos
La fecha de la carrera se acerca. Carlos acumula meses de preparaci贸n intensa en un a帽o de altibajos sin rencor. Otro amanecer m谩s, el hombre se levanta 谩gil, se despereza vigorosamente y prepara su desayuno energ茅tico, antes de calzar sus zapatillas. 脡l repite este ritual disciplinado diariamente para superar la adversidad.
El diagn贸stico no es definitivo ni favorable. Antes de empeorar, Carlos resiste con esp铆ritu deportista, forjado despu茅s de a帽os de competici贸n. Nada que no pueda remediar una voluntad inquebrantable. La fuerza del coraz贸n le acompa帽a sin vacilar. No sucumbir谩 al des谩nimo, no se entregar谩 a la desaz贸n. Mientras sus piernas puedan correr, seguir谩 conquistando marcas, al menos para s铆 mismo.
A dos d铆as de la carrera, s贸lo piensa en su padre. Despu茅s del calentamiento, se dispone a acelerar, fuerte, muy fuerte. 芦Por lo nuestro禄, se dice inspirando profundamente. El ox铆geno recorre su cuerpo que ya vibra con doble expansi贸n.
# 234 Amanda Roncero Serna
Contra todo pron贸stico
La San Silvestre Salmantina marcaba el final del a帽o, y Ana lo sab铆a. Cada paso entre la multitud le recordaba que seguir adelante no era una elecci贸n.
Hace meses, un accidente la hab铆a dejado sin fuerzas, postrada en una cama. Los m茅dicos fueron claros: nunca volver铆a a correr.
Pero hoy, entre gritos, m煤sica y luces, siente c贸mo el aire fr铆o llena sus pulmones y las piernas responden. La ciudad la aplaude, pero lo que m谩s le emociona es saber que ha vencido a sus propios l铆mites.
Al cruzar la meta, sonr铆e: no ha ganado la carrera, pero ha recuperado su vida.
# 233 Guillermo Diez Jim茅nez
La meta
Su bast贸n blanco tembl贸 como si tambi茅n hubiera corrido con 茅l la San Silvestre Salmantina. Nadie desminti贸 aquella victoria.
# 232 CARLOS ANDRES FABBRI CAMPOS
So帽ar no cuesta nada
Venir a decirnos que pretende presentarse a la San Silvestre Salmantina y a帽adir al toque estar seguro de quedar entre los diez primeros. Con tal convicci贸n y descaro lo dijo que nos paraliz贸 tremenda ocurrencia.
Es verdad que est谩 entrenando. Algunos d铆as de la semana va a la piscina de La Alamedilla y luego se pasea con la bici del Ayuntamiento por la ribera del Tormes; tambi茅n es cierto que corre, unos metros corre de tanto en tanto detr谩s del 煤ltimo autob煤s que pasa por la Gran V铆a con destino a La Aldehuela. La cuesta de Santi Esp铆ritus le cuesta, hay que reconocerlo, como a tantos otros.
Sesenta y siete a帽os y asm谩tico. 隆Entre los primeros diez!
En los primeros diez metros abandona, eso seguro.
Tras reflexionar un rato y m谩s que nada para acabarnos la raci贸n de jeta que ten铆amos entre manos, le dijimos: 鈥淨uiz谩s en tus sue帽os鈥.
# 231 Manuel Benito Ingelmo
Alegre transgresi贸n
Preparados, listos, ya!!! La ciudad monumental nos pertenece, aunque solo sea por un instante fugaz y vibrante de piernas libres.
# 230 Claudia Alejandra Morales
Como dice Joaqu铆n
El 煤ltimo instante antes de la salida era puro v茅rtigo. El aire fr铆o cortaba, pero el coraz贸n lat铆a caliente, como un tambor que marca destino.
Cuando son贸 el silbato, el asfalto rugi贸 bajo los pies de cientos: una estampida de sue帽os sobre la piedra antigua. En el Puente Romano, el r铆o reflejaba cuerpos que parec铆an volar, fugitivos del cansancio.
Subida tras subida, el esfuerzo se volvi贸 plegaria. Le pesaban los hombros: la frustraci贸n de un amor que no fue, el empleo que apenas respiraba, el ruido a abogados, como dice Joaqu铆n, y el dolor que anidaba en las rodillas.
En el kil贸metro final quiso rendirse, pero una voz peque帽a atraves贸 el viento: su nombre.
Apret贸 los dientes. Cruz贸 la meta con l谩grimas y orgullo. No lleg贸 primero, pero por primera vez gan贸.
Unos ojos de un metro de altura lo aplaud铆an con ternura:
鈥擫o hiciste, pap谩.
# 229 Marcia Katarine Almeida Reis
Cita en la San SIlvestre
La conoc铆 en la salida, dorsal 3279. Sonri贸 y dijo que solo corr铆a para impresionar a su ex. Yo, claro, fing铆 que tambi茅n.
Kil贸metro dos: a煤n me segu铆a el ritmo. Kil贸metro cuatro: ya hablaba de mi perro entre jadeos.
En el ocho, jur茅 que, si lleg谩bamos juntos a meta, la invitaba a chocolate con churros.
En el nueve, me adelant贸. En el diez, desapareci贸 entre la multitud.
Cruc茅 la meta medio mareado, buscando su sonrisa.
Entonces la vi鈥 abrazando a un tipo con el dorsal 3258.
Me acerqu茅 resignado, pero ella se gir贸 y grit贸:
鈥斅ste es mi ex!
Y, antes de que yo dijera nada, lo dej贸 plantado, me tom贸 del brazo y a帽adi贸:
鈥擜hora s铆鈥 驴d贸nde est谩n esos churros?
# 227 Emilio Del Prado Benito
Secretos
驴Porqu茅 lo hice? A veces me lo pregunto. Le铆a detenidamente el mapa. Estaba parcialmente seguro. Si llegaba a la 煤ltima recta, lo conseguir铆a. Ten铆a la decisi贸n tomada. Instant谩neamente cog铆 impulso. Nadie parec铆a verme. A veces recuerdo ese d铆a. L谩grimas. Impotencia. Brutalidad. Resignaci贸n.驴Esperanza?...desde la cama de este hospital de campa帽a en un campo de refugiados todo parece un mal sue帽o, pero al mirar y no ver mis piernas vuelve el sudor a mi frente de aquella 煤ltima carrera.
# 226 Jonatan Pen贸n Franch
Red Flags
Hab铆a o铆do hablar de 茅l. Joven, estudiante, de buena familia. Coincidimos el s谩bado y me salud贸 muy educado cuando nos cruzamos. Era m谩s atractivo en persona que en las fotos, pero la experiencia acab贸 siendo de lo m谩s desagradable.
El chico empez贸 bien, pero yo, que siempre he sido muy observadora e intento prestar m谩xima atenci贸n a los detalles, not茅 que algo no cuadraba en cuanto subi贸 la intensidad. Le advert铆 un par de veces, aunque hay algunos que parece que no entienden las se帽ales. Finalmente, tuve que pedirle que parara. No me hizo caso y continu贸. Tuvieron que venir unos compa帽eros que, por suerte, consiguieron frenarle.
Lo llevaron a un apartado, donde estuvo despotricando un par de minutos y llam谩ndome de todo. Despu茅s de eso, reanud贸 su marcha, ya sin opciones, para completar los kil贸metros finales de la prueba.
# 225 Iv谩n Parro Fern谩ndez
Una Sansil en paz
驴Ma帽ana llover谩? Esta duda golpeaba su mente a cada momento. No quer铆a fallar en su esperado estreno. Lo hab铆a preparado bien y a conciencia. Muchas horas con el Google Maps viendo las calles y el recorrido de la Sansil una y otra vez hasta que memoriz贸 todo, ritmos incluidos. Parec铆a un curtido veterano. Como est铆mulo los t铆picos consejos de sus m谩s allegados: Disfruta, estamos contigo, tienes nuestro aplauso, eres el mejor... Y como premio cumplir un sue帽o. Lejos por fin de las bombas y de los peligros de su pa铆s que segu铆a en guerra disfrutaba de la noche salmantina antes de la carrera. Revis贸 cuidadosamente sus pr贸tesis de pierna poni茅ndolas a punto, y entre sue帽os y algunos desvelos recorr铆a libre, feliz y seguro una vez m谩s las calles por las que transcurrir铆a la carrera. Su primera Sansil en paz.
# 224 PABLO HERNANDEZ CANO
28SALCOL12
En un momento complicado he escapado a Cuenca a correr y pensar. Coincido con otra alma atribulada compartiendo tres d铆as de trotes, excursiones, museos, confidencias. Esta ma帽ana me dicen que a primera hora ha marchado. Me entregan un tarjet贸n suyo donde leo escrito a mano 鈥28SALCOL12鈥.
At贸nito llamo a mi sabia amiga salvadora explic谩ndole el tema. Ay煤dame, qu茅 significa esto. Desolado vuelvo a Madrid.
Mi aliada llama exclamando que lo tiene, 鈥渃orre para el bus a Salamanca, tienes el tiempo justo鈥.
Explica, 鈥渉oy es d铆a 28, SAL es Salamanca, COL es la Pasteler铆a la Colmena de donde sale la San Silvestre Salmantina, a las 12 horas.
Cojo el de las 9h. A la duod茅cima campanada llego a la Pasteler铆a. En la puerta est谩 ella, mi coraz贸n estalla. Me besa susurrando 鈥渉as venido, quer铆a estar segura, esp茅rame en la llegada鈥. Sale corriendo con el resto de cientos de participantes.
# 223 Grisell Abreu Le贸n
"Castillo Fuerte"
CASTILLO FUERTE
Madu estaba resuelta a ganar la carrera de sansilvestre, La leyenda del papa Silvestre le hab铆a imbuido tal determinaci贸n y fuerza que, contra todo pron贸stico dada su extrema delgadez, se propon铆a no s贸lo participar sino tambi茅n ganar.
鈥擲an Silvestre, hermano, tu que en tu inquebrantable misericordia probablemente declaraste absuelto de sus pecados a ese gentil difunto d谩ndole la oportunidad incluso de alcanzar el cielo, te pido que hagas m铆o esos valores tuyos y pueda yo ser castillo fuerte de sost茅n a aquellos que han sido declarados incapacitados para alcanzar metas鈥.
De pronto vio a un joven de brazos y piernas torcidas y rostro afectado tambi茅n, formando tremendo alboroto alent谩ndole para que no desfalleciera; sin pensarlo dos veces se desvi贸 y asiendo ya exhausta la silla con todas sus escasas fuerzas, llegaron ambos y ebrios de alegr铆a navide帽a y amor cristiano, gritaban:
鈥 隆Lo logramos! 隆Gracias San Silvestre! 隆Gracias oh Dios! 鈥
# 222 Aurora Semerano
Agujerito
A Tom谩s, de repente, le entraron ganas de tener un amigo. De pronto, le parecieron insulsas las charlas con el se帽or Flaco, los escarabajos en sus esferas de vidrio le dieron repulsi贸n, y reproch贸 de pedanter铆a el mapa de Europa con el que hab铆a hablado muchas veces. Pas贸 d铆as en silencio, recostado en la cama, hasta que un d铆a descubri贸 un diminuto agujerito en la pared que daba al sur. Meti贸 all铆 su curiosidad, apart贸 un poco de polvo y apoy贸 un ojo sobre 茅l. Al otro lado hab铆a una ni帽a completamente calva que gritaba 隆Est煤pidos, est煤pidos! mientras lanzaba sus ladrillitos de colores. Desde entonces, se apoyaban un ojo a turno, mil charlas atravesaban cada d铆a el agujerito. A 茅l la ni帽a le gustaba por sus historias; a ella, Tom谩s le hac铆a re铆r por estar completamente calvo.
# 221 Maria Elejoste Larrucea (Mel)
A vista de p谩jaro
Paloma P茅rez retransmitiendo en directo desde el cielo de Salamanca. De nuevo presenciamos un fen贸meno humano curioso. A diario los vemos caminar por la ciudad, solitarios, cada uno en su direcci贸n, a su ritmo, pero hoy es el d铆a en que corren juntos en formaci贸n. No hay peligro aparente, ni persecuci贸n ni presas.
Primero se re煤nen de forma ca贸tica, voces, gritos y risas. Colocan extra帽os s铆mbolos en el pecho, beben l铆quidos que incluso comparten entre ellos. Est谩n contentos y amigables. Despu茅s, tras un sonido, comienza la migraci贸n, corren y todos se detienen en en el mismo sitio como si llegaran a un gran nido familiar.
Las 煤ltimas informaciones cient铆ficas apuntan a un sentimiento de bandada inusual en esta especie. Aunque sea una vez al a帽o aleteamos a los humanos, 隆volad juntos y que sean muchas m谩s!
# 220 Mar铆a Teresa Blasco Bermejo
Corredora de fondo
Cuando me inscrib铆 en la carrera, en casa me dijeron que c贸mo se me ocurr铆a, si no hab铆a entrenado nada. Al principio les di la raz贸n, pero luego, pens谩ndolo bien, me he dado cuenta de que en realidad no he parado de correr desde que naci贸 Pablito, el tercero. Voy corriendo a todas partes: de casa al colegio, del colegio al trabajo, del trabajo al supermercado, del supermercado a la academia de ingl茅s del mayor, a la escuela de m煤sica del mediano y al entrenamiento de f煤tbol del peque帽o. Mi vida consiste b谩sicamente en correr para llegar a tiempo, como por ejemplo ahora: en mitad de la carrera me doy cuenta de que nadie ha comprado las uvas para Nochevieja y, como no acelere, me van a cerrar las tiendas.
# 219 JAVIER TUERO RODRIGUEZ
SUE脩OS DE GLORIA
El despertador no son贸. O quiz谩 s铆, pero 茅l so帽aba que corr铆a ya. Salamanca a煤n dorm铆a, pero la San Silvestre no espera a los atletas varados. Salt贸 de la cama con un brinco, como quien huye de la tristeza. Se visti贸 apresurado, el coraz贸n en las medias de compresi贸n. Baj贸 las escaleras trotando, cada pelda帽o, un muro. Corri贸 antes de correr. El fr铆o le mord铆a los tobillos, pero 茅l solo pensaba en su padre, en aquel atleta que corr铆a sin piernas en sus recuerdos. Lleg贸 tarde, pero lleg贸 a tiempo. La salida era un r铆o humano, y 茅l se lanz贸 como quien se lanza a amar sin garant铆as, sin estirar siquiera. No gan贸, ni lo pretend铆a. Corri贸 por todo lo que fue, por su padre muerto, por todo lo que llegar铆a. Y al cruzar la meta, supo que el verdadero triunfo era no haberse quedado durmiendo.
# 218 Silvia Estela Mangas
La Aparici贸n de San Silvestre de Salmantina
Cuentan los ancianos lugare帽os que una madrugada de invierno, mientras la niebla cubr铆a las torres y las campanas dorm铆an un silencio de piedra, San Silvestre fue visto caminando por las calles de Salmantina por un pastor que bajaba del monte quien distingui贸 su figura vestida con un h谩bito blanco, iluminada por un resplandor suave de luna bendecida.
El santo se detuvo frente a la fuente vieja y pos贸 su mano sobre el agua helada. De inmediato, brot贸 un aroma a azahar y el l铆quido comenz贸 a brillar.鈥擠ecid al pueblo 鈥攎urmur贸 鈥 que la fe no se ha perdido, solo duerme.
Cuando el pastor quiso acercarse, la figura se hab铆a desvanecido. Pero desde aquel d铆a, cada 31 de diciembre, el agua de la fuente canta al amanecer, y los habitantes de Salmantina aseguran que San Silvestre pasa otra vez, silencioso y puro, bendiciendo los corazones que creen en los milagros peque帽os.
# 217 Karen Fogelstrom
Competencia desleal
Lo veo delante, en medio de la marea de participantes, balance谩ndose a cada zancada. Temo estar teniendo visiones: hay un dinosaurio entre los corredores. Un t-rex, para ser exactos.
Lo rebaso con esfuerzo. El sauro me mira de reojo y aprieta el paso, sosteni茅ndose la cabeza que amenaza con caer por su propio peso. Ninguno est谩 dispuesto a dejarse vencer.
El orgullo me muerde los talones. Nunca fui competitivo, pero la visi贸n de esa bestia delante de m铆 despierta un instinto de caza primitivo. No puede ganarme.
Cruzo la meta medio metro antes y festejo como si hubiera batido un record mundial. En un gesto de caballerosidad deportiva, me giro para estrecharle la mano.
La cabeza del animal ha ca铆do de lado. Dentro del disfraz, una mujer r铆e a carcajadas y, al mirar sus ojos, s茅 que he perdido.
# 216 Carlos Alberto Monteverde Miranda
LA PROMESA Y EL RESPETO
Aquel a帽o, la San Silvestre era su promesa, pues ya hab铆a corrido treinta y tantas veces. Yo tem铆a que el asfalto nos diera su 煤ltima lecci贸n. Cuando mi abuelo y yo salimos de San Antonio, percib铆 c贸mo las baldosas de la ciudad lat铆an bajo sus pies, marcando el ritmo de su coraz贸n cansado.
En Canalejas, lo vi flaquear.
鈥 Sigue, mi ni帽a 鈥 me dijo.
Pero mi paso lento por Mirat y Zamora expres贸 mi amor m谩s profundo. Atravesando la Plaza Mayor, escuch茅 en el aire el eco de cada aplauso que hab铆a recibido.
Al pisar el Puente Romano, la niebla del Tormes dibuj贸 su silueta. Lo acompa帽茅, y sent铆 c贸mo la memoria deten铆a a los atletas en Comuneros, que formaron un arco de honor, dos muros de silencio. Cruzamos la meta mientras la sombra de la Catedral se inclinaba sobre nosotros. El respeto, ese d铆a, fue el ganador absoluto en Salamanca.
# 215 JORGE PEREZ DIEZ
Treinta a帽os despu茅s
No puedo creer que me haya dejado convencer por mi hijo para que en su primer a帽o universitario corramos juntos la San Silvestre en Salamanca.
Despu茅s de treinta a帽os sin venir veo todo muy cambiado, cada calle que paso recuerdo aquellas noches, cuando ven铆amos desde Valladolid para disfrutar esa fiesta salmantina que terminaba a media ma帽ana del d铆a siguiente desayunando en la plaza mayor.
Entonces mir谩bamos asombrados a los que corr铆an al amanecer creyendo que estaban locos. Actualmente corro yo, sintiendo que la locura es no hacerlo.
Hace a帽os que cambi茅 los bares por las zapatillas, y he ganado salud y vitalidad para vivir muchos a帽os m谩s.
Cuando cruzo la meta busco a mi hijo que lleg贸 antes, y que me recibe con un fuerte abrazo, mi coraz贸n late fuerte pero me siento en buenas condiciones. Al final, la vida es eso, llegar aunque sea un poco m谩s despacio.
# 214 Wilson Burgos Aroca
Entrenamiento
Maryam se ajust贸 los cordones y pens贸 en sus dos hijos. El Paseo de San Antonio estaba a reventar y el fr铆o, que le calaba los huesos, contrastaba con el ambiente festivo de los espectadores. Mantuvo un ritmo constante durante los primeros metros, pero fue distray茅ndose con lo que la rodeaba: La Alamedilla, la Plaza Mayor, el Puente Romano sobre el Tormes, la Puerta de Zamora y otras joyas arquitect贸nicas que eran escasas en su pa铆s. Luego tendr铆a tiempo para disfrutar de aquellos paisajes y volvi贸 a concentrarse. Tres competidoras iban adelante. Rememor贸 su pasado y, retomando fuerza, las super贸 en el Paseo del Rollo.
Arrodillada sobre el asfalto, llor贸 copiosamente. Huir de los misiles en su natal Palestina le hab铆a servido para algo.
# 213 Alberto Moreno S谩nchez-Izquierdo
Una San Silvestre azarosa
Este a帽o me he apuntado con Elena y los ni帽os, pero han debido poner normas nuevas porque, de todos los atletas que estaban calentando, solo han permitido salir a los que 铆bamos de rojo, verde, amarillo o azul, y, de esos, solo a los dorsales que comenzaban por cinco.
Quique, el tonto de mi vecino, de amarillo chill贸n, viene sigui茅ndonos, pero la meta ya est谩 a la vista. 隆Venga, puede que lleguemos entre los primeros de nuestra categor铆a!, le digo a Elena.
Despu茅s, al ver entrar a Julito, de pronto siento una fuerza extra y doy una, dos鈥, diez enormes zancadas, como saltos de gigante. 隆Ha sido incre铆ble!, 隆ahora podr茅 quedar entre los primeros de la general!, pienso, sin terminar de cre茅rmelo.
Sin embargo, al mirar atr谩s, veo al imb茅cil de Quique comi茅ndose a mi mujer. Y dando veinte descomunales brincos, para adelantarme y llegar, sonriente, a la meta.
# 211 Edison Celi Celi
El 脷ltimo Kil贸metro
La luz invernal de Salamanca era un borr贸n anaranjado. El asfalto, una cinta sin fin bajo las zapatillas; el aliento, un fantasma blanco. Kil贸metro nueve. El cuerpo ped铆a descanso, pero la voz interior exig铆a cumplir el desaf铆o: terminar de pie.
No corr铆a por una marca; corr铆a contra su duda. Hac铆a un a帽o, su pierna era una promesa rota, una cicatriz. Hoy era un motor.
Al girar en la Plaza Mayor, la multitud estall贸. Un millar de voces era el empuj贸n final, eran voltios de energ铆a pura. En el rostro de un ni帽o, vio su propia fe reflejada.
Apret贸 los dientes. El dolor se hizo prop贸sito. Cruz贸 la meta. No sinti贸 las piernas, pero s铆 el estallido del logro, ese instante qu铆mico. Levanto los brazos al cielo dorado. Hab铆a doblegado al miedo. El verdadero triunfo no estaba en la meta, sino en el inicio.
# 210 Simon David Hayde Houston
PASO A PASO
Como la vida y la muerte, paso a paso transito la San Silvestre, y es que no pienso en ganar sino en disfrutar por que correr es vivir, y vivir es dejarse llevar por la inspiracion del campo, que me abraza cuando paso a paso, recorro este hermoso habitad natural de belleza inconfundible que ya a cautivado mi corazon; y ya con esto gane un gozo, un placer y un paso a paso por la San Silvestre, que definitivamente a abierto un oasis de esperanza para el corredor profesional o simplemente un nuevo respiro para el novato, el estudiante o al que ama la naturaleza tal como lo es la belleza de la San Silvestre Salmantina, que ha encontrado una peque帽a parcelita en el corazon de los que participan.
# 209 Mar铆a Marta Arocena Mart铆nez de Irujo
隆Corre m谩s, que t煤 puedes!
Escondida, al oeste de la gran meseta, lucimos unas blancas suelas, especiales para saltar hacia el cielo, y poder llegar a nuestras particulares metas. All铆 tengo mi vida. Paeando por sus calzadas, con aquellas singulares conversaciones de las amistades de toda mi Universidad, las que tanto hecho de menos en verano. Mirando hacia aquellos adoquines hist贸ricos, con toda la profundidad de mi ser, para levantar mis pies con m谩s vocaci贸n a煤n. No hace fr铆o, aunque llueva un poco esta tarde. Los inocentes quedan justo atr谩s, cuando las calles de esta misteriosa ciudad, desolaban su madrugada, pintando sus portales, a煤n m谩s todav铆a. Puedo sentir que hay alguien ah铆. Alguien que corr铆a mucho, y que jam谩s se olvidar谩 de nosotros, sus estudiantes. As铆 os quiero invitar a una cita; la de mi eterna carrera, la de tu viviente sudor, y la de nuestro azulado cielo.
# 208 Mar铆a Marta Arocena Mart铆nez de Irujo
R谩pida y sentida
Escondida, al oeste de la gran meseta, lucimos unas blancas suelas, especiales para saltar hacia el cielo, y poder llegar a nuestras particulares metas. All铆 tengo mi vida. Paeando por sus calzadas, con aquellas singulares conversaciones de las amistades de toda mi Universidad, las que tanto hecho de menos en verano. Mirando hacia aquellos adoquines hist贸ricos, con toda la profundidad de mi ser, para levantar mis pies con m谩s vocaci贸n a煤n. No hace fr铆o, aunque llueva un poco esta tarde. Los inocentes quedan justo atr谩s, cuando las calles de esta misteriosa ciudad desolan su madrugada, pintando sus portales, a煤n m谩s todav铆a. Puedo sentir que hay alguien ah铆. Alguien que corr铆a mucho, y que jam谩s se olvidar谩 de nosotros, sus estudiantes. As铆 os quiero invitar a una cita; la de mi eterna carrera, la de tu viviviente sudor, y la de nuestro azulado cielo.
# 207 Ana Su谩rez P茅rez
Transformaci贸n
Desconoce c贸mo empez贸 a correr. O puede que simplemente lo haya olvidado. Tal vez el motivo por el que no lo recuerda es porque ya no est谩 en ese punto, el punto en el que necesitaba escapar, ansiaba salir por patas de una situaci贸n que se le hab铆a hecho insostenible y donde ya no se reconoc铆a. Dej贸 esa primera vez atr谩s porque la han seguido otras muchas. 脡l, afortunadamente, ya no es el mismo. De la misma forma que cada carrera es diferente, 茅l cambia tambi茅n cada vez que participa en una. Sabe que lo hace para mejor, alej谩ndose del hombre que fue y aproxim谩ndose a lo que siempre tendr铆a que haber sido. Por eso espera cada final de a帽o a la que es su carrera favorita, la San Silvestre, donde, una vez m谩s, deja atr谩s lo que fue y da la bienvenida a lo que est谩 por venir.
# 206 Lucia Castro
San Silvestrina
La tarde de la carrera llega a Salamanca y las luces de la Plaza Mayor se van encendiendo como si se prepararan para la fiesta. Los corredores se juntan, algunos disfrazados, otros nerviosos, pero todos con el mismo deseo: despedir el a帽o corriendo la San Silvestre. Entre ellos est谩 Clara, que nunca hab铆a participado. Aprieta los cordones mientras los nervios le recorren por el cuerpo
Cuando suena la salida, el suelo empieza a temblar . El maravilloso bulevar de San francisco Javier espera a los corredores vestido de rojo . La gente anima desde los balcones, y Clara siente que cada aplauso le acerca mas a la meta . El fr铆o se siente , pero la alegr铆a abriga m谩s que cualquier bufanda.
Al cruzar la meta, a Clara no le importaban el tiempo ni el cansancio. Sonr铆e, porque entend铆a que no corr铆a para ganar, sino para empezar el nuevo a帽o con ilusi贸n.
# 205 Jes煤s Calder贸n Garc铆a
EL BESO
- Qu茅date el chubasquero.
No llueve desde hace meses. En la calle, cuarenta grados. Retiro su bata y simulo atarle las zapatillas de andar por casa. Es la se帽al. Se incorpora del sill贸n, lucha por la verticalidad.
- Hace fr铆o 鈥揻rota sus extremidades-. Diciembre es as铆.
Intenta trotar en est谩tico, pero apenas levanta los talones.
- Preparados, listos鈥 隆ya! 鈥 le indico.
M谩s r谩pido, m谩s fuerte. Frunce el ce帽o.
M谩s r谩pido. M谩s fuerte. Los m煤sculos empiezan a reaccionar.
M谩s r谩pido. M谩s fuerte. Fuego en la mirada.
Hago de speaker:
- 隆Tenemos ganador de la San Silvestre salmantina! 隆Tambi茅n subcampe贸n! 隆Atentos al tercer puesto, final al sprint! 隆Tercer caj贸n para Nicol谩s Garc铆a!
Mi abuelo jadea. Mi abuela sonr铆e. Le coloca su medalla, corro铆da con los a帽os junto al avance del alzh茅imer. Enhorabuena, Nico. Metal convertido en oro, tras repetir el beso que preside el comedor desde entonces.
# 204 Manuel Alejandro del Rosario Urbin
Kil贸metro nueve
Mam谩, llevas ocho kil贸metros diciendo que no te duele.
Yo llevo ocho kil贸metros mat谩ndome por dentro. Mis piernas quieren salir disparadas. Entrenar para trotar a 7 minutos por kil贸metro es una tortura en c谩mara lenta. Cada zancada contenida me quema.
Delante va la tercera clasificada. Conozco mi cuerpo en la cuesta de Libreros. Podr铆a alcanzarla.
En el kil贸metro nueve me dices entre jadeos:
鈥擲igue, hija. No voy a llegar.
S茅 que es verdad. O llegar谩s. Siempre llegas.
Tambi茅n s茅 que si te dejo ahora, cruzar谩s sola esa meta so帽ada hace tres meses cuando estrenaste las zapatillas en el pasillo de casa a las once de la noche.
Niego con la cabeza.
T煤 asientes.
Entonces haces algo que me rompe: aceleras.
Y yo, mam谩, te sigo.
# 203 LUCIA MARTINEZ VILLALBA
M谩s que una carrera
No era un d铆a cualquiera, era un domingo lleno de emociones. Abundante alegr铆a, pero tambi茅n mucha nostalgia por todos aquellos que hab铆an participado en la carrera tantos a帽os, bien corriendo o animando, y esta vez estaba sola. Sus abuelos ya no estaban en este mundo, su hermano viviendo en otro pa铆s y sus padres cuidando a un familiar enfermo. Estaba ella, s贸lo ella.
Empez贸 a correr, observada por la elegancia y majestuosidad de la ciudad y, en cada paso que daba, se daba cuenta de que estaba muy equivocada.
La carrera convocaba a todos, los presentes y los ausentes, y hac铆a que fuera una cita especial. As铆 que, arropada por todos desde el cielo, y en la tierra, consigui贸 llegar a la meta.
No, evidentemente, no fue un d铆a cualquiera, era la San Silvestre Salmantina, mucho m谩s que una carrera.
# 202 pedro jose cifuentes L贸pez
Cuenta Atr谩s
Cuenta atr谩s por Peter Cifuentes
El fr铆o muerde las orejas y el dorsal cruje; el Tormes respira como un animal quieto.
En el Puente Romano, la piedra me patina un recuerdo: aquel a帽o que me qued茅 en la orilla.
Plaza Mayor: las luces me pesan en los tobillos; una se帽ora del balc贸n me regala un 鈥渧amos鈥 que huele a caldo.
Me punza el gemelo; un ni帽o me choca la mano y me acomoda la zancada como si enderezara un cuadro torcido.
Las campanas se atragantan de metal; el aire se abre, la calle me cabe.
Bajo el arco, descubro que nadie me espera: yo soy a quien vengo a alcanzar.
# 200 Jos茅 G贸mez Rodr铆guez
Cuando el tiempo ya no importa
La San Silvestre de Salamanca es el acontecimiento que mejor me define y el que ha reunido las experiencias m谩s entra帽ables de mi vida. Soy feliz entre las piedras doradas de la ciudad que me vio crecer, rodeado de amigos y de una familia a la que logr茅 contagiar la afici贸n por esta carrera que hermana los valores humanos y f铆sicos del deporte con el esp铆ritu navide帽o.
Justo antes de la salida, me invade una emoci贸n intensa, acrecentada por el gesto entra帽able de mis hijas y nietas al levantar sus rostros hacia el cielo. Ignoran que el tiempo y el espacio ya no importan. Solo mi esposa presiente que vuelvo a estar cerca de ellas. Cruzamos las miradas y, desde la acera, me dedica una sonrisa cari帽osa que correspondo lanz谩ndole un beso destinado a permanecer en la eternidad.
# 199 MERCEDES ORTEGA NU脩EZ
DISFRUTAR
DISFRUTAR
Llega la San Silvestre Salmantina y las calles se llenan de gente, de alegr铆a y vida.
Perm铆tanme presentarme, Soy Tormes, el mast铆n salmantino, mis due帽os se conocieron en esta carrera y este a帽o por primera vez correr谩n con su hijo, asegurando que esta fiesta se transmita de padres a hijos y sea en el futuro a煤n m谩s especial de lo que ya es.
Asegurando que todos los que nos visiten disfruten, porque esa es la clave, disfrutar, despreocuparse y mas en estos tiempos donde los humanos se pierden en problemas pasajeros, sobre cosas en las que un perro viejo como yo no se preocupa.
Porque he aprendido con el tiempo que lo importante es vivir el hoy, que es m谩s bonito de lo que parece y esta carrera es una fiesta, un latido compartido que nos recuerda que la vida hay que disfrutarla paso a paso.
# 198 LAURA PEREZ MARTINEZ
ALICIA Y LA CARRERA DE LOS MIL SUE脩OS
Alicia despert贸 aquella ma帽ana en Salamanca, justo el d铆a de la San Silvestre Salmantina. Las calles estaban llenas de corredores disfrazados, y el aire ol铆a a nervios y turr贸n. De pronto, un Conejo Blanco con dorsal 001 pas贸 corriendo frente a ella. 鈥溌lego tarde a la meta!鈥, grit贸. Alicia, curiosa como siempre, lo sigui贸 hasta la Plaza Mayor, donde el suelo parec铆a transformarse en un tablero de ajedrez.
El Sombrerero Loco repart铆a dorsales de colores y chocolate caliente a los participantes. La Reina de Corazones, desde el balc贸n del Ayuntamiento, anunciaba: 鈥溌ue empiece la carrera, o que les corten el ritmo!鈥. Alicia corri贸 entre risas, confeti y villancicos, sintiendo que cada kil贸metro era una p谩gina nueva de su propio cuento.
Al cruzar la meta, el Conejo le gui帽贸 un ojo: 鈥淎qu铆, quien corre con el coraz贸n, nunca llega tarde鈥. Y Alicia supo que hab铆a ganado algo m谩s que una carrera
# 197 Micaela Correa Dos Santos
脷ltimo Tramo
Cuando cruz贸 el puente, ya no sent铆a las piernas. El fr铆o mord铆a, el coraz贸n lat铆a torpe, pero la ciudad segu铆a empujando con su aliento. A un costado, un ni帽o agitaba una bufanda como si fuera una bandera, y ella sonri贸, apenas. Pens贸 en todas las veces que hab铆a querido rendirse, en los a帽os que el cuerpo se volvi贸 m谩s pesado y los sue帽os m谩s cortos.
Pero aquella tarde no corr铆a por marcas ni medallas: corr铆a por lo que a煤n quedaba en pie dentro de s铆.
Alz贸 la vista y vio el arco de meta. No era una l铆nea de llegada, sino una promesa cumplida. Entr贸 despacio, con l谩grimas y risas mezcladas, y por un instante, crey贸 que corr铆an todos con ella.
# 196 Rafael Fuentes Pardo
Ligero
El hombre del pelo blanco se acerc贸 al contenedor y tiro el 谩lbum de recuerdos. En la siguiente esquina le regal贸 el bast贸n y su forma de ver el mundo al primero que pasaba por la calle. Los sue帽os tuvo que convertirlos en pesadillas para poder librarse de ellos. Las ideas se marcharon solas, en realidad, llevaban media vida queriendo ser ideolog铆as. Suspir贸 con alivi贸, se sent铆a mejor que nunca, como si hubiera perdido cien quilos de lastre. Continu贸 caminando en direcci贸n sur con las manos en los bolsillos mientras silbaba una balada. Cuando lleg贸 al paseo de San Antonio comenzaba La San Silvestre. Se detuvo y pens贸 que quiz谩 fuera el momento m谩s oportuno para que un anciano ligero los dejase a todos con la boca abierta, total, solo eran diez quil贸metros, en media hora estar铆a de nuevo caminando hacia el mar.
# 195 MIGUEL PAZ CABANAS
REENCUENTRO
Me suscit贸 una enorme ternura identificarlas, pese al tiempo transcurrido. Pens茅 en lo que habr铆an sufrido: el 茅xodo, las inclemencias, el paso furtivo de los a帽os. Conservaban ese aire modesto y venerable de quien ha sido testigo de muchas cosas. La dependienta me miraba con curiosidad. Era muy joven, llevaba un aro de plata en los labios. Me dirigi贸 una sonrisa deliciosa. No me atrev铆 a decirle que, con las deportivas que acariciaba en ese momento, hab铆a corrido mi primera San Silvestre Salmantina, a帽os despu茅s de llegar a Espa帽a. Las mismas con las que hab铆a subido al cayuco y que me hab铆an salvado la vida.
Antes de salir, mientras le devolv铆a la sonrisa, le dije que me gustaba su tienda de segunda mano y que le deseaba 茅xito y prosperidad.
# 194 Laura Vidal Rodr铆guez
Se帽ales
Se帽ales
Sudado. Aliento entre cortado. Satisfecho. No ten铆a claro que hab铆a so帽ado. 脷nicamente recordaba un camino. Hab铆a sido intenso.
Estuve una semana despertando de la misma manera. Podr铆a predecir que hab铆a estado corriendo en sue帽os y no hab铆a alcanzado la meta. Se pod铆a interpretar de muchas maneras.
Lo tom茅 como una se帽al. 鈥淐uando sue帽as repetidamente con algo, puede que lo sea鈥; me dije. Mi abuelo hab铆a sido un atleta de los que dejan huella. Quiz谩s me estaba mandando una se帽al desde all谩 donde estuviera.
Comenc茅 a salir a correr todos los d铆as despu茅s del trabajo. Haci茅ndolo un h谩bito agradable y saludable. Lleg贸 el d铆a que vi el anuncio de una carrera y aunque mi prop贸sito inicial no era ese, me apunt茅 para correrla y cambiar el final del sue帽o, tambi茅n llamado se帽al, que me hab铆a hecho comenzar; llegar a la meta.
Sentimiento: espectacular, indescriptible鈥
Seguir茅 corriendo, seguir茅 sintiendo
Gracias abuelo.
# 193 Miguel Antonio Gallardo V谩zquez
Cicatriz
La cinta de meta se arremolin贸 en torno a su est贸mago, provoc谩ndole un v贸mito leve antes de desmayarse. Cuando abri贸 los ojos, la madre hac铆a el sonido del avi贸n-cuchara rumbo a su boca, mientras acariciaba la cicatriz que le cruzaba la cabeza. Una lavadora alumbrada por un fluorescente indeciso temblaba entre los aplausos del p煤blico. Laura Palmer llenaba la peque帽a tele de la cocina y los fot贸grafos de la prensa salmantina disparaban contra su cuerpo sudoroso e inerte en el asfalto. Los pies cansados del padre entraban por la puerta y la megafon铆a anunciaba los ganadores de la prueba. Con la cola desencajada, Toby ladr贸 tres veces y la sirena de la ambulancia fue un rumor creciente. Son贸 el tel茅fono y cuando la madre habl贸 con el doctor, el sonido del desfibrilador fue una risa de alivio entre los dem谩s corredores. El tumor hab铆a sido extirpado. Gan贸 su primera carrera.
# 192 Unai Sinde
A lo hecho, pecho
Tras una noche acelerada, consegu铆 finalmente llegar a la estaci贸n de tren. Hab铆a sido la fiesta de disfraces y a煤n llevaba puesto mi atuendo de esquiador ol铆mpico, algo raro para un d铆a laborable en Salamanca.
El tren no llegaba. 鈥淛oder, me tocar谩 andar hasta casa鈥-pens茅. De camino, me top茅 con una muchedumbre alterada, que al parecer se preparaba para las olimpiadas. 鈥淰aya. Por fin dejo de dar el cante鈥.
Me arrim茅 junto a un grupo de chavalas de mi edad y me propuse hacer la carrera junto a ellas. Lamentable espect谩culo el m铆o, que, tras una noche de cerveza y una tripa revuelta por los continuos botes de la carrera, acab茅 vomitando cuando el meg谩fono anunciaba mi llegada a meta. El p煤blico, valor贸 aqu茅l tit谩nico esfuerzo con grandes v铆tores y efusivos aplausos. Y yo, tirado en el suelo, agradec铆 aquella muestra de cari帽o mientras marcaba el 112 en mi tel茅fono.
# 191 Israel Su谩rez-Puerta Fern谩ndez
San Silvestre y otras neurosis deportivas
Cada 31 de diciembre, las deportivas de Ulises y Laura despertaban con ansiedad existencial. No por la carrera, sino por el juicio est茅tico de los tobillos. 鈥溌縔 si me combinan con calcetines navide帽os?鈥, murmur贸 la izquierda de Laura, propensa al drama. La derecha de Ulises, m谩s pragm谩tica, se preocupaba por el asfalto: 鈥溌縔 si este a帽o lo asfaltaron con cemento emocional?鈥.
La San Silvestre Salmantina era su pasarela, su red carpet, su momento de gloria. Pero tambi茅n su prueba de resistencia psicol贸gica. Entre corredores disfrazados de reno y abuelas con ritmo de samba, las deportivas se preguntaban si el ser humano merec铆a tanta amortiguaci贸n.
Cuando cruzaron la meta, exhaustas y cubiertas de confeti, se miraron con complicidad. 鈥淎l menos no fuimos Crocs鈥, dijo la derecha de Ulises. Y brindaron, metaf贸ricamente, con el sudor de sus plantillas, mientras la ciudad celebraba sin saber que sus zapatos ten铆an m谩s dudas que prop贸sitos.
# 190 Alberto Acebes de la Cruz
La carrera siempre espera
Este a帽o no mir贸 la San Silvestre desde la ventana.
El dorsal llevaba su nombre y un n煤mero que pesaba m谩s que los kil贸metros. La rodilla a煤n le dol铆a al subir las escaleras, pero algo dentro insist铆a: una m谩s.
No corri贸 para ganar ni para batir marcas personales. Corri贸 para volver. Para sentir el aire fr铆o en la cara y las calles de Salamanca latiendo bajo sus pasos.
El reloj marcaba tiempos que ya no importaban. Levant贸 la vista al pasar por la Plaza Mayor: hab铆a ganado carreras, re铆do, llorado鈥 Hoy s贸lo quer铆a llegar. Recuperar sensaciones. Enamorarse de nuevo de la carrera.
Al llegar al 煤ltimo kil贸metro, sonri贸 a sus compa帽eros. No compet铆a con ellos, sino consigo mismo. Cruz贸 la meta con la misma felicidad que la primera vez, y comprendi贸 que, aunque el tiempo pasara, la San Silvestre siempre lo esperaba, como un viejo amigo que nunca olvida.
# 189 JOS脡 LUIS PULIDO CALVO
Marisina
El aire fr铆o del Tormes ten铆a filo. Marisa ajust贸 los cordones y mir贸 el reloj. 鈥淣o corras contra nadie, corre para entenderte a ti misma鈥, le hab铆a dicho su abuelo cuando era peque帽a. Pero ahora, entre los cuerpos que tiemblan de nervios, no ten铆a muy claro qu茅 quer铆a entender.
El disparo. Un r铆o de pasos en el Paseo de San Antonio. Las luces de Navidad parpadeaban como se帽ales secretas. Marisa respiraba con furia, con miedo, con fe. A cada zancada, sent铆a que algo se deshac铆a detr谩s de ella: quiz谩 el a帽o que acababa, quiz谩 su antigua vida.
En la 煤ltima curva, crey贸 ver a su abuelo entre el p煤blico. El mismo abrigo marr贸n, la misma sonrisa leve. 鈥淰amos鈥, oy贸. Lleg贸 a meta temblando. Nadie la esperaba.
Solo el abrigo, doblado sobre una valla, y una nota h煤meda: 鈥淓sta vez s铆 corriste bien, Marisina鈥.
# 188 MARIA CASTA脩O MARTINEZ
La 煤ltima carrera
A la carrera de San Sivestre se present贸. Tal esfuerzo al recorrido salmantino impuso, que por fin gan贸. Pero tanta emoci贸n le invadi贸, que el coraz贸n de la anciana se par贸.
# 187 Rafal Mart铆nez P茅rez
ENTRENAMIENTO
Llevo seis meses entrenando para la San Silvestre.
Cada ma帽ana a las seis. Llueva o haga fr铆o.
Mi mujer dice que me he vuelto obsesivo.
Que no duermo bien y ya no hablo de otra cosa.
Que me he vuelto raro.
Tiene raz贸n.
Pero ella no sabe lo que vi el a帽o pasado en el kil贸metro cinco:
una mujer de pelo rojo, camiseta amarilla.
Me adelant贸 sonriendo.
Ten铆a los ojos de mi madre.
Id茅nticos
Mi madre muri贸 cuando yo ten铆a 11 a帽os. Han pasado treinta.
La segu铆 casi tres kil贸metros. Intent茅 alcanzarla. Grit茅 su nombre.
No se gir贸.
En la meta busqu茅 su dorsal en la lista.
Sin 茅xito.
Despu茅s mir茅 foros, fotos, v铆deos.
Nadie con camiseta amarilla. Nadie con ese pelo.
Por eso entreno. Para estar listo. Para poder alcanzarla.
Mi mujer me ha dejado esta semana.
Dice que he perdido la cabeza.
Ma帽ana es la carrera.
# 186 Mar铆a Teresa
SUE脩OS BICUMPLIDOS
Siento que vuelvo a nacer, a recuperar mis sue帽os. Correr otra vez por estas calles salmantinas, sintiendo el aire atravesar mi cuerpo. Me siento libre; otra vez vuelvo a ser yo. Ya nada me detiene, solo han cambiado las formas de conseguirlo. No es malo necesitar ayuda; todos la necesitamos. Soy uno m谩s entre ellos, no importa nada: edad, etnia, religi贸n, cultura, f铆sico ni g茅nero. Me hace feliz compartir este m谩gico momento, en el que todo es posible gracias a todos. Gracias por permitirme cumplir mi sue帽o de volver a correr tras mi accidente. Adaptando los 煤ltimos 5 km, donde gente como yo, beb茅s en carros e infantes podemos sentirnos parte de todo. Gracias por acompa帽arme a cruzar cada meta de mi vida, incluida esta, contigo y mi nuevo traje de asiento con ruedas.
# 185 M陋 DEL PILAR P脡REZ TORRES
Gregorio veterano H
El d铆a acompa帽a, sol, p煤blico, Gregorio hoy es tu d铆a. Nos ponemos en marcha. Un grupo de chicas corren y hablan a la vez, 驴C贸mo lo pueden hacer? -la juventud claro-, son delgadas parecen 鈥渂ichos palo鈥, t煤 Gregorio a lo tuyo. Hace rato dej茅 atr谩s la Plaza Mayor, Balmes, Veracruz y comienzo la subida por la avenida de Villamayor y me aplico lo le铆do en Google, concentraci贸n y debi贸 ser esa concentraci贸n o los cordones de las zapatillas que me fui al suelo. Lleg贸 la Cruz Roja me mir贸, me dio una palmada -a seguir campe贸n- Vuelvo a ver a las chicas 鈥渂icho palo鈥 junto a los chicos 鈥淗omer鈥. Queda poco, pero hasta los calcetines empiezan a notar el cansancio, veo la meta, las personas anim谩ndome, vamos Gregorio, vamos, vamos鈥amos Gregorio despierta que no llegas a la carrera, hay mucho ambiente y un grupo de 鈥淗omers Simpsons鈥.
# 177 FRANCISCA P脡REZ RAM脥REZ.
CARRERA POPULAR.
CARRERA POPULAR
Te ajustas el dorsal pegado a la camiseta t茅rmica. Eres uno m谩s, pero sientes el cosquilleo 煤nico del 31 de diciembre. La Plaza Mayor de Salamanca es un torbellino de colores: ves disfraces absurdos, tut煤s, y gente riendo. Es la locura de la San Silvestre.
Suena el disparo y el fr铆o se olvida. Al principio es esquivar, luego, encontrar tu ritmo. Sientes el aliento de la multitud en la Calle Toro, cada grito de 谩nimo es un empuj贸n que no esperabas, un regalo.
No corres contra nadie, corres contigo. El valor no est谩 en la velocidad, sino en la constancia, en saber que miles de personas comparten esta misma fatiga y alegr铆a. Cruzas el Puente Romano, la meta est谩 ah铆. Levantas los brazos. No importa el tiempo, importa que lo has logrado. Te detienes, jadeante. Saborea el aplauso. Ma帽ana empieza otro ciclo, pero esta victoria es hoy, aqu铆.
# 176 M. Salvador Mu帽oz
DESORIENTADO
Kaito se enfunda el pantal贸n y la camisa blanca, se ci帽e el faj铆n rojo y se ata el pa帽uelo. Por fin va a cumplir su sue帽o: correr el encierro. El maldito GPS estuvo a punto de arruinarlo. Hay detalles que desconoc铆a, como la inscripci贸n o el dorsal. Asombrado, observa una cantidad ingente de valientes; el cohete 鈥攓ue le parece un disparo鈥 provoca que todos inicien una fren茅tica carrera 鈥攏adie quiere ser empitonado鈥. Corre como uno m谩s; a lo lejos, los morlacos le parecen una manada de vacas disfrazadas. Sin embargo, cree percibir las embestidas e incluso escuchar los bramidos. El miedo espolea sus piernas, que, temerosas, corren a toda velocidad.
Le entregaron un trofeo por llegar primero 鈥攏o entend铆a por qu茅, si fue el cobarde m谩s r谩pido鈥. Sin duda, lo hubiera cambiado por una leve cornada, para presumir ante sus amigos.
El pr贸ximo a帽o, planea correr la Tomatina.
# 175 Olga Bello Jimenez
El Ritual
EL RITUAL
Mi amiga me dijo que el mejor ritual para empezar un a帽o con prosperidad es correr en la San Silvestre. Como la tengo por una mujer sabia, pues aqu铆 me hallo corriendo, el mism铆simo 31 de Diciembre, intentando deja atr谩s un a帽o horrible. Por mi lado pasa un Papa Noel a la velocidad de uno de sus renos m谩gicos, esfum谩ndose en segundos y, a continuaci贸n, una manada de Papa Noeles me alcanza, siguiendo imagino, al escapado.
Hubiese sido ameno correr a su lado, pero no me deslizo como una gacela precisamente. Al rato y surgiendo como un p谩jaro, me saluda Superman que lleva por capa un mantel de cocina. A punto de ahogarme de la risa estoy con esa estampa, cuando diviso la meta y me doy cuenta de lo divertida que ha sido la carrera. Confirmo que la San Silvestre es un ritual que funciona.
# 174 Horacio Daniel Arce
KIL脫METRO CERO
Prendo en mi pecho el dorsal de mi abuelo con un imperdible oxidado. Lo hall茅 entre sus cosas: San Silvestre del 87, cuando Salamanca a煤n no sab铆a que esta carrera se har铆a tradici贸n.
Arranco despacio. A mi lado corren disfraces, familias, atletas serios. Yo solo pienso en sus piernas de ochenta a帽os subiendo estas cuestas, en su aliento templando el mismo fr铆o.
En el kil贸metro cinco me duelen las rodillas. En el siete, el costado. Podr铆a parar, pero detr谩s del dorsal leo su letra: 鈥淎cab茅 煤ltimo. Volver茅.鈥
Nunca volvi贸. El c谩ncer lleg贸 antes.
Cruzo la meta entre los 煤ltimos, como 茅l. Me arranco el dorsal y lo levanto al cielo de diciembre.
El viento lo agita un instante, como si alguien respirara detr谩s.
Entonces lo entiendo: la promesa se ha cumplido.
# 173 Franco Javier Ramos
Para no caer
Para no caer
Correr, gozar, sudar; actividades que al alma llenan de gracia, distraen una mente ocupada y dispersa y la hace remontar vuelo hacia destinos inimaginables. Parado no se va a ning煤n lado, en cambio el movimiento es sin贸nimo de vida, anclado en un espacio f铆sico o anclado en una grieta mental; todo lo malo es m谩s malo y salir de all铆 puede volverse imposible y tristemente adictivo.
Es ampliamente sabido que el ejerci贸 no s贸lo ayuda al cuerpo, es el motor fundamental para una mente sana, para alejarnos de los malos pensamientos, de las tristezas, de las melancol铆as y las depresiones (ya sean moment谩neas o cr贸nicas)
Ven, qu茅date sin aliento, desah贸gate, saca todo lo que contamine tu cuerpo; descubre esta explosi贸n de sensaciones y revital铆zate con esta actividad tan esencial que es atletismo.
# 172 Francisco Pellicer Escolar
El claro de la libertad
La puerta de hierro que franquea la puerta de salida est谩 cerrada.
Me coloco frente a ella.
Respiro hondo.
Llevo diez a帽os encerrado en la c谩rcel esperando este d铆a.
La puerta comienza a deslizarse lentamente de un lado para el otro.
Queda completamente abierta.
Al otro lado, me espera el claro de la libertad.
Comienzo a caminar.
A mis espaldas oigo el chasquido de la puerta al cerrarse de nuevo.
Salgo a la calle y comienzo a entrenar mis agarrotados m煤sculos.
Estiro piernas, flexiono rodillas, realizo unas flexiones...
Miro la hora en el reloj.
Tengo que darme prisa para llegar a tiempo.
Apresuro el paso y comienzo a correr al trote.
Llego puntual a la l铆nea de salida y me entregan un dorsal.
Ahora soy un corredor y no un preso.
Lloro de emoci贸n.
Mi sue帽o de correr en la carrera San Silvestre Salmantina est谩 apunto de cumplirse.
# 171 B谩rbara Nater Casta帽o
脷ltimo dorsal
Siempre era el primero en llegar. Mientras esperaba en la salida, trazaba el recorrido en su cabeza: calle Libreros, Ancha, el puente. Lo conoc铆a de memoria.
Cada diciembre, el mismo ritual: buscar su dorsal, limpiar las zapatillas y contar los d铆as hasta el 31. La carrera era su forma de medir la vida: 茅l no contaba a帽os, sino San Silvestres corridas. Pero esta vez, el m茅dico fue rotundo. 鈥淣o m谩s carreras, Mariano鈥.
Sin embargo hoy, 31 de diciembre, vuelve a ser el primero en llegar. Esta vez no corre, solo camina. Y a煤n as铆, la ciudad lo recibe como siempre: los adoquines, las campanas, los gritos, los disfraces. Sonr铆e aliviado. Una manita se agarra a la suya.
鈥撀縏e acompa帽o, abuelo? 鈥揗ariano asiente鈥. 驴Y tu dorsal?
鈥揟e est谩 esperando en casa. Ahora es tuyo
# 170 Jos茅 Francisco S谩nchez Lozano
As铆 se espanta el invierno
Al principio fueron los corredores. Luego los ni帽os, los perros, las sombras de los balcones. Las tiendas abrieron sus puertas para que el aire pasara m谩s r谩pido; las campanas de la Catedral marcaron el ritmo como un coraz贸n de piedra. En la plaza, las palomas levantaron el vuelo siguiendo la direcci贸n del viento humano. Hasta los adoquines parec铆an empujarse unos a otros, deseosos de avanzar. La ciudad entera corr铆a, desde el Puente Romano hasta el 煤ltimo portal del barrio de San Jos茅.
Un anciano, al verlos, apoy贸 su bast贸n en el suelo y sonri贸. En su sonrisa cab铆an todos los a帽os que la ciudad aprendi贸 a moverse junta, a no rendirse, a celebrar que seguir vivos tambi茅n es llegar a la meta.
# 169 Sara Gir贸
En min煤sculas
No tengo nombre. Las piedras no solemos tenerlo.
Los humanos insisten en d谩rnoslo, como si al nombrarnos pudieran poseernos.
Me llamaron talism谩n, demonio, bonita.
He sido amuleto, arma, testigo.
He visto templos arder, barcos hundirse, amores pudrirse.
Un ni帽o crey贸 que era el coraz贸n del mundo.
Ellos mueren. Yo permanezco.
Y, sin embargo, los deseo.
Su fragilidad me fascina: corren, aman, prometen, se quiebran.
Celebran la vida como si entendieran el milagro.
Yo los miro desde mi quietud mineral,
envidiando su fugacidad.
A veces sue帽o con romperme,
volverme polvo, l谩grima,
arena entre los pies de alguien que a煤n no sabe que todo termina.
Ser parte del mundo otra vez,
pero en min煤sculas.
Sin peso.
Sin historia.
# 168 Natalia Rodr铆guez-Maribona Gonz谩lez
Juntos.
Aquella lesi贸n le hab铆a pasado factura. Pruebas m茅dicas y tratamientos interminables le imped铆an hacer aquello que m谩s le gustaba: correr.
Hab铆a empezado imitando a su padre, que cada a帽o entrenaba para los 10 kil贸metros en la San Silvestre Salmantina. Correr empez贸 como un juego infantil y termin贸 siendo su forma de vida.
Le gustaba compartir su pasi贸n con todos, conocidos o desconocidos.
Seis meses despu茅s de que el m茅dico le permitiera volver a correr, Carlos ya se hab铆a preparado para la carrera en la que cada a帽o su padre bat铆a r茅cords.
Le quedaban diez metros para la meta. Carlos no participaba solo con la intenci贸n de ganar, pero cabe decir que iba en cabeza.
Siete metros.
隆Crac!
La rodilla. Dol铆a demasiado, pero no quer铆a parar. El corredor que le segu铆a le coloc贸 el brazo sobre los hombros.
Carlos y su padre cruzaron la meta. Juntos.
# 167 Lara Mar铆a Cogollos Fern谩ndez
A SU RITMO
El aire helado de diciembre corta las mejillas, pero nadie se detiene. Salamanca vibra radiante bajo un cielo claro que abraza la ciudad. A su lado, su hija corre por primera vez: pasos ligeros que derraman ilusi贸n y mirada decidida. 脡l ajusta el ritmo, no por cansancio, sino para acompa帽arla, y recuerda cuando corr铆a solo, persiguiendo marcas, cron贸metros, podios鈥 Hoy solo quiere cruzar esa meta con ella.
Al cruzar el r铆o, bajo la atenta mirada de la Catedral, sienten el murmullo de la ciudad y el 谩nimo de los espectadores, emociones que juguetean mientras su coraz贸n late con fuerza. Al cruzar la l铆nea final, la ni帽a alza los brazos riendo, y 茅l se siente ganador, no por llegar antes, sino por llegar juntos. Se abrazan y saltan felices, mientras el aplauso de la San Silvestre, venciendo el fr铆o invernal, les premiar谩 con este dorado recuerdo.
# 165 Ariadne
Corriendo hacia un nuevo a帽o
El 31 de diciembre de 2025, Salamanca amaneci贸 vibrante, envuelta en un aire festivo que recorr铆a sus calles de piedra. Era el d铆a de la San Silvestre Salmantina, una tradici贸n que un铆a a corredores, familias y curiosos bajo el mismo prop贸sito: despedir el a帽o con alegr铆a y esfuerzo compartido.
Yo, estudiante de cuarto de la ESO, me hab铆a inscrito casi por impulso, sin imaginar lo que sentir铆a al estar all铆. Al comenzar la carrera, el fr铆o me golpe贸 el rostro, pero pronto fue reemplazado por una emoci贸n c谩lida, una mezcla de cansancio y entusiasmo. Las risas, los aplausos y las luces reflejadas en el Tormes creaban una escena casi m谩gica.
Cuando cruc茅 la meta, no me importaron los minutos ni el puesto. Lo importante era estar all铆, formando parte de algo m谩s grande que una simple carrera: una despedida luminosa del a帽o y un nuevo comienzo lleno de esperanza.
# 164 Dayam铆 P茅rez Ponce
Junto a ti.
Me puse el abrigo azul,aquel que tanto le gustaba en las noches de vino en el patio,me acomod茅 el cabello en una coleta encrespada, aquella que le acariciaba el rostro cuando me abrazaba .Tom茅 el aire, c贸mo si me llevara todo el ox铆geno conmigo, apret茅 los pu帽os y sal铆 a toda velocidad . Cuando cruc茅 la avenida vi su sombra difusa corriendo a mi lado como cada a帽o, cu谩ndo dobl茅 por el callej贸n record茅 su sonrisa mientras me alentaba.Entonces el coraz贸n se me apret贸 y el alma se me estruj贸,pero record茅 sus 煤ltimas palabras
鈥擟u谩ndo corras en Salmantina el pr贸ximo a帽o,yo estar茅 a tu lado ,gana por los dos .
Me sequ茅 el sudor y avanc茅 sin mirar atr谩s .Corr铆 tan r谩pido que cuando cruc茅 la meta los gritos de j煤bilo sonaban como susurros distantes,entonces me detuve, mir茅 a los lados y le sonre铆 al cielo.
# 163 Sergio Garc铆a Lobo
La esperada San Silvestre
Al llegar cada a帽o el 煤ltimo domingo de diciembre, Salamanca se transforma en una fiesta de color y energ铆a con la San Silvestre Salmantina. M谩s que una simple carrera, es un homenaje al esfuerzo compartido y a la alegr铆a de despedir el a帽o corriendo por las calles de esta hist贸rica ciudad. Desde los atletas veteranos hasta los debutantes, pasando por los que se disfrazan, todos comparten un mismo objetivo: superarse y disfrutar de despedir el a帽o corriendo.
El sonido de las zancadas en el asfalto acompasa los 谩nimos del p煤blico, desde la Plaza Mayor, hasta la Universidad, pasando por el Puente Romano.
Al cruzar la meta, no importa el tiempo ni la posici贸n, importa la sonrisa, el abrazo a con tu compa帽ero, la sensaci贸n de haber vencido al fr铆o charro. La San Silvestre no solo cierra un a帽o, sino que abre la puerta a nuevos sue帽os y retos por conquistar.
# 162 Lucas Munilla
Por encima de mi calavera.
Ay鈥 pobres de aquellos que busquen su suerte a finales de diciembre, frente a la universidad, intentando encontrarme. No les dar茅 el placer de conced茅rsela all铆. Quien me busque este fr铆o d铆a, que se ponga frente a la l铆nea de meta, pues no habr谩 ojo capaz de pillarme con mis cuatro ancas a toda velocidad. Y, a los r谩pidos, recordad que tengo una larga lengua que me concede unos cent铆metros de ventaja.
# 161 Elliot Mu帽oz Perez
CORRER. DISFRUTAR. CELEBRAR.
31 de diciembre.
6:00 AM.
Salamanca.
Dos grados bajo cero.
Niebla.
Alarma. Ducha. Caf茅.
Besos en la frente a Manuela y Nacho.
Envidia sana de la dulce infancia, de la vida sin obligaciones.
Atasco. Claxon. Insultos.
Oficina. Reuni贸n. Bronca.
M谩s caf茅.
Ordenador. Ordenador. Ordenador.
13:00. Permiso concedido.
Fin de la jornada.
El atisbo de una sonrisa.
Mismo atasco. Diferente actitud.
Portal. Ascensor. Abrazos.
Risas, juegos y m谩s risas.
Platos. Cubiertos. Servilletas.
Almuerzo nutritivo.
Nervios de postre.
Camiseta. Dorsal. Zapatillas.
Gel. Barrita. 驴Pl谩tano?
Puerta. Despedida. Besos.
Deseos y agradecimientos.
Fr铆o. Trote. Nervios.
Portal. Timbre. Baja.
隆Hola, Natalia!
Compa帽铆a. Risas. Ilusi贸n.
Calentamiento. Esquina.
Paseo San Antonio.
Gente. Mucha gente.
Alegr铆a. Saludos. Reencuentros.
Muchas m谩s risas.
Cuenta atr谩s. Nervios. Ilusi贸n.
Temblor en las piernas.
Mirada al cielo.
Va por ti, pap谩.
Disparo.
Salida.
Emoci贸n.
Disfrutar.
Disfrutar.
Disfrutar.
Y vivir para celebrar, un a帽o m谩s.
# 160 Lara Mar铆a Cogollos Fern谩ndez
A SU RITMO
El aire helado de diciembre corta las mejillas, pero nadie se detiene. Salamanca vibra radiante bajo un cielo claro que abraza la ciudad. A su lado, su hija corre por primera vez: pasos ligeros que derraman ilusi贸n y mirada decidida. 脡l ajusta el ritmo, no por cansancio, sino para acompa帽arla, y recuerda cuando corr铆a solo, persiguiendo marcas, cron贸metros, podios鈥 Hoy solo quiere cruzar esa meta con ella.
Al cruzar el r铆o, bajo la atenta mirada de la Catedral, sienten el murmullo de la ciudad y el 谩nimo de los espectadores, emociones que juguetean mientras su coraz贸n late con fuerza. Al cruzar la l铆nea final, la ni帽a alza los brazos riendo, y 茅l se siente ganador, no por llegar antes, sino por llegar juntos. Se abrazan y saltan felices, mientras el aplauso de la San Silvestre, venciendo el fr铆o invernal, les premiar谩 con este dorado recuerdo.
# 158 In茅s Martinez Dominguez
Desfile incorp贸reo
Decidi贸 apuntarse a la carrera por petici贸n de una amiga suya. Estaba emocionada; no es que esperase ganar, pero le hac铆a ilusi贸n participar en algo as铆.
Tras un rato corriendo, tuvo que desviarse un poco del camino, la vejiga le estaba jugando una mala pasada. Para cuando quiso volver, se tropez贸 y cay贸 al suelo, desorient谩ndose. Tras caminar un poco sin saber hacia d贸nde, vio una masa de gente y pens贸 que era la carrera. Pero no estaban corriendo. En realidad, ni siquiera andaban, m谩s bien parec铆a que flotaban. Al acercarse, not贸 que la temperatura bajaba dr谩sticamente, y sinti贸 que se le escapaba el aire de los pulmones.
Escondida detr谩s de un 谩rbol vio marchar la macabra procesi贸n, silenciosa y espectral, rumbo al noroeste donde descansar eternamente.
# 157 Yasmin Belaidi Bendada
EL DESAPARECIDO
Carlos estaba muy contento de empezar la carrera, pero todav铆a le queda una semana para empezar, entonces se puso a buscar informaci贸n sobre gente que la hab铆a hecho. Despu茅s de mucho tiempo buscando entr贸 a una p谩gina un poco rara, en esa p谩gina pon铆a 鈥淢ateo Berriz, chico de 22 a帽os desaparecido en la carrera de San silvestre, Salamanca鈥. A Mateo le pareci贸 bastante raro porque nunca escuch贸 nada sobre eso ni sali贸 en las noticias, entonces lo dej贸 pasar.
Quedaban unas horas para empezar la carrera as铆 que prepar贸 todas sus cosas y sali贸 nervioso de casa. Al llegar hab铆a poca gente, unas 16 personas y 茅l no dijo nada y empez贸 la carrera.
2 horas corriendo y para cuando se dio cuenta no hab铆a nadie corriendo, se par贸 mir贸 hacia atr谩s y un chico alto que iba vestido de negro se lo llev贸. Desde entonces no se sabe nada.
# 156 Javier Revilla Cuesta
Un d铆a en el reino de la luz
Su oscuridad me persigue cada d铆a. Lastrando mis zapatos por una senda de grisura interminable. De casa a los pliegos de mi negociado. De all铆, a la delegaci贸n de Hacienda. Los fines de semana, al pueblo de mis padres.
Sin embargo, una vez al a帽o, en la San Silvestre Salmantina, consigo deshacerme de ella. En la aglomeraci贸n de corredores que se agolpa en la salida, la m铆a y la del resto se confunden. Aprovechando el desconcierto, cuando arranca la carrera, salgo disparado, alej谩ndome con todas mis fuerzas.
Entonces sorteo adversarios ansiosos de inmolarse y fauces que vomitan carne cruda y centauros zainos y calaveras enfermas de ceguera y lobos sin conciencia y el ojo de un c铆clope llorando arcilla l铆quida.
Cuando llego a meta, me est谩 esperando. Sin apenas dejarme recuperar el aliento, vuelve a pegarse a m铆. Record谩ndome que todav铆a tengo que comprar los langostinos de la cena.
# 155 Claudia Gabriela G贸mez
Correr para sentir
T铆tulo: Correr para sentir
Por: Lara Krieger
El coraz贸n me golpeaba el pecho mientras la l铆nea de salida se llenaba de rostros concentrados y sonrisas nerviosas. Nunca hab铆a corrido, y cada m煤sculo me ped铆a detenerme, pero algo me impulsaba a seguir.
Paso a paso, cada zancada era un peque帽o triunfo: el aire cortado, los pies sobre el asfalto, el murmullo de la multitud que me hac铆a sentir parte de algo mayor. Quise rendirme varias veces, recordar excusas, pero record茅 las palabras de alguien que me dec铆a: 鈥淟o importante es atreverte, no llegar primero鈥.
Cuando cruc茅 la meta, 煤ltimo y exhausto, no importaba el cron贸metro. Solo la sensaci贸n de haberlo logrado, de haberme enfrentado a m铆 mismo. Al lado, un ni帽o me sonri贸; y en ese instante comprend铆 que todos los que corrieron ten铆an su propia victoria.
# 154 Nuria Rodr铆guez Fern谩ndez
La carrera so帽ada
So帽茅 que corr铆a la San Silvestre de Salamanca.
La ciudad entera era un latido: los corredores avanzaban como un r铆o de fuego por la Gran V铆a, y yo era uno de ellos. Sent铆a la fuerza en mis piernas, la respiraci贸n acompasada, el suelo respondiendo a cada zancada. Pas茅 el Puente Romano con la certeza de que las piedras me sosten铆an, y las catedrales, encendidas, me marcaban el rumbo.
El p煤blico aplaud铆a, y cada aplauso parec铆a empujarme un poco m谩s lejos, un poco m谩s libre. En la meta levant茅 los brazos, entre sudor y l谩grimas, convencido de haber vencido al tiempo, al cansancio, a m铆 mismo.
Entonces despert茅. La habitaci贸n estaba en calma, s贸lo el eco lejano de las campanas. Baj茅 la mirada, y mis manos segu铆an firmes en los aros de la silla de ruedas.
Sonre铆. Porque esa noche, al menos en mi sue帽o, Salamanca me regal贸 sus piernas.
# 153 MARIA RUTH FRAILE HUERTAS
El Papa corredor
Si Constantino levantara la cabeza no creer铆a la afrenta a la que se someti贸 su entonces obispo de Roma. En pleno siglo IV, disfrazado de cazador, Silvestre parti贸 hacia Espa帽a y, escondido en un carruaje tirado por caballos, descubri贸 la bella ciudad Helm谩ntica, la tierra de adivinaci贸n.
Nada pudo detenerle tratando de alcanzar la imagen del verraco que en sue帽os se le aparec铆a. Recorri贸 la ciudad entera, desde el empedrado que hoy ocupa el actual Paseo de San Antonio hasta el bello puente romano, pasando por la calle del Pozo, la de San Juan y parte de la actual Plaza Mayor. Corri贸 y corri贸 hasta caer exhausto al final del recorrido.
Dicen las lenguas ancianas que todo sucedi贸 un 31 de diciembre y que, desde entonces, el pueblo quiso conmemorar cada final de a帽o la haza帽a llevada a cabo por aquel loco incomprendido; San Silvestre Salmantina la llamaron.
# 152 Jorge Rico Jord谩n
El 煤ltimo corredor
El 煤ltimo corredor no tiene dorsal ni zapatillas fluorescentes. Nadie lo ve, pero siempre est谩 ah铆, avanzando a su propio ritmo entre los dem谩s.
Corre por senderos invisibles, entre las huellas de aquellos que ya no est谩n. Sus pasos, ligeros pero constantes, levantan el polvo de los siglos, cruzan valles donde solo quedan ecos de huesos y fuego. Mientras los dem谩s luchan por alcanzar la meta, 茅l simplemente sigue su curso, sin prisa, siempre hacia adelante, como si conociera un destino m谩s all谩 de lo humano.
Al caer el sol, cuando la multitud se disuelve y los vencedores celebran, su carrera a煤n no ha terminado. Su ritmo persiste, incansable, en busca de algo perdido hace milenios. Quiz谩 la verdadera victoria no est茅 en el aplauso, sino en la memoria de la tierra Salmantina, que reconoce al 煤nico corredor que nunca se detiene.
# 151 MARIO MERINO ORTEGA
TU MOTIVO
MARIO MERINO ORTEGA
TU MOTIVO
Todo comienza con el pistoletazo de salida, donde cada participante est谩 centrado en sus objetivos, en esa motivaci贸n que le impulsa a seguir.
Mart铆n se concentra escuchando m煤sica, dispuesto a demostrar que todo lo que se propone lo consigue. Lleva meses entrenando para este momento.
Ana prometi贸 a su madre participar en todas las carreras que se celebraran en la comunidad. Sol铆an correr juntas y ahora cada zancada le recuerda a ella.
H茅ctor corre para liberar el dolor que le dejo la ruptura que marco su vida y quiere olvidar. Cada paso le ayuda a recuperarse.
Todos tenemos un motivo para correr, y aunque cada historia es distinta, en esta carrera todos compartimos la misma meta. La San Silvestre Salmantina no es solo una competici贸n: es un compromiso que tenemos con nosotros mismos, una forma de superarnos y demostrar hasta d贸nde podemos llegar.
# 150 Nuria Rodr铆guez Fern谩ndez
La carrera so帽ada
So帽茅 que corr铆a la San Silvestre de Salamanca.
La ciudad entera era un latido: los corredores avanzaban como un r铆o de fuego por la Gran V铆a, y yo era uno de ellos. Sent铆a la fuerza en mis piernas, la respiraci贸n acompasada, el suelo respondiendo a cada zancada. Pas茅 el Puente Romano con la certeza de que las piedras me sosten铆an, y las catedrales, encendidas, me marcaban el rumbo.
El p煤blico aplaud铆a, y cada aplauso parec铆a empujarme un poco m谩s lejos, un poco m谩s libre. En la meta levant茅 los brazos, entre sudor y l谩grimas, convencido de haber vencido al tiempo, al cansancio, a m铆 mismo.
Entonces despert茅. La habitaci贸n estaba en calma, s贸lo el eco lejano de las campanas. Baj茅 la mirada, y mis manos segu铆an firmes en los aros de la silla de ruedas.
Sonre铆. Porque esa noche, al menos en mi sue帽o, Salamanca me regal贸 sus piernas.
# 149 IRENE HERNANDEZ
Pulsaciones y caballer铆a
Samuel participa por honor.
Cada paso en la ruta San Silvestre es una prueba: piedras que impactan rodillas, rostros que animan a los lados, un reloj que alerta pulsaciones. Recuerda inhalar como sabio, exhalar como h茅roe, para que no haya cansancio sino transformaci贸n.
En su mente, es un Quijote moderno que imagina recompensas. Una cuesta se convierte en escenario donde cualquier compa帽ero es un extra sin di谩logo. Sus zapatos acolchados resisten. Respira y su reloj vibra. Podr铆a acelerar, pero elige calcular como superar la luz dorada de la curva final.
Al terminar, el sudor ba帽a su reflexi贸n 鈥淔ue grandioso, corr铆 como el protagonista de los mejores 10 Km鈥. Una antigua novia se acerca al podio porque se encarga de entregar los premios. Despu茅s de mucho tiempo, volvi贸 a ser un ganador.
# 148 M. Salvador Mu帽oz
DESORIENTADO
Kaito se enfunda el pantal贸n y la camisa blanca, se ci帽e el faj铆n rojo y se ata el pa帽uelo. Por fin va a cumplir su sue帽o: correr el encierro. El maldito GPS estuvo a punto de arruinarlo. Hay detalles que desconoc铆a, como la inscripci贸n o el dorsal. Asombrado, observa a una multitud de valientes; el cohete 鈥攓ue le parece un disparo鈥 provoca que todos inicien una fren茅tica carrera: nadie quiere ser empitonado. Corre como uno m谩s; a lo lejos, los morlacos le parecen una manada de vacas disfrazadas. Sin embargo, cree percibir las embestidas e incluso escuchar los bramidos. El miedo espolea sus piernas, que, temerosas, corren a toda velocidad.
Le entregaron un trofeo por llegar primero 鈥攁unque 茅l no entend铆a por qu茅, si hab铆a sido el cobarde m谩s r谩pido鈥. Sin duda, lo habr铆a cambiado por una leve cornada, solo para presumir ante sus amigos.
# 147 Jos茅 Arturo Par茅s Lamas
El hombre de la calzada
De pronto pude ver, por entre la gente, un hombre parado al costado de la calle; en su mano un rev贸lver. Nadie dijo o hizo algo, era como si a nadie le importase verlo ah铆, de pie, tan tranquilo e imp谩vido, sumido en sus pensamientos, en el que el tiempo avanza lentamente a cada mirada que da a su reloj. Uno a uno ca铆amos en la incertidumbre de no saber en qu茅 momento dejar铆a salir un tiro. La ansiedad, el miedo y tantas emociones nos hac铆an sudar antes de siquiera comenzar a correr; s铆, correr lo m谩s r谩pido posible de 茅l y de cada uno de los que est谩bamos ah铆. 脡ramos prisioneros del tiempo, de la angustia, del no saber cu谩nto m谩s podr铆amos soportar. De pronto todos corrimos. El disparo de aquel revolver hab铆a dado inicio a la carrera de SAN SILVESTRE SALMANTINA 2025.
# 146 Emilio Mahugo Serrano
Contratiempos
Frio hace, es normal en Salamanca en pleno mes de Diciembre. Pero cuando el sol es generoso la ciudad compite con el para铆so. Caminaba mareando mis pensamientos cuando apareci贸 mi casero con cara de pocos amigos. Quiz谩s porque le debo tres meses. Comenc茅 a correr, torc铆 una esquina y me vi rodeado de cientos de personas trotando. 驴Tanta gente debe dinero a sus caseros? 隆S铆 que est谩 mal la econom铆a! Para mi desgracia pas茅 por delante de mi exnovia, que al verme se lanz贸 como una posesa tras de mi. 隆Todav铆a no me ha olvidado! Para colmo me cruc茅 con mi novia que me traspas贸 con la mirada. Lo de irme a ver el f煤tbol con mis amigos no le gust贸 nada. Agotado, a punto de fallecer, me subieron a un podio y me colgaron una medalla de bronce. Abajo me esperaban los tres. Iba a ser una Nochevieja complicada.
# 144 Modes Lobato Marcos
CLIC
Soy un francotirador.
Un lobo solitario al acecho de su presa.
Y escondido entre las sombras, espero mi momento.
Minutos m谩s tarde, mi paciencia obtiene recompensa.
A lo lejos diviso a un corredor. Exhausto, avanza a trompicones.
Entonces cierro mi ojo izquierdo, acerco el derecho a la mira, inspiro profundamente, apunto, disparo y el mundo se detiene.
Misi贸n cumplida.
Ma帽ana la enviar茅 a la San Silvestre Salmantina.
Concretamente, al concurso fotogr谩fico.
# 143 Miguel Nombela Bl谩zquez
El disfraz del a帽o
Eligi贸 ir de reloj: un disfraz completo, con manecillas y esfera.
Los dem谩s iban de superh茅roes, de monjas, de alien铆genas; pero 茅l marcaba las horas con una exactitud inquietante.
Cuando son贸 el disparo de salida, todos corrieron. 脡l, no.
Avanz贸 despacio, como si midiera cada zancada.
En la Plaza Mayor, los ni帽os lo aplaud铆an: 鈥溌orre, reloj, que llegas tarde!鈥.
脡l sonre铆a.
Faltaban tres segundos para el a帽o nuevo cuando cruz贸 la meta.
En el marcador se le铆a su tiempo: 23:59:57.
Entonces el disfraz se detuvo.
Y la aguja, tambi茅n.
# 142 Oscar Ra煤l Barreca
A por ello
Acababa de escuchar a un profesor deportivo universitario decir que, si se participa de algo, siempre se gana.
Fueron palabras que terminaron alentando a Pepe, quien se dijo, ya no temo perder, en todo caso.
Con 80 a帽os cumplidos, se propuso correr la pr贸xima edici贸n de la Salmantina, para cumplir la promesa de amor que le hiciera hace 50 a帽os a Carmen, su amada y difunta esposa: Yo por ti, correr铆a la San Sebasti谩n, trepar铆a el Arco del Triunfo y me vestir铆a para desfilar el D铆a de La Hispanidad.
Desde ese d铆a. No deja de pensar en que, a su edad, los proyectos deben ser cortos y felices. Y que las promesas deben ser cumplidas.
Antes de ir al ruedo, busco una foto de su extinta. Mir谩ndola con gruesas lagrimas colgando, murmull贸; ali茅ntame, y esp茅rame con los brazos abiertos, seguramente llegar茅 cansado, pero con el coraz贸n contento.
# 141 Oscar Ra煤l Barreca
A por ello
Acababa de escuchar a un profesor deportivo universitario decir que, si se participa de algo, siempre se gana.
Fueron palabras que terminaron alentando a Pepe, quien se dijo, ya no temo perder, en todo caso.
Con 80 a帽os cumplidos, se propuso correr la pr贸xima edici贸n de la Salmantina, para cumplir la promesa de amor que le hiciera hace 50 a帽os a Carmen, su amada y difunta esposa: Yo por ti, correr铆a la San Sebasti谩n, trepar铆a el Arco del Triunfo y me vestir铆a para desfilar el D铆a de La Hispanidad.
Desde ese d铆a. No deja de pensar en que, a su edad, los proyectos deben ser cortos y felices. Y que las promesas deben ser cumplidas.
Antes de ir al ruedo, busco una foto de su extinta. Mir谩ndola con gruesas lagrimas colgando, murmull贸; ali茅ntame, y esp茅rame con los brazos abiertos, seguramente llegar茅 cansado, pero con el coraz贸n contento.
# 140 Mar铆a Victoria Muriel D铆az.
Qu铆mica de amor.
All铆 est谩,compitiendo conmigo, toda la vida igual. 芦Elisa, no puedes禄, siempre me llama in煤til. Seg煤n ella intentar lo imposible es el origen del fracaso. Desafiando su autoridad estoy en 鈥 La San Silvestre Salmantina 2025鈥 y ella tambi茅n .Se pega a mi como una sombra. Me duelen las pierna, me falta el aire; nada importa salvo llegar a la meta. Sus manos me atrapan en el aire鈥
芦Hija, escribe un microrrelato. Lucha y correremos juntas en 2026.禄
Nada como la quimioterapia para entender a una madre.
# 139 DANIEL G脫MEZ MORERO
ENTRE LAS SOMBRAS DE SAN SILVESTRE
Entre sombras
Cada finales de diciembre la niebla cae sobre Salamanca como un juramento. Los corredores tiemblan en la plaza Mayor, respirando promesas que se deshacen en vapor. Entre ellos, una mujer con dorsal ilegible se ata los cordones con una calma que hiere. Nadie la conoce, aunque algunos juran haberla visto en otra San Silvestre o en otro siglo.
Suena el disparo y corren por calles que resbalan de sombra y piedra vieja, mientras los pasos se confunden con el eco de campanas lejanas. Ella no parece cansarse, avanza sin ruido, esquiva, casi transparente. Unos aseguran haberla visto doblar por la R煤a; otros, cruzar el Puente Romano.
A medianoche las c谩maras registran su llegada: la meta vac铆a, el cron贸metro detenido, un dorsal flotando en el aire.
Al d铆a siguiente los peri贸dicos publican la foto y entre la multitud una figura sonr铆e, la misma, cada a帽o un poco m谩s n铆tida.
# 136 Fernanda valeria Andriole
la carrera de la vida
Era una tarde de primavera m谩gica, los p谩jaros cantaban con 茅nfasis y y mi coraz贸n se extasiaba ante la luz del sol que le daba aun mas color a las rosas. Me encontraba sola, me hab铆a vestido con la negra angustia durante muchos inviernos鈥or eso Intente salir a correr, necesitaba hacer alg煤n deporte, y tambi茅n dejar atr谩s muchas cosas. En mi trayecto, se fue sumando gente, donde las historias de vida ocupaban nuestro descanso de minutos. Y as铆 cada d铆a, me aventure a corretear por el mismo lugar, con la misma fuerza y me fui sintiendo diferente, encontr茅 nuevos amigos y ya no dol铆an las piernas ,ni el alma. Entonces, Comprend铆 la importancia de la actividad f铆sica, que genera encuentro, escucha y que en esa carrera cotidiana la competencia esta con uno mismo, en nunca abandonar la senda aunque el temporal nos persiga.
# 135 Bel茅n Mart铆nez Martinez
El runner
Se present贸 a la hora requerida. Se situ贸 detr谩s del resto de participantes, sin decir nada en absoluto. No llevaba dorsal, pero eso era lo de menos. Como 煤nica indumentaria, una suerte de taparrabos medio trenzado con alg煤n tipo de material brillante.
Unos sonre铆an; otros murmuraban entredientes con evidente condescendencia.
Alguien de la organizaci贸n le pregunt贸 discretamente si figuraba como inscrito y 茅l contest贸 con un escueto: 鈥減ertenezco al futuro鈥.
La carrera comenz贸 y el extra帽o hombre hizo gala de un poder铆o extraordinario que le llev贸 a adelantar al resto de participantes y clasificarse en primera posici贸n con una ventaja m谩s que obvia..
Cuando, desconcertados, trataron de acceder hasta 茅l,
simplemente se esfum贸 en el aire ante el total estupor de los presentes.
Solo un trozo del metal iridiscente cay贸 al suelo en medio de una niebla densa.
En su an谩lisis, no se pudo identificar la procedencia.
# 134 ANTONIO BELIZ脫N REINA
ENTRE CARRER Y RELATO
Van a dar el pistoletazo de salida; mientras caliento un poco mis piernas, me pongo a divagar. Siempre me he preguntado qu茅 ser铆a eso de la soledad del corredor de fondo. Supongo que tendr谩 alg煤n parecido con lo que siente el escritor ante un folio en blanco, miedo esc茅nico.
Me he propuesto que para este a帽o voy a reinventarme para concluir ambas, la carrera y el relato.
Como es la primera marat贸n que hago en mi vida, supongo que tendr茅 que ir a paso lento; ando algo flojo de remos y la Salmantina es cosa seria.
Mientras hago bulto en el inicio, voy a ir pensando alguna idea que plasmar en el concurso de microrrelatos.
Reconozco que soy de ideas a c谩mara lenta, mi pluma es limitada. Me dar铆a por satisfecho con pasar el corte. Mucho me temo que me falten las fuerzas para llegar al punto y final.
# 133 Juan Ignacio Abollado Rubio
Corre.
El aire helado del Paseo de San Antonio mord铆a la piel.
鈥斅縋reparada? 鈥攑regunt贸 Diego, ajust谩ndose el dorsal.
鈥擬谩s que nunca 鈥攔espondi贸 Clara, sonriendo bajo el gorro rojo鈥. Pero si me adelantas, te quedas sin brindis.
Rieron, y el disparo de salida rompi贸 el murmullo. Corrieron juntos por el Puente Romano, las luces del Tormes temblando bajo sus pies.
鈥擭o mires atr谩s 鈥攄ijo 茅l.
鈥擲olo si prometes no dejarme atr谩s t煤 鈥攔eplic贸 ella.
En la Plaza Mayor, el eco de los tambores los envolv铆a.
鈥擬ira qu茅 bonita est谩 Salamanca 鈥攕usurr贸 Clara.
鈥擬谩s t煤 鈥攃ontest贸 Diego, sin aliento.
Cruzaron la meta entre risas y jadeos.
鈥斅縔 ahora? 鈥攑regunt贸 ella.
鈥擜hora empieza otra carrera 鈥攄ijo 茅l, y la tom贸 de la mano.
# 132 Florencia Lippo
Ser o no ser
Le dijeron tantas veces que si no ten铆a hijos su vida no tendr铆a sentido que un d铆a, mientras caminaba, simplemente desapareci贸.
# 131 GLORIA FERN脕NDEZ S脕NCHEZ
LA CAJA DE M脷SICA
Aunque no lo sepan, los corredores se afanan en una caja de m煤sica giratoria. Las campanas catedralicias los estimulan. En la calle Libreros unos romanos, fantasmales, se unen a ellos desde la V铆a de la Plata. Unamuno se asoma con escepticismo. Y desde el Palacio de Monterrey un padre sue帽a con un convento para su hija, que le ha salido monja.
Aunque no lo intuyan, el azul celeste es solo el barniz de la cubierta. Y sus zancadas no surcan metros, sino mil铆metros. Pero el esfuerzo com煤n, el orgullo de vencerse y de celebrar el fin de a帽o, entre el oro de piedras milenarias, valen igual.
Y, sobre todo, aunque a煤n no lo perciban, al llegar a la meta ser谩n mejores y diferentes. Nadie puede correr dos veces la misma Salmantina, grita Her谩clito mientras abre la caja. Y el aire fr铆o y libre entra en sus pulmones orgullosos, exhaustos.
# 130 Ester Lorente Pe帽alva
LA MUJER QUE CORR脥A PARA DESPEDIRSE
Nadie supo por qu茅 aquel a帽o se inscribi贸.
Nunca hab铆a corrido; dec铆a que el aire se le escapaba antes de llegar a la esquina. Pero se present贸 en la salida con las zapatillas nuevas y un dorsal donde solo pon铆a un nombre.
Los dem谩s hablaban del ritmo, del fr铆o, de los tiempos. Ella, de aprender a respirar sin temblar. Cada paso era una palabra que no alcanz贸 a decir, cada curva, una conversaci贸n que nunca ocurri贸.
En el 煤ltimo kil贸metro sinti贸 otra respiraci贸n rozando la suya. No mir贸. Bast贸 ese pulso duplicado para entender que a煤n pod铆a seguir.
Cruz贸 la meta despacio, como quien entrega algo.
El cron贸metro marcaba una hora exacta, el aire ol铆a a principio.
Entonces lo comprendi贸: no corr铆a para llegar, sino para quedarse.
# 129 Victoria Alenda Tom谩s
Yo V.S Yo
Acabo de adelantar a la Luc铆a de hace dos semanas, esa a la que le dol铆an las piernas de haber trabajado tanto. Tambi茅n te digo, si no la llego a adelantar, me habr铆a sentido bastante fracasada.
Sin embargo, por la derecha y sin ning煤n reparo ni conciencia, me adelanta la Luc铆a de hace cinco d铆as, la que hab铆a tenido la suerte de dormir de golpe sin necesidad de melatonina ni somn铆feros que ayuden a realizar la acci贸n m谩s primaria del ser humano.
A la que, por lo menos, dejo muy atr谩s es a la Luc铆a de hace un a帽o, la que tuvo que salirse de la carrera porque no pod铆a m谩s, no pod铆a un solo metro m谩s. Esa Luc铆a estar铆a orgullosa de d贸nde estoy ahora, incluso me atrevo a decir, no se lo creer铆a.
Porque al final en esta carrera no compito contra nadie m谩s, solo contra todas mis versiones.
# 128 Jos茅 Ram贸n Alonso Belaustegui
Aver铆a noble
La pasada primavera logr茅 hacer ciento cincuenta kil贸metros corriendo por Marruecos con la bandera que simboliza la lucha por la independencia del pueblo saharaui. Me detuvieron en Tarfaya. Tres d铆as en los calabozos de El Aai煤n hasta ponerme en libertad. Despu茅s, entrado el oto帽o, cruc茅 el estrecho de Gibraltar con un neopreno tuneado con la bandera de Espa帽a. Veintid贸s kil贸metros n谩uticos que, a falta de tres, se vieron interrumpidos por una patrullera inglesa. Veinticuatro horas detenido. Pero lo mejor fue cuando decid铆 irme hasta Gaza en bicicleta con una camiseta de Palestina. De poco sirvi贸 que dijese que rodaba por la paz. Pero no me rend铆, y, desde mi celda de la prisi贸n de Megiddo, dise帽茅 mi siguiente plan: correr la San Silvestre Salmantina con una camiseta que representase las banderas israel铆 y palestina hermanadas.
-Tienes en tu cabeza una aver铆a noble- me dijeron nada m谩s deportarme.
# 127 Jos茅 Manuel Hern谩ndez Garc铆a
EL KIL脫METRO INVISIBLE
En plena subida, las piernas pesan y el aliento falta. El fr铆o se cuela entre los huesos, el coraz贸n late con fuerza, y la meta parece un espejismo. Pero entonces, llegan ellos. La voz de su madre en su primera carrera escolar. La risa de su hija al verlo calzarse las zapatillas. El abrazo de aquel amigo que ya no est谩. No corre solo, corre con todos ellos.
Cuando el cuerpo dice basta, el alma toma el relevo. Ya no sube una cuesta, asciende por los recuerdos que lo empujan.
El kil贸metro que no se ve es el que m谩s se siente. Y aunque no lo parezca, sonr铆e. Porque sabe que sin ganar ya ha ganado.
# 125 Alejandro Restuccia
Ganador
En el kil贸metro dos, su estilizada figura se perdi贸 en la multitud an贸nima . Comenc茅 a correr con energ铆a inusitada consciente de mis alv茅olos ,
y sent铆 el tamboril de mis latidos pujando en mi pecho.
Uno a uno, de a cinco o de a diez, fui rebasando atletas.
Un simp谩tico alimoche me mir贸 como azorado .
No hab铆a sudor ni fatiga; todo mi ser era vitalidad extrema.
A煤n el gent铆o encubr铆a su anatom铆a, pero bien sab铆a yo que aquella sudadera que hab铆a encumbrado sus ojos en el momento de la inscripci贸n , estar铆a camuflada en un arco iris de indumentarias multicolores.
Segu铆 ignorando la taquicardia amenazante ,cuando el raudo keniata debi贸 hacerse a un lado en la instancia final.
Abruptamente, se abrieron los postigos y un contundente haz de sol me ceg贸 cuando mi madre trajo el desayuno , antes de la competencia .
# 124 Jorge Ender Urbina Sosa
Corre
Todo fue para que ella me viera. Los otros corredores no ten铆an ese motivo. Ella la noche anterior me hab铆a comentado sobre la carrera. Claro que yo era r谩pido, pero jugando f煤tbol se hacen pausas. C贸mo me iba negar a esos ojitos esmeralda, a esa boquita de melaza, no pod铆a. En las competencias se participa por ego, negocios, yo esa vez lo hice por ella.
Segundos antes de la partida, pens茅 que iba a hacer. Correr r谩pido desde el principio o ir entre el pelot贸n, esperando el cansancio de los rivales. La mir茅, ella me miraba, nada, sal铆 velozmente. Lider茅 todo el trayecto por la ventaja inicial. No aguant茅, llegu茅 de tercero y me desmay茅. Al abrir los ojos, ella me sonri贸.
Desde esa carrera, ella sigue a mi lado sonriendo. Ahora, corro sin apuros, para no desmayarme de nuevo. Ella es mi meta y mi premio.
# 123 Esteve Castells Calpe
脷ltima zancada
El fr铆o de la tarde envuelve Salamanca mientras miles de corredores toman la salida de la San Silvestre Salmantina. Entre ellos, Ana siente el peso de todo un a帽o en las piernas y el impulso de una meta so帽ada. Corre entre disfraces y sonrisas, escuchando los 谩nimos de la multitud, el sonido de las zapatillas sobre la calle empedrada y las campanas de la Catedral. Cuando llega la cuesta final, recuerda por qu茅 est谩 all铆: por su padre, que siempre so帽贸 con cruzar esa meta y ahora la observa desde alg煤n lugar del recuerdo. Con la 煤ltima zancada, Ana alza los brazos, siente el aire helado en el rostro y entiende que m谩s all谩 de la competici贸n, la San Silvestre es un abrazo colectivo, un acto de amor por la ciudad y por quienes nos acompa帽an en la memoria.
# 122 Saric Diaz
LASTRE
Yo corr铆a convencido de que el cuerpo puede olvidar lo que el alma no quiere soltar.
Cada paso que daba parec铆a el mismo. La gente aplaud铆a, gritaba mi nombre, pero nadie sab铆a que lo que realmente me dol铆a, no eran las piernas, sino el alma.
Yo corr铆a, s铆, pero no para cruzar la meta.
Corr铆a para ver si el viento me arrancaba la tristeza, para ver si el sudor me limpiaba el alma.
Dicen que correr es soltar, liberarse de aquello que pesa y a la vez duele, pero yo solo sent铆a que algo me segu铆a 鈥攁lgo que ten铆a mi nombre, mi tristeza y mis ganas rotas.
Entend铆 que uno no huye del dolor:
solo cambia la forma en que lo carga.
A veces en las piernas, a veces en el pecho, y casi siempre en silencio.
# 121 Francisco Javier Alameda Barrasa
El so帽ador
Hac铆a un fr铆o t铆picamente charro. Pero ah铆 estaba yo. Esperando la salida en el Paseo de San Antonio. Empec茅 a subir con buen ritmo por el Paseo de Canalejas, pero al llegar a la Plaza de Espa帽a not茅 que me ahogaba. Hice una breve pausa y segu铆. Al alcanzar la Plaza Mayor, sent铆 un subid贸n. Venga, ya queda menos. El tramo por el Puente Romano, con el relente del Tormes, se me hizo dur铆simo. Al pasar por la Avenida de los Comuneros, supe que pod铆a conseguirlo. Finalmente, baj茅 llorando por el Paseo del Rollo hasta la meta. Cuando me despert茅, estaba en mi cama. A mis noventa a帽os, me hubiera gustado participar en la carrera de veteranos, pero mi salud me lo imposibilitaba. Eso s铆, nada me imped铆a imaginarme c贸mo habr铆a hecho todo el recorrido. Y ah铆 era todo un campe贸n. A so帽ador, nadie me ganaba.
# 120 Mar铆a Jes煤s Campos Aparicio
Motivo recurrente.
鈥揚ap谩 鈥損regunt贸 mientras tiraba de su chaqueta鈥, 驴qu茅 est谩n haciendo?
El padre vio que se帽alaba a los corredores que sub铆an por la Calle Compa帽铆a.
鈥揅orrer.
鈥撀縋or qu茅?
Fingi贸 dudar unos segundos y contest贸:
鈥撀縋or qu茅 crees que querr铆an correr, cari帽o?
El ni帽o permaneci贸 en silencio. Hab铆a estado preparado para una respuesta sencilla que volver铆a a rebatir con la misma duda, pero no para que le devolviera la pregunta. Observ贸 a los corredores, escuch贸 las pisadas y los gritos de 谩nimo por parte de los espectadores, y mir贸 a su padre de nuevo.
鈥揘o lo s茅.
El padre no pudo hacer otra cosa que sonre铆r.
鈥揧o tampoco. Quiz谩 cada uno tiene su propio motivo. Hay quienes llevan a帽os haci茅ndolo, otros acaban de empezar a correr... tal vez todos lo hacen por diversi贸n, 驴no crees?
El ni帽o sonri贸 y volvi贸 su atenci贸n a la carrera.
# 119 Esteve Castells Calpe
La 煤ltima zancada del a帽o
La noche del 31 de diciembre, las calles de Salamanca se llenan de risas y
abrigos rojos. Mientras los turistas fotograf铆an los vitrales iluminados de la Catedral, un grupo de corredores se re煤ne en la plaza. Entre ellos est谩 Marta, que ha entrenado cada ma帽ana antes del amanecer. Siente fr铆o en las manos, pero la calidez en el pecho no es solo por la bufanda. Cuando el disparo de salida resuena, recuerda a su abuelo, quien la llev贸 de ni帽a a ver la San Silvestre. Cada zancada atraviesa puentes y callejones, acompa帽ada de aplausos y campanas.
Al alcanzar la meta, sabe que este gesto no es competir, sino despedir el a帽o
con un abrazo colectivo. Bebe chocolate caliente, ve fuegos artificiales
reflejarse en el r铆o, y entiende que correr es celebrar que seguimos aqu铆,
juntos.
# 118 Mihaela Palimariu
Desde tan lejos
He tardado a帽os en volver a o铆r el sonido de unas zapatillas golpeando el suelo.
A帽os de silencio, de pasos imaginarios.
Hoy, Salamanca me recibe como si nunca me hubiera ido: las catedrales brillan, el Tormes respira conmigo, y la Plaza Mayor parece guardar un hueco solo para m铆.
No corro para ganar. Corro porque estoy viva. Por los d铆as en que solo pod铆a mirar por la ventana, por los que me ayudaron a creer cuando yo no pod铆a. Por todas aquellas piedras de mi camino que fui sorteando hasta convertirlas en los pelda帽os que hoy me traen hasta aqu铆.
Cada kil贸metro es una victoria secreta. Cada zancada, una reconciliaci贸n.
No s茅 si llegar茅 r谩pido, pero llegar茅. Porque lo que he recorrido no est谩 en el cron贸metro, sino en los a帽os que me trajeron hasta aqu铆.
Desde tan lejos.
Y por fin, conmigo.
# 117 Alberto Calles Herrera
La bufanda
Salamanca tiembla: Plaza Mayor encendida, catedrales respirando fr铆o, el Tormes como un espejo que corre a nuestro lado. En la salida me ato la bufanda que teji贸 mi madre para la primera San Silvestre Salmantina. Este a帽o ya no est谩.. abriga m谩s del recuerdo que del fr铆o. Cruzo el Puente Romano, y el eco de sus pasos me acompa帽a entre los adoquines. Falta un kil贸metro. Me desato la bufanda, la alzo. El viento la convierte en bandera y siento su risa mezclarse con los aplausos. Entramos juntos. La coloco sobre mi pecho y el speaker dice solo mis apellidos. Yo completo en silencio los suyos. No vine a ganar segundos: vine a recordar uno, el de mi madre abraz谩ndome en aquella primera meta, cuando el invierno no era despedida, sino promesa de volver a correr juntos.
# 116 David Naranjo Paniagua
LO QUE SUSURRA DICIEMBRE
El coraz贸n golpea como un tambor bajo el cielo de diciembre.
No corro por el podio, corro por ella.
Por mam谩, que me ense帽贸 a resistir cuando el aire quema.
Su voz se ha ido, pero el eco sigue: invisible, obstinado.
Las piernas piden rendici贸n, el alma, un milagro.
El reloj sangra los 煤ltimos segundos del a帽o.
Levanto la mirada.
Cruzo.
El viento me envuelve, suave, maternal.
Y en ese instante lo entiendo: no corro para llegar. Corro para volver a escucharla.
# 115 脕ngela Garc铆a
Supersticiones de Diciembre
Es el diciembre m谩s g茅lido de los 煤ltimos a帽os. Los pocos valientes que este a帽o se han colocado el dorsal est谩n a煤n lejos de mi peque帽o oasis entre mantas y abrigos. Mientras espero el paso de los corredores el vaho que sale por mi boca dibuja diversas figuras movido por el aire: una liebre, una gacela, una paloma. Escondo todos estos seres entre mis manos cuando comprimo mis labios contra los pulgares. La ilusi贸n me hace creer que, si los atrapo durante suficiente rato, calentar谩n con sus cuerpos mis dedos. El r铆tmico sonido de las zapatillas contra el asfalto me saca de mis pensamientos. Se acercan los primeros atletas. Me olvido de mis peque帽as criaturas a茅reas y las libero al irrumpir en aplausos. No necesito ya de su calor. La energ铆a fren茅tica que recorre mi cuerpo me atempera. Mis espectros flotan al fin por el aire, libres de mis supersticiones.
# 114 Mar Gonz谩lez Dom茅nech
El Pollo de la cocina.
El huevo me miraba resignado, hac铆a todo lo posible para verme contenta: me hac铆a gui帽os, saltaba encima del estropajo como si fuera una cama el谩stica, rodaba por la encimera creyendo que estaba en una pista de hielo; un sinf铆n de piruetas para verme sonre铆r.
Sent铆 una extra帽a felicidad al recordar las tortillas de mi abuela: un arsenal de c谩scaras de huevo en el 鈥減ollo de la cocina鈥 -como se dec铆a en su pueblo- con artrosis incluida y como una malabarista de 茅xito, cog铆a la sart茅n por el mango, peso de halterofilia y sin m谩s le daba la vuelta a la tortilla.
El huevo y yo, nos miramos. Le sonre铆 y le dije: 驴Probamos?
脡l sin m谩s se desnud贸 y se tir贸 a la sart茅n imaginando que era un campe贸n de nataci贸n ol铆mpica.
Disfrut茅 de ese desayuno como una ni帽a y la nieta que fui.
# 113 MIGUEL FLORES PINTADO
La cuesta
Cuando encaraba los cedros de San Francisco, presinti贸 el final de la agon铆a.
Todo indicaba que hab铆a vuelto a ganarse el turr贸n de la Nochevieja.
Ya no pensaba en el enclenque que lo adelant贸 en la rotonda de Zamora.
Ni en los borrachos, corriendo con aquellos rid铆culos sombreros rojos calados hasta las cejas.
Pensaba en pap谩, enterrado en julio.
En el colesterol de Carmen y su negativa a hacer ejercicio.
En la ni帽a, que sali贸 lista.
En como pagar铆a la universidad ahora que sac贸 nota para entrar en una facultad madrile帽a.
Pens贸 en el nuevo jefe.
En si no terminar铆a en la calle y con cincuenta.
O en si ser铆a capaz de acabar esa novela, mil veces concebida, nunca escrita.
Pens贸 en que, durante los doce meses pasados, se hab铆a ganado esos turrones.
Y que con los doce venideros, cuatro kil贸metros, bajo cero y cuesta arriba, eran solo un aperitivo.
# 112 Chiara Rodr铆guez Barbero
隆No huyo, estoy corriendo!
El eterno dorado seco que se extend铆a bajo mis ojos, el sabor de las obleas con helado que preparaba abuela y todo su ganado dibujando formas en el horizonte. As铆 eran los veranos, cuya banda sonora eran las risas de toda mi familia y el chapotear en el agua de la charca con mis primos. Es el aroma, el color y el tacto de mi infancia. Todos est谩bamos contentos. Hoy aprieto el nudo de mis zapatillas de atleta aficionada con algo de rabia. Beso la foto que enmarca la antigua finca de mis difuntos abuelos y me repito que este a帽o correr茅 la San Silvestre Salmantina en honor a lo que devoraron las llamas.
# 111 RAFAEL CURIEL FERN脕NDEZ
ANSIEDAD
Como buen "charro" llegu茅 a la ciudad a primeros de septiembre. Yo estaba viviendo en Paris, el ingenioso trabajo me hab铆a arrastrado hasta all铆, pero siempre ten铆a en mi cabeza dos fechas en las que, s铆 o s铆, ten铆a que estar en mi inolvidable tierra.
La proximidad del fin del verano me imbu铆a la nostalgia de la fiesta charra. Septiembre era tradicionalmente mi mes de vacaciones y le sacaba todo el jugo posible a sus d铆as.
Septiembre pas贸 tan r谩pido que enseguida not茅 la ansiedad que se apoderaba de mi cuerpo pensando en la San Silvestre.
Todos los a帽os so帽aba con alcanzar la meta al menos entre los diez primeros y en este a帽o adem谩s iba a hacer la carrera junto a mi hermana Mayte.
Cuando son贸 la se帽al del comienzo, mi hermana y yo nos cogimos de la mano y miramos al cielo dedicando una sonrisa a nuestros padres.
# 110 Marta Hererro Garc铆a
CARROS DE FUEGO
Extiendo el cable del altavoz hasta la puerta del balc贸n, abierto para todos, y listo para la carrera, como en los 煤ltimos a帽os.
- 隆Ya le veo subir por Canalejas, dale al play! - grita nerviosa la amiga de mi madre.
Y con las primeras notas arrancan los aplausos al paso de los participantes.
Vuelvo a sentir la emoci贸n y los nervios por un corredor, y por una carrera ya familiar gracias a ese mirador.
Ahora el balc贸n ya no se abre, y veo la carrera desde la acera, con la melod铆a en mis cascos.
# 109 MAR脥A SEGIA MART脥N GONZ脕LEZ
IN MEMORIAM
Cada a帽o, ella recoge el dorsal de su hijo, aunque 茅l ya no est谩. Muri贸 hace seis a帽os en un accidente est煤pido. Ten铆a veintisiete y no se perd铆a una San Silvestre. Dec铆a que esa carrera no dejaba a nadie atr谩s. Ella no corre, pero sigue yendo a recoger su dorsal. Lo besa y lo guarda en un caj贸n. Le consuela. Este a帽o, la muchacha del mostrador le pregunt贸 si iba a correr. Ella dijo que no, que ya era muy mayor, que si la reuma, que si las rodillas... Pero, al llegar a casa, se calz贸 unas zapatillas, unas viejas de estar por casa, y sali贸. No mir贸 el reloj, no cogi贸 el m贸vil, ni siquiera la bufanda. Baj贸 el bordillo con respeto, como quien hace una ofrenda, y empez贸 a caminar. Primero dos calles, luego tres鈥 Y cuando sinti贸 el viento en la cara, se dijo: 鈥淰enga, una m谩s鈥.
# 108 Bernardina G贸mez San Pedro
Mi madre, corredora de fondo
Mi madre se pas贸 la vida corriendo. A la cinco de la ma帽ana bajaba a orde帽ar las vacas. Sub铆a las escaleras con su pata coja y nos calentaba la ropa y preparaba los desayunos. Despu茅s corriendo al autob煤s para ir a clase y luego ella a trabajar al bar鈥acia las once de la noche se met铆a en la cama, agotada me imagino. Gracias a ella yo pude tener una carrera universitaria.
隆Qu茅 pena que ella nunca tuvo reconocimiento ni un premio a tanto esfuerzo!
Si gano esta carrera literaria le regalar茅 un sue帽o.
# 106 Rosario Bernal Miguel
ESTE A脩O SI
Este a帽o s铆, este a帽o corro.
Ya estoy inscrito. Es una palabra complicada para m铆, pero al final he conseguido pronunciarla. Llevo tres a帽os entrenando. El a帽o pasado y el anterior no me dejaron apuntarme. Ahora s铆, ahora les he demostrado que puedo correr como cualquiera. He practicado mucho. Les ense帽ar茅 de lo que soy capaz. Ya s茅 que no voy a ganar. Seguramente llegar茅 de los 煤ltimos, incluso puede que sea el 煤ltimo. Pero llegar茅, s茅 que llegar茅. Mi discapacidad no me lo va a impedir. Correr茅 por todos mis compa帽eros. Por los que pueden correr y por los que no.
# 105 Daniela Cabrera Correa
Otro a帽o m谩s
Hac铆a fr铆o aquel fin de a帽o. Luc铆a vest铆a las mallas, camiseta y medias t茅rmicas, y encima el dorsal con el n煤mero 334. Iba a disfrutar de su actividad favorita, como todos los a帽os. De pronto, le pareci贸 verlo con el rabillo del ojo. 鈥溌縎er铆a 茅l?鈥, pens贸. Volvi贸 a recorrer con la mirada la multitud que se apelotonaba en la casilla de salida y, de repente, lo vio. El muchacho del dorsal 124. De pronto, se escuch贸 el sonido que anunciaba el inicio de la carrera. Luc铆a comenz贸 a correr y decidi贸 seguirlo. En la Glorieta de los Milagros, el muchacho se gir贸 un segundo. Era 茅l. Y lo ten铆a tan cerca que casi lo pod铆a tocar. Alarg贸 el brazo, pero justo en el momento en que lo toc贸, la mano de Luc铆a se volvi贸 transl煤cida y atraves贸 al muchacho, que sigui贸 corriendo, como si nada hubiera pasado.
# 103 MARIA VAREA RAMON
SABIENDO QUE VOLVEREMOS
SABIENDO QUE VOLVEREMOS
Mateo sonr铆e en la l铆nea de salida. Sus amigos, igual que 茅l, r铆en y se mueven nerviosos ense帽谩ndose el dorsal unos a otros. Los entrenamientos de los s谩bados por la ma帽ana para venir preparados y el viaje desde nuestra ciudad han valido la pena. Como padres, la satisfacci贸n de que hayan aprendido a seguir corriendo, aunque est茅n cansados, empuj谩ndoles la compa帽铆a de sus amigos a trav茅s de las calles de la capital Salmantina, es el mejor premio que nos hemos podido llevar. Esta carrera no es solo correr entre edificios con historias que se cuentan solas y calles que han sido pisadas por personajes hist贸ricos, algo de lo que tambi茅n les hemos hablado en las barbacoas tras los entrenamientos. Esta carrera les ha hecho crecer por dentro. Agradecidos retornamos a nuestra ciudad sabiendo que volveremos.
# 102 Rub茅n Moratalla Mayo
Suelas quitando lastres
Corr铆 por todas las veces que me lo impidieron. Por las veces que me ofrecieron ser libre solo como ellos quer铆an que lo fuera.
Aquel d铆a me hab铆a solapado el dorsal al pecho un rato antes de salir de casa, cuando normalmente lo hac铆a pocos metros antes de la salida. Sin ser consciente, ese d铆a empec茅 a mirar m谩s por la cantidad de veces que me hab铆a fallado a m铆 mismo que por las que hab铆a fallado a los dem谩s.
Salamanca no fue m谩s que un lugar, como podr铆a haber sido cualquier otro, pero fue donde empec茅 a creer en m铆 mismo mientras mis suelas dejaban atr谩s lo que ellas quer铆an, sin exigirme nada a cambio. No me retir茅 el dorsal al terminar, como sol铆a hacer, sino al volver a casa, quiz谩 prolongando la sensaci贸n de estar cada vez m谩s cerca de recuperar mi vida.
# 101 脕ngel Saiz Mora
Hepafobia
Tem铆a que el miedo irracional al contacto me impidiese iniciar siquiera lo que ten铆a previsto. Sent铆 la primera palmada como una peque帽a descarga el茅ctrica, pero las manitas entusiastas de sucesivos ni帽os, rebosantes de sana energ铆a, terminaron por chocar con las m铆as de manera natural y fluida a lo largo del recorrido de la San Silvestre Salmantina. No me import贸 ralentizar el ritmo.
Llegu茅 a la meta del Paseo de San Antonio con una sonrisa y la satisfacci贸n del objetivo cumplido. Fue un alivio no percibir con ansiedad, por primera vez, la cercan铆a de otra Nochevieja y A帽o Nuevo con mi cu帽ado, buena persona, pero efusivo y vehemente. Tras la terapia, deportiva, f铆sica y psicol贸gica, toda la familia se sorprendi贸 al observar que ya no me estremec铆a si me rozaba el brazo, cuando pas贸 el suyo por mis hombros, o al propinarme empujones amistosos para dar 茅nfasis a sus palabras.
# 100 Joaqu铆n Iborra Mateo
L谩zaro
Yo por bien tengo que cosas tan se帽aladas, y por ventura nunca o铆das ni vistas, he de relatarles a ustedes, si bien con muy pocas palabras, asunto dif铆cil, trat谩ndose de mi loca carrera. Es lo cierto que dorm铆a y que me vi perseguido por uno de mis amos, el ciego, que a orillas del Tormes es bien conocido. Hui de 茅l como alma que lleva el diablo y me sorprendieron las grandes zancadas del tipejo, pues me reclamaba algo que, seg煤n 茅l, yo le hab铆a robado. M谩s a煤n que esta carrera me asombr贸 el descubrirme a m铆 y a mi perseguidor en medio de una muchedumbre que tambi茅n corr铆a, vestida con prendas ligeras y de extra帽铆simos colores. Las doradas piedras de Salamanca me vieron en esta pesadilla adelantar a aquella multitud en retirada y llegar primero a un lugar absurdo donde me recibi贸 con v铆tores el gent铆o.
# 99 Ana Isabel Velasco Ortiz
AIRE
Viene a verme cada tarde. Tomamos caf茅, charlamos. Luego, pregunta si necesito algo y se despide con un beso c谩lido, profundo.
De un tiempo a esta parte, persiste en el empe帽o que, he rechazado con ah铆nco pero, a fuerza de insistir, he terminado por aceptar la propuesta.
Hoy es el d铆a. La carrera empieza. Siento miedo, tiemblo, pienso que el recorrido es infinito鈥 un pie, otro pie鈥 y, para mayor sorpresa, en cada paso, el aire me llega a los pulmones. La angustia se desvanece. Alcanzo la meta y tengo ganas de gritar que he vencido el mal que me aqueja.
脡l sonr铆e y se aleja y, al fin, acepto que le perd铆, que aquel accidente maldito se lo llev贸 y, decido unirme a esa carrera que es la vida y que, durante 隆tantos a帽os! solo he contemplado tras la ventana de mi hogar
# 98 Esther Claravalls
40 A帽os de Silencio Compartido
Cuarenta San Silvestres. Cuarenta despedidas de a帽o entre la multitud que desborda la Plaza Mayor. Esta ser谩 mi 煤ltima, lo s茅. Mis rodillas ya no perdonan y el m茅dico fue claro. Pero, 驴d贸nde est谩 ese rostro conocido, esa presencia anual que nunca necesit贸 nombre?
La masa humana se mueve y Salamanca desfila ante m铆: calles transformadas, escaparates que ya no existen, piedras doradas testigos de tres d茅cadas. Mi desgastado cuerpo protesta en cada zancada y echo de menos a mi an贸nimo compa帽ero, su gesto de 谩nimo, su sonrisa c贸mplice. Cuarenta a帽os juntos sin cruzar una palabra y su vac铆o me pesa m谩s que el cansancio.
隆Ah铆 est谩!, entre el p煤blico, en su silla de ruedas con el dorsal del a帽o pasado colgado del abrigo.
Me detengo frente a 茅l y nuestras miradas hablan.
鈥擲iempre juntos 鈥攍e susurro mientras empujo su silla hacia la meta, cerrando cuarenta a帽os de silencio compartido.
# 97 Leticia Fasano
DESPEDIDA
Diez a帽os despu茅s de cruzar esa puerta por primera vez, todav铆a me quedaba la sensaci贸n
agridulce de la despedida que se aproximaba.
Hab铆a subido tantas veces esas escaleras, para adentrarme hacia el balc贸n, y observar esas
arcadas hermosas sobre las que ca铆a el atardecer.
Hoy, la 煤ltima vez.
Me sent茅 en el piso y observ茅 todo el vac铆o a mi alrededor. Ya no estaban los Stones
acompa帽谩ndome; todo parec铆a no ser m铆o.
Sin embargo, esa casa ten铆a todos mis recuerdos.
L谩grimas y dolor.
Pero tambi茅n acobijaba la felicidad de saber que, cuando entraste por esa puerta hace 5 a帽os,
TODO hab铆a cambiado por completo.
Entonces entend铆.
Haber cruzado el oc茅ano, hab铆a sido la mejor apuesta que pude hacer en mi vida.
Vos estabas en ella.
Con l谩grimas en mis ojos, suspir茅 por 煤ltima vez. Sonre铆. Cerr茅 las ventanas. Dije adi贸s.
Nuestra despedida fue un dolor dulce, con sabor a realidad.
# 96 Karola 脕lvarez Pes谩ntez
El 煤ltimo tono del rojo
Aquel precioso rub铆, no era m谩s espl茅ndido que la pelirroja que lo portaba y, envalentonado por ese par de camparis, se lo arranch茅 y me di a la fuga confundi茅ndome con los corredores de la carrera atl茅tica. Campeon茅. Record茅 entonces al abuelo, que tantas veces se priv贸 de comer por llenarme la panza de manera honesta.
鈥淐ampe贸n, campe贸n鈥 鈥攇ritaba la gente, mas mi coraz贸n gritaba: 鈥淟adr贸n, ladr贸n鈥濃. Busqu茅, entonces, a la muchacha del cabello bermejo para devolverle la piedra escarlata. 鈥淭endr茅 que devolver el dinero tambi茅n鈥 鈥攃onclu铆 con tristeza.
鈥斅ey, chica! Este rub铆 es tuyo. Jam谩s olvidar铆a un rostro tan hermoso. Perdona, es que necesito el dinero. No me denuncies, por favor 鈥攊mplor茅 mientras me perd铆a en sus labios sangu铆neos.
鈥擭o es un rub铆, tontuelo, es un pedazo de vidrio rojo. Mi abuelo me hizo un collar con 茅l. 驴Tomas un vino tinto conmigo?
# 95 Salvador Mar铆n Villarrubia
El premio
Barry despert贸 radiante. 鈥擵a a ser un gran d铆a 鈥攑ens贸 mientras se levantaba. Se puso el dorsal. Sali贸 a correr la San Silvestre Salmantina.
En la salida de la carrera, sent铆a en todo su cuerpo como si fuera Flash. No solo iba a ganar, sino que iba a batir el r茅cord. Corri贸 a un ritmo acelerado, adelantando a todos.
A mitad del recorrido, junto al Palacio de Monterrey, empez贸 a ver todo alrededor de color gris.鈥斅o, no, ahora no鈥 otra vez no!鈥
De repente, las zancadas pesaban un mont贸n. Las chispas se apagaron.鈥斅縌u茅 sentido ten铆a todo eso?鈥 Su coraz贸n ya no lat铆a con euforia, sino con desesperanza. Quer铆a parar, acostarse y desaparecer.
Cruz贸 la meta sin levantar los brazos. Ya no importaba el tiempo ni el puesto. Mientras se secaba el sudor fr铆o, una voz interior le susurr贸: 鈥擫o terminaste, aunque quisiste rendirte鈥.
Esa era su premio.
# 94 CARMEN RUIZ RUIZ
TR脕NSITO CU脕NTICO
Los atletas permanec铆an hier谩ticos en la l铆nea de salida observando ensimismados el extenso p谩ramo que iban a recorrer. El aire permanec铆a est谩tico, no se mov铆a ni una brizna de rastrojo, costaba respirar. Un extra帽o presagio se cern铆a sobre la inminente prueba. Corrieron desganados, ap谩ticos, indolentes, hasta alcanzar la Trinchera del Ferrocarril. All铆, el sol se ocult贸 repentinamente, las nubes cubrieron el desfiladero y un viento fr铆o y seco sacudi贸 a los participantes. Al aproximarse a la meta, todos ofrec铆an un aspecto desconcertado como de haber vivido una experiencia ins贸lita. Ignoraban c贸mo ni de qu茅 manera hab铆an sido capaces de concluir un Cross que comenz贸 el primer domingo de febrero en Atapuerca y acab贸 en la plaza Mayor de Salamanca el 29 de diciembre del 2025.
# 93 Natalia Cos铆o del R铆o
Paco y sus Asics
Ese d铆a Paco no estaba de humor. Hab铆a tenido un d铆a horrible, las reuniones no acababan nunca. Al salir de la oficina estuvo en un atasco largu铆simo. Y al llegar a su casa, estaba su hijo adolescente mirando tiktok y escuchando esa barruntada de m煤sica que detestaba, el lavavajillas sin poner, los platos sin colocar 鈥 Ten铆a que hacer ejercicio seg煤n el m茅dico; y por eso ahora sal铆a a correr. El objetivo: la San Silvestre Salmantina. 驴Lo conseguir铆a? No lo sabe. Hoy no le apetec铆a salir a entrenar, pero odi贸 tanto su casa en ese momento que calz贸 sus 鈥淎sics鈥, sus 鈥淎irpods鈥 y a la calle. En medio de la caminata aparec铆a la Catedral de fondo, y pens贸 en que hab铆an construido tal monumento sin hacer llamadas por 鈥淭eams Meeting鈥, sin Scrum, sin metodolog铆a Agile. Solo con un prop贸sito m谩s all谩. Sigui贸 corriendo esta vez sin auriculares, oyendo su esp铆ritu.
# 92 Nicol谩s Cabrera Garc铆a
El relevo
Cuando era muchacho, corr铆a junto a mi padre.
脡l me dec铆a, entre risas:
鈥斅縏e qued贸 grande la San Silvestre?
Cansado, le respond铆a:
鈥擡sta vez es m铆a. Adel谩ntate, que te alcanzo.
Pero me equivoqu茅: gan贸 茅l, mi padre, tu abuelo.
Porque el secreto no est谩 en correr solo,
sino en correr juntos,
mano a mano, paso a paso.
Hoy corro contigo, hijo,
y en cada latido s茅 que la victoria espera
a quienes no corren por s铆 mismos,
sino por el v铆nculo que los une.
鈥斅縀ntonces, pap谩?
驴La victoria ser谩 tuya? 驴Y yo la ganar茅
cuando, al fin, sea padre y corra junto a mi hijo?
鈥擜 procrear se ha dicho 鈥攔espondi贸,
con esa sonrisa c贸mplice que solo entiende el tiempo鈥,
y seguimos corriendo,
hacia el mismo horizonte.
# 91 Juan Molina Guerra
CARRERA DE OBST脕CULOS
Llevaba varios a帽os corriendo la San Silvestre salmantina, y, hasta ahora, todo hab铆a sido correr y disfrutar. Mis amigos y familiares se distribu铆an por las calles de la ciudad y me animaban al pasar. 隆Animo, Federico!, me gritaban y aplaud铆an, y yo procuraba superarme y bajar mi tiempo en cada cita anual. Pero este a帽o quiz谩s iba a ser distinto, porque no ten铆a muy claro qu茅 iba a ocurrir cuando dijera, al inscribirme, que mi nombre era Valeria. 驴Supondr铆a eso un obst谩culo?
# 90 Maiorga Santib谩帽ez Aguilar
El dorsal 307
La v铆spera, dobl贸 con cuidado su camiseta y coloc贸 el dorsal 307 encima, como cada a帽o. La dej贸 en la silla del sal贸n, frente a la ventana.
A la ma帽ana siguiente, sali贸 solo.
No corri贸 r谩pido, tampoco lento. Fue al ritmo de siempre, como si ella a煤n marcara el paso con esa forma tan suya de re铆r entre jadeos. Pas贸 por el puente, el giro del paseo, la curva donde siempre se picaban con el del gorro navide帽o.
Cuando cruz贸 la meta, sinti贸 que no terminaba la carrera, sino el a帽o.
Despu茅s, en casa, colg贸 su medalla junto a las dem谩s. Y le habl贸 en voz baja, como si pudiera o铆rle:
鈥擮tro diciembre, 驴eh? He llegado.
# 89 Alba D铆az L贸pez
La 脷ltima Zancada del A帽o
Las calles de Salamanca brillaban bajo el fr铆o de diciembre. Miles de corredores, disfrazados y sonrientes, aguardaban la salida frente a la majestuosa Plaza Mayor. Entre ellos, Clara ajust贸 sus zapatillas con el coraz贸n latiendo r谩pido; no corr铆a por ganar, sino por cerrar un a帽o dif铆cil. Al sonar el disparo, las luces, los v铆tores y el eco de las campanas la impulsaron. A cada paso dejaba atr谩s el cansancio, el miedo y las dudas. Al cruzar la meta, el aire helado se volvi贸 c谩lido: hab铆a corrido su propia victoria. Salamanca desped铆a el a帽o, y ella renac铆a con 茅l.
# 88 Keiter Alien Cu茅llar Castillo
La ca铆da, seg煤n yo
Todo consist铆a en una gran y constante ca铆da, algo que ciertamente me aterraba. Aun as铆, abajo deb铆a estar el otro, satisfecho con su papel, dispuesto a rescatarme. Lo hab铆amos ensayado juntos desde el primer d铆a, pero en el fondo ninguno deseaba el papel del ca铆do.
La preparaci贸n para dejarme caer fue breve: dispon铆a de poco tiempo y el otro podr铆a cansarse o aburrirse, arruin谩ndolo todo. Estaba listo. Cerr茅 los ojos, sin pensar en las multitudes, sin pensar en 茅l. Los abr铆. Supuse que aparecer铆a a medida que la ca铆da se intensificara, pero no hab铆a rastro de 茅l debajo. Fue un enga帽o, una artima帽a. Lo terrible del caso fue imaginarlo con los brazos abiertos, como los m铆os.
Sin testigos, no hay juicio. No fue la incapacidad de la salvaci贸n lo que me hizo llorar, sino haber confiado, aunque solo fuera un instante, de manera indebida en otro inconforme.
# 87 Eutimio Armela Suarez
Legendario Andar铆n
El Andar铆n Carvajal; cartero en La Habana, muy interesado en participar en los Juegos Ol铆mpicos de San Luis USA. No ten铆a apoyo gubernamental. Recolectando fondos mientras corr铆a repartiendo cartas. Logr贸 un fondo que le permit铆a llegar a San Luis que era la sede de los Juegos con mucha hambre acumulada, el mismo d铆a de la carrera de marat贸n 42 km. Ni siquiera ten铆a short, por lo que tuvieron que cortarle el pantal贸n a mitad de muslos, casi a la hora de la Arrancada.
Son贸 el disparo partieron los corredores el Andar铆n marchaba al frente hasta despu茅s del km 20, el hambre vieja acumulada comenz贸 hacer estragos cuando de momento vio un manzano, corri贸 hacia el y devor贸 varias maduras y verdes, su est贸mago repleto. Comenzaron a rebasarlo varios corredores. Sinti贸 dolores estomacales. Se apart贸 del camino a evacuar su vientre y a煤n as铆 entr贸 a la meta en 5to lugar.
# 86 MARIA NIEVES JIMENEZ GARCIA
LA CINTA EN LA FRENTE
Cuando llego a casa directa a la ducha despu茅s de la carrera鈥 Ese es mi momento. Empapada en frio sudor y con piernas a煤n temblorosas me despojo de la olorosa y h煤meda camiseta y del negro pantal贸n corto con el n煤mero cinco. Mi favorito. Lanzo mi cinta de la frente鈥.
Nunca gan茅 nada, no tengo copas ni referencias a triunfos salvo alguna medalla de participaci贸n y camisetas obsequios de patrocinadores.
S茅 que nunca correr茅 una Marat贸n, no participar茅 en europeos, mundiales y mucho menos unos Juegos Ol铆mpicos, pero ah铆 sigo.
Soy la multitud, soy el resto, soy una m谩s del mont贸n de corredores que se vislumbran al fondo de los que alcanzan la meta.
Yo llego tarde en los tiempos.
Pero como alguien dijo: 鈥渓o importante es participar鈥.
Y yo a帽ado鈥 鈥淪oltar la sudorosa cinta de la frente es la mejor terapia, f铆sica y ps铆quica鈥
# 85 BEATRIZ GARRIDO BEZTEGUI
Mi hermano peque帽o
La primera palabra que aprendi贸 a decir fue caballo. El 煤ltimo de los tres en abrir los ojos y el primero en cerrarlos. Alcanz贸 una suspensi贸n total en el galope, salt贸 obst谩culos, y se fue con un "trote enganchado" Yo ahora corro sola. Al paso.
# 84 Bel茅n Santa Isabel Llanos
Zancadas de Coraje
El fr铆o de diciembre mord铆a, pero nadie lo sent铆a.
Salamanca entera lat铆a al ritmo de las zapatillas. En cada zancada, una historia: el que corre por superarse, la que lo hace por alguien que ya no est谩, el ni帽o que descubre que la meta tambi茅n puede ser un juego.
No importan los cron贸metros, sino las sonrisas que se cruzan en cada curva. Al llegar a la Plaza Mayor, todos son uno solo: esfuerzo, amistad y alegr铆a. Porque en la San Silvestre, m谩s que correr, se celebra la vida.
# 83 脕ngel Gustavo Gareiz
Huellas
Tras una marat贸n infinita, decidi贸 volver sobre sus pasos. Descubri贸 que casi no hab铆a huellas. De hecho, un vac铆o de recuerdos lo invadi贸 mirando el suelo. Algo parecido a la tristeza pareci贸 asaltarlo.
Pero fue entonces cuando record贸 c贸mo hab铆a vibrado su coraz贸n con cada zancada y cada vuelo, entre el perfume de los fresnos y la fragancia de las encinas, acompa帽ado de gorriones y mirlos hacia una meta a la que siempre llegaba para, inevitablemente, volver a empezar.
El camino era su meta y su trofeo.
He ah铆 su huella.
# 82 Carlos Miguel Herrera Molpeceres
Filosofando .........
"S贸lo s茅 que no se nada .......". S贸crates. Atenas. Antigua Grecia.
"S贸lo s茅 que no corro nada .......". Carlos Herrera. Salamanca. Espa帽a.
隆 Filosof铆a amor a la sabidur铆a .......!.
# 81 Yasmina Romero Morales
La 煤ltima meta
Desde hace seis a帽os corro sola, aunque cada zancada sigue siendo nuestra. La primera San Silvestre la hicimos juntas, ri茅ndonos de lo poco que hab铆amos entrenado, jurando que el pr贸ximo a帽o llegar铆amos antes. Y as铆 fue: cada diciembre un minuto menos, cada meta un abrazo m谩s. Dec铆amos que esta carrera era como nosotras: breve, intensa y llena de gente que no entend铆a del todo qu茅 hac铆amos ah铆, pero sin poder apartar la mirada.
Ahora, cuando paso por la curva donde siempre gritabas mi nombre, lo escucho igual. Cuando cruzo la meta, levanto los brazos como lo hac铆as t煤. Corro porque en cada paso est谩 la memoria de lo que fuimos, porque detenerme ser铆a olvidarte. Y porque, cuando todo termina y el cuerpo tiembla por el esfuerzo, s茅 que el ritual no est谩 completo hasta que, con las manos todav铆a sudadas, dejo la medalla en tu tumba.
# 80 B谩rbara Mena
Cuando el asfalto respira
Segundo disparo.
Ajusta el dorsal con manos temblorosas mientras algunos corredores la adelantan, perseguidos por el miedo o por s铆 mismos.
Corre porque lo hac铆a su padre.
Corre donde lo hac铆a su padre: en Salamanca, por la Gran V铆a encendida.
Gritos. Aplausos.
El golpeteo seco de zapatillas contra el asfalto.
Tac, tac.
Corre.
Mira de reojo: tras la valla, un perfil. 驴Pap谩?
鈥淎qu铆 no se rinde nadie鈥, dec铆a 茅l.
Lo recuerda justo cuando tropieza por el descuido.
Un instante y al suelo.
Dolor.
Un corredor la ayuda, otro le grita 鈥溌amos!鈥.
Confusi贸n.
Sabe que sangra.
Sabe que su padre muri贸 hace a帽os.
Y sin embargo, sabe que lo ha visto.
Se incorpora a duras penas.
La camiseta rota.
El pecho ardiendo.
鈥擭o es nada鈥.
鈥淎qu铆, el recuerdo tambi茅n empuja.鈥
Se gira.
Nadie.
Mira al cielo鈥 y sonr铆e, c贸mplice.
Cruza la meta.
# 79 Esther Soledad Esteban Castillo
Correr por la vida
Yo me prepar茅 para correr por la vida. S铆, de forma profesional, pero tambi茅n a mi propia manera. Nadie me ense帽贸, nadie me empuj贸 o me ayud贸 cuando me estaba cayendo. No me daban la mano para levantarme, nunca escuch茅 una palabra de consuelo ni tampoco me dijeron que yo podr铆a vencer. Fue mentira lo de que lo importante es participar, aqu铆 todo el mundo quiere ganar. Me entren茅 d铆a y noche, fui venciendo a los obst谩culos y hasta vendiendo mi alma y mis sue帽os. Todo por mi carrera: mi San Silvestre Salmantina. Y al final, olvidamos lo importante que es el camino, la gente que nos acompa帽贸, los amores que dejamos, el sudor, las l谩grimas鈥 nuestro todo, nuestro cuerpo y nuestra voluntad. Dicen que es f谩cil correr, 驴pero vosotros os hab茅is atrevido? Vivimos la vida en tiempo de descuento, la meta se vuelve difusa, nos embriaga鈥 pero seguimos corriendo.
# 78 Angels Vinuesa fernandez
La promesa
1 / 1
La promesa
Corr铆a por 茅l.
Por el hombre que le ense帽贸 que rendirse no era una opci贸n, aunque el cuerpo dijera lo contrario.
El c谩ncer se lo llev贸 en silencio, como quien apaga una llama con las manos abiertas.
Antes de irse, 茅l le pidi贸 una sola cosa:
鈥擯rom茅teme que seguir谩s corriendo, aunque yo ya no pueda esperarte en la meta.
Desde entonces, cada carrera es una conversaci贸n con su ausencia.
Cada respiraci贸n, una s煤plica convertida en impulso.
No busca llegar la primera.
Solo llegar, porque sabe que en alg煤n lugar, m谩s all谩 del ruido y del tiempo, 茅l corre todav铆a junto a ella.
Y cuando cruza la l铆nea final, siente una paz antigua, como si una voz le susurrara al o铆do:
Cumplir una promesa...siempre llega
# 77 Agust铆n PASCUAL PINO
隆Voy!
Acompa帽ado de otros muchos entusiastas deportistas, no profesionales, intento aportar nobleza, lealtad, caridad y hospitalidad a ciudad tan culta, docta y sabia que abre sus brazos para recibirnos con gritos de 谩nimo que nos ayudan en el esfuerzo. 驴Qu茅 m谩s da si soy el 煤ltimo? Lo importante es que 隆Voy!
# 76 Tamara Bermudez Rodriguez
El dorsal
Sac贸 del caj贸n el dorsal de su padre firmado por V铆ctor Mora, siempre lo colocaba cerca de sus muslos, sent铆a que le daba fuerzas para la carrera de San Silvestre Salmantina. Hab铆a entrenado con su padre hasta ese fat铆dico accidente del que, solo 茅l, hab铆a sobrevivido. Todos los a帽os regresaba, intentaba estrangular su melancol铆a con la euforia de esos d铆as en Salamanca. Repasaba en su mente el recorrido practicado tantas veces junto a su padre; desde la salida en el Paseo de San Antonio sab铆a cada curva, cada cuesta, cada obst谩culo... Nervioso abri贸 la p谩gina web, se hab铆an agotado los dorsales y los cupos de inscripci贸n, ya era tarde, pero... 隆ah铆 estaba el antiguo dorsal sobre sus muslos!, y a pesar de su condici贸n, busc贸 el reglamento de tan conocida carrera: << ...los 煤nicos veh铆culos que podr谩n seguir la prueba ser谩n los acreditados...>>.
# 74 Tamara Bermudez Rodriguez
El dorsal
Sac贸 del caj贸n el dorsal de su padre firmado por V铆ctor Mora, siempre lo colocaba cerca de sus muslos, sent铆a que le daba fuerzas para la carrera de San Silvestre Salmantina. Hab铆a entrenado con su padre hasta ese fat铆dico accidente del que, solo 茅l, hab铆a sobrevivido. Todos los a帽os regresaba, intentaba estrangular su melancol铆a con la euforia de esos d铆as en Salamanca. Repasaba en su mente el recorrido practicado tantas veces junto a su padre; desde la salida en el Paseo de San Antonio sab铆a cada curva, cada cuesta, cada obst谩culo... Nervioso abri贸 la p谩gina web, se hab铆an agotado los dorsales y los cupos de inscripci贸n, ya era tarde, pero... 隆ah铆 estaba el antiguo dorsal sobre sus muslos!, y a pesar de su condici贸n, busc贸 el reglamento de tan conocida carrera: << ...los 煤nicos veh铆culos que podr谩n seguir la prueba ser谩n los acreditados...>>.
# 73 Jordina Costa Medina
El banco
Sebasti谩n tiene 86 a帽os se apunta con una sonrisa a la San Silvestre Salmantina, c贸mo cada a帽o. Comienza en la salida con una cadencia lenta, pero cada zancada es un poco m谩s ligera que sus recuerdos.
La carrera avanza y el murmullo de la Plaza Mayor le roba el aliento. A mitad del recorrido, una nube de desconcierto lo envuelve. Se detiene y se sienta en un banco de piedra, fr铆o y familiar. Era el mismo banco d贸nde esperava que su madre saliera de trabajar limpiendo en casa de Don Mirat. Sebasti谩n sonri茅, sus viejas y agotadas piernas han dicho que basta, pero el recuerdo de su madre le da fuerzas para abandonar tranquilo.
# 72 Jo茫o Calazans Filho
A crueldade sem rosto
A crueldade sem rosto
Clara atravessava a pra莽a, o sol p谩lido refletindo nos rostos apressados. Todos pareciam iguais: gestos comuns, sorrisos educados. Mas algo a inquietava. Um homem gritou com o filho; uma mulher riu da mendiga ca铆da. Sil锚ncios cortavam como l芒minas.
Na noite anterior, Clara sonhara com uma m谩scara branca, sem tra莽os, flutuando em sua dire莽茫o. "Voc锚 me conhece", sussurrava. Acordou com o peito oco. Agora, na multid茫o, via a m谩scara em cada olhar vazio, em cada palavra doce que escondia veneno.
Um garoto trope莽ou 脿 sua frente. Ningu茅m parou. Clara hesitou, mas seguiu, o peso da indiferen莽a a engolindo. Ao chegar em casa, encarou o espelho. Seus olhos eram po莽os escuros, sem fundo. A m谩scara estava l谩, refletida.
A crueldade n茫o tem rosto, pensou. Mas tem meu nome.
# 71 Jorge J. Codina
Adoquines
Mi abuela tambi茅n corri贸 sobre los viejos adoquines de la Compa帽铆a. Su dorsal era un fajo de octavillas h煤medas de ciclostil bajo la camisa; sus zapatillas, unas bambas de lona rotas. Hu铆a de la polic铆a, hacia una meta a dos a帽os de distancia, en 1978.
Hoy, mis pies golpean el pavimento que sepult贸 aquellos adoquines y escucho dos ecos: el suyo, febril y ahogado por las sirenas; el m铆o, acompasado entre aplausos que ella nunca oy贸.
Al final del recorrido, a m铆 me espera un trofeo. A ella le esperaba un coche sin insignias y una cojera de por vida.
Nunca volvi贸 a correr.
En casa, cuelgo la medalla sobre su retrato. Me mira desde all铆, casi una ni帽a, con los ojos serios de quien conoci贸 el miedo.
Me pregunto cu谩l de las dos gan贸 m谩s.
# 70 Carolina Royo L谩zaro
Y t煤, 驴por qu茅 corres?
Jam谩s entender茅 cu谩l es el objetivo de correr si no me persigue ning煤n oso. Nunca me gust贸 especialmente y tampoco estoy llegando tarde a clase, as铆 que, 驴por qu茅 me estoy sofocando con mi propio aliento mientras una marea de zapatillas de colores me pasa por delante?
Ordeno a mis pies detenerse, he decidido que la acabar茅 caminando.
Un grupo de Pap谩 Noeles, tres hadas y una se帽ora de unos 80 en ch谩ndal me animan. Ellos, a su ritmo, contin煤an, pero yo he decidido rendirme鈥 Entonces recuerdo que no es por qu茅 decid铆 correr la San Silvestre, sino por qui茅n. Y me uno a ellos.
Movida por un grupo de extra帽os unidos por el deseo de disfrutar, evoco las historias m谩gicas que siempre me contabas sobre esta carrera, c贸mo une a las personas, y la promesa de que un d铆a la correr铆amos juntos. Hoy es ese d铆a, yayo.
# 69 Ver贸nica Ib谩帽ez Gonz谩lez
Esa sensaci贸n
Ya en la l铆nea de salida, aspiro una bocanada de aire que me hiela la incertidumbre.
- Vamos, abuelo, 隆que solo hemos venido a sentirnos vivos! 鈥 me dice uno de mis colegas, con una palmadita en la espalda.
Debo tener ochenta y muchos a帽os, y ma帽ana cumplo un a帽o m谩s. Desde que perd铆 la cuenta he recuperado la vitalidad, y un viejo amor de la juventud: la sensaci贸n de escuchar mi cuerpo.
# 68 Jos茅 Mar铆a Gonz谩lez L贸pez
Deportividad
"Juanjo se dopa, ma帽ana va hasta las trancas. No tienes ninguna posibilidad". El mensaje an贸nimo me hiela la sangre. Mil euros contra el bocazas del club. Si me retiro, pierdo autom谩ticamente. Si corro, ser茅 humillado.
Desvelado, reviso todo sobre la carrera: recorrido, horarios, un tal Loren como speaker... 驴Loren P谩ez? 驴Mi compi del instituto? Se me enciende una luz.
鈥斅haval, cu谩nto tiempo! Claro que te ayudo, y m谩s por quinientos pavos.
29 de diciembre. La ma帽ana es g茅lida en la salida. El speaker anuncia, solemne, un control antidopaje sorpresa tras la carrera. Juanjo palidece y se retira, alegando molestias.
Cruzo la meta. Supe que ya no pod铆a perder. Loren grita por megafon铆a: "隆Inocentes, inocentes!"
Heredia, que custodia el dinero, me entrega el sobre con una mueca. No sabe si felicitarme o escupirme. Yo s铆.
# 67 N茅stor Rub茅n Gim茅nez
La otra meta
La otra meta
El ritmo, un martillo en el pecho; las piernas de plomo. El cuerpo extenuado quer铆a detenerse, pero la mente se negaba, luchando por seguir por las calles salmantinas.
Olvid茅 los dolores. El pelot贸n cruz贸 la Plaza Mayor hacia la calle San Pablo. Vi el Palacio de Orellana; siglos de historia lat铆an bajo el asfalto. Al llegar a la ribera del Tormes, el aire cambi贸.
El r铆o me devolvi贸 la calma. El sol se arrugaba en la corriente, y el viento aspir贸 el sudor de mi rostro. Bajo mis pies, la hojarasca cruj铆a, despertando la memoria del verano. La carrera era ahora un di谩logo con la toponimia de la ciudad.
Mi cuerpo y mi mente se hab铆an esforzado. 驴En qu茅 posici贸n estaba? Irrelevante. La meta no era la cinta o el podio. Disfrutar flotar en la historia era el verdadero premio. Lo descubr铆 en cada bocanada de aire junto al Tormes.
# 66 Ninette Caren Fern谩ndez Mu帽oz
El Peso del Miedo
Entren茅 por 3 a帽os , la pista se convirti贸 en mi obsesi贸n , la competencia me visitaba hasta en sue帽os , por fin lleg贸 el gran d铆a, despu茅s de pasar la meta el p煤blico quer铆a conocer mi secreto,todos se preguntaban c贸mo era posible haber logrado un record , mi declaraci贸n fue exacta logr茅 correr m谩s veloz cuando solt茅 el miedo que cargaba.
# 65 Benito Gonz谩lez Garc铆a
La Grieta
Comenzaba la San Silvestre salmantina 2025. Adela Gollenalde corr铆a en medio del grupo corredor, pero se sent铆a invisible, sintiendo la ciudad latiendo extra帽a bajo sus pies.
Al llegar a la Catedral, el suelo vibr贸: una grieta se abri贸 entre los adoquines. De ella emergi贸 un susurro, como si las voces del subsuelo cantaran.
Los dem谩s corredores no parec铆an o铆rlo; segu铆an corriendo, sonrientes, como si fueran con la mirada perdida.
Adela se detuvo, aterrada. Un corredor la alcanz贸 y le grit贸:
鈥擭o te pares, o el tiempo no lo recuperas.
Sigui贸 corriendo. La grieta la persigui贸 hasta la meta. Cruz贸 el arco de llegada y cay贸 de rodillas. Todo volvi贸 a la normalidad: luces, aplausos, risas.
Busc贸 su nombre en la pantalla de tiempos鈥 pero no aparec铆a.
Cuando, en la entrega de premios se oy贸 por la megafon铆a.
Hoy recordamos a Adela Gollenalde que falleci贸 en la San Silvestre de 1924.
# 57 Mar铆a Paz Plaza Santamar铆a
UN SENTIMIENTO
UN SENTIMIENTO
Si hay algo importante en la vida para mi amigo Javi, el de Pe帽aranda de Bracamonte, no es otra cosa que la San Silvestre Salmantina, cada vez que habla de ella se le ilumina la cara, los ojos y todo lo que en un cuerpo humano pueda albergar algo de luz.
Lo suyo es m谩s que una pasi贸n, es un verdadero sentimiento.
Podr谩 perder el reloj, el m贸vil, el monedero, incluso el pelo, como ya le est谩 sucediendo, pero la carrera no hay a帽o que se la pierda, se ha convertido en su 鈥渓eitmotive鈥.
Sabe que destacar, como a 茅l le gustar铆a, entre miles de atletas, lo tiene crudo, pero verbaliza que eso es lo de menos, lo importante es participar, lo dice convencido, 茅l da buen ejemplo.
Ya se est谩 preparando para estar en forma, el 煤ltimo domingo del dos mil veinticinco no est谩 tan lejano.
# 56 Emma L贸pez-Berges
El primer corredor
Hac铆a ya tiempo que la pistola hab铆a dado comienzo a la carrera, todos los participantes esperaban llegar a meta victoriosos.
El primer corredor sudaba tinta, pues el segundo corredor estaba a pocos metros de 茅l y solo quedaba un kil贸metro para la l铆nea de meta.
Hac铆a fr铆o y le temblaban las piernas, mir贸 hacia abajo para olvidar el cansancio, se negaba a caer rendido ante 茅l. Pero entonces, casi por casualidad, al abrir los ojos, que hab铆a mantenido cerrados por unos instantes, vio su dorsal, n煤mero cinco, con el caj贸n 茅lite...
Puede que los espectadores no lo viesen, pero 茅l sinti贸 como su cuerpo se recargaba con las fuerzas que a煤n le quedaban.
Despu茅s de muchos a帽os su dorsal todav铆a est谩 enmarcado en la pared de su sal贸n.
# 55 Meryam Fadel Berhili
El 煤ltimo paso del a帽o
Cada 31 de diciembre, la ciudad cambia. Las calles, normalmente tranquilas, se llenan de movimiento, sonrisas y pasos decididos. Es la San Silvestre, una tradici贸n para cerrar el a帽o con gratitud y esfuerzo. Marta ajusta su dorsal. No corre para ganar, sino para soltar lo que ya no necesita. A su lado, un grupo de mujeres mayores le desea suerte. 鈥淗oy se corre con el coraz贸n鈥, le dicen.
Suena el disparo. Marta avanza entre colores, tambores y alegr铆a. Cada kil贸metro es una despedida: del miedo, del cansancio, de las dudas. Corre en silencio, conectada con lo que de verdad importa.
Al cruzar la meta, respira hondo. No hay trofeos, pero s铆 una sensaci贸n de paz.
En casa, cuelga su dorsal junto a los de otros a帽os. Para ella, esta carrera es m谩s que deporte: es una forma de agradecer, reflexionar y comenzar de nuevo, con esperanza y prop贸sito.
# 54 VICTOR BAILON LORENZO
EL VERDADERO ESPIRITU DEL ATLETISMO
Antonio un atleta en muy buena forma f铆sica de 42 a帽os se dispon铆a a batir su r茅cord personal en la San silvestre salmantina, bajar de 39 a 38 minutos, en su reloj Garming ser铆a bajar ritmo medio kilometro a 3,30, era muy ambicioso y competitivo, y solo estaba centrado en su carrera, pero cuando ya quedaba un kilometro para llegar vio a otro atleta ca铆do en el suelo de un tropez贸n y desfallecido, al principio no quer铆a ayudarle para no perder su marca....pero luego se dio cuenta de su error ayud贸 al atleta ca铆do y juntos cruzaron la l铆nea de meta fundi茅ndose los dos en un largo abrazo. Por fin Antonio hab铆a comprendido el verdadero esp铆ritu del atletismo.
# 53 Dar铆o P茅rez Montiel
Mam谩 quiere correr conmigo
La t铆a dice que es una temeridad y el abuelo, que fue quien le inocul贸 el veneno del deporte, repone que no correr ser铆a de cobardes. Mi hermana, siempre en su trinchera como buena adolescente, opina que cada cual deber铆a poder elegir qu茅 carrera prefiere. Pap谩 calla, pero su cara desencajada habla por 茅l y no otorga precisamente. Un desconocido se inmiscuye en el debate con un 鈥渄茅jala correr鈥 que pronto encuentra r茅plica, pues la abuela le arroja su refranero 鈥渁gua que no has de beber鈥.
Mam谩 los escucha a todos, pero se encamina hacia la salida para participar, como lleva haciendo sin excepci贸n desde hace treinta y nueve a帽os. Y yo, igual que ella, tambi茅n quiero salir, porque he o铆do que fuera de su vientre la meta es ser feliz.
Ya no queda nada. Quiz谩s no todo salga bien, pero correremos; correremos el riesgo.
# 52 Alfonso Pliego Santos
Rar谩muri (Los de pies ligeros)
Son ind铆genas de la Sierra Chihuahuense. Ignoradas por todos, corren con falda y huaraches. No usan tenis ni ropa deportiva, a pesar de la insistencia de transnacionales deportivas. No lo aceptan por falso orgullo, sino porque correr para esas maratonistas es la vida misma.
Como Candelaria Rivas Ramos. Lleg贸 sola y rompi贸 esquemas. La muchacha se tir贸 63km de monta帽a en el 鈥淐a帽贸n Ultramarat贸n 2025鈥. Hizo 14 horas caminando para llegar a la competencia. Luego corri贸 7 horas, 34 minutos para ganarla. Sin entrenador, ni equipo, pero con ra铆ces centenarias.
Los Rar谩muri corren desde siempre detr谩s del viento o de las aves, al tiempo que cuidan reba帽os o recogen le帽a. Deportistas que dejan boquiabiertos a atletas consumados en maratones internacionales por su forma de correr: respetando su identidad. La haza帽a de Candelaria es doble: venci贸 al cansancio y derrot贸 al sistema. Lo hizo con dignidad y fuego en el alma.
# 51 Carlos Mart铆n Vicente
Rock and Roll
Amigos. Zapatillas. Camiseta. Cordones. Estr茅s. Amigos. Sudor. Avenida Mirat. Puente Romano. Jesuitas. Aplausos. Amigos. Satisfacci贸n. Ca帽as. Risas. Rock and roll. Amigos.
# 50 Nuria Mart铆n Mart铆n
Meta y Nubes
Y cuando todo el mundo sonre铆a, pensando que iba a ser una tarde extraordinaria, me deslic茅 con todos mis amigos, rebotando entre las nubes a ver qui茅n llegaba antes. Estuvimos cerca de 45 minutos saltando, dej谩ndonos caer, riendo como si el cielo fuera una colchoneta infinita.
Al fin tocamos tierra: mi hermana fue la primera.
Pero justo cuando el crono marcaba 29 minutos鈥 una zapatilla me pis贸 la cabeza.
Alguien llegaba a la meta. No me vio.
# 49 Francisco Pascual Garrido
Correr, es de sabios
Correr, es de sabios!
A los cien pasos, cay贸 fulminado. Todos los participantes le pasaron por encima. Nadie imaginaba algo importante. Un simple tropiezo, quiz谩. Entonces yo, que lo hab铆a acompa帽ado en todo el proceso, sal铆 corriendo y, al tratar de levantarlo me dijo: 鈥渢ranquilo, as铆 est谩 bien. No te olvides de ir regularmente al ba帽o, vale? Ya s茅 que te lo he repetido mucho鈥 Pero, es importante. Ah! Y, bueno, ya lo sabes鈥 Correr鈥 Joder! El deporte es una cosa, pero correr es muy distinto. Nada proporciona una felicidad igual. Sacas todo lo que te sobra y el cuerpo te regala una sonrisa, entiendes? Bueno鈥 Esta es mi meta. Lo dicho, ni esquelas, ni llantos, ni gilipolleces de esas. T煤 sabes que me lo he pasado bien, verdad? La vida que uno lleva, es culpa de cada uno. Te quiero! Qu茅date con esta sonrisa! Y dej贸 de respirar.
# 47 Silvia Car煤s
La 煤ltima Zamcada
El frio de diciembre endurecia el aire, pero yo solo pensaba en llegar. Las calles de Salamanca estaban llenas de gente animando, con gritos y aplausos que me empujaban m谩s que mis propias piernas. Sent铆a los pulmones arder y los m煤sculos pesar como piedras, pero no pod铆a rendirme.
Mi padre hab铆a corrido cada San Silvestre hasta que la enfermedad lo dej贸 en casa. Este a帽o me pidi贸 que lo hiciera por 茅l. Cada paso que daba era tambi茅n suyo. Record茅 sus consejos, sus entrenamientos y su sonrisa cuando cruzaba la meta.
Al pasar por el puente romano, me pareci贸 escuchar su voz; "No pare, sigue adelante". Y segu铆,aunque me faltaba el aire. La meta estaba cerca, y entend铆 que no corr铆a por un tiempo ni por un premio, sino por cumplir una promesa sagrada.
Cruc茅 la l铆nea final agotada, pero con el coraz贸n lleno. Aquella zancada fue tambi茅n suya.
# 45 Jos茅-Blas Mol茅s Mir贸
No calles
Mi pena, mi sentimiento enfrentado a la promesa que le hice a mi madre, me entristece y me agobia. Promet铆 que correr铆a la prueba en honor a la familia. Prepar茅 mi cuerpo con la marcialidad de los gladiadores y ahora heme aqu铆, sentado, derrotado, mirando el callo que me ha hecho callar. No correr茅. No puedo. Madre dijo: No calles y el callo me calla.
# 44 Antonio Rodr铆guez Bazaga
鈥淶ancadas y risas鈥.
鈥淶ancadas y risas鈥.
El dorsal le quedaba grande y las zapatillas parec铆an conspirar contra ella. El fr铆o mord铆a, pero ella corr铆a. Cada paso era un desaf铆o, cada respiraci贸n, una victoria compartida. A su lado, amigos y desconocidos se adelantaban y se retrasaban, risas y jadeos entrelazados en un pulso que recorr铆a Salamanca. El pavimento reflejaba luces de farolas y rostros brillantes, y cada esquina susurraba recuerdos de otras San Silvestres, de a帽os que terminaban entre zancadas y aplausos. Al cruzar la l铆nea, levant贸 los brazos y dej贸 que el cansancio se disolviera en un instante de alegr铆a pura. No importaba el puesto ni el tiempo: hab铆a ganado algo m谩s profundo, la certeza de pertenecer a una comunidad que celebra la vida corriendo, la amistad que se construye paso a paso y el instante exacto en que el a帽o termina, y otro comienza, respirando juntos, como uno solo.
# 43 jos茅 mar铆a carol crusells
Salir porpiernas
La San Silvestre Salmantina no ha sido la primera, el m茅rito es de Par铆s. Tampoco la m谩s popular, para algunos es Vallecas. Pero en verdad, la palma se la lleva nuestra ciudad.
Aqu铆 siempre se corri贸, aunque solo fuera para salvar el pellejo. Primero cortas carreras con los elefantes de An铆bal, luego ya media distancia con romanos y visigodos, y finalmente salimos por piernas con la llegada de los musulmanes. Siglos m谩s tarde, y ya muy avezados, esa vez hicimos correr a los gabachos. Tampoco era cuesti贸n de cansarse demasiado.
Luego lleg贸 la guerra civil, y aqu铆 s铆 que la liamos. Esta vez nos corrimos a palos.
Ahora es por deporte, y en memoria a nuestros antepasados, participaremos como siempre con sudor, disciplina y pasi贸n. Por esto, y para no perder la tradici贸n, correremos este a帽o la XL edici贸n. Y habr谩 emoci贸n porque dicen que se soltar谩 un le贸n.
# 42 Esperanza tirado Jim茅nez
Vitaminas
Hay un d铆a, a finales de diciembre, en el que Isa amanece con el alma en sus zapatillas. A sus setenta y muchos la SanSil es su dosis de vitaminas contra el tiempo.
No corre por batir ning煤n r茅cord. Corre para seguir d谩ndose 谩nimos; saboreando la alegr铆a que las calles le regalan en cada tramo.
Este a帽o una corredora se le ha unido all谩 por el kil贸metro dos.
鈥 驴Eres Isabel? 鈥攍e pregunta, mientras ambas siguen corriendo al ritmo que marca Isa.
鈥擲oy Tere 鈥攕igue al paso de Isa, quien siente su coraz贸n aletear de nostalgia鈥 Mi madre, Loli, me hablaba de ti. Corristeis juntas durante muchos a帽os. En la residencia me ense帽aba fotos vuestras.
Al cruzar la meta, Isa vuelve a ser joven. Y se abraza a Tere, celebrando que sus vitaminas funcionan, multiplic谩ndose de a帽o en a帽o.
# 40 Juanma Velasco Centelles
No es excusa
Compactada contra miles de cong茅neres pol铆cromos. Saltando sobre mi posici贸n para extirparme el fr铆o del mediod铆a de una ciudad propensa a la abundancia de niebla
Caj贸n 2, indicativo de mi mediocridad f铆sica en materia de zancadas.
Sola. Lo he preferido as铆. A mi rollo, le traslad茅 con determinaci贸n a mi marido cuando propuso sacrificar sus potenciales 37 minutos para acompa帽arme. Caj贸n 1 para 茅l.
Me meo.
O eso creo a resultas de la presi贸n vesical. Me meo y no me sorprendo, aunque acabe de mingitar hace solo siete minutos. Se me antoja tarde para retornar a alguna discreci贸n urbana para desalojar mis excedentes de urea. Resta un minuto para la salida.
Si me urge me dejar茅 ir. Las mallas absorber谩n. Y no es psicosom谩tico, pero no pod铆a perderme mi d茅cima San Silvestre consecutiva solo por atravesar el tercer mes de mi primer embarazo, aunque mi vejiga se haya vuelto hiperactiva.
# 39 TARANTINO
SEGUNDA CONJUGACION
El fil贸logo habl贸 de un verbo de la segunda conjugaci贸n. Correr. Pero el cura puso el grito en el cielo con tanto esc谩ndalo y a帽adi贸 enseguida 鈥渓a San Silvestre Salmantina鈥. Al matem谩tico no le sal铆an las cuentas porque cada a帽o variaba el n煤mero de participantes. Se centr贸 m谩s bien en el asunto de las probabilidades de ganar y como aquello tend铆a a infinito, prefiri贸 tomar datos emp铆ricos. En el puesto m茅dico contaban las vendas para las torceduras pensando qu茅 necesidad hab铆a de poner el coraz贸n al borde del colapso. S贸lo el escritor mezclaba tranquilamente todo aquello en una coctelera. Al final de a帽o hac铆a recuento de c贸mo le hab铆a ido. Ganar, no ganar铆a con ese microrrelato, pero como casi se le pasaba el plazo, corri贸 lo suyo. En el 煤ltimo segundo atraves贸 en meta. Faltaba el veredicto con un verbo de la primera conjugaci贸n.
# 38 MAROUA BENSFIA KHIYAT
Coraz贸n de carrera
Cada a帽o, la calle se llenaba de luces, pasos y risas. Marta ajustaba sus zapatillas con manos temblorosas, recordando los inviernos en que solo corr铆a en su imaginaci贸n. Hoy no hab铆a excusas: la San Silvestre Salmantina la esperaba.
El fr铆o mord铆a, y el asfalto parec铆a interminable. Cada respiraci贸n le quemaba los pulmones, pero el murmullo de los corredores le recordaba que no estaba sola. A su lado, un ni帽o tropezaba y volv铆a a levantarse; detr谩s, un veterano aplaud铆a con sonrisa cansada.
Marta aceler贸, impulsada por la corriente invisible que une a quienes corren juntos, compartiendo esfuerzo y alegr铆a. La meta apareci贸 entre banderas y aplausos. Cruzarla no fue ganar, sino comprender que cada paso la hab铆a hecho parte de algo m谩s grande.
# 37 Judit Oliva Bl谩zquez
La respuesta
Ya estaban preparados en la l铆nea de meta, esperando la salida.
鈥擜l fin saldremos de dudas 鈥攃oment贸 Alberto, poni茅ndose la m谩scara de Flash.
鈥擧oy se decide todo 鈥攁帽adi贸 Fernando, ajust谩ndose la camiseta de Quicksilver.
El tenso debate que los hab铆a mantenido a las gre帽as durante a帽os estaba a punto de finalizar.
鈥淨ue la fuerza te acompa帽e鈥, se desearon con solemnidad.
Pasada una hora y media, llegaron ambos a la meta. Un amigo en com煤n se prest贸 a hacer la photofinish. Los dos sal铆an sudando y con la lengua fuera.
La 煤nica conclusi贸n a la que llegaron, despu茅s de tanto esfuerzo, era que ambos estaban equivocados. Frente a ellos, el campe贸n levantaba el trofeo, victorioso. Sus deportivas rojas eran la respuesta. El personaje m谩s r谩pido de la historia era Rayo McQueen.
# 36 FELIX MARTIN VILLA
MIS COMPA脩ERAS DE SUELA GASTADA
- 隆Oye R谩faga! Hoy corremos la Sansil.
- S铆, V茅rtigo, pasamos por Plaza Mayor como el a帽o pasado.
- No s茅 si contarte鈥arta ha pedido zapatillas nuevas a los Reyes Magos.
- 隆No puede ser! Todav铆a estamos bien, algo gastada la suela y dolor de leng眉eta de vez en cuando, nada m谩s.
- S铆, una marca nueva, no corren, vuelan, por lo visto.
- Nos van a reciclar, V茅rtigo. Pero a煤n, nos cuelgan atadas de un pino, como est谩 de moda entre los runners.
- Pues yo no valgo nada en Wallapop con este tatuaje rotulado: BERLIN 3:59:07.
- Calla, vienen.
- 驴Con qu茅 zapatillas corres hoy, Marta?
- Con mis favoritas: R谩faga y V茅rtigo.
- Cuando lleguen las nuevas las jubilar谩s, supongo.
- Eso nunca, son algo m谩s que unas zapatillas. Hemos estado juntas en Valencia, Sevilla, Berl铆n鈥 nunca me han fallado. Las voy a guardar toda la vida.
R谩faga y V茅rtigo lloraron emocionadas por los cordones.
# 35 Juan Manuel Ramos Guti茅rrez
Cuando empieza a acabarse
Treinta y uno de diciembre: qu茅 d铆a tan dominguero, aunque solo lo sea en algunas ocasiones. Ojal谩 fuera de buen sabor decir dominguero, pero sabe a una perra nostalgia. Tanto que ese d铆a que lo invitaron a la carrera atl茅tica, prefer铆a retroceder el tiempo y que nunca, nunca, llegara ese momento. Correr para despedir el a帽o; aquello le sonaba como a quitarse una bota despu茅s de trabajar: qu茅 hedor, qu茅 somnolencia, qu茅 fetidez. Mir贸 por la ventana y all铆 estaban, listos con su ropa deportiva, listos con su anhelo de partir el a帽o. Con cara de alegres hombres, o de in煤tiles quiz谩. Irremediablemente ten铆a que salir. 驴Hacia d贸nde? Supuestamente rumbo a la carrera, pero en el fondo 茅l sab铆a que era en direcci贸n a otro lugar. Tanto le cruji贸 el cuerpo que, cuando parti贸 el a帽o, sinti贸 ese peso que da la vida cuando empieza a acabarse.
# 34 Daniel L贸pez Guti茅rrez
Herencia en zapatillas.
Herencia en zapatillas
Mi abuelo me hablaba de su primera San Silvestre como si fuera un tesoro escondido en el calendario. Yo crec铆 escuchando aquellas historias: las calles llenas de risas, la emoci贸n de cada kil贸metro, la sensaci贸n de volar entre aplausos.
Cuando falleci贸, guard茅 sus viejas zapatillas en un rinc贸n del armario. Pens茅 que se quedar铆an all铆, como un recuerdo polvoriento. Pero hoy, mientras avanzo entre corredores y escucho la ciudad vibrar, siento que esas zapatillas laten en mis pies.
Cada paso es suyo, cada aliento compartido. No corro solo: me acompa帽a su voz anim谩ndome, su sonrisa en cada curva, su empe帽o en cada subida. La meta no es solo un arco inflable; es un puente invisible que nos une a los dos, un lugar donde el tiempo se detiene y su victoria se convierte tambi茅n en la m铆a.
# 33 Sergio D铆az P茅rez
El alquimista
No soy un simple relator de pasos: me s茅 aprendiz de alquimista. Observo la San Silvestre Salmantina y descubro c贸mo el aire helado se transmuta en fuego cuando lo atraviesan miles de cuerpos. El cansancio, que en cualquier otro lugar ser铆a derrota, aqu铆 se convierte en j煤bilo; la fatiga se disuelve en una risa compartida, y cada esquina se vuelve un laboratorio de milagros dom茅sticos.
Los disfraces, que podr铆an parecer fr铆volos, revelan una sabidur铆a antigua: recordarnos que el esfuerzo tambi茅n sabe danzar. El que va disfrazado de payaso sufre, como todos, pero su sufrimiento hace sonre铆r a los dem谩s. Y eso, en el fondo, es oro puro.
Yo narro la carrera, pero ella me ense帽a: que correr no es escapar, sino transformar lo que pesa en ligereza y lo que separa en v铆nculo. Y entonces comprendo: el secreto no es llegar a la meta, sino llegar convertido en otra cosa.
# 31 Cristina Grueso Garc铆a
El latido invisible
Microrrelato de introspecci贸n en el mundo del atletismo.
# 30 Jos茅 Manuel Moreira
Kil贸metros de esperanza
El reloj marcaba las ocho de la ma帽ana y Salamanca despertaba con un murmullo de zapatillas y risas nerviosas. Ana ajust贸 sus cordones, respir贸 hondo y record贸 cada entrenamiento: los kil贸metros solitarios al amanecer, el sudor derramado en cada curva, la disciplina silenciosa de meses. La San Silvestre Salmantina no era solo una carrera; era la prueba de su constancia, de la pasi贸n compartida con otros corredores que, aunque desconocidos, caminaban y corr铆an con la misma esperanza. Cada paso resonaba como un recordatorio: el atletismo ense帽a paciencia, respeto y superaci贸n. Y cuando cruz贸 la l铆nea de meta, no contaba el tiempo, sino la sonrisa de quienes la alentaban, la emoci贸n de cada respiraci贸n y el orgullo de haber convertido esfuerzo en experiencia. Aquella ma帽ana, la ciudad y Ana celebraban la victoria del esp铆ritu sobre la fatiga.
# 29 Guillem Gallifa G贸mez
El 煤ltimo dorsal
**El 煤ltimo dorsal**
El abuelo hab铆a guardado su dorsal de la primera San Silvestre Salmantina como si fuera una reliquia. Dec铆a que en aquellas calles descubri贸 que correr no era huir, sino encontrarse. A帽os despu茅s, cuando el Parkinson le rob贸 el equilibrio, sigui贸 pidiendo que lo llev谩ramos a la Plaza Mayor cada 31 de diciembre. No corr铆a, pero sus ojos s铆.
El 煤ltimo invierno, al acercarnos a la meta, le colocamos un dorsal improvisado en la chaqueta. La gente, al verlo, comenz贸 a aplaudir con la misma fuerza que a los corredores. Mi abuelo levant贸 la mano temblorosa y, con voz apenas audible, susurr贸:
鈥擸a he llegado.
En ese instante, comprend铆 que la meta no estaba en los cron贸metros, ni en los kil贸metros. Estaba en compartir cada zancada con quienes te sostienen cuando ya no puedes correr.
# 28 Pedro Serrano Jorge
Mirando hacia atr谩s sin ira
Tengo que correr, aunque no tenga esperanzas de llegar al final, aunque todo est茅 en mi contra, aunque me digan que no merece la pena. La carrera es una par谩bola de la vida, esa a la que venimos sin manual de instrucciones y en la que debemos encontrar un sentido sin saber si lo hacemos bien o mal. Tengo que correr porque la otra opci贸n es peor, mucho peor: rendirse, bajar la cabeza y aguantar como te pisotean o ver como invaden un pa铆s para robarles la tierra y matan de hambre a su gente y callar. Cuando en mi lecho de muerte mire atr谩s, no sentir茅 ninguna pena porque lo habr茅 intentado, no habr茅 llegado primero, ni segundo ni siquiera tercero. Eso da igual. A veces lo importante es el camino y no el destino.
# 27 Mar铆a Piernas Ruiz
Una hormiga en los cordones
Ella no lo sabe, pero voy encaramada a sus cordones. Me sub铆 a su zapato en busca de unas migas de pan y he terminado rodeada de un centenar de humanos con prisa. Corren hacia un lugar que llaman 芦Meta禄. Respiran con dificultad y ritmo, y por sus enormes cuerpos caen gotas de sudor que se enfr铆an con el airecillo de noviembre. Cada pisada sobre el asfalto me agita las antenas. Pero a lo lejos se escuchan aplausos y risas. Creo que estamos llegando a nuestro destino. Al fin podr茅 bajarme de este zapato鈥 Pero algo habr谩 cambiado: cuando crucemos la l铆nea me habr茅 convertido en corredor.
# 26 Carlos Javier Vega Briz
En esta ocasi贸n, no fue la rana de Salamanca
Aunque ten铆a todo en contra hab铆a llegado el d铆a, su d铆a.
Primero fueron las risas jocosas del p煤blico, al verla acercarse con su atuendo deportivo y esa cinta rosa en la cabeza.
Luego la densa niebla que cubr铆a todo el margen derecho del Tormes, se iba internando en la capital salmantina y, por ende, a lo largo del recorrido.
芦鈥擠e todos es sabido que la visi贸n de las tortugas es bastante limitada, 鈥攎aldec铆a para sus adentros禄.
Llevaba cien a帽os esperando el momento. Era su primera San Silvestre. Pero 鈥
鈥擳ortuga, 驴d贸nde crees que vas? 鈥擥rit贸 un gato mientras daba buena cuenta a una bolsa de basura. 鈥擫as tortugas no pueden corren la San Silvestre, son muy lentas, 鈥攃ontinu贸 entre risas felinas.
鈥擯or si no lo sabes, 隆los gatos no hablan! 鈥擲entenci贸 orgullosa la tortuga dirigi茅ndose a la l铆nea de salida.
Al llegar solo se escuch贸鈥
鈥擯reparados, listos, 鈥βa!
# 25 Jes煤s Vasconcellos Soli帽o
鈥淒iez mil metros, diez mil latidos鈥
Lleg贸 mi d铆a, volver a sentir la fuerza de la historia pisando el asfalto salmantino, un a帽o me separaba de este momento m谩gico, puedo sentir el latido de mi coraz贸n esperando ese pistoletazo de salida, disfrutar cada metro volviendo a sentirme corredor de nuevo, sentir el calor del publico en este diciembre frio que hiela la cara y que hace que correr la san silvestre sea mas que una carrera, es el devenir de un a帽o; es Enero saliendo del Parque de San Antonio, es marzo llegar a la plaza Mayor y disfrutar del puente romano, es julio y la cuesta de Oviedo, o septiembre y la cuesta de Villamayor, es llegar a Comuneros y encarar noviembre, para por fin llegar a donde todos sentimos la fuerza que tiene la san silvestre, nuestro publico y la algarab铆a hacia el paseo del rollo, plaza cuatro caminos y finalizar en San Antonio
# 24 Celia Mart铆n Gonz谩lez
La ciudad que corre contigo
Vaya ma帽ana de niebla, que frio hace鈥
驴A qu茅 hora empieza? Madre uff que frio鈥
Tengo los pies helados, 驴no han salido aun?
Col贸cate all铆, al lado de Antol铆n, pero d茅jale espacio para hacer las fotos .
隆Mira! 隆Mira! Por all铆 se ven a los 茅lite bajando.
隆Que pasada! Parece que no apoyan los pies en el suelo, que velocidad.
驴Esa no es In茅s? Venga In茅s que lo tienes hecho, 隆dos subidas m谩s y listo!
隆隆Teje!! 隆Campe贸n!
Por all铆 vienen Amelia y Laura, ni nos han visto, van a tope.
隆Soraya choca esos cinco!
Que ambientazo, no deja de pasar gente.
隆La legi贸n! 隆Con su cabra y todo!
驴Y esas tartas? 隆隆Pero si es Nuria!! 隆Guapas!
鈥.
Parece que hoy no levanta la niebla, vamos que nos quedamos aqu铆 pajarito鈥
# 23 Jos茅 P茅rez Montero
Amor al asfalto.
El asfalto me llama, es mi compa帽ero, mi amante; el m谩s exigente que hay. Me pide siempre un paso m谩s, una respiraci贸n m谩s, un 煤ltimo metro, un 煤ltimo aliento antes de acabar. Aunque los pies duelan, aunque los pulmones quemen, aunque el sudor escueza en los ojos y el cuerpo me pida parar. 脡l Siempre exige y solo me da una cosa a cambio: satisfacci贸n.
# 22 Sonia Lestado matute
Promesas
Rezando estaba un ateo convencido c贸mo yo,para que me diese la media y pudiera entrar a estudiar el grado de fisioterapia en la Universidad de Salamanca.El curso pasado la nota de corte fue de 11,5 .Nervios ,sudores ,pesadillas pero al final ,aunque por los pelos ,consegu铆 plaza ,y c贸mo las promesas hay que cumplirlas ,all铆 estaba yo,corriendo la San Silvestre salmantina ,dando gracias por poder cumplir mi sue帽o.Lo que empez贸 siendo un pacto con mi destino, se acab贸 convirtiendo en una tradici贸n que disfrut茅 durante muchos a帽os.Y asi fue, como desgastando zapatillas,conoc铆 a mi mujer y la madre de mis hijos鈥orque te lo creas o no ,en Salamanca todo es posible !!!
# 21 Vanessa Monta帽茅s
La San Silvestre Salmantina
Me preparo con entusiasmo para la pr贸xima San Silvestre Salmantina. Siento la emoci贸n vibrar en el ambiente mientras entreno en las calles de mi ciudad. Cada carrera que hago me acerca m谩s a ese d铆a, donde miles de zancadas se unen en una fiesta de deporte y superaci贸n.
La San Silvestre es mi cita anual con la amistad y la solidaridad. Veo a mis compa帽eras y s茅 que compartimos este mismo esp铆ritu. Es una carrera que abraza a todas: a las r谩pidas y a las que simplemente quieren llegar a la meta. El valor de esta experiencia no est谩 solo en el tiempo que hago, sino en la energ铆a colectiva, en la sonrisa compartida en cada kil贸metro. Cuando cruzo la l铆nea de meta, s茅 que he ganado m谩s que una medalla; he ganado la satisfacci贸n de un esfuerzo bien hecho y la promesa de seguir en movimiento.
# 20 SERGIO LOPEZ VIDAL
LA ZANCADA DE LOS SIGLOS
Mi abuelo me llev贸 de ni帽o a ver la San Silvestre. Se帽al贸 las torres de la catedral y dijo: 鈥淐orre la ciudad entera鈥. A帽os despu茅s, cuando me puse el dorsal, entend铆 sus palabras.
Entre la multitud reconoc铆 figuras imposibles: el caballero del puente avanzando con la armadura gastada, los frailes de piedra desliz谩ndose en silencio, los toros de la catedral inclinando la testuz como si abrieran camino. Corr铆an entre nosotros con la naturalidad de quienes siempre estuvieron all铆.
La Plaza Mayor rug铆a como coliseo. Piedra y carne lat铆an juntas, y el aire parec铆a cargado de siglos. Yo apenas respiraba, pero sent铆a que mi zancada se sumaba a un pulso m谩s grande.
Al cruzar la meta busqu茅 a mi abuelo. No lo vi. Solo percib铆, en el gesto inm贸vil de una estatua cercana, una leve sonrisa. Y supe que hab铆a corrido a mi lado.
# 19 SILVIA CRISTINA
GLOBOS AZULES
El cielo despejado en Salamanca, miles de participantes dispuestos a superar sus marcas. Uno solo buscaba otra cosa: encontrar a su hermano perdido, se hab铆a anotado sin saber correr. Lo hab铆a visto por 煤ltima vez antes de la pandemia, y, entre tanta gente crey贸 que tal vez lo hallar铆a. Era casi fin de a帽o, y quer铆a verlo. Apenas comenz贸 la competencia de la San Silvestre Salmantina, lo vio: iba al frente, con un disfraz de globos azules, era el preferido. Para alcanzarlo apur贸 tanto su recorrido, que al llegar a la l铆nea final luego de diez kil贸metros, sin darse cuenta hab铆a ganado. Pero, al preguntar por su hermano鈥-Nunca se ha anotado-le dijeron. Pero al mirar al cielo,鈥 los vio flotar.
# 17 Angels Vinuesa Fernandez
El mismo impulso
El sudor resbalaba por la frente del padre mientras la multitud rug铆a en las aceras.
A su lado, la hija respiraba hondo, marcando el mismo ritmo de zancada.
No hab铆a relojes ni cron贸metros que importaran, solo aquella alianza silenciosa entre dos cuerpos que compart铆an la misma pasi贸n.
脡l corr铆a con la memoria de a帽os de entrenamientos, con la disciplina de quien no se permite rendirse.
Ella corr铆a con la ilusi贸n intacta, descubriendo que la vida tambi茅n se mide en esfuerzo y constancia.
En cada esquina, el p煤blico gritaba nombres, pero ellos no necesitaban palabras: bastaba con mirarse para recordar que la carrera era m谩s que un trayecto, era una herencia invisible.
Cuando cruzaron la meta, comprendieron que la victoria no estaba en el podio, sino en seguir corriendo juntos, sin perder nunca el impulso.
# 16 Sergio Esteba Ramos
Blanca
Algunos corredores resbalaban, otros, los menos, miraban al cielo con una sonrisa que dibujaba una interrogaci贸n. La nieve hab铆a comenzado a caer dulcemente cuando Juan pasaba por el kil贸metro 5. En el 8 estar谩 ella, pens贸 en un susurro, como todos los a帽os, en la esquina del Paseo de la Estaci贸n, rodeada de sus hijos y sus nietos, dedic谩ndole, cuando le vea, esa sonrisa transparente y luminosa, la misma sonrisa rebosante de vida por la que hubiera sido capaz de hacer cualquier cosa, la misma que se alej贸 en aquel tren a Barcelona hac铆a ya tantos a帽os, tantos que a veces piensa que todo aquello no pas贸 de verdad, que no fue m谩s que un sue帽o que se convirti贸 en pesadilla para, mucho tiempo despu茅s, convertirse de nuevo en la misma sonrisa y en la misma mirada cada 煤ltimo d铆a del a帽o en el kil贸metro 8.
# 15 MARCOS P脡REZ BARREIRO
Las palabras hablan
En el crep煤sculo de mil novecientos ochenta y uno descubr铆 鈥淐arros de fuego鈥. Qued茅 tan impresionado que tres a帽os m谩s tarde decid铆 participar en la primera edici贸n de la San Silvestre de Salamanca. Quer铆a sentir el interior de la pel铆cula en m铆. Es decir, deseaba ser el personaje real de mi vida. Ese por el que corr铆 y corr铆, dejando atr谩s inciertos fantasmas de nulidad. Esos por los que acud铆a al cine cada semana en busca de respuestas concretas. Las que me ofreci贸 la pel铆cula cuando m谩s lo necesitaba. Lo que convirti贸 la carrera en algo tan fundamental que siempre vuelvo a Salamanca en Navidad. Cuando el fr铆o aprieta y la pesadumbre de la realidad se vuelve mortal. Tanto que, aquella playa muda de la pantalla blanca, es un adoqu铆n que, en un instante congelado en el tiempo, me dice que, ahora mismo, estoy escribiendo la historia de mi porvenir.
# 14 Gonzalo Prieto Barrera
FATAL ELECCI脫N
Prefiri贸 saltar con garrocha buscando la inmortalidad en tan lustrosa olimpiada, que correr la San silvestre, prueba que al creerla tan popular, poco renombre le dar铆a y llegado el d铆a, jactancioso sujet贸 la p茅rtiga, mir贸 las glamurosas tribunas, respir贸 hondo, corri贸 como un b贸lido hasta la colchoneta y all铆, en un microsegundo desafi贸 con altivez la barra a la que tiene que superar, sembr贸 la p茅rtiga con tanta violencia que se fue elevando y el cielo lo devor贸 en instantes.
Boca arriba en la inmensidad, sabe que solo Dios lo acompa帽a all铆 y que tiene el oro asegurado, m谩s al descender pensando solo en su gloria y sin visualizar peligros ni derrotas, olvida que tiene que atravesar la barra que super贸 con creces y cae destrozado sobre la colchoneta del mismo lado en que ascendi贸.
Ninguna medalla p贸stuma le lleg贸 al cielo desde donde observa la popular San Silvestre.
# 12 JOSE DAVID PLAZA SERRANO
Toro arrestado de sable
Y aqu铆 estoy, siguiendo las se帽ales que el destino me pone delante, aunque 煤ltimamente con bastante desatino. Con el cuerpo nervioso por este acontecimiento que yo mismo me he creado, un punto de inflexi贸n en mi vida. Despu茅s de superar una grave enfermedad, salir de una agon铆a y volver a iluminarme tras una noche oscura del alma, hoy decido abrazar de nuevo y correr la vida, y me he propuesto estar aqu铆: en la San Silvestre Salmantina.
Este ser谩 un nuevo rumbo, el pistoletazo de salida y mi punto de partida. Una carrera sobre puentes de adoquines antiguos, entre fachadas doradas de universidad y el coraz贸n vivo de esta ciudad. Donde la historia rinde homenaje a la belleza y donde ahora demuestro mi fortaleza. Donde la naturaleza no da, Salamanca no presta y yo, sinti茅ndome a煤n de prestado, s茅 que todav铆a hay tiempo para alcanzar cualquier meta que me proponga.
# 11 Lina Conejero Jarque
A contracorriente
La carrera comenz贸 con el alboroto de siempre, los que solo iban a divertirse obstaculizaban el paso a los atletas profesionales que deb铆an buscar hueco para ponerse en cabeza; 茅l consigui贸 escabullirse del grupo y enseguida estaba corriendo con facilidad en los primeros puestos, este a帽o nadie podr铆a bajarle del podio. Se sab铆a el trazado de memoria, no solo por no faltar nunca a esta cita sino porque, charro de nacimiento, no hab铆a rinc贸n salmantino que no conociera. Le gustaba el tramo de subida a la catedral que era donde pod铆a desmarcarse, all铆 estaba ahora corriendo al ritmo de la m煤sica de su auricular. En ese instante, tras el tono de la llamada, se par贸, sinti贸 un temblor recorri茅ndole todo el cuerpo, gir贸 sobre sus pies y ech贸 a correr a contracorriente en direcci贸n al hospital. Tendr铆a que acabar el pr贸ximo a帽o la carrera empujando la sillita de paseo.
# 10 Marcos Avalos Vilas
El tiempo bajo los pies
El fr铆o de diciembre me golpea la cara mientras me coloco en la salida de la San Silvestre Salmantina. He esperado a帽os para esto. Cada invierno que no corr铆, cada excusa que me detuvo, vuelve ahora con el viento.
Arranco despacio, los m煤sculos r铆gidos, pero pronto siento que las calles guardan un eco de mi juventud. Cada zancada es un suspiro que llevaba dentro, cada respiraci贸n un recuerdo de quienes me animaron desde la acera, con voces que el tiempo no pudo borrar.
Me adelanto a mis propios temores, a las dudas que me susurraban que ya era tarde. No miro el cron贸metro; no importa. Avanzo, y el asfalto parece multiplicarse bajo mis pies, transport谩ndome a cada diciembre que so帽茅 con correr.
Al cruzar la meta, siento un calor extra帽o en el pecho: he corrido m谩s que una carrera, he corrido a trav茅s de toda mi vida.
# 9 Andrea Broull贸n Dobarro
REESCRIBIENDO LAS REGLAS
Les mostraron el camino para correr por sus sue帽os. La pista era igual para todos. Pero a ella le dieron tacones. A 茅l, unas zapatillas nuevas. Al de all谩 le vendaron los ojos. Otros iban descalzos, y a algunos, incluso, no les dejaron ni correr.
Durante la carrera, a pesar de sus esfuerzos, varios tropezaron, otros avanzaron con dificultad, y alguno que otro tuvo que abandonar.
Los aplausos del p煤blico estallaron cuando el primer corredor se aproximaba a la meta. De pronto, Silvestre se detuvo en seco y, mirando a sus compa帽eros, se pregunt贸: 鈥斅縔 si ha llegado el momento de cambiar las reglas del juego?
Le tendi贸 la mano a uno de los corredores que se encontraba en el suelo y, juntos, caminaron hasta el final del recorrido.
Porque la igualdad no empieza en la l铆nea de salida.
Comienza cuando entendemos que las reglas deben ser justas para todos.
# 8 JOSE CARLOS
EL ULTIMO KILOMETRO
El fr铆o de diciembre muerde las mejillas, pero las calles de Salamanca arden con aplausos. Bajo los arcos de la Plaza Mayor, corredores an贸nimos se vuelven h茅roes por una tarde. Entre disfraces, familias y risas, late un pulso com煤n: el deseo de llegar juntos a la meta.
Yo corro con mi hija de la mano. Tiene ocho a帽os y cree que las cuestas pesan m谩s que los gigantes de la Catedral. Le digo que en la San Silvestre no gana quien corre m谩s r谩pido, sino quien aprende a no rendirse. Sus zapatillas suenan como campanas peque帽as sobre el empedrado. La multitud grita su nombre, y ella sonr铆e como si Salamanca entera fuera suya.
Cuando cruzamos la meta, s茅 que no hemos corrido una carrera, sino un recuerdo eterno: la certeza de que cada zancada compartida es una victoria contra el tiempo. El recuerdo de estar unidos.
# 7 Evelyn Megias Carrasco
Invisible
Entr贸 en la salida de la San Silvestre Salmantina como si no existiera, sin dorsal, sin n煤mero que la atara al presente. Nadie la detuvo. Era demasiado tarde: ya estaba corriendo.
Avanzaba con una ligereza extra帽a, con una cadencia que parec铆a aprendida en otra 茅poca. Los dem谩s intentaban seguirla, pero siempre se les escapaba unos metros m谩s adelante. Algunos juraron que ni siquiera rozaba el asfalto, que flotaba entre las calles como una sombra blanca.
Cuando cruz贸 la meta, los jueces buscaron su nombre en las listas. No estaba. El p煤blico la busc贸 entre la multitud. Hab铆a desaparecido.
Un ni帽o, asombrado, tir贸 de la manga de un viejo corredor.
- 驴Qui茅n era esa mujer?
El hombre, con la voz gastada por los inviernos, respondi贸:
- Carmen. La primera que quiso correr esta carrera, hace cuarenta a帽os.
Y entonces el ni帽o entendi贸 que algunas metas no esperan medallas, sino memoria.
# 6 Virginia Guadarrama N煤帽ez
El peque帽o dorsal
鈥擯ap谩, 驴y si no puedo? 鈥攎e dice acariciando el dorsal de su pecho con las manos temblorosas.
鈥擫o haremos juntos 鈥攔espondo鈥. La San Silvestre no se corre solo con las piernas, se corre con el coraz贸n.
Empezamos despacio. Sus pasos son torpes e inseguros. Es peque帽o y fr谩gil, pero cada metro es una conquista, un intento de dejar su enfermedad atr谩s; yo aprieto su mano como si juntos pudi茅ramos con todo. En cada calle la gente nos envuelve: alguien le choca la mano, alguien grita 鈥溌amos campe贸n!鈥 como si le conocieran de toda la vida. 脡l sonr铆e, aunque el esfuerzo le arranca las l谩grimas.
Al llegar al Paseo de San Antonio, la multitud explota en aplausos.
鈥擯ap谩, 隆he ganado!
No lo corrijo. No le hablo de posiciones ni tiempos. Ha vencido al dolor, al miedo y a los l铆mites. Le abrazo fuerte: 鈥擫o lograste.
# 5 Milagros Mois茅s Gonz谩lez Alba
PIEDRAS QUE CORREN
Llevo setecientos a帽os sobre el Tormes y hoy, como cada treinta y uno de diciembre, siento el temblor en mis adoquines.
Antes eran legiones romanas. Despu茅s, peregrinos con sandalias de esparto. Luego carruajes que hac铆an crujir mis costillas de granito. Ahora son zancadas el谩sticas, miles de latidos sincronizados que me recuerdan que a煤n sirvo.
Mi compa帽era, la piedra del arco central, susurra: "Cada a帽o pesan menos". Tiene raz贸n. Los cuerpos se aligeran, pero las sombras que proyectan al cruzarme 鈥攅sas s铆鈥 pesan como siglos. Traen todas las carreras que nunca corrieron, los abuelos que cargaron sacos de trigo donde ahora hay zapatillas de colores imposibles.
Un ni帽o tropieza sobre m铆. Su padre lo levanta sin detenerse, rumbo a la Plaza Mayor.
He visto caer imperios, levantar catedrales, morir lenguas. Pero esto 鈥攅sto que llaman San Silvestre鈥 es lo 煤nico que me hace sentir que mi nombre, Romano, todav铆a significa resistir.
# 4 luis uriarte montero
Lo importante
Hab铆a ganado casi todas las San Silvestres de la ciudad charra, cuando participaba ese fin de a帽o, un hombre con un bast贸n que corr铆a cay贸 al suelo, se ahogaba, r谩pido le insufl贸 aire y le masaje贸 el pecho, al cabo de unos minutos se recuper贸, era ciego y le agradeci贸 lo que hab铆a hecho, lleg贸 tarde a la meta, hab铆a hecho lo importante.
# 3 Patricia Aliaga Rodrigo
Epifan铆a del 脥mpetu
En el fr铆o de diciembre, Salamanca se convierte en escenario donde las zancadas resuenan como tambores sobre la piedra antigua. La San Silvestre no es solo carrera: es rito laico que funde sudor y esperanza. El aire, cortado por el vaho de cientos de bocas, parece arder en cada esquina iluminada. Nadie corre 煤nicamente contra el reloj, sino contra su propia flaqueza, contra ese instante en que el cuerpo exige rendirse. El atletismo se revela entonces como disciplina del car谩cter: esfuerzo que se agota y, a la vez, se renueva. Un ni帽o aplaude en la acera; un anciano sonr铆e al paso de los corredores. All铆 surge la verdadera victoria: en la fraternidad inesperada, en la certeza de que el cansancio no derrota, sino que eleva. Y la ciudad, c贸mplice, guarda en su memoria esta fiesta donde el dolor se transmuta en j煤bilo y cada meta abre otra vida.
# 1 ALEJANDRO SCHNARCH KIRBERG
Honrar a su padre
Ese a帽o logr贸 cumplir un anhelo profundo: estar en la San Silvestre Salmantina, la m铆tica carrera que su padre hab铆a corrido en 1983. So帽aba con revivir aquel recorrido, como un puente entre generaciones y memoria.
Viaj贸 desde Bogot谩, donde entrenaba a m谩s de 2.500 metros de altura, confiado en su preparaci贸n para la categor铆a Sub-18. Lleg贸 con tiempo, dispuesto a dejar el alma en cada paso.
El 29 de diciembre de 2024, la cuadrag茅sima edici贸n arranc贸 con j煤bilo, y su coraz贸n lat铆a no solo por el esfuerzo, sino por la ilusi贸n de honrar a su padre.
Pero, de pronto, un dolor inesperado lo oblig贸 a detenerse. El miedo lo invadi贸: no quer铆a fallar, pero el destino le cerr贸 el camino.
De vuelta en Colombia, se prepara para la edici贸n 2025. Esta vez lo lograr铆a, pero desafortunadamente su padre no lo sabr铆a, ya que hab铆a fallecido hace tres meses.
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